capitulo 33

Sus palabras pudieron curar cualquier dolor que sentí nunca, pudieron curar ese pasado, pudieron perdonar al papá de Boris, pudieron borrar el dolor, el rencor, la tristeza y la soledad. Sentí esas palabras llegar a mi alma y purificarla, y sus caricias en mi nuca, me hicieron poder devolverme las ganas de seguir luchando por poner a mi papá orgulloso.

Esos segundos en los que su mano se movió, dando pequeñas caricias en mi nuca, fueron realmente valiosos para mi, pues él había tenido un poco de afecto conmigo.

Papá se separo de mí y me miro a los ojos.

- ¿te sientes mal?- realmente después de esto ya no le prestaba mucha atención a mi dolor, pero de verdad sentía molestias ahí abajo. Asentí. –Vamos, que te llevo al urólogo.- quitó a Arabelle de mis manos  y se encamino a la puerta, yo le seguí.

Subimos al auto, papá no hablaba en el camino, estaba serio, sin alguna expresión más que seriedad en su cara. Al llegar ahí, papá saco las llaves del auto y salió del mismo, abrí la puerta con mi hermana y salí, siguiendo a papá, que se detuvo hasta que yo llegue a su lado para seguir caminando.

No había ningún alma ahí dentro, por lo que una señorita nos atendió rápidamente.

- ¿tienen una cita reservada?- papá negó.

- no, necesito que revisen a mi hijo con urgencia.- ella me miro, haciendo que automáticamente bajara la mirada un poco apenado.

- está bien, hay un doctor disponible. Pasen por aquí, por favor.

- muchas gracias.- papá sonrió al igual que ella. Caminamos hasta llegar a un cuartito blanco por completo, ahí dentro había un doctor escribiendo sobre unas hojas azul cielo, al momento en el que ella se detuvo frente a él, la miro y saco sus anteojos, levantándose al tiro.

- buenas tardes.- hablaron por un pequeño rato, hasta que dejaron de hacerlo y ella salió de ahí. El nos miro. –Tomen asiento, por favor.- eso hicimos, papá cargo a Arabelle esta vez. - ¿Qué es lo que tienes?

- me…me duele mi orto…he sangrado demasiado…

- ¿lo tienes abierto?- mire a papá, en busca de ayuda, mas en sus ojos no podía ver algo que me dijera que lo haría.

- no se…

- ¿me dejarías revisarte?- asentí. –gracias, ¿Por qué no pasas a ese cuartito? Ahí hay algunas batas, usa la que mes te acomode.- asentí y me levante de la silla.

- gracias…- camine ahí dentro y sacando mi ropa con un poco de rapidez, me coloque la bata y salí. El doctor ya se ponía sus guantes de hule y caminaba hacia mí.

- ¿te incomoda que este tu padre aquí dentro?- mire a papá, que el también lo hacía, después de todo no iba a decir que lo hacía, pues papá al menos había intentado hacer algo bueno.

- …no…

- bueno, entonces ¿Qué te parece si empezamos?- asentí. -¿puedes recostarte ahí?- apunto la camilla. Camine lentamente hacía ella y me recosté, el se acerco a mí y coloco mis piernas sobre unas extrañas cosas de metal, era igual que en la casa de (tu nombre). -¿hace cuanto no vienes a un urólogo?

- ehh…nunca…bueno, una vez….

- ¿esta es la segunda?- asentí. –está bien. Voy a subir un poco tu bata, ¿sí?- volví a asentir, en la subió hasta mi cintura y abrió mis piernas lentamente. Mire su cara, que se puso un poco preocupada al verme. – Pero, ¿Qué es lo que te paso?- sentí vergüenza.

- …yo…me golpearon....- el asintió, seguro sin creerme mucho y con sus dedos me abrió un poco el  orto. –ahh…- gemí, apretando los dientes fuertemente.

- ¿con que te han golpeado? Esto se ve…se ve muy mal, es cuestión de abrirlo solo un centímetro y sale sangre.- dejo de hacer presión en él y saco sus dedos.

- es…me…- no sonrió no me lo dijo, pero en sus ojos pude saber que él había dado con lo que me pasaba.

- ¿han abusado de ti?- mis ojos se comenzaron a llenar de lágrimas mientras asentía. El miro a papá un poco preocupado; después volvió a mirarme a mí, lamiendo sus labios. – se ve muy mal, ¿te han metido cosas ahí dentro, cierto?

-…si…- el negó, un poco furioso. Sentí ese dolor otra vez y mire su cara, que mordía sus labios con nervios, abriéndolo un poco más, metió su dedo corazón dentro de mí, haciéndome sacar un pequeño y agudo grito y hacer que mi espalda se doblara, haciéndome saltar un poco. - ¡sácalo, sácalo!

- tranquilo, necesito revisar que todo esté bien ahí adentro.

- me haces daño…me duele…- sacó su dedo de mí y miro el guante, cerré los ojos un poco avergonzado.

- ¿has visto esto?- abrí los ojos, el doctor mostraba su dedo sangrado a papá.

- está sangrando mucho, ¿no es cierto?- el asintió, pero mordió su labio inferior después de eso.

- no es solo que este sangrando, ¿se da cuenta que la sangre está un poco espesa?

- ¿qué significa eso?- pregunte.

- ¿cuándo fue que abusaron de ti?

- ayer.- contesto al tiro papá.

- bueno, no quiero dar conclusiones tan pronto, me gustaría que en una semana vinieran para saber qué es lo que tiene tu hijo. Si apenas ayer le abrieron el esfínter, puede ser solo eso, no creo que sea nada malo.- papá asintió.

- está bien, en una semana venimos.- el doctor sonrió.

- bueno, puedes ir a cambiarte.- me miro y yo asentí, quitando mis piernas de ahí y entrando de nuevo a ese cuartito. Al salir, papá ya me esperaba de pie con Arabelle en sus brazos.

- muchas gracias, Doctor.

- no hay de qué, que tengan un buen día.

- y tu.- sonrió él y salimos de ahí. Papá de nuevo se quedaba en silencio, caminaba raídamente hasta el auto. Al llegar papá coloco a Arabelle cuidadosamente sobre mis brazos. Subimos al auto y regresamos a casa.

[…]

He estado dos meses en reposo, pues al parecer tengo una gran infección, el doctor me ha dicho que el medicamento que el papá de (tu nombre) me regalo me ayudo a que esta infección no se hiciera muy peligrosa.

Al saber mi papá que yo estaba por curarme completamente, ha perdido el interés nuevamente, pero no puedo negar que estos meses han sido de verdad los más significativos en toda mi vida, pues hay noches en las que papá duerme a mi lado, esperando que nada malo me pase. Parece preocupado por mi salud y eso me hace sentirme tan bien.

Esta mañana, papá trajo mi desayuno a la cama e increíblemente la comida era deliciosa. Agradezco tanto que mi papi por fin tenga este pequeño cariño por mí, pues de verdad me hacía mucha falta que no me golpeara y dijera groserías.

- niño, iré a trabajar, Anette y Arabelle se quedarán. Si necesitas algo solo pídeselo ¿está bien?- sonreí sin mostrar mis dientes y asentí.

- está bien…gracias…- el salió de la habitación. Tome mi libreta y comencé a escribir en ella.

By (tu nombre)

La escuela ha terminado por hoy, he recibido una llamada de papá, pero no pude contestar, pues aun estábamos en clases. Tome me mi celular y devolví la llamada.

- princesa, ¿Por qué no me has contestado?

- lo siento, aun estaba dentro de la escuela.

- ah, lo siento.

- no importa. ¿Para qué llamabas?

- ¿para qué llamo? (tu nombre), ¿al menos recuerdas lo que dijiste antes de irte?

- eh…no…

- dijiste que nos llamarías, no he visto una llamada tuya desde hace unas semanas.

- es que…todo esto es tan hermoso que lo olvide, Sam es tan lindo ¡deberías conocerlo!

- ¿Sam? No me digas que ya hay un nuevo hombre tratando de robar a mi niña.

- no- reí. –es mi hermano.

- que, ¿ahora le llaman así?- me carcajee.

- dime una cosa, ¿no crees que sería muy pronto tener un nuevo novio?

- eso no me lo preguntes a mí, eres tú la que termino con Frank y estuvo con Bill después de solo unas horas, ¿no es cierto?

- papá…con Bill fue diferente…Frank lo quería matar.

- no, no es diferente, la supuesta ternura de ese niño le gano a tu razón.- saco una risita en forma de suspiro.

- al parecer no fui a la única que “la supuesta ternura de ese niño”  le gano a mi razón, a la tuya también.

- ¿y tú qué diablos me crees, niña?- se carcajeo.

- papá, admite que has entendido lo que quise decir.

- ya, está bien, si le gano a la mía, es un niño muy valioso, ¿Cómo es que lo dejaste ir?

- ¡bueno, ya esta! Déjame en paz.

- lo siento, princesa. Bueno, tengo que cortar, ¿está bien?

- bueno, adiós.

- adiós, (tu nombre), sigue divirtiéndote y ¡no olvides llamarnos otra vez!

- sí, lo siento…y gracias ¡te amo!

- yo también te amo, niña y te extraño mucho.

- yo igual, y también a mamá.

- hablando de tu madre, ella te manda saludos, dice que te quiere mucho.

- devuélvele el mismo mensaje y dile que también la extraño.

- está bien, tengo que irme, adiós (tu nombre), te quiero.

- Adiós, papá.- cortó la línea. Guarde mi celular en el bolsillo de mi pantalón y camine en busca de Sam Lo mire a lo lejos, abrazando a un amigo; me acerque a ellos y se separaron, mirándome mientras sonreían.

- (tu nombre), el es André.- era alto, parecía más grande que Sam, su piel era muy blanca, sus ojos eran color miel y su cabello estaba rizado y rubio.

- hola, (tu nombre).- sonrió, tendiendo su mano. La tome sonriendo también.

- hola.

- el es un muy buen amigo mío.- se miraron sonriendo.

- ¿entonces nos vemos hoy, Sami?- pregunto André.

- no lo sé, eso espero.

- bueno, tengo que irme, cuídense.- sonrió y se dio la vuelta para irse.

Sam y yo caminamos de vuelta a su casa, no quise comer, me sentía con un poco de melancolía, lo cual, no sabía porque me pasaba, pero un pequeño nudo se apretaba en mi estomago. Subí a la recamara de Sam y salí al pequeño balcón, pues la vista era hermosa y encima la noche pasada cayo una pequeña lluvia de nieve y se miraba aun más lindo.

Sentí pequeñas caricias en la cintura que me hicieron dar un salto y virarme. Era Sam, que sonreía ampliamente.

- me has asustado.

- lo siento, eso era lo que esperaba.- lo mire incrédula. – ¿Por qué no quisiste comer?

- yo…solo no tengo hambre.

- no pienso creerte esa gran mentira.- cruzo sus brazos por mi estomago.

- pues deberías, porque no hay otra razón.

- ya, ¿Qué es lo que paso con Bill?

- ¿Bill?

- sí, te tiene preocupada por algo.

- no, Bill ya no me preocupa más.

- ¿enserio te crees que tu orgullo oculta muy bien lo que tu corazón siente?

- Sam… la verdad es que le extraño mucho.

- sí, ya lo sé. Se lo que sientes.

- ¿con Danny?

- bueno…si. Es ese sentimiento en el que a pesar de que intentas olvidarle, se hace tan grande que comienzas a preocuparte más por esa persona que por tu misma persona.- asentí.

- es que…yo no quise terminar con Bill.

- ¿entonces porque lo hiciste? Las drogas pudieron haberse vencido si los dos siguieran juntos.

- ¿eso crees?... Bill me dijo que él no quiso terminar con esto.

- tienes dos opciones: volver a Alemania y tratar de arreglar todo esto ó quedarte aquí y olvidarle, tener nuevas relaciones y buscarte la vida aquí.

- ¿Cuál debería escoger?

- esa ya no es cuestión mía, es solo tuya. Pregúntatelo a ti misma ¿Qué es lo que quieres para ti y para Bill? ¿Qué crees que sea lo mejor para los dos?- me dio un abrazo fuerte y un beso en el cuello para después irse a la cama.

By Bill

- Bill, ¿tienes hambre?- pregunto Anette. -¿quieres algo?

- no, muchas gracias.- sonreí. Ella se acerco y se sentó en la cama con Arabelle.

- ¿Cómo te sientes hoy?

- ya me siento mucho mejor, gracias.

- me siento muy feliz por eso, Bill. ¿Hoy iras con la psicóloga?

- no estoy muy seguro de que deba levantarme de la cama, me da miedo.

- ¿miedo?

- si…no quiero abrirme de nuevo, me duele.- ella sonrió.

- ¿Cómo te has sentido con ella?

- de verdad muy bien,  me ha ayudado mucho.

- me alegro.- acarició la cabeza de Arabelle. -¿Qué hay con la adicción?

- insisto que no es una adicción, pero…creo que esto consta de más tiempo.

- se que no soy tu madre, pero me preocupa que sigas con esto, te puede hacer muy mal.

- ya lo sé, pero también me hace bien, aun que no me lo creas.

- pues, de hecho, no voy a creerte, no me gusta que lo hagas.- me tomo el brazo. -¿ya viste lo que te hiciste?- mi brazo izquierdo parecía un gran hematoma. –y todo por inyectarte esa cosa.

- pero es que si lo probaras no te importaría un brazo así.

- no la probare nunca.- sonrió. –Bill, ¿puedo pedirte un favor?

- sí, ¿Qué es?

- iré a la tienda a comprar algunas cosas para comer, ¿podrías quedarte con Arabelle?

- claro que si.- sonreí y la tome en mis brazos.

- gracias, ahora vengo, no voy a tardar.

- está bien.- Anette salió por la puerta y Arabelle se quejo al escuchar el pequeño ruido de la puerta cerrarse. -¿Qué te pasa ahora? ¿Estás de mal humor?- me miro, abriendo los ojos grandes. Yo reí, pues parecía tener sueño.

- ¡Bill!

- ya, acuéstate un rato a mi lado.- le recosté en mi cama, de apoco fue cerrando sus ojos y sus suspiros salieron después de tan solo unos segundos. Acaricie su cabello hasta dejarla dormida por completo, mi celular resonó por mi recamara, lo tome lo puse en mi oído. -¿hola?

- Bill, ¿Cómo estas hermanito?

- hola, Tom...estoy bien ¿Cómo estas tu?

- bien, te llamo para decirte que te extraño.- sonreí.

- yo te extraño mucho, Tom. Necesito estar contigo.

- yo también. ¿Cómo te ha ido en la escuela?

- no he ido más que dos días, he estado enfermo. ¿Cómo te ha ido a ti?

- ¡pero son casi tres meses los que no has ido! ¿Qué es lo que te paso?

- no sé.- mentí. –pero tengo que estar en cama.

- no es por la droga, ¿verdad?

- no, claro que no.

- me alegra oír eso. Aprovechando el momento, ¿Cómo esta (tu nombre)?

- ella no está…

- ¿a qué te refieres?

- bueno, que se fue a Francia. Hemos terminado nuestra relación.

- no me jodas, ¿de verdad?

- sí, pero ella esta de maravilla allá…supongo, he pensado en mandarle una carta, tu sabes, pero no creo que eso funcione.

- hay, Bill…siento oír esto, pero seguro encontraras a alguien más.

- bueno, tienes razón.

- hermanito, ¿quieres oír una buena noticia?

- claro que sí, me encantaría.

- bueno, ¡que he conseguido una nueva audición para ti!

- ¡no te lo creo, dime la verdad!

- ¡en serio!

- Dios…no puedo creerlo… ¿Cómo es que te tomas la molestia?

-  ohh, vamos eso no importa.

- ¿Qué no importa?- esto me importaba más que solo adicionar. –vamos, Tom debes estar loco.

- no lo estoy- rió –espero que esta vez no falles y la hagamos juntos.

- ¿a qué te refieres con “juntos”?

- bueno que, me gustaría ayudarte con la guitarra.

- ¿sabes tocarla?

- sí. ¿Te gustaría?

- ¡¿estás loco?! ¡Me encantaría hacerla juntos!- se escucho la risa grave de Tom en la otra línea. Arabelle empezó a llorar fuertemente, me acerque a ella y la tome en brazos.

- ¿Quién es? ¿El bebé de papá?

- tu hermana, Tom.

- ahh, entiende que no lo es.

- lo es.

- bueno, no la quiero.

- vamos, Tom, deberías estar un día con ella, es tiernísima y ¿sabes qué?

- dime.

- ¡su primera palabra ha sido mi nombre! ¿Puedes creerlo?

- ¿en serio? Vaya, tienes suerte con los niños.- reí.

- cuando vengas quiero que estés con ella, cuando crezca luego no sabrá que eres nuestro hermano mayor.

- que eres gracioso, Bill. Tengo que irme, la audición es en dos días, mamá me llevará ¿está bien?

- bueno.

- cuídate, hermano, adiós.

- tu también, te quiero.- corte.