martes, 3 de julio de 2012

capitulo 98


By Tom

Caminé al baño, sentía mis músculos tensos, tanto, que el caminar se me hacía un poco difícil; me detuve frente al espejo, mirando lentamente mi imagen; tomé de los pequeños cajones, una banda blanca y la amarré en mi cabeza, cubriendo mi frente; después, tomé el frasco de loción y rocié un par de veces en mi cuello.

- Perfecto.- sonreí, admirándome; no era para echarme flores, pero realmente me veía extraordinario.

Salí de mi habitación, cerrando la puerta con delicadeza, sin hacer mucho ruido; miré la hora en mi reloj de mano, marcaban las 4:40 pm. Caminé a la recamara de mi hermano; ahí dentro, (tu nombre) y Bill platicaban serios; ella se miraba realmente linda, usaba un vestido ajustado color gris, usaba debajo unas medias negras y unos botines negros abrochados perfectamente con esos delgadas cintas; su cabello estaba un poco alisado, sus ojos tenían algo de sombra negra y brillo en sus labios. Me acerqué a ellos, sin mirar a Bill, ni siquiera quería mirarle a los ojos.

- (Tu nombre)- Ella me miró con una pequeña sonrisita, cortando toda conversación con mi hermano. – Es hora de irnos, no queremos llegar tarde otra vez.- eché una mirada amenazante a mi hermano, quien solo rodeo los ojos y apartó la mirada de mi al tiro.

- Bien.- se viró hacia Bill, tomando su mejilla, acariciándola con su pulgar; mi hermano sonrió y la miró a los ojos.

- Espero que te diviertas, linda, que te vaya bien y mándale un saludo a Danny y a Sam.- Ella asintió; Bill se levantó y besó la frente de (tu nombre). –Que te arruinaré tu maquillaje si te beso.- se carcajeó.

- Te amo, Billy.

- Yo te amo más.- (Tu nombre) se levantó del sofá y caminó junto a mí en silencio hasta llegar al auto y colocar su cinturón de seguridad.

Mis sentimientos se arrepintieron de haber dejado a mi hermano, mi subconsciente me decía que no debía hacerlo, pero no, mi razón era aun más fuerte y combinada con mi orgullo servía de una forma increíble, así que, solo aceleré sin siquiera pensar en él.

[…]

Vaya fiestucha tan aburrida, con lo único que podía entretenerme era con los vasos de refresco helado y escuchando a Sam contando historias maravillosas de su enamorado Danny mientras el mismo se paraba para bailar. Comenzaba a volverme ansioso, mordiendo mis uñas sin control, concentrándome en mi pulgar.

- Eh, ¡el gran Tom!- me viré hacia arriba, Frederick sonreía ampliamente delante de dos tías y tres tíos. Rodee los ojos, negando sin contestarles e ignorándolos.

- ¿Qué?, no me digas que aun no vas a perdonarnos.

- Váyanse a la mierda.- contesté sin mirarlos.

- ¿Quién es esta linda princesa?- se acercó a (tu nombre), tomando su mano.

- Es la novia de mi hermano, ¿oíste?, ¡su novia!

- ¿De él?- apuntó a Sam.

- ¿Qué dices? Pero si yo soy…- pronunció Danny, haciendo algo realmente peligroso.

- ¡Largo de aquí, marica!- grité.

- Cálmate un poco, es una fiesta, Tom, te comportas como un anciano.- Todos detrás de él gritaron y rieron para después marcharse sin siquiera mirarme.

- ¿Tom, que te pasa?- preguntó Sam; aun que la realidad era que los tres tenían la misma duda, pues me miraban serios, poniéndome atención.

- Sam, Danny, frente a ellos no digan que son homosexuales.

- Pero eso es lo que somos, no…- renegó Sam, quien fue cubierto de sus labios por Danny, haciéndolo callar.

- ¿Por qué, Tom?

- Ellos no lo soportan, los lastimarían, por favor no lo digan.- asintieron. Miré a (Tu nombre).

- Y tú, mientras más alejada estés de ellos, menos corres peligro.

- ¿A qué te refieres?- preguntó, lamiendo sus labios con delicadeza.

- Sé que no te pasará nada, no te preocupes.- sonreí.

Bailamos por unas horas hasta estar exhaustos y volver a sentarnos los cuatro; la fiesta era una completa mierda, aquí dentro solo ebrio podrías disfrutarlo. Eso a Sam no le estaba costando demasiado; siempre me pareció que mi hermano y Sam tenían muchas cosas en común y ahora mismo me daba cuenta de otra cosa más: el maldito vicio.

- Eh, mi amor, deja el alcohol, ya no más.- dijo Danny, sacando el vaso de plástico de sus manos y tragando todo el líquido dentro del vaso.

- ¡Danny, dámelo ya!

- No, estás ebrio, solo mírate.- Sam se cruzó de brazos, apartando la mirada de Danny.

- ¡Tom, hermano!- sacudí la cabeza al escuchar su voz; le eché una mirada a mi soda, quizá el ebrio aquí era yo. – Tom, por favor escúchame.- me di la vuelta, ahí estaba él, vestido con unos pantalones ajustados negros y una camisa blanca, metida dentro de los pantalones; usaba unas botas negras hasta sus rodillas; de accesorios usaba dos cadenas algo gruesas de plata y su cabello completamente alisado.

Me levanté molesto, con el corazón latiéndome a cien, con la sangre hirviendo dentro de mí. Mis impulsos no se medían cuando me molestaba; lo habría golpeado en la cara tan fuerte que le sangraría hasta su entrepierna, pero no lo hice, solo lo miré completamente enfadado.

- ¡Vete de aquí!, ¡te dije que no quería verte aquí!

- Por favor, escúchame un momento, ¡lo necesito!

- No hables de necesidad, Bill, ¿es que ni siquiera te importa cómo me he sentido por tu puta culpa?

- Claro que sí me importa, es por eso que intenté compensarlo, pero tienes que venir conmigo, ¡tan solo un momento!

- ¡No, pírate de aquí! ¡No quiero verte!- mordió sus labios, algo desesperado.

- Mira, si esto no te gusta, ¡me voy, te juro que no me verás en lo que resta del día! ¡Lo juro!- me mostró la palma de su mano, mirándome a los ojos.

- No, Bill, ¡no quiero, vete de aquí!

- Vamos, que tus amigos no esperarán por siempre, ¡por favor!- lo miré confundido, frunciendo el entrecejo; mordí mis labios.

- ¿Mis amigos?, ¡¿pero de qué mierda hablas!? Que mis amigos no vienen hoy.

- De tus amigos, ese Frederick y Henry.- mis manos se transformaron en dos fuertes puños dispuestos a romperle la cara.

- ¡¿Qué LES HAS DICHO A ELLOS!? ¡No son mis amigos, Bill!

- Me han ayudado a entrar, me han dicho que son amigos.- me levanté del sofá, tomándole del brazo con fuerza, él me miró con miedo, pero yo seguí caminando, obligándolo a caminar tras de mí.

Al llegar con ellos, solté a Bill con fuerza; él caminó tras las tías y las miró confundido.

- ¡Mierda, ustedes dejen de mentir!- Frederick comenzó a reír con fuerza.

- ¿Qué, no eres nuestro amigo?

- ¡Voy a partirte la cara!

- ¿Dónde han dejado el regalo de mi hermano?- escuché su voz débil e insegura.

- Nos hemos ocupado bien de eso, lo pusimos en el baño.- sonrió. Bill me miró, su sonrisa se amplió, me tomo del brazo, caminando rápidamente hacia el baño.

- Vamos, hermano, anda.- me soltó de su agarre, entrando al baño con paso rápido. Ahí había un estuche negro, de una guitarra claramente; lo miré confundido, completamente confuso, pero él sonreía ampliamente, abriendo ese estuché sin quitar esa sonrisa. –No puede ser…- cubrió sus labios, respirando entrecortado, miré sus ojos que se humedecían.

Me acerqué a él y miré ahí dentro; era una preciosa guitarra electroacústica, de la marca Fender, color beige con el rosetón café oscuro y el clavijero del mismo color; tenía el afinador de color negro y los trastes plateados, era preciosa, salvo que el cuello estaba desprendido, la caja rasgada y las cuerdas rotas por la mitad, desprendidas. Bill la tomó en sus manos y la tapa trasera se desprendió, rota por completo; sus manos temblaban con fuerza, mirando a esa guitarra hecha una completa mierda.

- No…no…- la dejó dentro del estuché y se dejó caer al suelo, sollozando con agudeza.
Mi pecho sufrió de fuertes punzadas, la sangre me hirvió casi quemándome la piel; mis lágrimas humedecieron mis ojos, haciéndome la vista borrosa. Negué para mi mismo un par de veces, imaginando todo lo que le había costado ese instrumento y que haya terminado así por culpa de esos hijos de puta. Salí del baño, directo hacia ellos, quienes sonreían con suficiencia.

- ¡Hijos de puta, estoy cansado de ustedes!- tomé el cuello de su camisa, atrayéndolo a mí. -¡Meterse conmigo es una cosa, pero que te metas con mi hermano es pasarse!

- Suéltame.- dijo serio; yo lo apreté aun más; todos nos encerraron en un círculo, gritando.

- ¡NO VOY A HACERLO!, ¿¡qué mierda te pasa, hijo de perra?!

- Oh, la culpa es de él ¡qué tiene que confiarse de todos!, eres su hermano mayor, ¿no? ¡¿Nunca le enseñaste a no hablar con extraños?!- le solté un puñetazo en la nariz. Él tomó su cara, enrojeciendo. Sangraba. -¿¡quieres que me disculpe con tu hermano?!- sus amigos rieron.

- ¡Solo acércate a él y te será difícil respirar por medio de tubos, cabrón!

- ¡No te tengo miedo!

- ¡Yo a ti tampoco!

- ¡Eso lo veremos!

- ¡Que te den por culo, maricón de mierda!- salí de ese círculo, empujando a todos, haciéndome camino al baño. Él seguía en el suelo, llorando con desesperación; su piel estaba roja. Me acerqué a él, hincándome frente a su cuerpo. –Ven…- negó, sin mirarme; le tomé de las axilas, levantándolo, hasta que quedo de rodillas al igual que yo; le di un abrazo, con fuerza, tragándome las lágrimas que peleaban por salir.

Estaba arrepentido, y sabía que era tarde para eso. Al final el había querido compensarlo y yo, yo no hice nada para ayudarle; escuchaba su sollozos en mi oído y con cada uno me sentía completamente sensible; puse la palma de mi mano en su cabeza, acercándole más a mi hombro.

- Tranquilízate, hermano, por favor.- fingí una voz más grave de lo normal, pues mi voz saldría entrecortada. – Shhh, tranquilo.

- hummp…- se contrajo. Dejé de abrazarle y lo miré, él inflaba los mofletes, cerrando sus ojos con fuerza; cubrió sus labios y corrió a un excusado, produciendo arcadas. Siempre le pasaba cuando estaba cabreado y encima sensible; tenía contracciones en el estómago que le hacían sacar arcadas y pota, pese a que no había tomado o comido algo que le hiciera mal. Jaló la cadena y arrastrándose a cuatro llegó a los lavamanos, dejando correr el agua mientras metía de la misma en su boca y la escupía ahí mismo.

- Toma, hermano.- limpió sus labios y sus ojos antes de mirarme con el entrecejo fruncido, aun dejando caer lágrimas.

- No…

- Vamos, te quitará el sabor a pota, al menos hasta que regresemos a casa.- tomó la goma de mascar y la metió en sus labios, masticando con lentitud; miró una vez más el instrumento, o…lo que quedaba de él, comenzó a llorar de nuevo, caminando hacia él y cerrando el estuche con temblequeo. –Hey, ven aquí.

- No…- tomé su brazo, acercando su espalda a mi estómago. –Déjame…

- Quiero que me escuches.- se quedó inmóvil. –No es divertido verte llorar, mucho menos por culpa de unos  hijos de puta. No lo hagas.- le di la vuelta, teniéndolo frente a frente; quité sus lágrimas junto al maquillaje corrido. Besé su frente, para después abrazarlo una vez más con fuerza.

Salimos de ahí, Bill tomó el estuché y lo arrastró hasta la mesa con (Tu nombre), Sam y Danny.

- (Tu nombre), ¿quieres ir a casa ahora?

- Sí.- dijo al tiro, mirando a Danny, que cargaba la cabeza de Sam en sus piernas.

- Samuel, nos vamos.

- No, amor, ¿podemos quedarnos más?

- No, no podemos, ¿acaso te has visto?, vámonos ahora.- se levantaron, ayudaba a Sam a mantenerse en pie, estaba realmente ebrio.

[…]

- ¿Sabes, Danny?, si lo deseas, pueden quedarse los dos esta noche, será peligroso que se vayan a esta hora y encima mira a tu novio.

- No quiero molestar, Tom, mejor nos vamos ahora.

- No es ninguna molestia, de verdad.

- bueno creo…

- Danny…- interrumpió Sam.

- ¿Qué pasa, Sam?- dijo, algo molesto.

- yo…hum…- abrazó a Danny por el cuello, escondiendo su cabeza en el. –Quiero...quiero pot…

- ¡Mierda, Samuel, MIERDA!- había potado sobre él; Sam tomó su estómago, su cabello cubría su frente y uno de sus ojos, se veía tan pálido. –Tom, creo que aceptaré tu invitación, ¿podemos usar la tina?- asentí.

- Claro que sí y…ahora les traigo algo que ponerse.

- Muchas gracias.- quitó su playera y tomó a Sam de los hombros. –Eres asqueroso…- subí a la segunda planta, a la recamara de (tu nombre) y Bill.

- Hermano, ¿puedes prestarme algún pijama para Sam o Danny?, ha sucedido un pequeño accidente.- él asintió sin mirarme o hablarme; sacó un pijama y lo puso sobre la cama. –Gracias.- caminé a mi recamara y fui por otro.

- Maldita sea, Samuel, deja de hacer eso.- toqué a la puerta y al tiro se abrió, ambos traían toallas en su cintura, tendí los pijamas hacia ellos. –Muchas gracias, Tom, de verdad.

- No hay problema, ¿no quieres que Sam tome alguna pastilla?- negó.

- él estará bien, y yo estaré al pendiente si es que necesita hacer otra de sus guarradas, gracias.

- André…

- ¿Qué necesitas?, ¿quieres potar otra vez?- se quedó en silencio.

- humm…- su toalla cayó al suelo, Danny pareció espantarse demasiado.

- ¡Tom, no lo mires, no lo mires!- me di la vuelta, algo sorprendido por su reacción desesperada. –No la dejes caer otra, vez, ¿bien?

- ajamm…

- Bien Tom, puedes voltear.- lo hice. –siento haber gritado pero… es que le da vergüenza que lo miren desnudo, siempre, hasta conmigo cuando…

- Bien, bien, me ha quedado claro.- interrumpí. –mejor los dejo solos, ¿sí?

- Esta bien, gracias.

- No hay de qué.

[…]

By Bill

Me sentía un estúpido, una completa mierda. No lo podía creer, ¿¡por qué todo lo malo siempre me pasaba a mí?!, a veces creía que la vida misma había sido un castigo para mí; no podía comprender como las cosas siempre se me volteaban.

Tenía esa guitarra en mis piernas desnudas –anoche me jodía hasta ponerme el pijama; no suelo dormir mucho en ropa interior.- La acariciaba con rabia; gastar mi sueldo en mi hermano o (tu nombre) no me jodía en nada, pero gastarlo para que todo se vaya a la mierda, era algo que no podía soportar, de verdad que no.

Eran unas cuerdas gruesas, de verdad hermosas. Al comprarla me imaginaba los dedos de Tom deslizándose con tanta facilidad; lo imaginé cerrando sus ojos, componiendo nuevas canciones. Él me dijo que le hacía falta una guitarra acústica, porqué la que usaba en ese momento le jodía los dedos por estarla afinando a cada rato: sabía que le ilusionaría tener una nueva, encima de que me perdonaría por no haber asistido a su día especial. Pero siempre me salía todo mal.

- ¿Qué haces?- levanté la mirada hacia la puerta, en donde Tom se recargaba en el umbral de la misma.

- Creo que es difícil repararla…- volví a bajar mi mirada hacia ella, acariciando la suave textura. Él se acercó a mí, subiendo a la cama, del lado donde (tu nombre) dormía.

- ¿Puedo hacerte una pregunta?

- Me has dicho que no debo preguntar eso.- no lo miré, pero supe al tiro que sonreía.

- Bueno… ¿de verdad pensabas regalarme una Fender electroacústica?

- Eso intenté, pero fallé.

- Hermano, nunca tuviste que molestarte en comprar algo tan caro.

- Era tu graduación…pensaba darte un amplificador para la Gibson gris, pero recordé que te hacía falta algo como esto.

- Es que no debiste, de verdad que no; me habías dicho que querías esas zapatillas de ese diseñador…eh, Rick…

- Rick Owens.- interrumpí.

- Exacto.- suspiró. –Hermano, nunca voy a poder agradecer tu gran gesto.

- No deberías ni agradecerlo, solo mira como ha quedado.- levanté el cuello de la guitarra, mostrándosela.

- El solo haber gastado una fortuna por mí merece más que un “gracias” tan seco.

- Ninguno de los dos ganamos nada.- bajé la mirada.

- Bueno, yo sí lo hice.- lo miré. –Estoy feliz porque eres un cabezota, no me has prestado atención y fuiste a la fiesta, entrando aun sin invitación; estoy feliz porque esta vez, en lugar de romper a mi hermano, han roto algo material; y lo mejor fue que, me quedo con una hermosa guitarra rota, pero a pesar de eso, es la guitarra más mona y la me más quiero porque mi hermanito la compró para mí.- lo miré.

- ¿Me estás diciendo que aceptarás la guitarra a pesar de estar hecha mierda?

- ¿por qué no?, es decir, no podré tocarla, pero no deja de ser la más hermosa de mi colección.

- Tom…ayer he olvidado algo que quería darte.- me miró confundido; quité la guitarra de mis piernas y la puse cuidadosamente en el estuche; saqué de mi pantalón una pequeña cajita aterciopelada, era cuadrada y algo delgadita; se la tendí y él la miro, sin tomarla. -¿no vas a tomarlo?

- ¿Qué es esto, Bill?

- Ábrela, así podrás saberlo.- la abrió con cuidado, su cara pareció iluminarse, y por primera vez en dos días, una sonrisa grande salió de mis labios.

- ¿Una plumilla de plata?- cubrió sus labios y la sacó con cuidado, se sorprendió aun más al mirar la cadena. - ¡encima es un collar!- volvió a dejarla ahí, cerrando la caja. -¿eres loco, Bill?- sonreí; acarició mi pierna y se acercó a mí, dándome un abrazo fuerte. -¿Cómo podré agradecerte esto?

- No es necesario, tu sonrisa fue todo lo que necesité.- negó.


2 comentarios:

  1. Awww! Lo ammé malditos mira que arruinar el regalo de tom, pobre bill, espero el próximo ammó tú fic, cuando lo leo me produce un nno se que. . . Me siento identificada, ammé esto. . .

    ¿Cómo podré agradecerte esto?
    - No es necesario, tu sonrisa fue todo lo que necesité. . . .

    Cuídatte, un abrazo. . .

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  2. Ownss! Ame el capitulo es genial... QUE MAL QUE ARRUINARON EL REGALO PARA TOM...! Awnn Malvados! hehe...
    Awnn! Cada vez se pone mas emocionante! TT____TT Espero el próximo cuídate muchooo bye!

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