Entré en la recamara de Tom,
quien leía un libro sobre su cama y daba un pequeño sorbo a su vaso con agua.
Toqué la puerta a pesar de que estaba abierta, y él al tiro me miró.
- Hola.- sonreí.
- Hola, ¿Qué necesitas?-
sonrió igual.
- Solo avisarte que iré por
(tu nombre) a su trabajo.- asintió, cerrando el libro con su índice dentro de
las hojas.
- Está bien, aquí los espero.-
sonrió.
- Bien, entonces… me voy,
adiós.
- Adiós, ve con cuidado.
- Lo haré.- salí de la
habitación y bajé a la planta baja, tomando las llaves de mi auto. Arranqué,
subiendo el volumen de la radio y bajando las ventanillas para que el aire
entrara con libertad. (Tu nombre) saldría en unos días de vacaciones, y eso me
ponía muy contento, pues por fin podríamos pasar más tiempo juntos, vernos
todas las tardes sin interrupciones, ¡incluso hasta salir fuera de Las Ángeles!
Aparqué el auto fuera del
estacionamiento de aquél edificio gris; quité mi cinturón de seguridad y dejé
mi peso caer en el respaldo del asiento, suspirando con cansancio y un tanto
acalorado; tomé mi móvil y miré la pantalla, en donde había una imagen de
Scotty ladeando su cabeza; sonreí al mirarlo tan pequeño y peludo, pero pronto
sonó el timbre de algún mensaje. Un nuevo mensaje de Anette.
Bill, le he dicho a Arabelle lo
de tu papá… Ella está muy mal… sé que no debería decirte esto a ti, pero eres
la única familia que tengo que banca a tu papá…
Fruncí el entrecejo, algo
preocupado; apreté las teclas y pulse “enviar.”
Está bien, entiendo, pero… ¿Lo ha tomado muy mal?, quizá podamos ir a
verla.
¡Pero qué tonta!, olvidé
mencionar que estamos en L.A, con mi hermano, es psicólogo e intenta ayudarla.
¡¿Están en L.A!? Entonces puedo ir a verla, ¿no?, por favor.
No lo sé, ahora le preguntaré
a mi hermano.
Después de estar con tu hermano, vengan a casa, por favor.
Bien, te llamo si algo sucede.
Adiós, te quiero.
Está bien… también te quiero.
Mi cuerpo comenzó a temblar,
empezaba a preocuparme; Arabelle tiene 5 años, no quería que algo malo le
pasara, mucho menos ahora, tan pequeña. Guardé mi móvil en el bolsillo de mi
pantalón y, con ansias, comencé a morder la cutícula de mis uñas, hasta sacarme
pequeños pedacitos de piel con los dientes.
- ¿Qué tienes, Bill?- entró al
auto y dio un beso en mi mejilla, sonriendo. Cerró la puerta y colocó el
cinturón de seguridad en su cuerpo, para después mirarme, aun sin dejar de
sonreír.
- Nada… ¿cómo te fue, linda?-
su mirada pronto cayó al suelo, nerviosa.
- Me fue bien…- sonrió.
- ¿Estás segura?- asintió,
mirando a la ventana. Coloqué mi cinturón y metí las llaves, esta vez, bajando
el volumen de la radio. –Arabelle y mamá quizá vengan a casa hoy.
- ¿Vendrán desde Alemania?- me
miró.
- No, están aquí, Arabelle
está con su tío.
- Ahh…
Por alguna razón, los dos no
teníamos mucho humor para hablar, y me daba cuenta de que ella no había tenido
un día muy lindo; pero pronto serían vacaciones y las preocupaciones se irían.
Llegamos a casa sin decir una palabra en el camino; ella me miró sonriendo, y
yo, sin entender mucho la razón de ello, sonreí también, acercándome a ella.
- ¿Qué tienes, linda?- metí mi
mano por su cabello, acariciando con delicadeza.
- Nada, solo estoy algo
agobiada por el trabajo.
- Pero recuerda que pronto
saldrás de vacaciones y estaremos juntos a todas las horas del día.- Ella bajó
la mirada, seria. -¿Qué, qué pasa?- tomé su quijada, haciendo que me mirara.
- Nada, es solo que me siento
un tanto mal.
- ¿Por qué no vas a dormir?-
negó. Me acerqué a ella y besé sus labios, ella al tiro abrió sus labios y
comenzó a moverlos al ritmo en que yo movía los míos; sus brazos rodearon mi
cuello, poniéndose un poco en la puta de sus pies. Hice que camináramos a la
sala, sin separarnos, y nos sentamos en el sofá; nos separamos por unos
segundos, en donde ella me miró y sonrió.
- Te amo, Bill.- son
responder, volví a acercarme a ella, abriendo mis labios y cerrándolos en los
suyos. Nunca me di cuenta de que nuestros besos se hacían más comprometedores
con el tiempo; me incliné hacia ella, haciendo que casi quedara recostada en
todo el sofá; ella rió entre el beso, y al sentir nuestras lenguas friccionar
con la contraria, nos separamos un poco, nerviosos… quizá aun no estábamos
preparados para eso.
- Te amo, (tu nombre)…- besé
su frente.
- Yo también te amo, Billy…-
mi móvil emitió ese tono, y rápidamente me senté erguido en el sofá, tomándolo
con las manos empezando a temblarme, me lo coloqué en el oído.
- ¿Sí vendrán?- pregunté antes
de que ella pudiera hablar.
- Lo haremos, Bill.- río.
–Solo dinos la hora y ahí estaremos.
- Ahora.
- ¿Ahora?
- Sí, por favor, necesito
mirarlas.
- Arabelle, por favor, quédate
quieta.- se escuchó un susurro al otro lado de la línea. –Lo siento, Bill.
Entonces ahora vamos, ¿sí?
- Sí, no tarden mucho… adiós.
- Adiós.- cortó.
- ¿Anette?- sonrió.
- Sí, pero creo que Arabelle
está realmente mal.- bajé la mirada. –Anette le dijo lo de papá.
- Debe estar devastada.-
asentí. –Pero no te preocupes, Billy, contigo a su lado se le pasará pronto.
- Eso espero.- acarició mi
muslo, besando mi hombro. –Te adoro.
- Y yo a ti.
[…]
Me levanté para abrir la
puerta, ahí estaban ellas; Anette levantaba a Arabelle en sus brazos, mientras
ella solo tenía la mirada baja; saqué mi cabeza por el umbral de la puerta y
miré el auto, seguramente del hermano de Anette.
- ¿Ahí está tu hermano?- Anette
asintió. -¿Por qué no le dices que pase?- sonreí.
- No lo sé, me parece que…
- Vamos, dile.
- ¿Estás seguro?- asentí.
–Muchas gracias, Bill… ¿puedes tomar a tu hermana?
- Claro. Ven, preciosa.- ella
me abrazó sin mucha fuerza por el cuello, sin decir una sola palabra, tan solo
seria. Anette y su hermano llegaron y se mantuvieron de pie en el umbral de la
puerta.
- Joseph, él es mi hijo,
Bill.- pasé a Arabelle a los brazos de Anette y tendí mi mano hacia él, quien
la estrechó con fuerza. – Los dejo para que se conozcan un poco; al tiempo en
que Anette entró a casa, el hombre apretó mucho más mi mano, haciéndome fruncir
el entrecejo de dolor.
- Ahhh…- tomé su brazo con mi
mano contraria e intenté zafarme de su fuerte agarre. –Suéltame… por favor, me
estás lastimando.- lo miré a los ojos y él, de pronto, me soltó.
- Hijo de Jörg- pasó su mirada
por todo mi cuerpo. –El parecido es demasiado, ambos maricas, débiles e
hipócritas.
- ¿Qué?
- No intentaré llevarme bien
con una persona como tú, ¿sabes una cosa?, desde que tu estúpido padre se casó
con mi hermana, su vida se volvió una mierda; ella finge quererte, pero tú no
eres más que un maricón, al igual que tu papá.
- No soy ningún maricón, y mi
papá tampoco lo es, al menos deberías tener algo de respeto por una persona que
ha fallecido.
- ¿Respeto?, no, no voy a
tenerlo, tu padre se lo merecía, y ¿sabes? Tú también.
- ¡No permito que hables así
de mi papá!- tomó mis muñecas.
- Y qué, ¿un mariconcito como
tú que hará para impedirlo?
- Sacarlo de mi casa.
- Oh, no, quiero ver la choza
del hijo de Jörg.
- ¡Suéltame!- apretó mi
entrepierna, mirándome con cara de demonio; mi corazón comenzó a latir al cien.
– Déjame… déjame…
- No quiero una palabra de
esto a tu mamá, porque puedo lastimar a Arabelle, ¿y tú querrías eso?, no,
¿verdad?- me soltó y caminó hacia mi casa; yo le seguí y Anette se levantó,
sonriendo.
- ¿Qué te parece mi hijo?- él
me miró, tomando mi quijada.
- Muy mono.- despeinó mi
cabello. –Creo que nos llevaremos bien, ¿no es cierto, Bill?
- …Sí…- dije molesto. –Mamá,
llevaré a Arabelle a mi recámara, ¿sí?
- Por favor, solo mírala como
está.- asentí y camine hacia ella, tomándole en mis brazos. Al entrar a mi
recamara, (tu nombre) salió, dejándonos solos; nos sentamos en la cama, ella me
miraba seria, y se me hacía tan extraño que no sacara una sola palabra.
- ¿Cómo estás, preciosa?
- Bien.- dijo seca.
- Oh, Belli, no estés triste.
- Mi papi se murió.
- Lo sé…
- ¿Por qué, hermanito?
- Estaba enfermo, se sentía
mal.
- ¿Nadie le dio medicinas?
- No se curaba con medicinas.-
bajé la mirada. –Pero, ¿sabes una cosa?
- ¿Qué?
- El se convirtió en un
angelito.- me miró, sorprendida.
- ¿¡En serio?!
- Sí, el va a cuidarnos
siempre, aunque no podamos verlo.
- Y entonces, ¿cómo voy a
saber que él está conmigo?
- Siempre que te sientas
triste o solita, solo tienes que pensar en él.
- ¿Y vendrá?
- Apuéstalo.- sonrió.
- ¿Y me va a contar cuentos?-
el nudo en mi garganta comenzó a forzarse cada vez más.
- No, Belli.
- ¿Por qué?
- El trabajo de un angelito no
es ese… él solo podrá acompañarte, pero no puede hablarte.
- ¿Y tú me vas a contar
cuentos, hermanito?
- Sí…- se quedó una vez más en
silenció. –Ah, Belli, ven aquí.- le di un abrazo fuerte, acaricié su cabello. –Él
siempre va a estar con nosotros, ¿sí?- asintió. –ya no estés triste, preciosa.
Cuando Arabelle comenzó a
suspirar, me di cuenta de que había caído en un sueño profundo, seguro le hacía
falta dormir bien; deshice la cama y la cubrí con las cobijas; acaricié su
cabello y besé su mejilla, dejándola sola y dirigiéndome a la recamara de Tom,
en donde (tu nombre) y él platicaban en voz baja. Tom me miró con una sonrisa,
lamió sus labios y después dijo:
- ¿Se ha quedado dormida?-
preguntó Tom.
- Sí.
- Al menos no lo tomó tan mal
como tú.- le miré a los ojos, buscando una explicación. –No me mal interpretes,
hermano, pero ella es una niña, y tu forma de tomar esa noticia fue algo que
aun me asusta.
- ¿Te asusta?, creo que no lo
he tomado tan mal como creía que lo haría.- Tom y (tu nombre) se miraron,
sorprendidos.
- Vaya, debes estar muy
acostumbrado a tu persona.
- He tenido que vivir con ella
por veinte años.- sonreí.
- tienes razón.- rió.
- Tengo miedo de que algo malo
pueda pasarle.
- Vamos, hermano, nada le va a
pasar, lo está tomando con calma, seguro aun no entiende muy bien lo que pasa.
- Escuchen, Sam y Danny nos
invitan a la casa de sus padres.- dijo mi princesa, sonriendo. -¿Qué dicen?
- Yo quiero ir.- dije. -¿Tom?
- Emm, bien iremos, pero
¿quién se quedará con Arabelle?
- Está mi mamá y… su hermano.
- Bueno, está bien.
[…]
Lo estábamos pasando bien,
estábamos en el jardín trasero que era realmente lindo y grande; pero de pronto
Danny y Sam se besaban, no les prestamos mucha atención y nosotros seguimos
platicando, pero Sam comenzó a gritar, y aunque no quisiéramos, nuestra
atención ya estaba sobre ellos.
- ¡Te dije que no, Danny!
- No grites, Samuel,
tranquilízate un poco.
- Te he estado diciendo que
frente a nuestros amigos no, ¿qué es lo que no entiendes?
- Oh, vamos, no tiene nada de
malo, solo quiero besarte.
- Y eso no es lo que me
importa, ¡quieres hacer algo más y frente a ellos no!
- ¡Qué, ¿no puedo tocar a mi
novio?!
- Si puedes, pero es privado,
Danny.
- No puedo creer que aun te de
vergüenza nuestra relación.
- No me da… solo…
- Sí te da, creí que ya habías
superado que somos diferentes.
- ¡No somos diferentes!- Tom
me miró, algo asustado. -¡pero tú quieres hacerme un faje en público!
- Lo hemos hecho en mi casa y
en la tuya también.
- Sí, ¡pero solos, no en
público, así sí me da vergüenza!
- No puedo creerlo, Samuel, de
verdad no; si te da vergüenza estar conmigo ¡entonces es mejor no estar más
juntos!
- Por favor, Danny, no te
vayas a extremos.
- Tú no lo hagas, Sami, ¿Por
qué no puedes al menos complacerme un día?
- Lo hacemos siempre, Danny,
¡pero no en público!- tomó sus muñecas con algo de fuerza. Tom, mi princesa y
yo comenzamos a susurrarnos, al parecer los tres ya sabíamos lo que estaba a punto
de pasar. –Lo haremos, ¿sí?, pero no aquí, no frente a ellos.
- No quiero que lo hagas si no
quieres, mi amor, pero…
- Sí quiero…- Danny tomó la
mano de Sam y ambos caminaron.
- Vaya, eso sí que fue raro.-
dijo Tom, dándole la risa floja.
- Silencio, Tom.- reí a lo
bajo. -¿no te das cuenta de lo que está por pasar?
- Eh sí me doy, harán lo mismo
que (tu nombre) y tú.- ella se sonrojó, bajando la mirada.
- Nunca lo hemos hecho cuando
estás tú en casa.- dije, algo nervioso. –y no de esa forma…- reí.
- Bueno, debo estar de
acuerdo.
- ¿Y ahora qué hacemos?-
preguntó (tu nombre).
- Podemos fingir que nada de
esto ha sucedido.- me carcajee.
- Bien…- dijo Tom. – (Tu
nombre), ¿cuándo es que sales de vacaciones?
- No sé…- bajó la mirada.
- Linda, ¿qué te pasa hoy?
- No me pasa nada, ¿por qué?
- Eh, desde que te recogí del
trabajo estás algo apagada.
- Es que… tengo noticias…
- ¿Nos las dirás?- asintió.
- Me trasladarán.- mi corazón
palpitó al cien; creo que mi cara mostró la respuesta de lo que pensaba.
- ¡¿Te trasladan!? ¡¿A dónde?!
- Si tengo suerte, a otra
cuidad…
- ¿Y si no?
- A otro país.- mordí mis
labios, devastado, realmente devastado. Me levanté de ahí y entré a la casa,
respirando agitado, intentando no cabrearme por algo que ella no tenía nada que
ver.
Comencé a dar vueltas alrededor de los muebles, prendiendo un
cigarrillo; cerraba los ojos y murmuraba. Tom se acercó a mí con lentitud,
deteniendo su paso; abrí los ojos y retrocedí algunos pasos.
- Tom.- dije seco, dando una
calada a mi cigarrillo.
- ¿Por qué te pones así?,
deberías ponerte feliz por ella.
- ¡Se irá, Tom!- grité.
- A ver, primeramente no
grites, no estamos en casa.- lo miré, serio. –y en segundo lugar dame ese
cigarrillo.
- No, no voy a dártelo.
- Es su trabajo, Bill, aparte
puedes irte con ella.
- No…no puedo.
- ¿Por qué no?
- Tengo razones, Tom.- solté
el humo, dando rápidamente otra calada. -¡Mierda, Tom, no puede irse!... ¿qué
haré sin ella?
- Es tu esposa, deberías
confiar en ella y en su decisión.
- No puedo… ella es toda mi
vida… ¡no la puedo dejar ir así!
- Actúas como si se fuera por
siempre, ¡como si no pudieras ir con ella!
- He prometido que no me
volvería a ir de aquí.
- Vamos, Bill, al menos habla
con ella.
- Bien… lo haré.
¡¡HOLA!! bueno, estoy pensando en terminar la fic en cinco o seis capítulos más; prometo intentar hacerlos más largos... y nada que, bueno, solo eso ¡pasen un lindo día!
Ownss espero el próximo y No quiero que termine nunca haha... T___T pero es tu fic' yo siempre leeré... Ntp hehe amm... Cuídate y espero hagas otra fic' después de esta porque el talento que tienes si que es bárbaro! ;-) Cuídate mucho! bye
ResponderEliminarhe leeido todos los cap que me perdi en estos dias y me an fascinado no habia leeido desde el cap 95 pero los lei todos :)
ResponderEliminaramo est fic aaa no quiero que termine :(...sybe otro xfa quiero saber que va a pasar
bye cuidate besos :)