lunes, 23 de julio de 2012

A V I S O


Sus comentarios siempre me hacen sacar una sonrisa y tener ganas de seguir con estas cosas.

De verdad no pueden imaginarse lo mucho que me gusta leer comentarios así, y que encima,

Se tomen el tiempo para escribir comentarios tan largos. Muchas gracias.
Y ya que todos los comentarios me han dicho que escriba una más, lo haré.
Y como Jenny Alien Kaulitz me ha dicho que la quiere de Tom, he pensado,
Y la tengo. No será exactamente de Tom, pero saldrá bastante, lo prometo.


Espero que les guste. Acepto todo tipo de críticas: constructivas y malas. De verdad. :D

Bueno, yo tengo que irme. La dinámica será la misma, (un día subo y el otro lo utilizo para escribir.)

ADIÓS, y muchas gracias de verdad por su apoyo, es eso lo que me hace seguir escribiendo.

Cuídense mucho. ^_^

sábado, 21 de julio de 2012

capitulo 107


A lo largo de mi vida he aprendido tanto, he caído más de un par de veces, he escapado de mi realidad, he vivido en ella, he llorado, he reído, he estado molesto, feliz, serio, triste, con nostalgia, que va, he tenido tantos sentimientos que decirlos todos es prácticamente imposible. Y lo que más me emociona, es que mi camino aun no se acaba.

Dicen que las sonrisas son como los sueños, pues uno solo le sonríe a las personas que realmente quiere, que aprecia; y eso pasa con los sueños, solamente se hacen realidad cuando uno aprecia lo que tiene antes de pedir algo más. También dicen, que si tu futuro no te aterra, es porque tus sueños siempre serán los mismos, presentados en diferentes formas; pero en cambio, si tu futuro te aterra o te hace sentir un cosquilleo en el estómago al pensar en el, es porque tus sueños son realmente un cambio para tu vida.

Y estos últimos años, no solamente aprendí de los sueños, sino también de la vida y las personas.

De papá, aprendí que las personas cambian, que siempre hay esperanza y nunca debemos abandonar lo que queremos; que escuchar al corazón es lo que importa, porque el corazón es el único que puede hacerte cambiar realmente.

De Sam y Danny, aprendí que ninguna persona es igual, que todos compartimos gustos distintos y no por eso son erróneos; que el amor puede presentarse de distintas formas y aun así, perdurar por mucho tiempo sin que el amor se pierda.

De Anette, que siempre hay una nueva oportunidad para el amor, que a pesar de perderlo una vez, podemos seguir con la cabeza en alto, aceptando cada consecuencia.

De Arabelle, aprendí que un hermano pequeño conlleva a muchos cambios, pero no malos, al contrario, un niño te puede traer la felicidad pura; siempre inocencia de la verdadera.

De Gustav, Georg y Andy, aprendí que los amigos siempre van a estar contigo, aunque el camino se llene de piedras, ellos siempre estarán contigo, a pesar de todo, siempre tomándome de la mano.

De Boris y Adam, aprendí que los enemigos, las personas que te hacen daño, pueden convertirse en buenos amigos.

De Tom, aprendí que un hermano lo es todo, una persona confiable, una persona amable, humilde, una persona completamente perfecta. Aprendí de mi hermano que siempre habrá personas buenas, siempre tendré en quien confiar todos mis malestares, siempre lo tendré para mí cuando lo necesite.

De mi princesa, aprendí que a pesar del túnel tan profundo y oscuro, a pesar de todo los problemas, los golpes y las mentiras, una sonrisa hace todo mejor, pensar que es solo un día malo, no una vida mala, eso es lo que te hace seguir con la mirada en alto, siempre sonriéndole a los problemas.

Quizá no he llevado mi vida como realmente habría querido, quizá mi vida pudo ser más feliz sin los gritos, los golpes, la soledad y el abuso sexual y verbal; quizá si no hubiera enfermado de mi corazón habría sido todo más fácil. Aunque a veces me paro y me pregunto: “¿En realidad mi vida ha sido tan mala?”

Vaya que he tenido una vida de perros, una vida que uno no merece; pero repasando mi pasado, pienso que todo lo malo que me paso, se ha recompensado con un cosa buena, todo, en absoluto. Viví los golpes y gritos de papá, pero a cambio el me dijo que me quería y me abrazó; viví abuso sexual dos tres veces, pero a cambio encontré a mi alma gemela; viví solo por once años, pero a cambio mi hermano se quedará conmigo el resto de mi vida.

Voy recorriendo mi camino con una vela, la cual se prende gracias al apoyo que he recibido; puedo ir con los ojos vendados, porque tengo un ángel que me cuida desde el cielo; puedo ir saltando, corriendo, puedo ir hasta de rodillas, porque el final se acerca. La vela se apaga, y ahora, quien forja el camino soy yo; Estoy saliendo del túnel, estoy mirando la luz, la luz que simula mi vida; la vela se quedará ahí, detrás de mí, pero esta es una vela especial, esta vela no se prende gracias a un mechero, esta vela se prende gracias a la soledad, a los problemas, a los golpes y a los muros en donde me estrelle; esta vela es mi acompañante cuando regrese al túnel, es la luz que me ayudará a conseguir levantarme de nuevo.

Este cachorro ha crecido, se ha convertido en un lobo, este cachorro ya no se deja llevar por los comentarios e insultos ajenos; este cachorro ha madurado, ha dejado de creerse que es una persona que no merece vivir. A dejado de sufrir golpes, decepciones, amenazas, gritos, miradas indiferente, ha dejado de sentirse diferente; ahora, el lobo está listo para formar parte de la manada, está listo para cazar sus sueños sin depender de otros, está preparado para mordisquear a aquel que le juzgue por su apariencia… Ahora, todo es diferente… ya nada estúpido le hará llorar de nuevo, él es fuerte, él ya no llora, ya no solloza por las noches, aprendió a aullarle a la luna sin temor.

Resumen final.

Bill está sentado bajo la sombra de un gran roble y junto a él, su perro está echado. Encoje sus rodillas hasta su pecho y las abraza, recargando su quijada en ellas; mira con seriedad hacia el horizonte azulado, sin ninguna nube cerca. Saca un suspiro melancólico, pero después de ello, una pequeña sonrisa sale de sus labios. Imagina por un momento que se encuentra en su hogar y repasa su vida entera en su mente, cerrando los ojos. Su corazón late con fuerza dentro de su pecho, y las ganas de llorar sin razón aparente llegan y se presentan en sus ojos como rocío. Es una sensación extraña, pero le gusta sentirla, le gusta sentir que por primera vez en toda su vida, ha llorado, y estas son lágrimas de felicidad.

Muerde sus labios, impidiendo que la sonrisa le saliera. El viento mueve sus cabellos, pero él no hace nada por quitarlo de su cara, tan solo está en silencio, disfrutando de ese momento, de una sensación que en veinte años no había podido sentir nunca. (Tu nombre) y Tom vienen caminando, sonriendo, y murmurando; y a pesar de que Bill puede oírlos, su subconsciente le da una mala jugada, y aunque él quiere moverse para mirarlos, su mirada no se despega de la nada, y su sonrisa, está ahí y no piensa irse en un largo tiempo.

- Hey, Bill, ¿por qué lloras?- la mirada de Bill se coloca en los ojos de su pareja y niega.

- ¿Te sientes mal hermano?- pero Bill, una vez más, volvió a negar sin emitir una sola palabra.

Los dos se miran con confusión. Pero Bill no contestaba porque las palabras no eran necesarias. Las palabras ahora sobraban. Sintió sus lagrimas resbalar hasta su quijada y en un acto casi inconsciente, las limpia con sus dedos. Sacude la cabeza y de su bolso, saca esa pequeña caja y saca la primera fotografía con delicadeza y vuelve a guardar el objeto; ellos lo miran confundidos, pero no dicen una sola palabra, tan solo observan como Bill toma su cartera y saca una pequeña fotografía, la cual les pasa en sus manos con suma delicadeza. Tom las toma y se junta con (tu nombre) para que ambos pudieran mirarla.

- ¿De dónde sacaste esta fotografía, Bill?, Son mamá y papá, ¿verdad?- dijo su hermano, mirándole confundido completamente. Bill asiente, con una pequeña sonrisita.

Toma la pequeña fotografía y la mira; una fotografía que al parecer, ninguno de los dos recuerda que haya sido tomada. Están él y (tu nombre) sonriendo, sentados en una mesa con un mantel blanco; algunas luces se ven detrás de ambos; al percatarse ambos de la ropa que llevaban puesta, saben perfectamente que día fue tomado: Su boda.

- ¿Cuándo tomaste esto, Billy? No lo recuerdo.- preguntó ella; pero una vez más, no obtuvo respuesta alguna por parte de Bill.

Ninguno de los dos comprendía el objetivo que Bill quería hacer mostrar; quizá, ellos solo miraban un par de fotografías, quizá su perspectiva era completamente distinta a la que Bill tenía sobre eso. Y sonrió. Miraba a esas dos personas, quienes confundidos, daban una mirada a las fotografías, intentando descifrar el motivo por el cual Bill se las mostraba.

Ellos no dijeron nada, sus miradas estaban perdidas entre los colores de las fotografías. Bill mientras se concentraba en su punto de vista sobre lo mismo; pensaba que no estaba arrepentido de nada, pensaba que su vida era un gran logro, que había sabido sobrevivir a todo lo que su pasado conllevó, y que aun seguía sonriendo y eso, definitivamente, era lo más importante.

- No pueden comprenderlo, ¿cierto?- Ambos dieron un pequeño salto al escuchar a Bill hablar por primera vez. (Tu nombre) lo miró preocupada, mientras Bill sacaba los restos de lágrimas que habían quedado en sus lagrimales.

- ¿Por qué lloras, Billy?, vamos, mi amor, no estés triste.

- No, no…- sonrió, acercándose a ellos y tomando las fotografías de las manos de Tom. – Es extraño, como mi felicidad pasó de ser esto- mostró la fotografía de su familia. –A esto…- y mostró la otra, la más pequeña. Tom se puso serio, mirando a Bill.

- A veces la vida te trata de una forma que no quieres, pero no estés mal, hermanito.- Bill volvió a negar, sin dejar de sonreír.

- No lo entienden- tomó una mano de ambos, mirándolos a los ojos. – He encontrado mi felicidad con ustedes. No estoy triste. ¡Estoy feliz, Tom!

Y la sonrisa de su hermano apareció, mirándole con ternura. (Tu nombre) acarició la mano de Bill, mirándolos a ambos, sonriendo. Pronto lo habían comprendido, habían comprendido lo que Bill había callado muchas veces, y solo hoy, había decidido que era el momento correcto. Se puso pensativo, mirando el pasto verde y largo y pronto, el también comprendió que la felicidad siempre estuvo delante de sus ojos, y que ahora que se daba cuenta, no la cambiaría ni por el más hermoso sueño.

 Epilogo.

By Bill

Y así es, como el niño que siempre era golpeado, el niño al que le gritaban, maldecían y herían con tantas palabras, se convirtió en un hombre, en una persona fuerte, que sabe defenderse, sabe amar y sabe sonreír a pesar de todo lo que en un pasado sufrió.

Las personas siempre somos fuertes, solo que algunas nos cuesta más trabajo gracias a la realidad en la que estamos siento sometidos. Pero siempre, aunque sea muy leve, siempre va a haber una luz que nos ayude a seguir adelante, siempre habrá una persona, un propósito, algo que nos haga seguir en la guerra y no sacrificarnos por nada. A mí me ha tocado un desarrollo difícil, en el que mi papá no me prestaba atención y encima era golpeado por él; pero gracias a esa luz, fue que ambos pudimos llevarnos bien al menos por unas horas antes de que él nos dejara y se convirtiera en mi ángel.

Mi vida ha estado en peligro, pero si no me he ido es porque Dios tiene algo deparado especialmente para mí. Si no me he rendido es porque al final de cada historia, siempre hay un final feliz; quizá no uno como en un cuento de hadas, pero una vida no es para vivirla en tristezas, una vida es para seguirla e irla construyendo tú mismo, como tú quieres que tu vida termine, es como lo hará.

Mi vida fue construida con ladrillos de dolor que eran pegados con el cemento de mis lágrimas; era podada con orgullo y alumbrada con la soledad. Hasta que llegaron dos personas que con su compañía pudieron hacer que el dolor se convirtiera en felicidad; que las lágrimas se convirtieran en sonrisas; que el orgullo se convirtiera en amor; y que la soledad se convirtiera en una compañía difícil de asemejar. Y una vez construida así, no podía ser derrumbada por los problemas, se había convertido en una barrera difícil de romper, y cuando lo hacía, con el apoyo de los tres, volvía a reconstruirse.

Tu pasado no decide como será tu vida. Tu pasado fue presente y futuro, pero jamás, puede volver a serlo, porque estamos viviendo en nuestro presente, que a cada milésima de segundo, se convierte en pasado. No podemos juzgar a las personas por su pasado, pues ellos ya no viven en él, y quizá, en su pasado ellos no tuvieron la ayuda que merecían tener. Quiero vivir mi presente y mi futuro de una forma distinta, es por eso que en este recorrido, he intentado cambiar y…creo que lo he logrado.

Me sentía ligeramente más joven e ingenuo, como si mi vida apenas comenzara. Cerré el libro de mi pasado, me digné a hacerlo, a dejar de pensar en él como si fuera mi presente; y entonces, abrí otro libro, uno nuevo, con las hojas blancas, llenas de la vida que me esperaba después de este día. ¿Qué me aterraba? Vaya que lo hacía, ¿Pero que iba a detenerme por eso?, ¡ni hablar!; había sobrevivido el dolor, y ahora, me preparaba para jamás dejar la batalla, para jamás rendirme y cerrar el libro. Estaba escribiendo con tinta indeleble, y con cada tropiezo, en lugar de rayarlo, le componía para así, formar la historia que estaba en mis dedos, no en los de nadie más.

Mi corazón sanaba y ahora latía con un ritmo encantador, uno relajado, uno sin malestares, era un corazón, uno autentico. Me han regresado a la vida a la que yo ya había renunciado, me han dado la oportunidad de rehacerla, de reconstruirla con un material que no que vence fácilmente… el material de un hombre fuerte.

Y cerré mis ojos, volviendo por última vez al pasado, sintiendo que volvía a ser el pequeño pirata, el niño que jugaba con su hermano. Me daba cuenta de que yo era un pirata; siempre había creído que ser el pirata malo era señal de fuerza, de valentía. Pero ahora me daba cuenta de que no era así, que el pirata bueno solo miraba las cosas diferentes. Miré a Bill y Tom, jugando en el jardín del reino, peleando con sus espadas de madera, ajenos a los problemas, desconociendo su futuro, sin saber que algún día serían separados. Pero ellos eran felices, lo podía ver en sus grandes sonrisitas, gritando y brincando con alegría.

Y con lágrimas, tuve que cambiar la página, le dije adiós a ese niño, para convertirme en el hombre; le dije adiós a esa espada, para tomar la mano de una mujer; a ese sombrero y ese parche en el ojo, para dedicarme a un trabajo el cual yo amaba; a ese pirata malo, para convertirlo en mi hermano. Regresé a casa con mi mente, y miré a ese adolescente, sentado en su cama, llorando mientras miraba la ventana, siendo herido por su padre; y tan solo sentándome a su lado pude saber lo que decía y lo que pensaba: “Odio mi vida, quiero morir.” Pero él no sabe aun lo que le espera para su futuro; él no piensa lo que dice, y cuando crezca, se dará cuenta de que esas palabras fueron absurdas, pues encontrará el amor y no pensará más en sus problemas.

Y hasta aquí había llegado mi presente y mi pasado; no dejaría que mi corazón sufriera una herida más. Ya no. Ahora viviré mi futuro como un regalo, como una vida más en un videojuego. Solo hay tres “vidas” u oportunidades, y desafortunadamente había gastado dos: mi adolescencia y mi infancia. Y ya no dejaría que el hombre fuera deshecho también.

- Entonces, ¿ha llegado el momento?- preguntó mi hermano, sonriendo.

- Eso creo…

- ¿Por qué no le guardas?, podría ser un lindo recuerdo para nuestros hijos.- sonrió.

- ¿Sabes, Tom?, No quiero para nuestros hijos que lean algo así; no quiero que ellos vean la vida como yo la miraba antes.

- Les puede ayudar, para que sepan cómo lo has logrado tú.- sonreí.

- Ahí estaré yo, para mis hijos y para los tuyos, les platicaré, les ayudaré.

- Siempre he estado orgulloso de ti, pero nunca lo había estado tanto.

- Fue gracias a ustedes, a mi familia.

Enterré mi diario y mis libretas bajo ese roble, ese que había crecido a mi lado, en mi casa, en donde crecí y viví mi adolescencia…en ese parque donde (tu nombre) y yo, fuimos algo más que solo amigos. Eché la tierra con delicadeza, con la ayuda de mi hermano.

- Me encanta.- dijo (tu nombre), acercándose a nosotros.

- ¿Qué te encanta, linda?

- La persona en la que te has convertido.- sonreí.

- Bueno… es mejor que la otra.- ella me miró, impresionada.

- ¿Quieres decir que quisieras hacer más cambios ahora?

Me quedé pensativo; mirándolos a ambos frente a mí. Tom sacudía la tierra de sus manos y (tu nombre) me miraba con una pequeña sonrisita. Había aprendido muchas cosas en mi vida, había cambiado muchas cosas también; pero esas cosas me llevaron aquí, a estar de pie frente a mis compañeros de vida.

- ¡BILL, BILL!- Gritó Arabelle, corriendo a pequeños saltitos hacia mí. La levanté en mis brazos y la miré a los ojos. –Mira lo que hice para ti.- me pasó un papel arrugado, en el estaban cinco personas: Anette, ella, Tom, (tu nombre) y yo.

- Vaya, ¿lo hiciste tú?- asintió.

- ¡Y MIRA!- apuntó en una esquina. –Ahí está nuestro papi.- sonreí al mirar un pequeño angelito tras las nubes, con las alas moradas y un traje negro.

- Está precioso, Arabelle, gracias, preciosa.

- De nada, hermanito.- me acerqué a (tu nombre) y a mi hermano, sonriendo ampliamente.

- No…- me miraron, confundidos. -por ahora no quiero un cambio.- sonreí.

La mitad de mi vida estaba hecha, y yo, ya no me sentía triste al recordarlo, ya no me ponía sentimental al recordar cada cosa que hice, ya no me arrepiento. Y lo hice, mirando hacia enfrente, mirando mi futuro con la cabeza en alto. Fue así, como aprendí a mirar atrás sin prejuicios. Todo ya es diferente, todo me llena cada día más. Pero esa pregunta siempre estará hasta el final de nuestros días, hasta que no podamos seguir creando un pasado, una historia.

“¿Cómo mirarías atrás sin prejuicios?”


 FIN

Vaya, no sé como expresarme en este momento... sé que quizá no es un muy buen final. Pero, antes que nada quiero darles las gracias a todas las personas que comentaban o leían, de no ser por ustedes jamas habría llegado hasta aquí. Sus comentarios siempre me subieron el ánimo y me hacían tener las ganas de escribir; de verdad, muchas gracias a ustedes, ¡MUCHÍSIMAS GRACIAS!

Dos personas de ustedes me han dicho que escriba una fic más, y debo aceptar que me alaga demasiado :'3, y por esas dos personas he estado pensando en hacer una, (ahora que son vacaciones tengo tiempo), pero solo necesito saber si en verdad la desean.

Bueno, es todo lo que tengo que decir. una vez más, ¡Muchas gracias por todo su apoyo!

jueves, 19 de julio de 2012

capitulo 106


Salí del baño con una toalla en mi cintura -(Tu nombre) se había duchado ya- y caminé hacia el armario, abriendo los cajones de madera para tomar mi ropa interior. Sentí sus manos en mi espalda y me viré para mirarle; usaba un pantalón color aqua parchado con flores rosa pálido; una blusa café holgada con las mangas tan largas que cubrían parte de sus manos; y unos tacones cafés altos, con los que podía llegar hasta mi mejilla.

- Que linda.- sonreí, mirando su rostro. Ella río en lo bajo.

- No tanto como tú, solo mira lo lindo que te vez con esa toalla.- se carcajeo.

- Que mala eres, apenas me iba a vestir, pero si quieres, podemos irnos así.

- Ya, lo siento- caminé al baño y me encerré por un momento, mientras me colocaba mi ropa.

Yo usé una camiseta gris ajustada y sobre ella un suéter rojo holgado, un pantalón de mezclilla negro y unos botines negros. Me maquillé los ojos de negro y usé algo de máscara para mis pestañas, pero esta vez, sin brillo en mis labios. Salí del baño y me coloqué algo de loción.

- Creo que me equivoqué, te ves más lindo así.- sonreí y me acerqué a ella, besando sus labios.

Fuimos a desayunar a un restaurante cerca de la casa, (tu nombre) está algo callada, pero sabía que no estaba incómoda, pues sus ojos brillaban con los míos, y una vez más, no necesitamos de las palabras para disfrutar el tiempo juntos; me ponía realmente feliz que nuestra relación fuera de esta forma.

- Los días no han sido muy fáciles últimamente.- la miré, que clavaba la mirada en su vaso aun lleno.

- ¿A qué te refieres?

- He tenido problemas en el trabajo.- dejé mis cubiertos y la miré con más concentración.

- ¿Problemas?- asintió. -¿Cuáles?

- No lo sé.- dijo insegura. –Pero creo que dejaré el trabajo, y así volvemos a Los Ángeles.

- ¿Qué?

- Sí, ¿no es lo que queremos?

- No… es decir… no entiendo nada, (tu nombre), ¿por qué dejarás el trabajo?

- Solo ya no me llena, Bill- suspiró. -, Ya no siento lo mismo que antes.

- No decidas esto tan pronto, linda, tal vez es solo una mala pasada.- ella negó.

- No, lo he pensado desde antes de mudarnos aquí.

- ¿Entonces por qué quisiste mudarte?

- Creí que sería diferente, que las rutinas cambiarían, pero no fue así, ¿entiendes?, siempre es la misma rutina, siempre es hacer lo mismo todos los días.

- ¿Estás segura de que quieres dejar tu trabajo, linda?, yo pienso que quizá estás un poco confundida.- negó.

- Nos quita mucho tiempo para estar juntos. Pienso que puedo conseguir un trabajo que en realidad me llene, ¿sí?

- No será fácil dejar ir a alguien como tú.- sonrió. -¿Has hablado ya con el personal?

- Humm, algo así.

- Linda, ¿por qué no me lo dijiste antes?

- Creí… que ibas a enojarte por hacerte venir aquí para regresar dos meses y medio después.

- Yo no me iba a enojar contigo por eso, es decir, estás hablando con la persona más indecisa de todas.- se carcajeo. –Y siempre voy a apoyarte en tus decisiones.

- Te amo demasiado, flaquito.- besó mi mejilla.

[…]

Después de eso, (tu nombre) y yo decidimos quedarnos lo que restaba del año en Nueva York, así estaríamos juntos todos los días, los dos sin trabajo, juntos todo el día. Era divertido estar con ella, e increíblemente pude saber más cosas de ella, cosas que no sabía o ni siquiera imaginaba de ella; nos conocimos mucho más; yo le platiqué cosas que tampoco sabía, cosas de papá y mamá.

By (tu nombre)

Pasados cuatro meses más, Bill y yo conseguimos estar juntos completamente, salíamos todos los días y se podría decir que conocimos Nueva York entero antes que Los Ángeles. Tuvimos una fiesta con unos amigos que hicimos aquí, pero la realidad fue que los dos nos aburrimos un poco y decidimos regresar a casa. Bill y yo caminamos abrazados hasta la cama, en donde nos recostamos y nos besamos.

- Te amo, Billy…- dije besando sus labios; él contestó mi beso, abrazándome con fuerza.

- Yo… te amo más…- sonrió. Quité su playera y él quitó la mía.

Vi su cuerpo temblar. Podía adorar su inseguridad al hacer esto y que después de todo no era su primera vez. Estábamos desnudos, besándonos con delicadeza; Bill acariciaba mi cabello, mirándome a los ojos, sin parpadear una sola vez; abrió mis piernas y tomó su entrepierna, guiándola. Me miró a los ojos con miedo, con nervios, siempre esperando que yo le diera la orden de que podía seguir.

- Billy…- me miró, con una sonrisita. Yo asentí, dejando que lo hiciera. Él asintió también y abrió sus piernas un poco, inclinándose hacia mí, mirándome a los ojos con miedo y de pronto, sentí como entraba, con delicadeza.

Esta vez no me dolió tanto, y sonreí, para hacérselo saber; él besó mis labios, y tomando mi cintura, se acomodó con algo de dificultad, abriendo sus piernas y guiando su entrepierna, pero aun mirando mis ojos, con nuestros pechos rozándose. Comenzó a moverse con delicadeza y aceleraba al paso de los minutos; beso mis labios, pero en su mirada podía ver algo de dolor.

- Te amo… linda…

- yo…yo te amo más…

- ahhh…- gimió, sin dejar de moverse, apretando los ojos. –Es…espera, linda…- se detuvo; lo miré algo preocupada, él suspiraba entrecortado, pero después de unos segundos volvió a moverse.

- ¿Qué pasa, Billy?...- él me miró, sonriendo, y negó.

- Nada…linda…humm…- tomó su vientre bajo y cerró sus ojos.

Pegó su pecho al mío,  hundiendo su frente en mi hombro, gimiendo de una forma desesperada; nunca lo había escuchado tan agitado, pero no dije nada, tal vez esta por la excitación, quizá no había nada de qué preocuparme; pero sentí su cuerpo temblando, y él dejó de moverse, aun gimiendo con fuerza, con desesperación en mi oído. Acaricié su espalda.

- ¿Qué pasa, mi amor?- no me contestó, se quedó en silencio, sacando unos cuantos gemidos agudos. –Bill… ¿estás bien, mi amor?

- Me duele… linda…hmm

- ¿Qué te duele, mi amor?, ¿Tu pene?...- asintió, sin mirarme, y yo, comencé a asustarme un poco. –A ver, Bill… sácalo, ¿sí?- asintió, saliendo con delicadeza. Él ya no estaba erecto, de pronto se había bajado. Él tomó su entrepierna y la miró con seriedad, en la punta tenía un poco de sangre, y me espanté un poco. - Quizá… solo sea una infección.

- (Tu nombre)… estoy deshecho de ahí abajo.- me miró serio, pero en sus ojos se veía el brillo de que esto sí le dolía.

- Tranquilo, Billy, no te pongas así; mañana intentaremos regresar a L.A, para que tú urólogo te miré.

- No… no vamos a regresar, (Tu nombre), dijimos que nos quedaríamos un año aquí.

- estuvimos la mitad del año aquí, Bill, y tu salud me importa más.

- Podemos visitar a un urólogo aquí.- negué.

- No, él ya sabe que algo tienes ahí, Bill, intentaremos irnos mañana, sino, en los próximos días.- se levantó de la cama y caminó al baño, cerrando la puerta con delicadeza.

Me coloqué mi ropa y miré hacia la puerta, preocupada. Billy era muy sentimental con esto, una vez me dijo que siempre que había problemas ahí, recordaba todo lo que le había hecho ese hombre. Nunca pudo sobrepasar eso.

A la mañana siguiente, busqué en internet boletos de avión para regresar;  había solo un boleto para comprar y pensé que tal vez podría comprarlo para Bill, así que caminé hacia la sala, en donde estaba, y me senté a su lado.

- Billy, puedes irte tú, mañana me iré yo.- el me miró confundido y negó.

- claro que no, (tu nombre), yo no me voy a ir sin ti.

- Vamos, Bill, ayer estabas muy mal.

- No estaba mal, tú dijiste que era una infección, puedo esperar hasta mañana.

- Bill, no sabemos si es una infección, puedes estar mal.

- No me importa, dijimos que siempre estaríamos tomados de la mano, ¿ya lo olvidaste?

- No, claro que no lo olvido, pero puedes estar grave.

- Tal vez es solo por la presión.

- ¿Cuál presión, Bill?, deja de inventar cosas.- tomé su mejilla. –Mi amor, no quiero que algo malo te pase; mañana regresaré yo también.

- No, (tu nombre), no me iré solo sin ti.

- Bien, entonces nos iremos mañana, en la madrugada.- asintió.

- Está bien.

Hicimos nuestras maletas, y guardamos las pertenencias; me preocupaba por Bill, sé que no tuve que ceder que se quedara un día más, pero tampoco quería que se fuera llorando una vez más; no me gustaba verlo de esa forma.

[…]

4:56 Am

Nos hemos montado en el avión, Bill cierra sus ojitos, cansado; tomé su brazo y comencé a acariciarlo con mis uñas, para que durmiera más pronto. Abrió sus ojos un momento, pero los cerró de golpe, entreabriendo sus labios, suspirando. Acaricié su pancita con ansiedad, es que era tan tierno cuando dormía. Cerré los ojos tratando de conciliar el sueño.

Los Ángeles, 6:15 por la mañana

- Billy- le moví con mis manos. –Billy, hemos llegado.- el abrió sus ojos con lentitud y me miró, sonriendo.

Salimos del avión y fuimos por nuestras maletas, mientras Bill llamaba a un taxi; le esperamos por unos minutos, cuando llegó y ambos subimos. Bill recargó su cabeza en mi hombro, adormilado, mientras yo acariciaba su suave cabello. El taxi nos dejó frente a casa y después de pagar, caminamos hacia la puerta, timbrando un par de veces. Tom abrió la puerta, tallando sus ojos, al parecer más adormilado que Bill.

- No puede ser… ¡ustedes!... yo…- cubrió sus labios con su mano.

- Hermano…- Bill se abalanzó a él, dándole un abrazo tan fuerte que Tom cerró sus ojos, apretándolos; acarició el cabello de Bill, sacando lágrimas.

- Te extrañé tanto…

- Yo también… Tom…- la voz de Bill sonaba entrecortada, y aunque no podía verlo, sabía que estaba llorando.

- Ustedes sí que son los hermanos más emotivos que vi nunca.- Tom dejó de abrazar a Bill, sonriendo.

- Pero si también te extrañé a ti, troll.- me abrazó.

- Y yo a ti, tonto.

- Vamos, entren a casa.- sonrió. -¿Por qué no regresaron antes?, fueron los seis meses más solitarios que tuve.

- Bueno, es que ha pasado algo con Bill.- Tom le buscó con la mirada, pero no  estaba presente frente a nosotros, pero al escuchar los chillidos de Scotty, supimos al tiro que él estaba junto a su perro.

- ¿Qué pasó con él?

- Bueno… pasa que hace unos días… tuvimos relaciones…- Tom sonrió.

- ¿Qué hay con eso?

- Bill sangró de su entrepierna.- su cara palideció un poco. –Vinimos para que su urólogo le revise.

- ¿Y volverán a irse?

- No, he renunciado a mi trabajo.- sonreí.

- ¿Renunciaste?, ¿por qué?

- No me llenaba, creo que buscaré uno nuevo.- él sonrió.

- Me alegra mucho que estén de vuelta, estaba preocupado, pues Bill no respondía mis llamadas.

- Sabes que es tan orgulloso, pero siempre estuvo preocupado por ti también.

- Es un cabezota.- rió. – ¡hasta me han quitado el sueño!

- No quisimos llegar tan temprano, pero la realidad es que Bill me tiene muy preocupada; desde que abusaron de él ha tenido problemas ahí.

- Papá nunca le prestó atención, por eso también las infecciones en sí se presentan.

- No entiendo porque se presentan hasta ahora.

- Mi urólogo me comentó un día que las infecciones urinarias o que tienen que ver con los genitales, se presentan más cuándo la persona tiene una vida sexual activa.- sonrió. –No creo que debamos preocuparnos mucho. Al menos te has dado cuenta ahora, que si él se hubiera percatado solo de esto, lo ocultaría.

- Tienes razón…

- Vamos, deja de preocuparte, puedo apostar que el tonto estará bien.

- Sé que estará bien, pero me puso mal escucharle de esa forma, estaba a punto de llorar.

- Los hombres somos muy sensibles de ahí- sonrió. –Y ambos sabemos que encima Bill es un puto sensible; no hay nada que deba preocuparnos, el doctor sabrá que hacer.

Bill regresó a la sala, con nosotros, sonriendo tiernamente; Tom lo miró con ternura, de verdad parecía que lo había extrañado demasiado. Bill se acercó a nosotros, poniéndose serio, suspirando, cansado.

- Mi perro se ha vuelto loco.- se carcajeo. –Está muy delgadito, Tom, ¿ha comido bien?

- No, desde que te fuiste no comía nada, lo llevé con el veterinario, ahí él lo alimentaba.- Bill se puso serio, asintiendo.

- Pobrecito, tal vez sintió que su papá lo abandonó.- sonreí, pero él no lo hacía, solo miraba a Tom, con seriedad, analizando su cuerpo entero con la mirada, entrecerrando los ojos, parecía algo confundido. -¿Saben creo que me iré a dormir?

- ¿Te pasa algo, hermano?- negó con lentitud. –Bien, entonces, descansa.

- Se lo has dicho, ¿verdad, linda?

- ¿Decirle qué?- pregunté, nerviosa.

- Lo que me paso, la razón por la que regresamos.

- Sí, sí me lo dijo, Bill, pero no le veo nada de malo a eso.

- No, no… yo tampoco.- sonrió, y acarició mi mejilla. –Creo que me acabo de librar de una plática bastante vergonzosa.- rió. –Bueno, descansen, los adoro demasiado.- caminó con lentitud y sus pasos se escucharon delicados por las escaleras.

[…]

Tom y yo esperamos a Bill fuera del médico; estoy algo nerviosa, pero las palabras de Tom siempre me ayudan a calmarme un poco. Fuimos a comprar algo para comer, pues para la cita, Bill tenía que ir sin haber comido nada aun, algo que era muy difícil para él, pues siempre despertaba con apetito. Al regresar, Bill esperaba fuera, con seriedad, mirando a todas partes, como un cachorro perdido; al mirarnos, sacó una sonrisita de alivio.

- ¿Qué te dijo, Bill?- preguntó Tom.

- Estoy bien- dijo sonriendo. –, es solo una infección, me dio un tratamiento.

- Me alegra- le dio un pequeño abrazo. –eres muy propenso a las enfermedades, hermanito.

- Hey, pero no es mi culpa.- rió. –Linda,- lo miré. –Gracias.

- ¿Por qué, Billy?

- El doctor me ha dicho que si no nos habríamos dado cuenta, habría podido ser más grave.- sonreí,

- No tienes que agradecer.- me dio un beso en los labios. –hemos comprado algo para que comas.

- ¡¿En serio, qué?!- Tom le pasó la bolsa y él la abrió con desesperación; miró la hamburguesa con los ojos brillando. –Vaya, ¿y ustedes qué comerán?

- No te preocupes, hermano, nosotros ya hemos comido.

- Bien.- le dio un gran mordisco, mientras caminábamos de regreso al auto.

By Bill

Estaba feliz de volver a casa otra vez, de volver a ver a mi hermano y a (tu nombre) juntos, de que mi familia otra vez estuviera unida. Nunca me han gustado las despedidas, y era por eso que no podía soportarlas mucho tiempo, ni siquiera mi orgullo podía aguantar demasiado sin pedir disculpas, sin regresar a donde pertenecía. Eran las dos personas con las que había aprendido a ser más fuerte, las que me enseñaron a no dejar la batalla por más dura que esta fuera; ellos me hacían permanecer de pie con la mirada en alto. Estaba seguro de que si seguía con ellos mi vida nunca tendría un problema, y si los tenía, sabía que podía contar con ellos para ayudarme a resolverlo, para escuchar sus consejos; eran simplemente las personas más especiales en todo el mundo.

Comencé a darme cuenta de que ser un cachorro no era nada más que lo mejor; había sido encontrado por los lobos más fuertes, y con ellos, estaba siendo criado una vez más. Me dije a mi mismo que nunca tuve que avergonzarme de ser distinto, nunca tuve que cuestionar a mi propia mente y a mis sentimientos. Yo soy lo que soy a ahora gracias a tantos problemas en mi pasado, pero, sin esos problemas yo no habría aprendido a luchar, a levantarme de cada tropiezo solo; yo pienso que las personas somos muy débiles para poder parar una tormenta, pero cuando llueve, somos tan fuertes que podemos lidiar con eso y mojarnos bajo la lluvia, podemos hacer de un problema algo divertido, y eso es lo que me gusta de las personas.

A simple vista, los humanos solo somos partículas; pero siempre han dicho que nunca juzguemos sin conocer. ¿Quién ha podido llevar al mundo tan adelante si no es que los seres humanos?, ¿Quién ha podido regalar una sonrisa sin nada a cambio? Solo nosotros, los seres humanos. Si pudiera regresar a mi pasado, lo habría cambiado sin duda, pero tampoco quiero perder a la persona que estoy formando, al ser humano que ya no teme a lo que piensen de él, al ser humano que puede levantarse y tiene un propósito: ser feliz.

Hay un lugar dentro de todo ser humano, un lugar en el que nosotros creamos un lugar seguro, un lugar donde solo nuestras normas y reglas se cumplen, donde nuestra manera de pensar es la correcta, en donde las personas siempre son felices, ninguna es mejor que la otra, la igualdad entre nosotros se rige. Nos creamos ese lugar o “paraíso” para no vivir completamente en la realidad; nos creamos una historia en la cual el final lo decidimos nosotros y nadie puede hacernos cambiar de opinión.

Me gustaría que las personas miráramos más a nuestro prójimo, que lo cuidáramos como si fuera de nuestra familia cercana. Todos somos diferentes, pero de alguna forma somos tan iguales, todos buscamos lo mismo: la satisfacción a nuestra propia persona y la felicidad.
Me senté en el asiento trasero, teniendo una imagen de mi pareja y de mi hermano, una imagen perfecta, porque ellos eran perfectos para mí; las personas más imperfectas se vuelven perfectas, las personas que han tenido muchos problemas en su pasado o presente, en un futuro se vuelven perfectas tan solo por el siempre hecho de haber superado todo eso. Sonreí para mis adentros, mirándolos en silencio.

- Los quiero demasiado…- susurré para mí mismo. No volvería a dejarles, ellos eran mi familia, ellos eran simplemente mi hogar, mi felicidad.