Los días de invierno se
acabaron, y ahora, la primavera puede sentirse en el ambiente; todo tiene más
color y mi humor se sentía completamente diferente, ahora me sentía un poco más
cómodo con todo. Este día me he decidido a ir a un lugar al que no había
concurrido desde hace un largo tiempo; al parecer estaba un poco más seguro de
lo que iba a hacer, creo que había llegado el momento de enfrentar algo que aun
no podía superar del todo.
Tomé mi bolso, y ya que Tom y
(tu nombre) no estaban, salí de la casa sin más, tomando las llaves de mi auto.
Me detuve en una luz roja, relajándome en el asiento, reflexionando; dejé un
largo suspiro salir de mis labios, pues de mis ojos querían salir pequeñas
lágrimas que no iba a permitir que lo hicieran… solo no quería volver a llorar.
La luz se tornó verde y rápidamente aceleré hacia mi destino, el que me ponía
los huesos helados y las piernas temblequeando fuertemente. Bajé del auto y
entré a ese lugar, caminando por fuerza, mirando el hermoso pasto verde a mí
alrededor… hasta que llegué ahí y mis piernas temblaron tan fuerte que no podía
mantenerme mucho en pie; me dejé caer al pasto de rodillas, con los ojos al
borde de las lágrimas, pero no las dejé salir.
- Hola, papi…- sonreí, acariciando
la placa con su nombre. –No te he
visitado porque aun no puedo creer que te fuiste de esa forma…; Me prometí
venir a verte cuando tu partida no me jodiera mucho, ¿pero sabes una cosa?...
aun me jode…
Mi voz comenzó a ser tan
distinta, tan cortante y temblorosa; si me jodía mucho aun su partida, pero
supongo que siempre iba a hacerlo, así que no había de otra más que superar el
dolor de esta forma… o no…
- ¿Sabes una cosa?, me propuse
leer tus escritos junto a ti… bueno, no sé, pensaba que hacer algo juntos por
primera vez no nos haría mal… al contrario.- sonreí.
Tomé mi bolso y lo abrí con
delicadeza, saqué la cajita de madera y la abrí con nerviosismo, mirando esa
libretita tan amarillenta que despedía un olor peculiar y muy conocido…el de
papá. Abrí la libreta y continué en la hoja en que me había quedado; tan solo faltaban
pocos escritos y se acababa.
- Bueno…- suspiré.
Un sentimiento difícil de definir
Desde que te has ido, he
sufrido de un sentimiento algo extraño; Arabelle siempre grita tu nombre,
haciéndome pensar en el pasado y casi sentirlo. Después de solo unas semanas,
Anette y Arabelle dicen extrañarte, dicen que quieren verte, quieren escucharte…
y Anette siempre me dice cosas tan lindas de ti, que de pronto me paro en el
pasado y pienso que ella tiene razón.
He estado hablando con alguien,
que me ha dicho el nombre del sentimiento que sentía… no es arrepentimiento, no
es decepción y tampoco tristeza, es un sentimiento que hace muchos años no
sentía por alguna razón, quizá porque sabía cómo afrontarlo, porque sé que las
personas siempre vuelven –claro, si no tienen tal orgullo como el tuyo- Y
cuando caí en la realidad, supe que jamás volverías, porque sabía que eras
feliz, que comenzabas a extender tus alas y no pensabas volver al nido en donde
creciste.
Y ese sentimiento golpeaba mi
pecho con fuerza… una vez más.
Me di cuenda de la verdad, de
que yo sentía algo por ti, ¡algo fuerte!, no era un simple sentimiento normal,
uno corriente…este era uno AUTENTICO… el sentimiento era el de echar de menos a
alguien…sí…te extraño, niño.
Jörg, tu papá.
Sonreí mientras sentía a mi
corazón latir con una fuerza impresionante; me sentí feliz; y comenzaba a
formarse una burbuja en donde solo estábamos papá y yo; hasta el sonido de los
pajaritos se había silenciado por completo.
El deterioro, una noticia algo espeluznante y el abandono.
Pasa que cada día me siento
más débil que antes, me siento enfermo, completamente mal. Entonces fuimos al
médico, para hacerme unos estudios; por una semana entera esperamos impacientes
los resultados, pues tu hermana quiere jugar con nosotros y por más que lo
intento, mi fuerza es tan poca que no puedo ni levantarla en mis brazos.
Llegaron los resultados a casa
y… tengo una enfermedad crónica llamada LUPUS. Vaya, me sentí derrotado,
estúpido, no lo sé, me sentí tan mal que tengo que confesarte que he llorado
por una noche entera y comencé a alejarme de Arabelle. Anette llamó a Tom,
diciéndole lo que me pasaba… yo escuchaba por la bocina del otro teléfono; el
lloraba, maldecía a la vida.
Pero supongo que siempre hay
un lado bueno, y es que, a pesar de no estar juntos en ningún momento de la
vida, lo hemos estado por medio de esta
libreta estúpida, en donde te confieso todo lo que a nadie le he confesado
en años, niño.
Estoy terminando con un
periodo de vida –si no es que toda mi vida.- y estoy feliz por nosotros, por
nuestra relación tan extraña.
Niño, este es un día para
felicitarnos a ambos, por tener el orgullo más grande del mundo. Nuestros corazones
forman uno, ¿sabes por qué?, porque yo soy la parte mala, la insensible y rencorosa,
y tú, eres la parte sensible y la parte que perdona los errores. Somos como
uno, y sí, yo tampoco me creo que sea yo quien diga esto, pero lo somos. Encima,
mira lo que he encontrado, ¿lo recuerdas?... vaya, yo no lo olvido.
Jörg, tu papá.
Había una imagen, estábamos los
dos dibujando en el suelo sobre unas hojas de colores –una azul y la otra
rosada- ambos dibujábamos con crayones negros. Me veía tan pequeño, no
recordaba ese día y me angustiaba mucho por eso; se miraba un gatito blanco
tras de nosotros, durmiendo.
¿Un padre que no siente orgullo?... bueno, al menos yo creo que no
existe
Antes quiero pedirte disculpas
por husmear en tus cosas, pero pasa que encontré tu diario, cerrado con un
candadito tan idiota que lo pude abrir con una mínima fuerza. Ahí dentro
escribías cosas realmente interesantes, algunas dedicadas a mí, algunas de
cuando estabas cabreado conmigo, unas hojas en donde platicabas de la vida de
una persona desconocida –seguro un personaje de esos tuyos.- y encontré uno
donde decías que me querías a pesar de que yo no lo hacía contigo.
Lloré por unos largos minutos.
Hijo… vaya, te admiro
demasiado; eres una persona fuerte y con un gran corazón; eres una persona a la
que vale la pena conocer. Y quizá esto no lo esperabas, pues no suelo ser muy
fanático de mostrar lo que siento como tú, pero estoy orgulloso de ti, estoy
completamente orgulloso de la persona que eres, ¡por ti mismo!, porque yo no
estuve contigo nunca, ¡TU TE HAS FORMADO SOLO!
Eres el pequeño de mis
gemelos, y sin duda tienes la sabiduría de alguien adulto… te quiero, hijo.
Jörg, tu papá.
Esta hoja no tenía título ni
fecha, estaba tan diferente a las otras; el contenido no parecía tan viejo.
Perdóname hijo, perdóname por
todo, ¡perdóname por no quererte, por golpearte, por maldecirte, PERDONAME POR
TODO, BEBÉ!
Eres el hijo que todos
querrían tener… tu corazón ya no sirve, ya no palpita más… y todo ha sido culpa
de este viejo tan amargado y sin corazón. Siento haberte hecho pasar una vida
tan horrible…
Pequeño, estoy tan orgulloso
de ti… te amo, Bill, ¡te adoro!
Te ama: Jörg, tu papá.
Comencé a llorar, pero aun
así, le di la vuelta a la hoja… ya no había nada, solo la pasta tan delgada de
la misma libreta. Pero atrás, había una bolsita rosada de terciopelo; mis manos
temblaron al presenciar ese olor a loción para bebé. La abrí con delicadeza y
miré ahí adentro; saqué su contenido, era una pequeña pila de fotografías, una
cajita de plástico delgada y una bolsita de plástico negra.
Dentro de la bolsita negra, habían
dos calcetines blancos que usé algún día cuando era un crío; estaban
impregnados de ese olor tan peculiar y delicioso. Abrí la cajita de plástico,
en donde había una cadenita de oro con un Cristo; detrás de él estaba mi nombre
grabado, con la fecha “1991/03/marzo.”; tomé
la pila de fotografías, en todas ellas parecía estar despistado, pero algo
extraño, era que las fotografías tenían un orden cronológico, desde que era un
niño, en casa de los abuelos, hasta los 17, en nuestra casa.
Mis lágrimas no podían parar,
porque él se tomó el tiempo de tomarme las fotografías, mientras yo quizá en
esos momentos pensaba que él había sido el peor padre del mundo… y hoy me daba
cuenta de que mis pensamientos siempre habían estado equivocados… él no era el
peor papá del mundo.
- Eres el mejor papá del mundo…-
dije, mirando su tumba, inmóvil. – Prométeme que siempre vas a estar con
nosotros; me haces mucha falta, papi… te extraño tanto, Arabelle no deja de
preguntar por ti y me duele saber que nunca vas a volver… nunca tuviste que
haber muerto así…
Tal vez era que estaba un poco
sensible y comenzaba a alucinar; pero lo sentí tras de mí, tomando mis hombros
con delicadeza. No me atreví a virarme, sentía algo de miedo, pero algo me
decía que era él, que se estaba despidiendo de mí.
- Te quiero papá… por favor,
quédate a mi lado siempre… no te vayas hasta que sea mi hora, por favor, papi…-
saqué mis lágrimas mientras guardaba todo dentro de la caja otra vez. Me levanté
del pasto y miré ahí otra vez. –Te amo, viejo gruñón…- sonreí, dándole le
espalda, caminando lejos de ahí.
[…]
- Nunca lo habría podido hacer
yo, Bill.- dijo Sam.
- Tenía que hacerlo… pero
ahora supongo que él estará conmigo siempre.
- Te admiro mucho, Bill; eres una
persona con mucha valentía.
- No lo creo…
- Por favor, Bill, has hecho
demasiado en solo unos años.
- Pero por ello perdí a mis
amigos.- él negó.
- Los amigos vienen y van, y
solo en los momentos difíciles te das cuenta de quiénes son tus amigos
realmente.
- ¿Quieres decir que Andy y
Gustav no son mis amigos de verdad?- sonrió con amplitud.
- Pues no lo creo, porque
ellos están siempre contigo.
- Se enojaron conmigo…-
sonrió, nervioso. -¿Qué, qué pasa?
- No, nada; quiero decir que,
vamos, recuerda que las peleas siempre son esenciales en una amistad.
- Tienes razón.
- ¿Qué me dices de las
canciones?, si me dejas decirlo, creo que tienes una preciosa voz.- me sonrojé.
- Pues gracias.- sonreí. –Y hace
unos días concluí una; mi hermano la está acomodando con la música junto a
Georg.
- Me alegro, tienes una
capacidad extrema para escribir.
- Pero solo escribo de mi vida
y lo que siento.
- Un buen músico escribe solo
de él y para él- sonreí.
- Sabes, yo te admiro a ti
demasiado, Samuel.- reímos.
- Pero, ¿por qué?
- Eres el perfecto ejemplo de
las etiquetas son completamente estúpidas; eres una persona completamente
agradable.
- Y tú el perfecto ejemplo de
que aun hay personas con buenos sentimientos en el mundo; encima de que has
vivido una infancia de mierda, tienes unos sentimientos dignos de admirar. No
me lo tomes a mal, pero debo aceptar que te quiero mucho, Bill.- sonreí.
- No hay porque tomármelo a
mal, yo también te quiero.- me dio un abrazo pequeño y después me miró,
mordiendo sus labios.
- Bajemos, hice algo de
comer.- sonrió y yo asentí.
Bajamos las escaleras con
rapidez, pues Sam me tomaba la mano con fuerza y bajaba a pasos largos y
rápidos. Al llegar a la planta baja, mi corazón y mi pecho sufrieron punzadas
de nostalgia, felicidad y confusión; ahí estaban Andy y Gustav, platicando con
Danny, Tom, (tu nombre), Boris e increíblemente Adam también.
- ¡Hey, que ya ha bajado!-
gritó Sam; todos miraron, sonriendo, y los primeros en levantarse fueron mis
amigos; mi sonrisa se agrandó al mirar que ellos también lo hacían.
- Amigo… lo siento…- Andy me
dio un abrazo fuerte; el mismo que yo respondí con más fuerza aún. –Estaba celoso,
pero lo estaba porque te quiero y no quiero perderte.
- Nunca me habrías perdido
aunque eso quisieras.- río. Nos separamos y Gustav, con nerviosismo, se acercó
a mí.
- No quise juzgarte… estas
enamorado, ¿no?- asentí. –Y yo sé que los hombres actuamos estúpidos al
estarlo.- me abrazó, un abrazo pequeño y corto, en el cual se separó casi al
segundo.
- Sí, eso creo, Gus.- sonreí.
Adam se levantó, cabizbajo,
abrazando su cuerpo con sus delgados brazos; me miró por unos segundos sin
hablar, así que me decidí a ser yo quien hablara.
- Nunca creí verte de esta
forma.- dije sin sonreír, mirando su cuerpo por completo.
- ¿Así cómo?- sonrió,
mirándome.
- Tan nervioso.- negó.
- Lo siento, Bill… por hacerte
todo eso durante todos esos años; también siento haber planeado con Frank el…
- ¿El qué?- tragó pesado.
- Bueno… planeamos prenderte
en fuego…- lo miré asustado.
- ¿Qué?
- Nunca me habría atrevido, lo
juro… no te odio tanto para hacerte sufrir de esa forma.- sonreí.
- Pues tú tampoco me
desagradas tanto ahora.- sonrió, lamiendo sus labios.
- ¿Puedo decirte algo?
- Sí, dime.
- Te…T-te admiro…
- ¿En serio?
- Sí, eres fuerte, marica.-
río.
[…]
Ahora estoy sobre un árbol y
por alguna razón mi sonrisa no se va de mis labios; estoy feliz, completamente
feliz. Siento a mi lado su compañía y me viro para mirarla mejor; tomo su mano
para ayudarle a subir más pronto, ella sonríe.
- Me encanta esa sonrisa, la
que te sale sin forzarla.
- Últimamente mi vida ha
tomado un rumbo nuevo.
- Me agrada.- sonrió. - ¿Será
bueno para ti?
- Oh, no solo para mí, para
ambos, linda.
- ¿Para los dos?
- Sí, seremos más felices que
antes.
- ¿Acaso eso se puede?-
acaricié su mejilla.
- Humm… ¿quisieras correr el
riesgo?
- Si lo hacemos juntos,
entonces sí.
- Lo haremos juntos.
- Bueno, entonces estoy
preparada para correr cualquier riesgo.
- Y yo también, siempre que
estemos de la mano.- entrelazamos nuestros dedos.
- Siempre que estemos
enamorados, ¿cierto?- asentí.
- ¿Crees que tu amor por mí
sea eterno?
- No lo creo, lo sé.- sonreí.
- El mío por ti también, linda…-
suspiré. –tenemos una sorpresa para ti.
- ¿Quiénes?
- Tokio Hotel.- me miró
sorprendida.
- ¿¡Entonces vuelven?!
- Si nos va bien…eso creo.-
sonreí.
- Estoy tan orgullosa de mi
Billy.
- Y yo de mi princesa.- besé
su mejilla. –Bajemos ahora, creo que está preparado todo.
Al llegar a la sala, Tom usaba
la guitarra Fender electroacústica; Georg usaba su bajo rojo y Gustav una caja.
Sonreí y me acerqué a ellos, que al tiro comenzaron a tocar.
- I hate my life, i can’t,
sit still for one more single day, i’ve been here waiting for something to live
and die for…
Me sentía completamente vivo
al cantar una vez más, con la banda, con mis amigos y mi hermano; me sentía
ligeramente más joven e ingenuo… me encantaba. Volvía a una parte de mi pasado
que sin duda nunca tuve que haber dejado.
- ¡Me encanta, me encanta!-
gritó mi princesa, corriendo hacia mí, dando un beso en mis labios, con
ternura. – cantas precioso, Billy, te amo.
- Yo te amo más.- susurré en
su oído.
Había concluido con una gran
parte de mi vida, me estaba volviendo un lobo, ya no era más un cachorro que
huía de todo, ahora me convertía en un joven lobo que comenzaba a valerse por sí
mismo, que ya no le temía a las cosas que solía temerle; comenzaba a hacerle
compañía a una manada de lobos que me acompañaban en mi túnel… ya no estaba más
solo; y ahora comenzaba a hacerme una pregunta que quizá nunca tuvo o tendrá
una respuesta.
Estuve con los ojos vendados
por mucho tiempo, alejándome de todo lo que me hacía bien y tragándome lo que
me hacía mal; no me daba cuenta de cuan afortunado era, porque nunca abrí los
ojos a la verdad, nunca me puse a analizar mi vida en un día, nunca vi lo
realmente hermoso en mi vida. Siempre creí que estaba solo, sin la compañía de
alguien… y era aquí cuando me preguntaba a mi mismo:
¿De verdad alguna vez estuve
solo…?
siento no haber podido comentar en los anteriores capitulos, pero como siempre esta genial!! y me encanta,
ResponderEliminarte explico el porque:tienen razon cuando dicen que las blackberrys son una mierda y que no sirven para nada, ni para comentar en las fic´s pero ya cogi el ordenador y te dejo el comentario
ME ENCANTA!!! ESCRIBES GENIAL Y NUNCA ME CANSARÉ DE DECIRLO!! :)
Un saludo