By Tom
- ¿cómo lo han pasado ustedes en casa?, ¿papá se ha ido ya?
- no, mañana se van, me dejarán solo.- escuché su risita en el otro lado
de la línea. - ¿cómo lo están pasando ustedes?
- ahh- suspiró. -, Tom, han sido las dos semanas más hermosas que he
tenido.- sonreí.
- me da mucho gusto, hermanito. Tengo tantas preguntas que hacerte.
- en dos días podrás hacérmelas.
- ¡¿regresan en dos días?!- grité con sorpresa.
- sí, solo nos quedaríamos dos semanas.
- vaya, ¿podrías hablarme cuando estén en L.A?
- claro.
- bien, hermanito, te dejo, tengo que ayudar a Anette con sus maletas.
- está bien, Tom, adiós.
- adiós, sigan divirtiéndose.
- lo haremos, gracias.
- te quiero.
- y yo también a ti.- corté y camine hacia la habitación de Bill, en
donde ahora, Anette, Arabelle y papá se quedaban; ella me miro sonriendo.
- ¿necesitan ayuda?
- ¡TOM!- gritó Arabelle sonriente mientras corría hacia mí.
- ¿Qué pasa?- sonreí, acuclillándome frente a ella.
- ¿cómo está nuestro hermanito y su princesa?
- ellos están perfectos.
- ¿enserio?- asentí. - ¿Tú no tienes una princesa, Tom?- la levanté en
mis brazos e hice que nos sentáramos en el sofá frente a la TV.
- no, yo no la tengo.
- ¿¡por qué no?!- me dijo con sorpresa. -¿no quieres?- sonreí.
- ¿Sabes?, no es realmente que no quiera tener una, la realidad es que
aun no he tenido la suerte que tuvo tu hermanito al encontrar una.
- hum, yo quiero que tengas una.- empecé a reír.
- Yo también quiero una.- sonreí. Ella bajó la mirara de pronto, y su
mirada nerviosa y triste no se pudo asemejar más a la de Bill cuando se ponía
de esa forma. Sonreí. -¿qué te pasa, Arabelle?
- ¿puedo preguntarte algo?- sus palabras me hacían sentirme a tan solo
unos metros de Bill, tenían tantas cosas en común, como por ejemplo: preguntar
algo que quizá no debería ser preguntado.
- claro que sí, dime.
- ¿Tú me quieres, Tom?
- Arabelle…- me miro, con sus grandes y marrones ojos, haciendo que se
vieran tan lindos con esas mencionadas pestañas. Pero sus pequeños labios y su
voz temblaban, como si estuviera a una miga de llorar, y todo gracias a mi
invisible amor hacia ella. – sí, sí te quiero, ¿por qué preguntas eso?
- es que… me miras feo, como un monstruo.
Me sentí completamente culpable. Odiaba que trataran a Bill de esa
forma, que le fueran indiferentes y lo ignoraran de una forma tan cruel, y yo
mismo estaba haciendo exactamente igual con Arabelle, la estaba ignorando y
sacando de mi familia como se le hace a un bicho, la aparte de mi fraternidad a
pesar de que Bill me lo repitió muchas veces, sabiendo, claramente, lo que se
sentía ser ignorado, rechazado.
- claro que si te quiero, niña, ¿cómo no iba a quererte?- ella sonrió
ampliamente.
- ¡¿en serio?! ¡Mi papito se pondrá muy contento!- sonreí.
- ¿sanes una cosa?
- ¡¿cuál?!- decía ahora, saltando sin dejar que su sonrisa se borrara.
- si tengo una princesa, tú eres mi princesa.- abrió sus labios, con una
sonrisa tan grande, dejándome mirar sus dientes.
- ¡¿YO?!
- sí, tú.- abrió sus pequeños brazos, envolviéndome en ellos.
- te quiero mucho, hermanito.- acaricie su cabello, sonriendo, sintiendo
una clase de chispa que me llenaba el cuerpo y me hacía querer temblar. Un abrazo
de ella pudo hacer más que algún otro, Bill era mi única familia, con la que me
sentía completamente seguro, y ahora, Arabelle se convertía en una gran parte
también.
- Arabelle, colócate el pijama, es hora de ir a merendar.- gritó papá.
- está bien, papi, ahorita bajo.- sonrió y se levantó del sofá.
By Bill
Son las 9:00 PM, mañana nos iremos de aquí y eso me pone de alguna forma
algo nostálgico, pues el tiempo con mi linda se me pasó tan rápido, como si tan
solo hubiéramos estado una semana aquí.
Estamos caminando, tomados de la mano a la orilla del mar. Algo que
compartíamos era nuestro amor a la naturaleza, y salir a caminar observándola. Pero
las cosas a su lado eran aun más hermosas, aun que, no recuerdo el día en que
dejé de ver tanto a la naturaleza y empecé a mirarla más a ella. El aire estaba
fresco y las olas del mar se escuchaban tan calmadas, jugando con las personas
que aun estaban metidas en el agua.
- adoro este lugar.- dijo casi en un susurro, mis ojos se clavaron en
ella, sin quitarse de su cabello que bailaba con el viento y cubría su cara
casi por completo.
- yo también.- contesté. –no quiero irme mañana.
- yo tampoco.- ella me miro. -¿extrañas a Tom?
- oh, claro que sí. Tuve muchas dudas estos días, solo el podría
ayudarme.- ella sonrió.
- siempre desee tener un hermano o hermana con la que pudiera confiar tanto
como tú lo haces con Tom.
- ¿nunca se lo dijiste a tus papás?
- no podrían aun que ellos lo quisieran.- la mire, con un poco de confusión.
–pasa que después de nacer yo, le sacaron la matriz a mamá.
- ¿tenía problemas?
- sí, tuve algunos problemas al nacer que dejaron la matriz de mamá
hecha una mierda.
- me alegra que no te haya pasado nada malo al nacer.- recargo su cabeza
en mi hombro.
- te amo, Billy.
- yo te amo aun más.
Nos sentamos recargados en una gran roca, frente al mar que mojaba
nuestros pies descalzos. Entrelazamos nuestros dedos y el silencio por parte de
ambos empezó a formarse, de una forma casi inesperada, puesto que solíamos
hablar todo el tiempo, sin percatarnos que llevábamos horas hablando de lo
mismo. Pero este silencio de alguna forma era lindo, porque no me sentía solo
como antes cuando pensaba y escuchaba a la naturaleza; esta vez lo hacía, pero
sabiendo que había alguien que me quería a mi lado, quizá, pensando lo mismo
que yo.
Mis ojos no la miraron en ningún momento, solo repetían las mismas imágenes
una y otra vez, haciéndome sacar una sonrisa y negar de una forma que aprobaba
todo lo que habíamos hecho durante todos estos años juntos. No recuerdo la
última vez que dejé de verla como una amiga y empezar a dudar sobre mi
atracción hacia ella. Y ahí estaba Tom, para ayudarme a abrir mis ojos a la
realidad que sentía mi corazón; para darme cuenta de que (tu nombre) ya no era
más una amiga y comenzaba a convertirse en una persona que me importaba aun
más.
Sentí su cabeza en mi hombro de nuevo, pero aun así, no hice nada más
que acariciar su mano y sentir su cabello moverse con el viento y chocar con mi
piel, haciendo que tuviera un poco de comezón. Y cerré mis ojos, sintiendo el
viento penetrar mis poros, sintiendo un extraño sentimiento, era raro, y me
llegaba asustar de alguna forma, pero
sentir nervios o algo de miedo me hacía las cosas más emocionantes. Imaginar que
algún espíritu nos miraba se me hacía algo realmente lleno de adrenalina y hacía
que mi corazón saltara, pero solo eso, porque la sentía a mi lado, sentía que
ella estaba ahí sonriendo, en mi hombro, sintiéndonos a los dos como tan solo
un par de partículas en el aire, volando hacia el país inimaginable, en donde
todo lo que quisieras lo tendrías en tus manos sin perder a la persona que más
te importaba.
- Dime, Bill, ¿cuándo empezaste a gustar de mi?- la mire con sorpresa. Habíamos
tenido una conexión extrañamente inhumana.
- un día en el colegió, Andy platicaba contigo, yo estaba con Gustav,
pero en lugar de prestarle atención a él, estaba mirándolos a ustedes. Tu forma
de hablar y las expresiones que hacías me parecían graciosas a tal grado de
convertirse en tiernas, y ahí miré tus ojos
y tu sonrisa.
- qué lindo, Billy.- sonreí.
- después fue que te di un beso…y me sentí la persona más imbécil de
todas, pues aun estabas con Frank.
- ¿te digo un secreto?
- Dime.- sonreí, mirándole a los ojos.
- cuando me diste un beso mientras jugábamos con el barro.- río. –no me
pude sacar de la cabeza el olor de tu loción y tus tiernos labios.
- odiaba esa loción.- me carcajee.
- por favor, yo la adoraba.- sonrió. – empezaste a gustarme desde ese
día, cuando jugamos a trepar árboles. Me pareciste una persona muy interesante
y especial, porque a pesar del dolor que sufrías en tu casa y en la escuela,
nunca dejaste de sonreír.- bajé la mirada, algo apenado.
- papá nos enseño a Tom y a mí cuando éramos pequeños, a nunca darnos
por vencidos y sonreírle a los problemas.
- ¿sabes?, tu papá es una persona tan valiosa.- empecé a reír… y no
porque papá no fuera alguien valioso, realmente valioso, sino por algo… algo
extraño, nunca creí que ella fuera a decirlo. – No te rías, Bill.- dijo seria. –yo
lo quiero y admiro mucho. Cuando estábamos en el hospital, cuando trasplantaron
tu corazón, él dijo unas palabras realmente lindas.
- ¿en serio?- me puse mal, de pronto dejé de creer que esto era algo
gracioso, ahora sentía nostalgia. -¿qué dijo?
- te pidió disculpas por todo, dijo que eras tan valioso como Tom y
Arabelle. Dijo que había sido un cobarde, que tú valías más que algo material,
que él te amaba y daría lo que fuera por estar contigo de nuevo.- mis ojos
sufrieron de una inundación de lágrimas saladas que mojaron mis mejillas tan
pronto como ella terminó con sus palabras.
- sus amigos le metían tantas cosas en la cabeza… le decían que era
bueno golpearme para que entendiera que era él quien mandaba en la casa…
- ¿en serio?- dijo preocupada.
- si… papá no quería ser malo, todo lo hizo por su culpa, y al final
termino gustándole verme de esa forma.
- pero no llores, Billy.- me abrazó. –recuerda que el es un bueno
hombre, y de no ser por él yo no te habría conocido de ninguna forma.- sonreí.
- tienes razón, no te habría conocido.
- sí, no estaríamos juntos en este momento.
- si… no me habría gustado enamorarme de otra persona que no fueras tu.
- a mi tampoco, tu eres la persona más hermosa que he conocido, Bill.
- tú eres asombrosa. Y admiro tanto a tus papás.
- ¿en serio?- asentí.
- les agradezco tanto que me hayan aceptado para ser tu novio y hasta
amigo. Y que tu papá me haya revisado cuando estaba mal y tu mamá…cuando
siempre me llevaba de regreso a casa.- ella sonrió.
- papá una vez me dijo que te quería mucho, me dijo que te admiraba por
no esconder tu forma de ser.
- me costó mucho trabajo poder aceptar mi forma de ser ante los demás.
- escuché que era mejor ser diferente a ser igual que el resto de las
personas.
- tú eres diferente. Nunca fuiste como las demás en la escuela.
- por eso no tenía amigas.- rió.
- ¿para que querías tener amigas como ellas? Solo les importaba el
físico, la apariencia y el dinero.
- tienes razón.
- tú nunca fuiste como ellas. Nunca fuiste maquillada al colegio ni con
minifaldas. Eras el tipo de persona tímida y reservada, la que no quería
pertenecer a grupos materialistas. Eras tú misma, eso también me enamoró de ti.
-tú también eras tímido, lo recuerdo perfectamente. Ni siquiera a Gustav
le hablabas sin timidez, me di cuenta que él único que te hacía ser como eras,
fue Andy. Con él hasta cambiaba tu tono de voz, y tus carcajadas eran tan naturales,
nunca tuviste que fingir una con él.
- Andy y yo teníamos muchas cosas en común. Sus papás siempre discutían,
una vez hasta lo golpearon. Él llegó llorando a las clases y ahí me lo platicó
todo.
- ¿a Gustav nunca lo golpearon?
- no, Gustav vive perfectamente con su familia. Su papá lo adora y es el
rey para su mamá. Me alegraba tanto ir a su casa y mirarlo feliz.
- ¿te has dado cuenta de que tu felicidad depende de la de otros?
- ¿a qué te refieres?- pregunte confundido.
- me di cuenta de que siempre qué mirabas a alguien feliz, sonreías. Antes
de conocerte por completo me pareciste un idiota.- rió. –porque cuando mirabas
a Adam o a Agatha felices, tu sonreías a pesar de que ellos te hicieran los
días imposibles en el colegio.
- tienes razón. Pero eso me hacía feliz de verdad, aun sabiendo que yo
no era bienvenido con ellos.
- me alegro que no te hayan juntado con ellos. Serías una persona
totalmente diferente a la que eres ahorita.
- tienes razón.- suspire. –a veces creo que mi mapa ya lo escribí, con
muchos rayones, pero pienso que la cruz roja está escrita ya, sin poder
borrarla.
- has vivido cosas horribles, Bill. No creo que tú hayas querido esas
cosas para ti.
- es cierto, pero recuerda que de no ser por ellas, no estaríamos aquí.
- quizá es nuestro destino estar juntos.- asentí y di un beso en sus
labios.
- te amo, hermosa.
- yo también.
[…]
Fue una noche hermosa, porque a pesar de todo, le perdí el miedo a las
relaciones sexuales. Pero aun en mi interior estaba la culpa de haberlas tenido
sin ser virgen. Siempre creí que llegaría a mi matrimonio virgen. Pero por
suerte conseguí a la mujer más hermosa y comprensiva del mundo: a (tu nombre).
De no ser por ella, yo aun seguiría en el oscuro túnel, sin encontrar un
interruptor con el cual mirar más allá de la oscuridad, más allá de los
problemas que me tenían encerrado en una caja de fuerza. Ella me ayudo a
prender las luces y a tomar mi mano para guiarme hacia la luz, en donde por fin
comenzaba a ver todo con más color.
Mi felicidad se estaba formando de una forma radical, empezaba a ser la
vida que desee desde pequeño, la vida de un cuento de hadas. Ella y yo, en un
castillo de madera tan sensible que con el aire podría romperse, pero estábamos
de la mano siempre, estrechándonos con amor, el mismo amor que acabaría con la
pobreza de felicidad y traería la riqueza hacia nosotros de nuevo.
No creía en los cuentos de hadas, puesto que siempre viví de una forma
no muy asemejada a ellas, pero gracias a esas historias de terror me di cuenta
que construir la felicidad no es fácil, pero siempre va a estar alguien ahí
quien coja tu mano y te guie hacia la cima. Que las brujas del cuento se
arrepienten siempre y es cuando se da a luz su verdadero ser.
Nos recostamos y comenzamos a dormir, y siempre esperaba lo mismo todas
las noches de mi vida, pero mi sueño nunca se cumplía a pesar de ser una de las
personas con más suerte en el mundo.
[…]
Estamos en el avión, a punto de despegar. Son las 6: 58 AM y mi princesa
esta tan cansada. Dormía en el asiento, mientras yo miraba la ventana, despidiéndome
de lo que en dos semanas fue mi paraíso. Pero no me preocupaba demasiado, pues
me llevaba la parte más hermosa de él y era a (tu nombre).
Saqué mi celular y llamé a mi hermanito.
- ¿hola, Bill?
- Tom, ¿cómo estás?
- aliviado por escucharte, ¿cómo están ustedes?
- estamos perfectos. Estamos en camino a casa, ¿papá y mamá se fueron?
- ¿mamá, Simone o Anette?- río.
- mamá Anette.
- oh, ellos ya se fueron, el avión pasara en unas horas por mamá Simone.
- ¿podré verla antes de que se vaya?- pregunte, ansioso.
- eso es lo que ella espera, así que creo que sí.
- bien, en unos minutos llegamos, te quiero, hermano.
- yo también te quiero, Bill.- corté.
wa me gusto demasiadooo este capitulo ya que recordaron todos aquellos momentos hermosos que vivieron juntos*uuuuuuuu* siguela pronto tkmmm
ResponderEliminarME gustoooooooooo!!! POR FIN Bill me encanta esa sonrisa de la foto que pusiste!!! awwwwwww me encantaaaaaaa!!
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