miércoles, 11 de julio de 2012

capitulo 102


Los días de invierno se acabaron, y ahora, la primavera puede sentirse en el ambiente; todo tiene más color y mi humor se sentía completamente diferente, ahora me sentía un poco más cómodo con todo. Este día me he decidido a ir a un lugar al que no había concurrido desde hace un largo tiempo; al parecer estaba un poco más seguro de lo que iba a hacer, creo que había llegado el momento de enfrentar algo que aun no podía superar del todo.

Tomé mi bolso, y ya que Tom y (tu nombre) no estaban, salí de la casa sin más, tomando las llaves de mi auto. Me detuve en una luz roja, relajándome en el asiento, reflexionando; dejé un largo suspiro salir de mis labios, pues de mis ojos querían salir pequeñas lágrimas que no iba a permitir que lo hicieran… solo no quería volver a llorar. La luz se tornó verde y rápidamente aceleré hacia mi destino, el que me ponía los huesos helados y las piernas temblequeando fuertemente. Bajé del auto y entré a ese lugar, caminando por fuerza, mirando el hermoso pasto verde a mí alrededor… hasta que llegué ahí y mis piernas temblaron tan fuerte que no podía mantenerme mucho en pie; me dejé caer al pasto de rodillas, con los ojos al borde de las lágrimas, pero no las dejé salir.

- Hola, papi…- sonreí, acariciando la placa con su  nombre. –No te he visitado porque aun no puedo creer que te fuiste de esa forma…; Me prometí venir a verte cuando tu partida no me jodiera mucho, ¿pero sabes una cosa?... aun me jode…

Mi voz comenzó a ser tan distinta, tan cortante y temblorosa; si me jodía mucho aun su partida, pero supongo que siempre iba a hacerlo, así que no había de otra más que superar el dolor de esta forma… o no…

- ¿Sabes una cosa?, me propuse leer tus escritos junto a ti… bueno, no sé, pensaba que hacer algo juntos por primera vez no nos haría mal… al contrario.- sonreí.

Tomé mi bolso y lo abrí con delicadeza, saqué la cajita de madera y la abrí con nerviosismo, mirando esa libretita tan amarillenta que despedía un olor peculiar y muy conocido…el de papá. Abrí la libreta y continué en la hoja en que me había quedado; tan solo faltaban pocos escritos y se acababa.

- Bueno…- suspiré.

Un sentimiento difícil de definir

Desde que te has ido, he sufrido de un sentimiento algo extraño; Arabelle siempre grita tu nombre, haciéndome pensar en el pasado y casi sentirlo. Después de solo unas semanas, Anette y Arabelle dicen extrañarte, dicen que quieren verte, quieren escucharte… y Anette siempre me dice cosas tan lindas de ti, que de pronto me paro en el pasado y pienso que ella tiene razón.

He estado hablando con alguien, que me ha dicho el nombre del sentimiento que sentía… no es arrepentimiento, no es decepción y tampoco tristeza, es un sentimiento que hace muchos años no sentía por alguna razón, quizá porque sabía cómo afrontarlo, porque sé que las personas siempre vuelven –claro, si no tienen tal orgullo como el tuyo- Y cuando caí en la realidad, supe que jamás volverías, porque sabía que eras feliz, que comenzabas a extender tus alas y no pensabas volver al nido en donde creciste.

Y ese sentimiento golpeaba mi pecho con fuerza… una vez más.

Me di cuenda de la verdad, de que yo sentía algo por ti, ¡algo fuerte!, no era un simple sentimiento normal, uno corriente…este era uno AUTENTICO… el sentimiento era el de echar de menos a alguien…sí…te extraño, niño.

Jörg, tu papá.

Sonreí mientras sentía a mi corazón latir con una fuerza impresionante; me sentí feliz; y comenzaba a formarse una burbuja en donde solo estábamos papá y yo; hasta el sonido de los pajaritos se había silenciado por completo.

El deterioro, una noticia algo espeluznante y el abandono.

Pasa que cada día me siento más débil que antes, me siento enfermo, completamente mal. Entonces fuimos al médico, para hacerme unos estudios; por una semana entera esperamos impacientes los resultados, pues tu hermana quiere jugar con nosotros y por más que lo intento, mi fuerza es tan poca que no puedo ni levantarla en mis brazos.

Llegaron los resultados a casa y… tengo una enfermedad crónica llamada LUPUS. Vaya, me sentí derrotado, estúpido, no lo sé, me sentí tan mal que tengo que confesarte que he llorado por una noche entera y comencé a alejarme de Arabelle. Anette llamó a Tom, diciéndole lo que me pasaba… yo escuchaba por la bocina del otro teléfono; el lloraba, maldecía a la vida.
Pero supongo que siempre hay un lado bueno, y es que, a pesar de no estar juntos en ningún momento de la vida, lo hemos estado por medio de esta  libreta estúpida, en donde te confieso todo lo que a nadie le he confesado en años, niño.

Estoy terminando con un periodo de vida –si no es que toda mi vida.- y estoy feliz por nosotros, por nuestra relación tan extraña.

Niño, este es un día para felicitarnos a ambos, por tener el orgullo más grande del mundo. Nuestros corazones forman uno, ¿sabes por qué?, porque yo soy la parte mala, la insensible y rencorosa, y tú, eres la parte sensible y la parte que perdona los errores. Somos como uno, y sí, yo tampoco me creo que sea yo quien diga esto, pero lo somos. Encima, mira lo que he encontrado, ¿lo recuerdas?... vaya, yo no lo olvido.

Jörg, tu papá.

Había una imagen, estábamos los dos dibujando en el suelo sobre unas hojas de colores –una azul y la otra rosada- ambos dibujábamos con crayones negros. Me veía tan pequeño, no recordaba ese día y me angustiaba mucho por eso; se miraba un gatito blanco tras de nosotros, durmiendo.

¿Un padre que no siente orgullo?... bueno, al menos yo creo que no existe

Antes quiero pedirte disculpas por husmear en tus cosas, pero pasa que encontré tu diario, cerrado con un candadito tan idiota que lo pude abrir con una mínima fuerza. Ahí dentro escribías cosas realmente interesantes, algunas dedicadas a mí, algunas de cuando estabas cabreado conmigo, unas hojas en donde platicabas de la vida de una persona desconocida –seguro un personaje de esos tuyos.- y encontré uno donde decías que me querías a pesar de que yo no lo hacía contigo.

Lloré por unos largos minutos.

Hijo… vaya, te admiro demasiado; eres una persona fuerte y con un gran corazón; eres una persona a la que vale la pena conocer. Y quizá esto no lo esperabas, pues no suelo ser muy fanático de mostrar lo que siento como tú, pero estoy orgulloso de ti, estoy completamente orgulloso de la persona que eres, ¡por ti mismo!, porque yo no estuve contigo nunca, ¡TU TE HAS FORMADO SOLO!

Eres el pequeño de mis gemelos, y sin duda tienes la sabiduría de alguien adulto… te quiero, hijo.

Jörg, tu papá.

Esta hoja no tenía título ni fecha, estaba tan diferente a las otras; el contenido no parecía tan viejo.

Perdóname hijo, perdóname por todo, ¡perdóname por no quererte, por golpearte, por maldecirte, PERDONAME POR TODO, BEBÉ!

Eres el hijo que todos querrían tener… tu corazón ya no sirve, ya no palpita más… y todo ha sido culpa de este viejo tan amargado y sin corazón. Siento haberte hecho pasar una vida tan horrible…

Pequeño, estoy tan orgulloso de ti… te amo, Bill, ¡te adoro!

Te ama: Jörg, tu papá.

Comencé a llorar, pero aun así, le di la vuelta a la hoja… ya no había nada, solo la pasta tan delgada de la misma libreta. Pero atrás, había una bolsita rosada de terciopelo; mis manos temblaron al presenciar ese olor a loción para bebé. La abrí con delicadeza y miré ahí adentro; saqué su contenido, era una pequeña pila de fotografías, una cajita de plástico delgada y una bolsita de plástico negra.

Dentro de la bolsita negra, habían dos calcetines blancos que usé algún día cuando era un crío; estaban impregnados de ese olor tan peculiar y delicioso. Abrí la cajita de plástico, en donde había una cadenita de oro con un Cristo; detrás de él estaba mi nombre grabado, con la fecha “1991/03/marzo.”; tomé la pila de fotografías, en todas ellas parecía estar despistado, pero algo extraño, era que las fotografías tenían un orden cronológico, desde que era un niño, en casa de los abuelos, hasta los 17, en nuestra casa.

Mis lágrimas no podían parar, porque él se tomó el tiempo de tomarme las fotografías, mientras yo quizá en esos momentos pensaba que él había sido el peor padre del mundo… y hoy me daba cuenta de que mis pensamientos siempre habían estado equivocados… él no era el peor papá del mundo.

- Eres el mejor papá del mundo…- dije, mirando su tumba, inmóvil. – Prométeme que siempre vas a estar con nosotros; me haces mucha falta, papi… te extraño tanto, Arabelle no deja de preguntar por ti y me duele saber que nunca vas a volver… nunca tuviste que haber muerto así…

Tal vez era que estaba un poco sensible y comenzaba a alucinar; pero lo sentí tras de mí, tomando mis hombros con delicadeza. No me atreví a virarme, sentía algo de miedo, pero algo me decía que era él, que se estaba despidiendo de mí.

- Te quiero papá… por favor, quédate a mi lado siempre… no te vayas hasta que sea mi hora, por favor, papi…- saqué mis lágrimas mientras guardaba todo dentro de la caja otra vez. Me levanté del pasto y miré ahí otra vez. –Te amo, viejo gruñón…- sonreí, dándole le espalda, caminando lejos de ahí.

[…]

- Nunca lo habría podido hacer yo, Bill.- dijo Sam.

- Tenía que hacerlo… pero ahora supongo que él estará conmigo siempre.

- Te admiro mucho, Bill; eres una persona con mucha valentía.

- No lo creo…

- Por favor, Bill, has hecho demasiado en solo unos años.

- Pero por ello perdí a mis amigos.- él negó.

- Los amigos vienen y van, y solo en los momentos difíciles te das cuenta de quiénes son tus amigos realmente.

- ¿Quieres decir que Andy y Gustav no son mis amigos de verdad?- sonrió con amplitud.

- Pues no lo creo, porque ellos están siempre contigo.

- Se enojaron conmigo…- sonrió, nervioso. -¿Qué, qué pasa?

- No, nada; quiero decir que, vamos, recuerda que las peleas siempre son esenciales en una amistad.

- Tienes razón.

- ¿Qué me dices de las canciones?, si me dejas decirlo, creo que tienes una preciosa voz.- me sonrojé.

- Pues gracias.- sonreí. –Y hace unos días concluí una; mi hermano la está acomodando con la música junto a Georg.

- Me alegro, tienes una capacidad extrema para escribir.

- Pero solo escribo de mi vida y lo que siento.

- Un buen músico escribe solo de él y para él- sonreí.

- Sabes, yo te admiro a ti demasiado, Samuel.- reímos.

- Pero, ¿por qué?

- Eres el perfecto ejemplo de las etiquetas son completamente estúpidas; eres una persona completamente agradable.

- Y tú el perfecto ejemplo de que aun hay personas con buenos sentimientos en el mundo; encima de que has vivido una infancia de mierda, tienes unos sentimientos dignos de admirar. No me lo tomes a mal, pero debo aceptar que te quiero mucho, Bill.- sonreí.

- No hay porque tomármelo a mal, yo también te quiero.- me dio un abrazo pequeño y después me miró, mordiendo sus labios.

- Bajemos, hice algo de comer.- sonrió y yo asentí.

Bajamos las escaleras con rapidez, pues Sam me tomaba la mano con fuerza y bajaba a pasos largos y rápidos. Al llegar a la planta baja, mi corazón y mi pecho sufrieron punzadas de nostalgia, felicidad y confusión; ahí estaban Andy y Gustav, platicando con Danny, Tom, (tu nombre), Boris e increíblemente Adam también.

- ¡Hey, que ya ha bajado!- gritó Sam; todos miraron, sonriendo, y los primeros en levantarse fueron mis amigos; mi sonrisa se agrandó al mirar que ellos también lo hacían.

- Amigo… lo siento…- Andy me dio un abrazo fuerte; el mismo que yo respondí con más fuerza aún. –Estaba celoso, pero lo estaba porque te quiero y no quiero perderte.

- Nunca me habrías perdido aunque eso quisieras.- río. Nos separamos y Gustav, con nerviosismo, se acercó a mí.

- No quise juzgarte… estas enamorado, ¿no?- asentí. –Y yo sé que los hombres actuamos estúpidos al estarlo.- me abrazó, un abrazo pequeño y corto, en el cual se separó casi al segundo.

- Sí, eso creo, Gus.- sonreí.

Adam se levantó, cabizbajo, abrazando su cuerpo con sus delgados brazos; me miró por unos segundos sin hablar, así que me decidí a ser yo quien hablara.

- Nunca creí verte de esta forma.- dije sin sonreír, mirando su cuerpo por completo.

- ¿Así cómo?- sonrió, mirándome.

- Tan nervioso.- negó.

- Lo siento, Bill… por hacerte todo eso durante todos esos años; también siento haber planeado con Frank el…

- ¿El qué?- tragó pesado.

- Bueno… planeamos prenderte en fuego…- lo miré asustado.

- ¿Qué?

- Nunca me habría atrevido, lo juro… no te odio tanto para hacerte sufrir de esa forma.- sonreí.

- Pues tú tampoco me desagradas tanto ahora.- sonrió, lamiendo sus labios.

- ¿Puedo decirte algo?

- Sí, dime.

- Te…T-te admiro…

- ¿En serio?

- Sí, eres fuerte, marica.- río.

[…]

Ahora estoy sobre un árbol y por alguna razón mi sonrisa no se va de mis labios; estoy feliz, completamente feliz. Siento a mi lado su compañía y me viro para mirarla mejor; tomo su mano para ayudarle a subir más pronto, ella sonríe.

- Me encanta esa sonrisa, la que te sale sin forzarla.

- Últimamente mi vida ha tomado un rumbo nuevo.

- Me agrada.- sonrió. - ¿Será bueno para ti?

- Oh, no solo para mí, para ambos, linda.

- ¿Para los dos?

- Sí, seremos más felices que antes.

- ¿Acaso eso se puede?- acaricié su mejilla.

- Humm… ¿quisieras correr el riesgo?

- Si lo hacemos juntos, entonces sí.

- Lo haremos juntos.

- Bueno, entonces estoy preparada para correr cualquier riesgo.

- Y yo también, siempre que estemos de la mano.- entrelazamos nuestros dedos.

- Siempre que estemos enamorados, ¿cierto?- asentí.

- ¿Crees que tu amor por mí sea eterno?

- No lo creo, lo sé.- sonreí.

- El mío por ti también, linda…- suspiré. –tenemos una sorpresa para ti.

- ¿Quiénes?

- Tokio Hotel.- me miró sorprendida.

- ¿¡Entonces vuelven?!

- Si nos va bien…eso creo.- sonreí.

- Estoy tan orgullosa de mi Billy.

- Y yo de mi princesa.- besé su mejilla. –Bajemos ahora, creo que está preparado todo.

Al llegar a la sala, Tom usaba la guitarra Fender electroacústica; Georg usaba su bajo rojo y Gustav una caja. Sonreí y me acerqué a ellos, que al tiro comenzaron a tocar.

- I hate my life, i can’t, sit still for one more single day, i’ve been here waiting for something to live and die for…

Me sentía completamente vivo al cantar una vez más, con la banda, con mis amigos y mi hermano; me sentía ligeramente más joven e ingenuo… me encantaba. Volvía a una parte de mi pasado que sin duda nunca tuve que haber dejado.

- ¡Me encanta, me encanta!- gritó mi princesa, corriendo hacia mí, dando un beso en mis labios, con ternura. – cantas precioso, Billy, te amo.

- Yo te amo más.- susurré en su oído.

Había concluido con una gran parte de mi vida, me estaba volviendo un lobo, ya no era más un cachorro que huía de todo, ahora me convertía en un joven lobo que comenzaba a valerse por sí mismo, que ya no le temía a las cosas que solía temerle; comenzaba a hacerle compañía a una manada de lobos que me acompañaban en mi túnel… ya no estaba más solo; y ahora comenzaba a hacerme una pregunta que quizá nunca tuvo o tendrá una respuesta.

Estuve con los ojos vendados por mucho tiempo, alejándome de todo lo que me hacía bien y tragándome lo que me hacía mal; no me daba cuenta de cuan afortunado era, porque nunca abrí los ojos a la verdad, nunca me puse a analizar mi vida en un día, nunca vi lo realmente hermoso en mi vida. Siempre creí que estaba solo, sin la compañía de alguien… y era aquí cuando me preguntaba a mi mismo:

¿De verdad alguna vez estuve solo…?


1 comentario:

  1. siento no haber podido comentar en los anteriores capitulos, pero como siempre esta genial!! y me encanta,
    te explico el porque:tienen razon cuando dicen que las blackberrys son una mierda y que no sirven para nada, ni para comentar en las fic´s pero ya cogi el ordenador y te dejo el comentario
    ME ENCANTA!!! ESCRIBES GENIAL Y NUNCA ME CANSARÉ DE DECIRLO!! :)
    Un saludo

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