Salí del baño con una toalla
en mi cintura -(Tu nombre) se había duchado ya- y caminé hacia el armario,
abriendo los cajones de madera para tomar mi ropa interior. Sentí sus manos en
mi espalda y me viré para mirarle; usaba un pantalón color aqua parchado con
flores rosa pálido; una blusa café holgada con las mangas tan largas que
cubrían parte de sus manos; y unos tacones cafés altos, con los que podía
llegar hasta mi mejilla.
- Que linda.- sonreí, mirando
su rostro. Ella río en lo bajo.
- No tanto como tú, solo mira
lo lindo que te vez con esa toalla.- se carcajeo.
- Que mala eres, apenas me iba
a vestir, pero si quieres, podemos irnos así.
- Ya, lo siento- caminé al
baño y me encerré por un momento, mientras me colocaba mi ropa.
Yo usé una camiseta gris ajustada
y sobre ella un suéter rojo holgado, un pantalón de mezclilla negro y unos
botines negros. Me maquillé los ojos de negro y usé algo de máscara para mis
pestañas, pero esta vez, sin brillo en mis labios. Salí del baño y me coloqué
algo de loción.
- Creo que me equivoqué, te
ves más lindo así.- sonreí y me acerqué a ella, besando sus labios.
Fuimos a desayunar a un
restaurante cerca de la casa, (tu nombre) está algo callada, pero sabía que no
estaba incómoda, pues sus ojos brillaban con los míos, y una vez más, no
necesitamos de las palabras para disfrutar el tiempo juntos; me ponía realmente
feliz que nuestra relación fuera de esta forma.
- Los días no han sido muy
fáciles últimamente.- la miré, que clavaba la mirada en su vaso aun lleno.
- ¿A qué te refieres?
- He tenido problemas en el
trabajo.- dejé mis cubiertos y la miré con más concentración.
- ¿Problemas?- asintió.
-¿Cuáles?
- No lo sé.- dijo insegura.
–Pero creo que dejaré el trabajo, y así volvemos a Los Ángeles.
- ¿Qué?
- Sí, ¿no es lo que queremos?
- No… es decir… no entiendo
nada, (tu nombre), ¿por qué dejarás el trabajo?
- Solo ya no me llena, Bill-
suspiró. -, Ya no siento lo mismo que antes.
- No decidas esto tan pronto,
linda, tal vez es solo una mala pasada.- ella negó.
- No, lo he pensado desde
antes de mudarnos aquí.
- ¿Entonces por qué quisiste
mudarte?
- Creí que sería diferente,
que las rutinas cambiarían, pero no fue así, ¿entiendes?, siempre es la misma
rutina, siempre es hacer lo mismo todos los días.
- ¿Estás segura de que quieres
dejar tu trabajo, linda?, yo pienso que quizá estás un poco confundida.- negó.
- Nos quita mucho tiempo para
estar juntos. Pienso que puedo conseguir un trabajo que en realidad me llene,
¿sí?
- No será fácil dejar ir a
alguien como tú.- sonrió. -¿Has hablado ya con el personal?
- Humm, algo así.
- Linda, ¿por qué no me lo
dijiste antes?
- Creí… que ibas a enojarte
por hacerte venir aquí para regresar dos meses y medio después.
- Yo no me iba a enojar
contigo por eso, es decir, estás hablando con la persona más indecisa de
todas.- se carcajeo. –Y siempre voy a apoyarte en tus decisiones.
- Te amo demasiado, flaquito.-
besó mi mejilla.
[…]
Después de eso, (tu nombre) y
yo decidimos quedarnos lo que restaba del año en Nueva York, así estaríamos
juntos todos los días, los dos sin trabajo, juntos todo el día. Era divertido
estar con ella, e increíblemente pude saber más cosas de ella, cosas que no
sabía o ni siquiera imaginaba de ella; nos conocimos mucho más; yo le platiqué
cosas que tampoco sabía, cosas de papá y mamá.
By (tu nombre)
Pasados cuatro meses más, Bill
y yo conseguimos estar juntos completamente, salíamos todos los días y se
podría decir que conocimos Nueva York entero antes que Los Ángeles. Tuvimos una
fiesta con unos amigos que hicimos aquí, pero la realidad fue que los dos nos
aburrimos un poco y decidimos regresar a casa. Bill y yo caminamos abrazados
hasta la cama, en donde nos recostamos y nos besamos.
- Te amo, Billy…- dije besando
sus labios; él contestó mi beso, abrazándome con fuerza.
- Yo… te amo más…- sonrió.
Quité su playera y él quitó la mía.
Vi su cuerpo temblar. Podía
adorar su inseguridad al hacer esto y que después de todo no era su primera
vez. Estábamos desnudos, besándonos con delicadeza; Bill acariciaba mi cabello,
mirándome a los ojos, sin parpadear una sola vez; abrió mis piernas y tomó su
entrepierna, guiándola. Me miró a los ojos con miedo, con nervios, siempre
esperando que yo le diera la orden de que podía seguir.
- Billy…- me miró, con una
sonrisita. Yo asentí, dejando que lo hiciera. Él asintió también y abrió sus
piernas un poco, inclinándose hacia mí, mirándome a los ojos con miedo y de
pronto, sentí como entraba, con delicadeza.
Esta vez no me dolió tanto, y
sonreí, para hacérselo saber; él besó mis labios, y tomando mi cintura, se
acomodó con algo de dificultad, abriendo sus piernas y guiando su entrepierna,
pero aun mirando mis ojos, con nuestros pechos rozándose. Comenzó a moverse con
delicadeza y aceleraba al paso de los minutos; beso mis labios, pero en su
mirada podía ver algo de dolor.
- Te amo… linda…
- yo…yo te amo más…
- ahhh…- gimió, sin dejar de
moverse, apretando los ojos. –Es…espera, linda…- se detuvo; lo miré algo
preocupada, él suspiraba entrecortado, pero después de unos segundos volvió a
moverse.
- ¿Qué pasa, Billy?...- él me
miró, sonriendo, y negó.
- Nada…linda…humm…- tomó su
vientre bajo y cerró sus ojos.
Pegó su pecho al mío, hundiendo su frente en mi hombro, gimiendo de
una forma desesperada; nunca lo había escuchado tan agitado, pero no dije nada,
tal vez esta por la excitación, quizá no había nada de qué preocuparme; pero
sentí su cuerpo temblando, y él dejó de moverse, aun gimiendo con fuerza, con
desesperación en mi oído. Acaricié su espalda.
- ¿Qué pasa, mi amor?- no me
contestó, se quedó en silencio, sacando unos cuantos gemidos agudos. –Bill…
¿estás bien, mi amor?
- Me duele… linda…hmm
- ¿Qué te duele, mi amor?, ¿Tu
pene?...- asintió, sin mirarme, y yo, comencé a asustarme un poco. –A ver,
Bill… sácalo, ¿sí?- asintió, saliendo con delicadeza. Él ya no estaba erecto,
de pronto se había bajado. Él tomó su entrepierna y la miró con seriedad, en la
punta tenía un poco de sangre, y me espanté un poco. - Quizá… solo sea una
infección.
- (Tu nombre)… estoy deshecho
de ahí abajo.- me miró serio, pero en sus ojos se veía el brillo de que esto sí
le dolía.
- Tranquilo, Billy, no te
pongas así; mañana intentaremos regresar a L.A, para que tú urólogo te miré.
- No… no vamos a regresar, (Tu
nombre), dijimos que nos quedaríamos un año aquí.
- estuvimos la mitad del año
aquí, Bill, y tu salud me importa más.
- Podemos visitar a un urólogo
aquí.- negué.
- No, él ya sabe que algo
tienes ahí, Bill, intentaremos irnos mañana, sino, en los próximos días.- se
levantó de la cama y caminó al baño, cerrando la puerta con delicadeza.
Me coloqué mi ropa y miré
hacia la puerta, preocupada. Billy era muy sentimental con esto, una vez me
dijo que siempre que había problemas ahí, recordaba todo lo que le había hecho
ese hombre. Nunca pudo sobrepasar eso.
A la mañana siguiente, busqué
en internet boletos de avión para regresar;
había solo un boleto para comprar y pensé que tal vez podría comprarlo
para Bill, así que caminé hacia la sala, en donde estaba, y me senté a su lado.
- Billy, puedes irte tú,
mañana me iré yo.- el me miró confundido y negó.
- claro que no, (tu nombre),
yo no me voy a ir sin ti.
- Vamos, Bill, ayer estabas
muy mal.
- No estaba mal, tú dijiste
que era una infección, puedo esperar hasta mañana.
- Bill, no sabemos si es una
infección, puedes estar mal.
- No me importa, dijimos que
siempre estaríamos tomados de la mano, ¿ya lo olvidaste?
- No, claro que no lo olvido,
pero puedes estar grave.
- Tal vez es solo por la
presión.
- ¿Cuál presión, Bill?, deja
de inventar cosas.- tomé su mejilla. –Mi amor, no quiero que algo malo te pase;
mañana regresaré yo también.
- No, (tu nombre), no me iré
solo sin ti.
- Bien, entonces nos iremos
mañana, en la madrugada.- asintió.
- Está bien.
Hicimos nuestras maletas, y
guardamos las pertenencias; me preocupaba por Bill, sé que no tuve que ceder
que se quedara un día más, pero tampoco quería que se fuera llorando una vez
más; no me gustaba verlo de esa forma.
[…]
4:56 Am
Nos hemos montado en el avión,
Bill cierra sus ojitos, cansado; tomé su brazo y comencé a acariciarlo con mis
uñas, para que durmiera más pronto. Abrió sus ojos un momento, pero los cerró
de golpe, entreabriendo sus labios, suspirando. Acaricié su pancita con
ansiedad, es que era tan tierno cuando dormía. Cerré los ojos tratando de
conciliar el sueño.
Los Ángeles, 6:15 por la mañana
- Billy- le moví con mis
manos. –Billy, hemos llegado.- el abrió sus ojos con lentitud y me miró,
sonriendo.
Salimos del avión y fuimos por
nuestras maletas, mientras Bill llamaba a un taxi; le esperamos por unos
minutos, cuando llegó y ambos subimos. Bill recargó su cabeza en mi hombro,
adormilado, mientras yo acariciaba su suave cabello. El taxi nos dejó frente a
casa y después de pagar, caminamos hacia la puerta, timbrando un par de veces. Tom
abrió la puerta, tallando sus ojos, al parecer más adormilado que Bill.
- No puede ser… ¡ustedes!...
yo…- cubrió sus labios con su mano.
- Hermano…- Bill se abalanzó a
él, dándole un abrazo tan fuerte que Tom cerró sus ojos, apretándolos; acarició
el cabello de Bill, sacando lágrimas.
- Te extrañé tanto…
- Yo también… Tom…- la voz de
Bill sonaba entrecortada, y aunque no podía verlo, sabía que estaba llorando.
- Ustedes sí que son los
hermanos más emotivos que vi nunca.- Tom dejó de abrazar a Bill, sonriendo.
- Pero si también te extrañé a
ti, troll.- me abrazó.
- Y yo a ti, tonto.
- Vamos, entren a casa.-
sonrió. -¿Por qué no regresaron antes?, fueron los seis meses más solitarios
que tuve.
- Bueno, es que ha pasado algo
con Bill.- Tom le buscó con la mirada, pero no
estaba presente frente a nosotros, pero al escuchar los chillidos de
Scotty, supimos al tiro que él estaba junto a su perro.
- ¿Qué pasó con él?
- Bueno… pasa que hace unos
días… tuvimos relaciones…- Tom sonrió.
- ¿Qué hay con eso?
- Bill sangró de su
entrepierna.- su cara palideció un poco. –Vinimos para que su urólogo le
revise.
- ¿Y volverán a irse?
- No, he renunciado a mi
trabajo.- sonreí.
- ¿Renunciaste?, ¿por qué?
- No me llenaba, creo que
buscaré uno nuevo.- él sonrió.
- Me alegra mucho que estén de
vuelta, estaba preocupado, pues Bill no respondía mis llamadas.
- Sabes que es tan orgulloso,
pero siempre estuvo preocupado por ti también.
- Es un cabezota.- rió. – ¡hasta
me han quitado el sueño!
- No quisimos llegar tan
temprano, pero la realidad es que Bill me tiene muy preocupada; desde que
abusaron de él ha tenido problemas ahí.
- Papá nunca le prestó
atención, por eso también las infecciones en sí se presentan.
- No entiendo porque se
presentan hasta ahora.
- Mi urólogo me comentó un día
que las infecciones urinarias o que tienen que ver con los genitales, se
presentan más cuándo la persona tiene una vida sexual activa.- sonrió. –No creo
que debamos preocuparnos mucho. Al menos te has dado cuenta ahora, que si él se
hubiera percatado solo de esto, lo ocultaría.
- Tienes razón…
- Vamos, deja de preocuparte,
puedo apostar que el tonto estará bien.
- Sé que estará bien, pero me
puso mal escucharle de esa forma, estaba a punto de llorar.
- Los hombres somos muy
sensibles de ahí- sonrió. –Y ambos sabemos que encima Bill es un puto sensible;
no hay nada que deba preocuparnos, el doctor sabrá que hacer.
Bill regresó a la sala, con
nosotros, sonriendo tiernamente; Tom lo miró con ternura, de verdad parecía que
lo había extrañado demasiado. Bill se acercó a nosotros, poniéndose serio,
suspirando, cansado.
- Mi perro se ha vuelto loco.-
se carcajeo. –Está muy delgadito, Tom, ¿ha comido bien?
- No, desde que te fuiste no
comía nada, lo llevé con el veterinario, ahí él lo alimentaba.- Bill se puso
serio, asintiendo.
- Pobrecito, tal vez sintió
que su papá lo abandonó.- sonreí, pero él no lo hacía, solo miraba a Tom, con
seriedad, analizando su cuerpo entero con la mirada, entrecerrando los ojos,
parecía algo confundido. -¿Saben creo que me iré a dormir?
- ¿Te pasa algo, hermano?-
negó con lentitud. –Bien, entonces, descansa.
- Se lo has dicho, ¿verdad,
linda?
- ¿Decirle qué?- pregunté,
nerviosa.
- Lo que me paso, la razón por
la que regresamos.
- Sí, sí me lo dijo, Bill,
pero no le veo nada de malo a eso.
- No, no… yo tampoco.- sonrió,
y acarició mi mejilla. –Creo que me acabo de librar de una plática bastante
vergonzosa.- rió. –Bueno, descansen, los adoro demasiado.- caminó con lentitud
y sus pasos se escucharon delicados por las escaleras.
[…]
Tom y yo esperamos a Bill
fuera del médico; estoy algo nerviosa, pero las palabras de Tom siempre me
ayudan a calmarme un poco. Fuimos a comprar algo para comer, pues para la cita,
Bill tenía que ir sin haber comido nada aun, algo que era muy difícil para él,
pues siempre despertaba con apetito. Al regresar, Bill esperaba fuera, con
seriedad, mirando a todas partes, como un cachorro perdido; al mirarnos, sacó
una sonrisita de alivio.
- ¿Qué te dijo, Bill?- preguntó
Tom.
- Estoy bien- dijo sonriendo. –,
es solo una infección, me dio un tratamiento.
- Me alegra- le dio un pequeño
abrazo. –eres muy propenso a las enfermedades, hermanito.
- Hey, pero no es mi culpa.-
rió. –Linda,- lo miré. –Gracias.
- ¿Por qué, Billy?
- El doctor me ha dicho que si
no nos habríamos dado cuenta, habría podido ser más grave.- sonreí,
- No tienes que agradecer.- me
dio un beso en los labios. –hemos comprado algo para que comas.
- ¡¿En serio, qué?!- Tom le
pasó la bolsa y él la abrió con desesperación; miró la hamburguesa con los ojos
brillando. –Vaya, ¿y ustedes qué comerán?
- No te preocupes, hermano,
nosotros ya hemos comido.
- Bien.- le dio un gran
mordisco, mientras caminábamos de regreso al auto.
By Bill
Estaba feliz de volver a casa
otra vez, de volver a ver a mi hermano y a (tu nombre) juntos, de que mi
familia otra vez estuviera unida. Nunca me han gustado las despedidas, y era
por eso que no podía soportarlas mucho tiempo, ni siquiera mi orgullo podía aguantar
demasiado sin pedir disculpas, sin regresar a donde pertenecía. Eran las dos
personas con las que había aprendido a ser más fuerte, las que me enseñaron a
no dejar la batalla por más dura que esta fuera; ellos me hacían permanecer de
pie con la mirada en alto. Estaba seguro de que si seguía con ellos mi vida
nunca tendría un problema, y si los tenía, sabía que podía contar con ellos
para ayudarme a resolverlo, para escuchar sus consejos; eran simplemente las
personas más especiales en todo el mundo.
Comencé a darme cuenta de que
ser un cachorro no era nada más que lo mejor; había sido encontrado por los
lobos más fuertes, y con ellos, estaba siendo criado una vez más. Me dije a mi
mismo que nunca tuve que avergonzarme de ser distinto, nunca tuve que
cuestionar a mi propia mente y a mis sentimientos. Yo soy lo que soy a ahora
gracias a tantos problemas en mi pasado, pero, sin esos problemas yo no habría
aprendido a luchar, a levantarme de cada tropiezo solo; yo pienso que las
personas somos muy débiles para poder parar una tormenta, pero cuando llueve,
somos tan fuertes que podemos lidiar con eso y mojarnos bajo la lluvia, podemos
hacer de un problema algo divertido, y eso es lo que me gusta de las personas.
A simple vista, los humanos
solo somos partículas; pero siempre han dicho que nunca juzguemos sin conocer. ¿Quién
ha podido llevar al mundo tan adelante si no es que los seres humanos?, ¿Quién ha
podido regalar una sonrisa sin nada a cambio? Solo nosotros, los seres humanos.
Si pudiera regresar a mi pasado, lo habría cambiado sin duda, pero tampoco
quiero perder a la persona que estoy formando, al ser humano que ya no teme a
lo que piensen de él, al ser humano que puede levantarse y tiene un propósito:
ser feliz.
Hay un lugar dentro de todo
ser humano, un lugar en el que nosotros creamos un lugar seguro, un lugar donde
solo nuestras normas y reglas se cumplen, donde nuestra manera de pensar es la
correcta, en donde las personas siempre son felices, ninguna es mejor que la
otra, la igualdad entre nosotros se rige. Nos creamos ese lugar o “paraíso”
para no vivir completamente en la realidad; nos creamos una historia en la cual
el final lo decidimos nosotros y nadie puede hacernos cambiar de opinión.
Me gustaría que las personas
miráramos más a nuestro prójimo, que lo cuidáramos como si fuera de nuestra
familia cercana. Todos somos diferentes, pero de alguna forma somos tan
iguales, todos buscamos lo mismo: la satisfacción a nuestra propia persona y la
felicidad.
Me senté en el asiento
trasero, teniendo una imagen de mi pareja y de mi hermano, una imagen perfecta,
porque ellos eran perfectos para mí; las personas más imperfectas se vuelven
perfectas, las personas que han tenido muchos problemas en su pasado o
presente, en un futuro se vuelven perfectas tan solo por el siempre hecho de
haber superado todo eso. Sonreí para mis adentros, mirándolos en silencio.
- Los quiero demasiado…-
susurré para mí mismo. No volvería a dejarles, ellos eran mi familia, ellos
eran simplemente mi hogar, mi felicidad.
aaaaaaaaaaaa que lindo el cap me encanto sube otro xfa amo la fic sube pronto...choa cuidate besos :D
ResponderEliminarsi definitivamente quiero otra fic escribes de maravilla quisiera hablar contigo formalmente sobre amOr pOr accidente me parecio espectacular y quisiera mandarla auna editorial y publicarla como libro
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