capitulo 73

Tras dos semanas de nerviosismo; Bill puede salir del hospital hoy, y no hay nada que le quite esa sonrisa que tiene.

- ¡quiero irme ya!

- nos iremos después de que te quiten esos cables, Billy.

- ¿y podremos comprar nuestro mono azul?- negué. -¡¿Por qué no!?

- tienes que descansar al menos un día.

- ¡por favor, he descansado demasiado!

- solo un día más y podremos ir por el mono.- el sonrió tiernamente. La puerta de la habitación de abrió y el doctor entro sonriente.

- ¿estás listo para salir de aquí?- Bill asintió varias veces, sonriendo. –bien, esto te va a doler un poco, pero no durará mucho.

- bien.

[…]

Me sorprendía la fuerza que tenía Bill, era la persona más fuerte que conocía. Tom maneja el auto, directo a casa. Estoy tan feliz de que podamos estar juntos…igual que antes, sin preocupaciones por desmayos.

Al llegar a casa, Bill saludó a sus perros con una gran felicidad, acariciándoles la barriguita con sus uñas.

- ¡como los extrañe, pelusas!

- Bill, es mejor que vayas a descansar.- dijo Anette, pero Bill la miro sorprendido.

- ¿a descansar? No, no quiero estar acostado por al menos dos años más.- rió.

- bien, solo intenta no ser tan brusco con tu cuerpo, ¿sí?- Bill asintió.

By Bill

Subí a mi recamara junto con Tom, quien me ayudaba a subirlas, aun que no lo veía necesario. Pero Tom siempre era tan humilde. Tom se sentó en mi cama, mirándome con una sonrisita en la que no dejaba que sus dientes se miraran.

- ¿Qué pasa, Tom?- sus ojos recorrieron mi cuerpo y se detuvieron en mis manos, haciendo que me sintiera un poco incomodo. Él se levantó de la cama y apreso a mis manos con las suyas.

- son tan frías.

- ¿las qué?- pregunté estúpidamente.

- tus manos, siempre fueron así.- me miraba a los ojos, acercándose cada vez más a mí. –mi razón aun no puede creer que estés aquí.

- ¿sabes?, yo tampoco lo creo.

- ¿puedo escuchar tu nuevo corazón?- asentí. Levantó mi playera hasta mi cuelo y colocó su oreja en mi pecho. – es tan distinto… me encanta…- se separó de mí y me dio un abrazo fuerte, el cual no respondí gracias a la impresión de su rapidez al dármelo. –Tuve tanto miedo de perderte.- sonreí.

- nunca me habrías perdido, aun que me hubiera ido.

Era como empezar con una nueva vida, una vida que Dios me dio una vez más. No iba a dejar esta oportunidad pasar, puesto que no había aceptado todo lo hermoso que la vida nos da, y él me dio a elegir entre la muerte y la vida una vez más, y habría sido mi decisión, pero gracias a ese ángel es que pude saber que la vida es hermosa y no debía derrocharla por una alcantarilla.

Al pasar de los días, tuve la sensación de melancolía, esas ganas de llorar que dan y no sabemos el porqué. Y lo sentí, porque no había pensado en los cambios que hice al tomar el corazón de una familia con fe y esperanza; ahora tengo que hacer una doble vida…por ella y por mí. Seguiré con su vida, tratando de hacer lo mejor para los dos, porque ella arrancó mis alas para poder volar con ellas e irse al cielo, y yo le arranqué el corazón, para caminar por el mundo sin previo aviso de lo que constaría hacerlo una vez más.

- Billy, ¿por qué has estado así últimamente?- dijo, sentándose en el pasto de aquél parque, ese parque que se estaba convirtiendo en nuestro segundo hogar.

- ¿me creerías si te digo que aun no puedo creerlo?- trague saliva con pesadez. –Aun no creo como puedo respirar.- ella tomó mi mano, apretándola con delicadeza sobre la suya.

- yo no puedo creer como estuve a punto de perderte.

- ahora no estoy enfermo. Y tengo una pregunta que hacerte.- me miro a los ojos con seriedad. – a pesar de que estoy curado… ¿desearías adoptar un bebé?

- no lo sé…creo que las dos formas es algo hermoso. ¿Y tú?

- yo…no lo sé. Te verías hermosa con pancita.- ella sonrió.

- te amo, Bill.

- te amo más.

- ¿y sabes que podemos hacer?

- ¿qué?

- podremos ir hoy por nuestro mono.- sentí una punzada en el pecho. Mi sonrisa crecía con cada semi-segundo que pasaba.

- ¡¿de verdad?!- ella asintió. Me levanté del pasto y tendí mi mano para que ella hiciera lo mismo. - ¡Vamos, vamos!- tomó mi mano y se levantó.

[…]

Tras subir a juegos realmente extremos para mi antiguo corazón, decidimos parar a comer algo. Mis papilas se volvieron locas al ver toda esa deliciosa comida y encima poder comerla, a cantidades que yo quisiera. Ahora anochecía y las luces se miraban hermosas, todas las personas con una sonrisa que me llenaban el alma y hacían que mis pulmones saltaran de emoción.

Y cuando mis ojos se detuvieron en el artefacto perfecto que haría de mi vida algo aun más feliz; mi corazón empezó a saltar con energía, sintiendo de alguna forma que iba a potar toda la comida que había digerido hace solo unas horas. Pero ahí lo vi, y los inicios de petrificación y palidez empezaron a surgir.

- ¡ahí hay un mono azul!- y era exactamente como yo lo imaginaba: azul marino que con la luz, su pelaje brillaba fuertemente. Y sus ojos negros penetrantes, más ninguno de sus ojos estaba abotonado. Aun así, ese era el mono que yo imaginaba.

- vamos por él, Billy.- entramos a esa tienda, con olor a dulce. El pequeño gran mono estaba sentado, parecía querer venir también con nosotros, ya nos quería de seguro.

- ¿les puedo ayudar en algo?- dijo un hombre, parecía de mi misma edad.

- sí, ¡queremos ese mono azul!- apunté con una sonrisa. Él asintió y subiéndose a un pequeño banquito de madera azul, tomo al mono y lo paso a los brazos de (tu nombre).

Pagamos y agradeciendo, salimos con el hermoso mono en nuestros brazos. No era muy dedicado, pero esto era muy significativo en nosotros y nuestra relación. Tome a mi linda de la mano y caminamos hacia una de esas extrañas máquinas en las que se toman fotografías.

- ¿Qué haces, Billy?

- vamos, por favor ¿sí?- ella rió y después asintió.

Fue nuestra primera fotografía juntos. Nunca antes habíamos tenido fotos juntos y eso lo hacía que fuera mi fotografía favorita. Me sentía tan feliz, nunca antes pude estar con una mujer, y estar con ella me hacía sentirme la persona más feliz.

[…]

- te amo tanto, linda.

- yo te amo mucho más, Bill.

Me acerqué a sus labios, besándolos con delicadeza, sintiendo esos labios y esa respiración en mi cara. Sentirla tan cerca de mí era algo inexplicable. Como un día de otoño en un parque desierto, solo el ruido de las hojas crujir al toque con mis zapatos, con el ruido del viento azotando a los árboles para que hojas cayeran de ellos. Nunca estuve tan interesado en tener una relación. Siempre tenía miedo de que algo como lo de papá y mamá pasara; a veces dudaba que el amor existiera, que el amor era algo idiota, porque las personas nunca llegan a conocerse por completo. Creía que era una pérdida de tiempo pensar más en una persona que en mi mismo pero…eso ha cambiado, y estoy feliz de preocuparme por una persona a la que amo, más que preocuparme de mi mismo.

Nos separamos. Ella sonrió, mirando mis ojos y las ganas por envolverla en mis brazos crecieron; y eso hice, siendo correspondida por ella. Deshicimos la cama y nos metimos en ella, tomé su mejilla y la acaricié.

- duerme bien, linda.

- tú también, billy.

[…]

Todos queremos lo que no tenemos.

La necesidad por tenerte en mis brazos y escuchar tus aventuras me llenan el cuerpo de ansias y decepción, pues mi hijo pequeño ya no está. Ahora es reemplazado por la persona más insegura que he visto en mi vida.

A mi angelito le han arrancado las alas. A mi pequeño niño travieso le arrancaron la felicidad y la echaron al basurero, en uno que esta tan lejos y no puedo recogerla. Bill, has intentado hablar conmigo y me sorprende tu poca madurez, pues siempre me dices “papi”. Y adoro esa madurez tuya que te hace parecer ese niño que nunca pudiste ser completamente.

Quiero estar contigo de nuevo, sentir que aun me quieres pero… ¿es posible?

Jörg, tu papá.

- ¿no te cansas de leer esas tonterías?- cerré la libreta de golpe, pero al ver que se trataba de la persona autora de esto, la volví a abrir y sonreí mientras negaba.

- no me parecen tonterías…no puedo creer como todo el tiempo escribías para mí.- se sentó junto a mí en el sofá.

- era una forma para desahogarme. Puedo ser tan cobarde a veces y no decirlo de frente.

- si es posible.

- ¿qué?- preguntó confundido.

- es posible que puedas sentir que te quiero.- le mostré esa hoja, apuntando en su pregunta “¿es posible?”. El sonrió y me miro. –nunca deje de quererte, papi…pero me sentía preso en tus manos…

- yo también me siento preso en mis propias garras de ogro.- bajó la mirada. –Nunca fue mi intención golpear a la reina de esa forma, ni hacer que mis pequeños piratas perdieran su inocente felicidad.- lo mire sorprendido.

- ¡¿lo leíste?!- asintió.

- el día en que decidiste dejarnos.

- ¿de verdad me quieres, papi?- el rió.

- tienes veinte años y tu voz y palabras son como las de un pequeño.- baje la mirada. –sí te quiero, Bill… nunca deje de hacerlo.- sonrió.

- te amo, papi…nunca dejaré de hacerlo.- le di un abrazó que él respondió al tiro, dando caricias en mi espalda.

Bajamos a comer, Tom parecía llevarse de lo mejor con mi madrastra, era tan bueno saber que de pronto nuestra familia se comportaba de una manera tan distinta; sin peleas, gritos o groserías. Ahora era algo así como una familia “normal”. Papá ya no miraba de esa forma a mamá ni mamá a él. Hasta platicaban como amigos y eso me ponía tan feliz.

Pero antes de que pudiera tocar la comida, la puerta se abrió; mi linda llegaba del trabajo, pero no estaba sonriente como todos los días…ahora lloraba. Me levante de la mesa y me acerque a ella, pero al tomar su brazo ella se corrió bruscamente y subió a la segunda planta. Me preocupe por ella, nunca la vi de esa forma. Subí a la recamara y ahí me la encontré, dentro del baño, desmaquillándose con rabia. Me acerqué a ella y la tome por los antebrazos.

- ¡Déjame, Bill!

- ¿qué te pasa, linda?

- ¡nada!- salió del baño, dejándome de pie frente a la ahora invisible (tu nombre). La seguí hacia la cama.

- ¿Qué tienes, princesa? Nunca te vi así.

- no tengo nada, Bill.

- las mujeres no lloran por nada, y menos una tan fuerte como tú.

- es mi jefe…- dijo cortante. Tome su rodilla desnuda y la preocupación me recorrió el cuerpo.

- ¿Qué te hizo ese idiota?- ella negó y apretó los puños con enojo.

- nada…me ha corrido del trabajo…- abrí mis ojos con sorpresa. Debía ser un jefe demasiado idiota para hacer sentir a mi linda de esa forma.

- ¿por qué?

- dice que he hecho mi trabajo mal…y encima que falte demasiado por estar contigo en el hospital…me reemplazó…- acaricié su mejilla y sonreí.

- no llores por un idiota como él. Se pierde todo tu talento, alguien más te contratará y ese imbécil te extrañará demasiado.- ella sonrió y me dio un abrazo fuerte.

- nunca puedo estar triste cuando estoy con mi Billy…te amo…

- te quiero mucho, linda. Odio verte así, ese idiota no merece tus lágrimas.

[…]

Han pasado meses, y no puedo creer lo que estoy pensando en este momento. Mi vida ha sido muy feliz desde que estoy con ella pero… ¿podría dejar que seamos más felices aun?

Era una decisión que no estaba muy seguro. No estaba seguro de lo que ella sentía, de cómo cambiaría nuestra vida y como lo tomarían los demás pero…eso ultimo no es tan importante como lo que sentimos nosotros. Yo la amaba demasiado, y esta decisión la tomábamos los dos. Y era una decisión difícil y a la vez emocionante. Quizá podría esperar más…quizá podría hacerlo ahora pero no lo sabía.

Mi vida cambiaría y seguro la de (tu nombre) también. Comenzaríamos con una relación más estrecha, más fuerte y hermosa. Aun que hay personas que dicen que esto era malo, que la relación se iba a la mierda después de esto. Y me constaba, pero aun así, mis ganas por hacerlo eran tan grandes y desesperadas.

Pedí consejos, y me apoyaron con esto. Ahora solo faltaba una persona…mi hermano… el seguro sabía un poco más de esto, gracias a Georg, y necesitaba su concejo…un concejo de hermano a hermano, porque era mi confianza y sabía que estaría ahí para cuando tropezara…y esto sin duda, era un tropiezo.

- Tom, ¿puedo hablarte?

- sí, claro.

- necesito un consejo.

- ¿cuál?- dijo, bebiendo soda.

- emm… es sobre (tu nombre) y yo…

- ¿pelearon?- negué.

- no. ella ha estado conmigo siempre. Me apoya demasiado.

- ¿empiezas a dejar de quererla?- preguntó preocupado.

- ¡no, claro que no!

- bien, bien, ¿entonces qué?

- quiero hacer algo…

- ¿qué?

- es que… sé que soy joven…tengo veinte apenas pero… creo que para el amor no hay 

edad…

- ¿Qué quieres, Bill?- dijo, ansioso.

- emm… quieto hacer a (tu nombre)…ehh…

- ahh, ya lo entiendo.- sonrió.

- ¿en serio?- asintió, mordiendo sus labios.

- vamos, Bill, ¿Por qué no eres directo conmigo? Puedes confiarme lo que sea, ¿Qué es lo 

que no tienes por seguro?

- emm…no sé si mi linda quiera…

- estoy seguro que si quiere…ella te ama, ¿no? y tú la amas a ella, ya se habían tarado.

- tom, tengo 20, vuelvo a decir, ¡no es tarde! Creo que…es temprano…

- ¡¿temprano?! Pff, Bill, Bill, Bill…no es temprano, te tardaste un poco.

- ¿¡qué dices?!

- olvidemos eso… ¿sabes hacerlo?

- no.

- bien…no sé cómo enseñarte pero…

- quiero hacerlo, solo dime si estás de acuerdo.

- claro que sí. Al final es tu vida…no la mía y creo que los hará tenerse más confianza.

- ¿de verdad?- sonreí. –vaya, Tom, gracias…

- no hay de qué.

- entonces… ¿me ayudarás?

- claro…

La vida me tomo en un camino tan distinto. Ahora no era lo que habría querido ser cuando era un niño; no era la persona que hubiera querido ser, pero de no haber estado aquí ahora, (tu nombre) no estaría conmigo, ni hubiera tenido un hermano tan maravilloso como él..