miércoles, 29 de febrero de 2012

capitulo 39


Un año… ¡UN MALDITO AÑO HE ESTADO ENCERRADO AQUÍ DENTRO!... ¿por qué? ¿Por qué no me dejan salir? Me senté en  una silla de metal, mirando la puerta, mirando como algunas personas se daban abrazos con sus familias, pues al fin habían podido salir de este odioso lugar y yo…yo estaba solo…completamente…

- ¿Cómo estás, Bill?- me abrazó por el cuello. Quizá no estaba completamente solo. Sonreí.

- hola, Cinthya ¿Cómo estás?- ella asintió y dejo de abrazarme. Habíamos tratado de comenzar una relación juntos, pero ella quiso ir muy rápido -¡bastante rápido!- con esto y decidí mejor no seguirle en eso.

- yo estoy igual que siempre, pero tu estas… ¿Cómo decirlo? ¿Idiota?

- ¿idiota?- asintió.

- sí, estas idiota por eso- tomo mi cabeza y la guió a la puerta, en donde se encontraba una mujer abrazando, seguramente, a su hijo. -quieres largarte de aquí, ¿no es cierto?

- decir “si” no sería suficiente para lo que siento, pero, por lo que veo, me quedaré aquí siempre…

- no es verdad, Bill, si tú no quieres quedarte aquí, solo dilo y se cumple.- la mire, realmente confundido.

- no lo entiendo.- ella rodeó los ojos y me tomo de la mano, guiándome hacia el jardín, en donde se miraba el hermoso atardecer.

- allá- apuntó el cielo. –, en el universo, hay una fuerza, hay un poder realmente fuerte, pero- me miro, abriendo sus ojos. –solo funciona si aprendes a usar algo que creo yo, has perdido. –con tres dedos, comenzó a dar pequeños golpes en mi cabeza.

- ¿la cabeza?- asintió. - ¿Cómo puedo usar ese poder?- sonrió.

- hum es cuestión de quererlo con todas tus fuerzas, no tienes que pedirlo, tienes que exigirlo, el universo le lo dará en cuanto menos lo pienses.- tal vez era que se había drogado demasiado, pues lo que decía no tenía coherencia o razonamiento para mí. –vamos, Bill, compréndelo, ¿quieres salir de aquí?- asentí. -¡pídelo, vamos! Te ayudará.

- ya lo entiendo… ¿es como si fuera Dios?

- bueno, yo no suelo creer en esas cosas pero, tu puedes llamarlo “Dios” si eso quieres. La clave está en confiar en tus sueños y cumplirlos, ¡cumplirlos sobre todo!

- entonces, si yo quiero ser un cantante ¿lo seré?

- no puedes cuestionarte, el cuestionamiento es tan malo como la cocaína sin jeringas –reí.-, tienes que decir: “¡yo seré un cantante!” no digas: “yo quiero ser un cantante”. ¿Sabes? Tengo una romántica cita con la jeringa esta noche, puedes venir si quieres pero…

- iré.- sonreí. Caminamos a su recamara, nunca había entrado, siempre íbamos a la mía y esta parecía ser su recamara real, es decir, la que ella alguna vez pudo tener en su casa, pues estaba llena de fotografías de bandas en las paredes.

- prepararé la “cena”- sonrió. En menos de un minuto ella se encontraba con dos grandes jeringas en sus manos, con un filo realmente grueso. En sus antebrazos, llevaba dos tiras gruesas de tela azul marino. –Listo, ahí te va.- aventó la jeringa  a la cama –en donde yo estaba sentado- y al tiro aventó la tela. Ella camino y se sentó en la cama junto a mí.

- eh, Cinthya yo solo vine a acompañarte, no tengo ganas de meterme eso.

- no juegues, Bill, por una vez no te hace daño.

- no, quizá después.

- bueno.- dio golpecitos en la jeringa y amarró la tela en su brazo, busco alguna vena y cuando la encontró, encajó la jeringa, gimiendo y sonriendo a la vez. Me preocupe por ella, y me di cuenta que lo que yo hacía estaba realmente mal; sacudí mi cabeza y la mire, apretaba la jeringa mientras cerraba la mano con fuerza, tome su mano y ella paro, sonriendo. -¿Qué?

- ya no lo hagas.

- ¿hacer qué?, ¿drogarme? Te he dicho  que no dejaré de hacerlo.

- por favor, date cuenta que puedes morir, llevas años metiéndote eso.

- por favor, nadie muere por drogarse un poco.- dijo exactamente las mismas palabras que había dicho a (tu nombre) y sentí culpa, pues yo llevaba semanas drogándome, pero ella llevaba años. Se bajo al suelo, y siguió haciéndolo, mientras yo solo me recosté en su cama, escuchando sus gemidos y quejidos.

Gerald llego a la habitación y al mirarnos, corrió hacia Cinthya, quitando la jeringa rápidamente. -¡HEY, DEVUELVEMELA!

- ¡no, estás loca, vas a morir!- después me miro a mí y negó. – quiero verte abajo, ¡ahora!, ¡baja rápido y ve a mi oficina, YA!- asentí y camine a los ascensores.

[…]

- estoy tan decepcionado de ti.- negó.

- ¿Por qué?

- ya no te habías drogado y ahora vuelves a hacerlo.- negué.

- no, yo no me he drogado.- me miro incrédulo.

- ¡te he visto, Bill! ¡No me quieras ver la cara de tonto!

- de verdad no me he drogado, ¡créeme!

- no puedo creerte.

- te lo juro, ¡te lo juro, de verdad no lo hice!- tomó el teléfono, me sentí nervioso, pues creía que 
me trasladarían, pero en muy poco tiempo llegaron dos personas, quienes me llevaron a un cuartito.

- vamos a revisarte.- Gerald se acerco a mí, mirándome aun, con desprecio. Tomaron muestras de mi orina, sangre y saliva, después me dejaron Salir de ahí, Gerald me tomo de la mano y me miro. –si sale positivo, te trasladaremos, no puedes estas más aquí.

- pero… ¿Por qué a Cinthya se ha quedado aquí siempre?

- ella ya no tiene remedio, está enferma. Tiene un grave trastorno en la sangre y sus fosas nasales solo sirven el 30%, ¿has visto su piel?- asentí. –es toda reseca. Ella ya no tiene cura, prácticamente estamos esperando su muerte.- abrí los ojos sorprendido.

- ¿no se puede salvar? ¿No se puede hacer algo para que ella se salve?- el bajo la mirada.

- no, mi hija se encuentra muy grave…ya no tiene solución.

- ¿su hija?... ¿ella es su hija?- asintió.

- es por eso que yo no quiero que a otro joven le pase lo mismo que a ella; Dios me ha dado una horrible lección con esto.- mis vellos se erizaron, pues ella se veía tan sana –descartando, claramente, a las drogas.- y no creía como su papá no estaba tan devastado con esto. Una señora se llevo a Gerald y susurro en su oído. Después el volvió sonriendo. –tus análisis dieron negativo, vaya Bill, siento decirte que estaba decepcionado, estoy muy orgulloso de ti. Tengo una sorpresa para ti, puedes esperar en tu habitación, yo subiré por ti.- asentí  y eso hice.

Pase por la recamara de Cinthya, ella seguía en lo suyo, metiéndose la droga por sus brazos, al mirarme, ella solo sonrió y me saludo con la mirada.

Tenía una linda sonrisa, debo aceptarlo, también unos lindos y grandes ojos marrones, y era desesperante pensar que ella pudo ser una niña feliz y ahora ser una adolescente “normal”, si no fuera por las drogas. Aun que yo estoy pasando por lo mismo, le doy gracias a Dios de no estar yo en su lugar.

Después de un par de horas abrieron la puerta de mi habitación y Gerald apareció en el marco, sonriendo ampliamente.

- tengo tu sorpresa.- lo mire, con ansias de saber lo que era. - ¡iras a una habitación seguro encantadora!

- ¿una habitación?- dije con angustia.

- sí, seguro es la más acogedora, te puedo asegurar que es mejor que esta. ¡Vamos, toma tus cosas!- camino hacia mí y tomo mi ropa, colocándola en la mochila. Caminamos al ascensor. -¡Cinthya, princesa, ven aquí!- ella seguía tirada en el suelo.

- ¿para qué? No quiero.

- vamos, linda, por favor ven aquí.- ella sonrió y tambaleando, camino hacia nosotros. –Tenemos una sorpresa para tu amigo, Bill.- volvió a sonreír. Entramos al ascensor y bajamos, Gerald cubrió mis ojos antes de que las puertas se abrieran y me guió con cuidado. –Casi llegamos.- caminamos un poco más y después paramos, comencé a temblar un poco. -…bueno…

- ¿Qué pasa?...me pones nervioso.

- Bill, esta es tu nueva habitación.- descubrió mis ojos y un sentimiento me lleno el alma, el cuerpo y el corazón. Mi cara no pudo mostrar una sonrisa, porque en este momento una sonrisa sería demasiado estúpida, pues no mostraría el sentimiento que realmente estoy sintiendo.

- ¡¡TOM!!- corrí hacia él y le di un fuerte abrazo. –no…no puedo creerlo… ¡es imposible!

- te extrañe tanto…hermanito, no sabes cuánto te extrañe.

- te extrañe más, Tom…- deje de abrazarlo y Tom hizo una seña hacia atrás del, lo mire confundido, pero al ver ese cabello dorado y esa piel tan blanca mi corazón dejo de latir. -¡ANDY….ANDY!- el me dio un abrazo que conteste al tiro.

- Bill, eres un idiota, un maldito marica ¿Cómo pudiste drogarte?...eres un tonto, me preocupe tanto por ti.

- lo siento…perdóname, amigo…pero…te juro que cuando salga de aquí no volveré a hacerlo nunca.

- pues empezaras desde ahora, ¡ya saliste de aquí!- deje de abrazarlo y mire a Gerald que asintió mientras sonreía.

- ¡no puedo creerlo!... ¡no puedo!- papá me miraba serio, me acerque a él y le mire igual que él lo hacía conmigo. Tome aire y fuerzas para intentar hablarle, decirle algo. -¿has…has conseguido trabajo?- mis ojos crearon lagrimas a la primera palabra que le dedique a él, que se quedo serio, sin contestar, su nuez subía i bajaba, pero nunca me dijo nada. Mi quijada tembló y como si hubiese sido mi sexto sentido, me tire hacia él, dándole un abrazo, que él solo contesto con unas palmadas en mi espalda.

- vaya, realmente ha sido la despedida más dura.- me di la vuelta, Cinthya me miraba, parada tras de mí, sus ojos eran rojos. Yo sonreí. –voy a extrañarte. Pero veraz que en dos años, te llamaré y te diré que ya no te extraño.- comenzó a reír, mire a Gerald que bajaba la mirada.

- y yo te diré que aun lo hago.- di un abrazo fuerte. Ella respondió mi abrazo.

- te voy a extrañas mucho, Bill. Espero volverte a ver.

- te prometo que lo haremos.

[…]

Mi vida después de todo eso ha sido linda de verdad; Gustav esta ahora con nosotros de nuevo, en estos años hemos hecho conciertos –solo dentro de Alemania.- siento que por fin mi vida está dando un giro, eso quitando a papá de mi camino, pues ha seguido golpeándome, y es que ya he cumplido 18 años, pero no he podido tener dinero para mudarme y papá siempre  me lo remite: “mientras vivas bajo mi techo, eres menor de edad y por lo tanto, no tienes derechos”.

Creía que para esta edad yo ya sería un buen cantante y viviría con mi hermano, pero gracias a las drogas no pude serlo.
Hoy estamos en el estudio, estamos grabando nuestro segundo álbum, y es que soy tan feliz sabiendo que mi sueño se hace realidad cada día. Nuestra banda tiene por nombre “Tokio Hotel”.

Regrese a casa cansado, siendo tiernamente saludado por mi mejor amigo Scotty. Creo que me había olvidado de hablar de él. Bueno que, el ya está conmigo de nuevo, Arabelle no le teme y ¿es que quien le teme a un animal tan hermoso como él? Me han dejado estar con él, ya no está deprimido, ahora volvió a ser el hermoso amigo que tenía antes.

- hola, Bill ¿Cómo te fue?- deje las llaves sobre la mesa y sonreí.

- perfecto…solo un mes y terminamos el álbum.- ella sonrió.

- que orgullosa estoy de ti, Bill.- Anette se volvió la persona a la que más confianza le tenía dentro de casa, pues ella me demostró ser una persona valiosa y de verdad fuerte.

- ¡Bill, Bill, Bill!- Arabelle ya hablaba y caminaba, su voz era tan tierna. La tome en mis brazos y di un beso en su mejilla.

- ¿Cómo estas, Arabelle?- ella sonrió.

- ¡bien!- la deje en el suelo otra vez. Había crecido demasiado y me angustiaba saber que todo eso lo había hecho mientras yo estaba lejos.

- vamos a comer, Bill.- asentí y después de lavarme las manos me senté en la mesa con los tres.

- quisiera escuchar tu nueva música, ¿me la enseñarás?- preguntó Anette.

- claro que si…serás la primera en escucharla.- ella sonrió.

- y también la primera en potar cuando lo hagas.- dijo papá, con firmeza. Yo le mire, el también lo hacía.

- vamos, mi amor no seas duro con él.

- ¿Qué no sea duro? ¿Acaso has visto en lo que se ha convertido?

- no, no lo he visto ¿en qué se ha convertido?

- dime, ¿has visto esos tatuajes, esos aretes?, si quisiese triunfar en la estúpida música que hace, no debería tener imagen de prostituto.- mire a papá, pues primeramente no tenía imagen de uno.

- no parezco uno, papá.

- ¿te has visto en un espejo, estúpido?  Pareces un transexual con esa ropa y ese cabello, encima te maquillas aun más que antes.

- deja de decirme eso… ¿nunca piensas en tus palabras antes de herir?

- ¿nunca piensas en ti al salir a la calle?

- vamos, esto es lo que le gusta a tu hijo, el ya tiene dieciocho y puede hacer lo que quiera con su cuerpo.

- sí, dieciocho y sigue con la sensibilidad de un marica.- me levante de la mesa y subí a mi habitación, estaba harto de que papá siempre me juzgara ¡lo odio!

- ¡BILL!- su grito hizo que despertara, quite mis cobijas de encima y la mire, ahí de pie, aun en pijama.

- ¿Qué quieres, niña? Tengo sueño.

- jugar, jugar.- aun era pequeña y sus palabras estaban realmente mal pronunciadas, pero era linda y podía entenderle.

- ¿a qué quieres jugar?

- con cotty ¡cotty!

- es Scotty, tonta.- reí y la levante en mis brazos, baje al jardín y Scotty llego, saltando en sus patas traseras.

- ¡COTTY!- gritó, un poco asustada.

- tranquila, Arabelle que no te hace nada.

[…]

Ha sido un largo día en el estudio, Georg y Tom han regresado a sus casas, Gustav y yo nos iremos a comer.

Hemos pedido la comida, no tengo mucho dinero y es que quiero comprarle algo lindo a Arabelle. Papá se enfada mucho conmigo porque siempre que tengo dinero le compro algo a mi hermana, pero es que papá es tan materialista que nunca se toma el tiempo de comprarle algo lindo a su hija, y es que yo la quiero tanto y no podré estar mucho tiempo con ella, pues cuando tenga el dinero para mudarme de esta casa, no podre verla muy seguido y seguro que se pondrá lindísima cuando sea una adolescente.

La comida llego y la colocaron frente a nosotros.

- ayer recibí un llamado de Andy.- dijo Gustav.

- ¿de verdad?- pregunte, entusiasmado. -¿Qué te ha dicho?

- dijo que vio un concierto nuestro por la TV, dice que lo hacemos muy bien,

- vaya, ¿en serio dijo eso?- asintió. –como le extraño.

- sí que se le extraña, pero pronto lo veremos.

- ¿Cómo lo sabes?

- vendrá de vacaciones pronto, pues el aun sigue estudiando.

- espero que venga pronto, necesito platicarle tantas cosas.- Gustav suspiró.

- tu decías que jamás lo volverías a ver.- baje la mirada.

- lo sé…pero una amiga me enseño a confiar.

- ¿una amiga?- asentí.

- en el centro de rehabilitación.

- ah, me alegro que ya estés bien de todo eso.

- ¿sabes?, yo también…la hubieras visto…ella estaba destrozada, su cara era extraña, se notaba que pedía un auxilio…espero que aun no se valla…

- odiaría verte tan enfermo solo por las drogas.

- yo también…


NOTA: lo se, lo se ¡SIENTO EL CAPITULO TAN RARO Y CORTO! en serio, estoy en semana de exámenes y me tienen muy torpe, lo siento de verdad. Cuídense y gracias por leer.

lunes, 27 de febrero de 2012

capitulo 38


- tenemos que llevarlo, por favor, por una sola vez en tu vida has algo bueno por tu hijo.- papá negó y rascó sus sienes.

- ¡no te vas a llevar al niño!- gritó, haciendo que mamá se encogiera un poco de hombros.

- tu hijo está mal, ¿no ves que se droga?

- ya sé que se droga, pero tú no tienes derecho sobre el ¡no es tuyo, es mío!

- ¡¿desde cuándo lo quieres a tu lado?! Bill se irá conmigo.

- ¿sabes qué? ¡Haz Con ese idiota lo que quieras, llévatelo de la casa, me importa una mierda!- mamá asintió y camino hacia las escaleras, pero papá la detuvo fuertemente por el brazo. –no te he dado el permiso de subir. Váyanse los dos afuera, no pueden entrar en mi propiedad.

- vamos, Tom.- mamá me tomo por la espalda y con un leve empujón me sacó de la casa. Me di la vuelta y mire a papá, que comenzó a subir las escaleras con unos pasos tan fuertes que solo él podía hacer que sonaran de esa forma.

By Bill

- ¡Bill, despierta, Bill! ¡Hombre, que despiertes!- alguna voz me hizo abrir los ojos de golpe. Talle mis ojos y pude mirar a papá.

- ¿Qué pasa, papá?

- ¡te vas a ir de esta casa!- sufrí un mini-infarto al escuchar esas palabras provenientes de sus labios. ¿Qué me iba de casa?, no lo entendía, no podía recapacitar esto ahora. Quizá quiere echarme por eso del dinero.

- no… ¿por qué?...no quiero… ¿A dónde me voy?

- me importa una mierda si quieres o no, ¡levántate de esa cama y coge tus cosas!

- papá…si fue por lo de ayer…yo…

- ¡no es por nada de ayer!- interrumpió, con un grito ensordecedor. -¡levántate!

- no…quiero una explicación, ¿Por qué me hechas de casa?

- no necesitas alguna explicación, ¡vete!- tome mi cobertor y me tape la cara con ella. -¡te estoy hablando, muévete de ahí!- negué. -¿no vas a moverte?, ¡¿estás seguro?!- seguí sin contestar, pues tenía miedo. – Uno…- comenzó a contar y mis músculos se tensaron fuertemente, el miedo me recorrió aun más. -…Dos…- podía escuchar su respiración desde donde él estaba, seguro muy cerca de mí, se escuchó su garganta inhalando aire -…Tres…- quite la cobija de mi cuerpo, pero supongo que fue demasiado tarde. Papá me tomó de los brazos y me sacó de la cama, haciéndome caer al suelo; fue aquí cuando me di cuenta que lo que decía era en serio, si quería echarme de casa.

- ¡no me hagas irme, por favor!

- ¡vete!- tomo mi única mochila y abrió mis cajones, tomo toda la ropa que tenía y la echo ahí dentro, después la aventó a mi cara.

- quiero una explicación…por favor…

- en el auto lo sabrás todo, ahora lárgate, ¡lárgate de aquí!- me hizo pararme del suelo y me tomo del cuello fuertemente, me guió al baño y me empujo dentro, se acerco a la bañera y abrió la llave para que el agua cayera. –date una ducha, y después quiero que salgas y estés en mi recamara pronto. ¡¿Entendiste?!- negué.

- no…no quiero irme… ¡no quiero, no quiero!

- ¡vas a irte de aquí, idiota! ¡Date la ducha rápido!

- ¡no!- rasque mi cuello, sintiendo aun dolor. -¡no me voy a ir de aquí, no voy a darme una ducha y menos me iré sin una explicación!

- ah, ¿no te vas a duchar?- dijo retador. Yo negué.

- ¡no, no me voy a duchar!- papá entrecerró los ojos y miro el agua cayendo, que hacía un fuerte ruido. Me tomo de los hombros y me azotó contra la pared.

- ¡vas a hacer lo que yo te diga cuando yo diga!- rasgó mi playera y me la quito con fuerza, yo comencé a revolverme, cerrando los ojos para no ver su cara. -¡¿me has escuchado!?

- ¡déjame, suéltame!- bajo mi pantalón del pijama y junto con este bajo mi ropa interior, dejándome desnudo por completo. Después tomo la ropa en sus manos y me miro enojado. Me dio un fuerte empujón hacia la bañera, haciendo que mi cabello se comenzara a mojar, se dio la vuelta y cerró el baño. Comencé a llorar fuertemente, no puedo creer que papá quiera deshacerse de mí.

Cerré la llave y el agua dejo de caer, escurrí mi cabello y lo enredé en una toalla mientras secaba mi cuerpo con otra. Salí del baño y me coloqué mi ropa, después volví ahí y me maquille, sequé mi cabello y lo alise. Camine a la recamara de papá, que yacía platicando con Anette. Al mirarme, se levanto de la cama y me miro.

- vámonos.

- no…por favor…por favor…

- ¡¿no me escuchas?!

- por favor…te prometo que…que ya no hago música… ¡hago lo que tú quieras, pero no me eches de casa!

- ¿lo echarás?- se levantó Anette.

- por favor, mi amor…ahora no puedo hablar contigo.- dijo papá. Me tomo el brazo y me hizo bajar las escaleras, trataba de hacer fuerza para que no pudiera conmigo, pero papá era muy fuerte a mi lado.

- ¡POR FAVOR, NO ME HAGAS IRME, POR FAVOR!- comencé a llorar.

- ¡cállate!

- ¡POR FAVOR, PAPÁ, POR FAVOR!

- sigue llorando.- dijo, una vez más, retándome.

- ¡TE PROMETO QUE YA NO ME PORTO MAL! ¡GANARE DINERO PARA TI!- sentí su duró puño en mi cara.

- ¡que te calles!- nuevamente me tomo del cuello y me guió fuera de casa, abrió la reja y caminamos hacia una camioneta blanca y bastante grande, que realmente no había visto nunca. Por un momento creí que papá me vendería o prostituiría. Abrió la puerta y me aventó con brusquedad, después aventó mi mochila.

- por favor…papi…- el solo rodeo los ojos y cerró la puerta fuertemente. Comencé a llorar, tenía miedo.

- tranquilo, Bill, no llores.- al escuchar mi nombre levante la mirada, era mamá y en el asiento copiloto se encontraba Tom. Pese al alivio que me pudo causar que no me vendiera o prostituyera, las lágrimas seguían cayendo, sin importar cuán aliviado me ponía eso, pues dejaba a mi hermana y realmente no quería dejarla.

- ¿Por qué me dejo contigo?- pregunte, sacando mis lágrimas. Mamá bajo la mirada y negó.

- no, Bill…tú no te quedarás con nosotros.- mamá arrancó el auto y comenzó a guiar al auto.

- ¿A dónde me voy?- pregunte con curiosidad y nuevamente: miedo. –No me voy a un orfanato, ¿verdad?- mamá se quedó en silencio. -¡¿verdad?!- repetí, desesperado.

- no es un internado, es algo parecido.- abrí la boca para repelar, pero mamá me miro por el retrovisor, haciéndome callar con la mirada. –y Bill, si no te molesta, me gustaría que no hicieras preguntas durante el trayecto, ¿está bien?

- …si…- pose la mirada en la ventana, mirando todos esos árboles en la carretera. Había pequeñas paradas de autobuses. Me gustaría brincar por la ventana y dirigirme lejos de aquí en uno de ellos; recargué la quijada sobre el vidrio de la ventana y deje que el aire penetrara mis poros, haciéndome cerrar los ojos.

- Bill, mete la cabeza al auto, ¿estás loco?- dijo mamá. Eso hice y después la mire serio. Mamá prendió la radio, comenzó una mujer a hablar noticias estúpidas, cosas de política –como no era extraño-. Mis ojos comenzaron a cerrarse lentamente. Pronto escuche un tema que me parecía tan conocido, pero claro es Die Ärzte ¡y justamente tocaban uno mis temas preferidos: Schrei nach Liebe! Tom apretó un botón del estéreo, quitándola.

- ¡Tom, regresa a la canción, por favor!

- vamos, Bill no me digas que te gusta eso, ¡lo detesto!

- ¡por favor, por favor!- el negó y regreso. -¡gracias!- vaya, nunca había podido escucharles en la radio, y sabía que era exactamente lo mismo que escucharlas desde el celular o que se yo, pero fue un sentimiento grandioso. Un sentimiento que pronto se quito al mirar a mamá desabrochar su cinturón de seguridad y dar un largo suspiro.

- Bill, es hora de que bajes.- mire por la ventana, era un edificio color blanco, tenía muchas ventanillas y era bastante alto. Volví la mirada con mamá, confundido.

- no quiero…- Tom quitó también su cinturón y me miro serio.

- vamos, Bill ya estas inscrito, no podemos dar marcha a tras.- negué.

- no…no…no ¡yo no quiero entrar allí! ¡No quiero ir a un orfanato, yo si tengo papás!

- Bill, por favor baja.

- no, ¡llévenme con los abuelos si no pueden o quieren cuidar de mi, pero no me dejen aquí, por favor!

- no es que no queramos o podamos cuidar de ti, te he dicho que no es un orfanato, es diferente, Bill.

- ¿¡qué tan diferente puede ser?! ¡Yo no quiero, mamá!

- ¡vas a bajar del auto, ahora!- gritó tan fuerte que pude asustarme un poco. Baje del auto al igual que mamá y Tom lo hicieron. Caminamos a la puerta de ese lugar mire hacia arriba de esta, en donde estaban, con letras plateadas: “centró de rehabilitación, Rauschgift-Abhängigkeit”

Mire a mamá, asustado, después mire a Tom, en busca de apoyo, pero el solo me miraba serio, sin alguna expresión. Entramos ahí dentro, en donde era tan fresco que mis vellos se erizaron; mamá me miro y nos acercamos al mostrador, en donde había un hombre de tés morena y cabello corto, usaba un traje negro y unos anteojos.

-he venido a dar de alta a mi hijo.- dijo mamá, con una voz tan pasiva. El nos miro a Tom y a mí y asintió.

- ¿cuál es el nombre de su hijo?

- Bill, Bill Kaulitz.- ella me miro, sonreía ampliamente, como si fuera un alivio dejarme en este horrible lugar. El hombre comenzó a escribir en su computadora, después nos miro y asintió.

- el ya está en la lista, ¿gustarían acompañarlo a su habitación?- mamá asintió y el la imito. –Síganme.

By Tom

Las puertas del ascensor se abrieron y los cuatro entramos, Bill parecía paralizado, sus labios estaban entreabiertos y miraba el suelo. El hombre comenzó a platicarle sobre el centro a mamá, sobre las atenciones y ejercicios que se hacían ahí para los adictos, en este caso, mi hermano.

Llegamos al octavo piso y caminamos a la habitación 526, el hombre tomo una llave color roja y una etiqueta con el número de la habitación, el abrió la puerta. La habitación era completamente blanca, había una cama individual con las cobijas grises y una pequeña televisión frente a ella y un armario de madera a su lado. Del otro lado había un gran ventanal, en donde colgaban unas cortinas blancas con franjas rojas, el piso era de madera oscura. Junto a la puerta principal se encontraba otra puerta, seguro del baño. Era simple, pero realmente grande.

-  bueno, esta es su habitación, donde pasaran la menor parte del día.- el miró a mamá y ella también lo hizo.

- bueno, creo que es hora de que nos vallamos.- sonrió. El asintió.

- está bien, su hijo se queda aquí conmigo para explicarle algunas cosas importantes.

- muchas gracias y…Bill, adiós, hijo, espero que puedas salir pronto.- Bill miro a mamá y su nuez comenzó a subir y bajar rápidamente. Mamá se dio la vuelta y emprendió su camino.

- ¡POR FAVOR, MAMI, NO ME DEJES AQUÍ, NO ME DEJES!- corrió hacia ella, jalándole el vestido que llevaba.

- Bill, esto tiene que ser, no puedo hacer nada.

- ¡si puedes….sácame de aquí, no quiero quedarme solo!- sus ojos comenzaron a crear lagrimas.

- no, eso no es posible.- dijo mamá.

- ¿Qué va a pasar con Arnold? Es mi carrera mamá…no me hagas esto…mamá por favor…por favor…- en este momento había olvidado por completo a Arnold, ¿Qué pasaría?

- Bill, por favor entiende que tú estas mal, no puedes regresar a casa.- mamá se dio la vuelta y me tomo del brazo para que caminara junto a ella. Esperamos que las puertas del ascensor volvieran a abrir.

- ¡NO ME DEJES, NO ME DEJES AQUÍ! ¡POR FAVOR!- las puertas se abrieron, yo mire a Bill, que se acercaba corriendo por el gran pasillo hasta el ascensor, nos adentramos a este. Bill llego hasta nosotros y se hecho al suelo. -¡MAMI, POR FAVOR…NO ME DEJES AQUÍ, TE JURO QUE NO ME DROGO MAS, YA NO ME METO DROGA, PERO NO ME DEJES!

- Bill…- dije, tratando de animar a mi hermanito, pero las putas puertas del ascensor se cerraron y este comenzó a bajar.

- ¡TOM, AYUDAME, TOM! ¡HERMANITO, POR FAVOR, NO ME DEJES SOLO!- fue lo último que escuche de sus labios, pues el ascensor bajaba más y sus gritos se escuchaban cada vez más lejanos.

By Bill

- tranquilízate, no es tan malo.- dijo ese señor. Yo le mire y quite mis lágrimas, que en segundos mis mejillas se llenaban nuevamente de ellas.

- sí, si es malo… ¡mis papás no me quieren!

- al contrarió, Bill, se preocupan por ti,  es por eso que estas aquí.

- ¡yo no hice nada malo, ¿Por qué me meten aquí?!

- porque te drogas, a tu familia le duele que te metas droga.

- …no, me drogo por su culpa, ¡deberían meterlos a ellos!...yo iba con mi psicóloga… ¡ella si me ayudaba!

- aquí también te ayudaremos, verás como sales de esto pronto.- limpió mis lagrimas y me ayudo a levantarme. –Ahora será mejor que duermas un rato para poder comenzar con tus actividades y conozcas a tus compañeros ¿sí?- negué.

- no quiero dormir…quiero regresar con mi hermanita…quiero estar en mi casa…- el sonrió.

- puedes bajar al comedor, hay cosas que seguro te gustarán.- me tomo de la mano y bajamos. Era bastante grande y bonito. –puedes ir tu solo, pero antes, necesito revisarte.

- ¿…revisarme…?- asintió.

- ven por aquí.- me llevo dentro de un baño, comenzó a revisarme todo el cuerpo, al saber que no escondía nada, me dejo salir. Camine al jardín y me senté sobre el pasto. Estoy tan arrepentido de todo esto… ¿Por qué caí en las drogas?... ¿por qué mamá me dejo aquí?...porque no puedo ser feliz nunca…

- hey, niña ¿Qué te pasa, porque lloras?- me vire, ella era más grande que yo.

- no lloro…y soy hombre…

- me da igual si eres hombre o no, no lo pareces y si, estas llorando.

- ¡si soy hombre, déjame en paz!

- te hace falta drogarte, eh. ¿Eres nuevo aquí?- asentí. –se nota, he estado aquí ocho años.

- ¡¿ocho años?!

- sí, no pienso dejar la droga solo porque me metan a un lugar así.- se sentó a mi lado, su cabello era tan largo y su piel era morena, vestía un pantalón negro y una playera blanca.

- supongo que terminarás por aceptarlo, no tienes mucha opción.

- ¿recuerdas que te dije OCHO años?, he traficado droga desde pequeña, se cómo encontrarla.

- ¿Qué tan pequeña?

- diez años.- sonrió, orgullosa.

- vaya, ¿no quieres salir de aquí?- negó.

- me importa una mierda en donde esté. ¿Gustas?- sacó unas pastillas.

- no…gracias…- ella las tragó y rodeo los ojos.

- que eres un marica, ¿de verdad te drogabas? O solo tomaste bastantes pastillas para la cabeza.- rió. No entendí muy bien lo que quiso decir.

- quisiera no haberlo hecho…- baje la mirada.

- pues, ¿Cuántos años tienes, niñato?

- dieciséis ¿y tú?

- diecinueve.

- vaya, te ves bastante más grande.- sonrió.

- ya lo sé, ¿no es genial?- me encogí de hombros. –apenas eres un pequeño, ¿Qué crees que se sentirá pasar casi toda tu adolescencia encerrado, sin familia y sin amor?

- no será nada del otro mundo…toda mi vida ha sido así.- frunció el ceño.

- no te lo creo, ¿entonces, quien te trajo aquí?

-  mi mamá.

- ¿lo ves? Ella te quiere. No intentes impresionarme.

- no intento impresionarte, te digo la verdad. ¿Ves esto?- levante mi playera.

- ¿pero qué mierda te ha pasado? Estas en los huesos, niño y…todos esos golpes…

- fue mi papá…- ella me miro, sorprendida.

- ¿de verdad? No puedo creerlo, ¿Cómo es que le importas tan poco?

- no lo sé…

- ¿te duele?- negué.


- ya no, fue de hace semanas eso.

- hum, ¿y no tienes hambre?...vaya, es que estas tan flaco, podría rodear tu cuerpo con tan solo una mano.- claramente exageraba, yo no me veía tan delgado.

- no juegues, ¿de verdad me veo tan mal?- ella asintió, tocando, como Tom lo hacía, todo mi cuerpo con sus manos.

- es que, puedo contar tus huesos, y esos moretones son gracias a tus huesos, necesitan más espacio y te están perforando.- me mire, no sabía si de verdad era por eso.

- ¿en serio? ¿Cómo lo sabes?

- papá era nutriólogo o algo parecido, nunca me importo mucho su trabajo pero me llego a platicar algunas cosas.- toco mi espalda haciendo que me irguiera. –es que eres carne para animales, ¿tu papá nunca te vio?

- supongo que sí, pero nunca le importa…

- ¡EN UN MINUTO COMENZAMOS LA ACTIVIDAD 54!

- ¿Qué es eso?- pregunté.

- ahora te lo explicarán, será mejor que nos levantemos y vayamos.- eso hicimos, ella me detuvo. -¿Cómo te llamas?

- Bill… ¿tu?

- Cinthya.- sonrió.