By Bill
¿Tiempo de formar una nueva familia?
Bien,
tienes 14 (¡ya lo sé! Me he tomado mucho tiempo libre de esto.) He conocido a
una mujer, su nombre es Anette. Trabajamos en el mismo lugar y puedo decir que
desde que la vi me enamore de ella. Y ya lo sé, ¿a ti que te importa?, pues te
diré, hoy en la tarde la invité a salir y ¡somos novios oficialmente! ¿No estás
feliz? Pues… ¡yo sí!
Por la
cabeza se me paso el preguntarte si lo veías bien, pues ya sabes, tú y yo somos
muy distintos y quizá por eso tampoco tengamos los mismos gustos o forma de
pensar. Pero pasa que tú aun sigues con ese comportamiento marica. Bill ¡yo ya
no se qué hacer contigo!
Ya vas en
la secundaria y siempre regresas con cortadas y raspones en la cara. Una vez
más, me fui a la casi absurda –y por absurda segura.- de maltrato escolar.
Porque también pensé en la razón de que lo hacías para llamar la atención, pero
eso no era, estaba completamente seguro de que eso no era. Hablé a la escuela,
dijeron que eras un niño incontrolable, que si no llorabas, no hacías nada.
Solo estar con Andreas.
Regresando
al tema de Anette…bien, no te lo dije ¡y te seré sincero, totalmente sincero!
No te lo he dicho ahora por ¡bien, si! Vergüenza. Me cuesta hablarte, me cuesta
entenderte y por ello, me cuesta confesarte las cosas. Es como si a veces
sintiera que eres tu quien me controla a mí, pero sé que eso va a cambiar,
porque si no soy yo quien te eduque ¿entonces quién? Si lo haces tú solo
acabarás siendo un delincuente.
Tras
golpes y una cucharada de groserías, te hiciste más lejano a mí, pero eso ya lo
veía venir, debo aceptar que no me dolió del todo.
Jörg, tu papá.
Palabras y
miradas que duelen más que una apuñalada en el estomago.
Hoy
despertaste con dolor de cabeza. Trate de ser un buen padre y cuidar de ti; te
deje faltar al colegio y fui a una farmacia a comprarte medicinas, pero cuando
llegue a tu recamara estabas llorando. Dejé las cosas sobre tu pequeña mesa de
noche y me acerqué a ti.
- ¿Qué es
lo que te pasa, niño?- pregunté. Tú negaste, y escondiste tu cabeza entre tus
piernas. Me senté en la cama, a tu lado. - ¿es por tu cabeza? ¿Te sientes mal?
-
…déjame…- me molesté, ¡claro que me molesté! Te tome de las muñecas y te saqué
de la cama con fuerza, tu gritaste y lloraste aun más fuerte pero mi orgullo
era más grande que todo.
- ¡no ves
que te intento ayudar y lo único que haces es ser un maldito malagradecido!-
llorabas, con unos sollozos tan…no lo sé, creo que lindos…sí, eso creo, tan
agudos y desgarradores, como si quisieras ocultarlos de mi.
Entonces…me
arrepentí…pero como te dije, mi orgullo es tan grande. Tomé la caja de las
pastillas y las aventé a tu cara, haciendo que todas cayeran al suelo, haciendo
un pequeño y leve ruido.
Y sí,
después de una desagradable y larga pelea, tú conseguiste gritarme tantas
cosas, tantos insultos. Y entre ellos, uno me golpeo el corazón. Porque tu
abuelo me ha dicho que cuando las personas lloran y sacan todo lo que tienen,
regularmente es verdad, algo como desahogo.
- ¡TE
ODIO, PAPÁ! ¡TE ODIO!
Di por
concluida la pelea con un golpe en tu cara. Él golpe que te di no fue solo
porque realmente me enfade, me decepcioné; fue porque me entristecí. En tu vida
me habías gritado para defenderte, me habías ignorado y hasta juzgado, pero
nunca, ¡nunca me dijiste “te odio”!
Me di
cuenta de que lo que decías no era más que la verdad combinada con mentiras.
Porque, ¡tú no podías odiarme! Al menos, yo no quería creer que todo el trabajo
que hice, todas las cosas que intente arreglar para que tu y yo estuviéramos
bien, se fueran a la mierda…de verdad que no…
Jörg, tu
papá.
La dura y
siniestra realidad. Papá creía que hacía lo correcto, yo creía que también lo
hacía y fue así, solo así que perdimos todo contacto, como si fuéramos
auténticos enemigos, como si nos odiáramos realmente y creó que algo también
tuvo que ver con psicología, quizá todo lo estábamos haciendo psicológicamente,
como algún tipo de psicosis y en realidad nunca nos odiamos realmente.
Han
pasado ya algunos días.
Conciertos-
cancelados.
Entrevistas-
canceladas.
Grabaciones-
canceladas.
Presentaciones-
canceladas.
Firmas-
canceladas.
Ahora no
podía culpar del todo a Tom, realmente me estaba debilitando mucho y al
intentar ir al estudió a grabar mi corazón se tornaba rebelde y mis desmayos
aparecían de nuevo. A veces siento que mi vida, es decir, la banda, la hemos
echado a perder Tom y yo. Tom por irse y yo…por enfermarme.
Jamás ¡en
mi vida!, jamás tenía planeado decepcionar a mis amigos y a mi hermano, incluso
a (tu nombre). Pero yo no podía seguir con esto. Me cuidaban como si fuera
alguien extremadamente importante. Tanto, que hicimos un cambio en las
habitaciones. –papá y Anette con Arabelle en la habitación de Tom; (tu nombre)
en nuestra habitación y yo…en la habitación de huéspedes.- pasa que como esta
habitación esta en el piso bajo, no me cansaría demasiado ¡pero es que me
siento tan inútil!
Dicen que
antes de sentir por los demás, sientas por ti mismo. Pero al mirarme en el
espejo, no veía al Bill de Hamburgo, el pequeño niño feliz que compartía la
mitad de su vida con hermano gemelo; el niño al que sus papás querían y hasta
pensaban en él antes de nacer. Ahora me sentía un adolescente antipático,
antisocial, idiota. Pero aun en mi vida había algo, algo que solo yo podría
darme el derecho de cambiar. La esperanza. Si, la esperanza de seguir con mi
vida, de no darme por vencido aun teniendo una enfermedad que podría acabar con
mi vida en un pestañeo de ojos. ¡LA EZPERANZA!
[…]
Hoy al
despertar, fue como despertar con las ganas de vivir, con las ganas de no dejar
de sonreír nunca. Al verme y sentirme en este estado, mi sonrisa creció.
Es
sábado, 12:48 AM.
Fue la
necesidad de sentirme libre, fue la necesidad de sentirme libre y feliz por una
vez en mi vida. Fue la necesidad de salir por la ventana y volar hacia un lugar
nuevo, un cambio en mi vida ¡un cambio radical! El cambio que nadie esperaba,
pero el cambio que solo yo decidiría si aceptarlo o no, sin la aprensión de
nadie, sin los consejos de nadie.
Decidí
que si quería darme con muros en la frente, lo haría yo solo. Y claro, quizá
con la compañía de las personas que realmente me quieren, más no las que nunca
pudieron aceptarme o al menos tratarme como una persona normal. Ese cambio tan
radical y un poco siniestro, yo mismo no podía creerme que era lo que me pasaba
en ese momento, pero antes de que mis ansias y ganas se esfumaran con él humo
del cigarrillo que succionaba en esos momentos, me levante de la cama y me di
una ducha, cantando como nunca lo había hecho, gritando por mi felicidad y por
la de él viejo Bill.
“De los
errores se aprende.” Y si quería ir por el buen lugar, el lugar que mi corazón
me dictaba, tendría que toparme con un gran y robusto muro, el muro que se
encontraba en Los Ángeles, California, en mi casa, en el segundo piso a la
derecha, la puerta blanca con perilla plateada, ahí dentro estaba él problema.
Sin más preámbulos subí al segundo piso y esta vez, sin tocar la puerta, la
abrí con la decisión tomada.
- ah,
vamos, niño, ¿ni en tu propia casa puedes tocar?
- eh, no
toqué porque no quise.- sonreí. Él me miro seco, como si fuera un juego.
- bien,
¿Qué quieres?
- si te
lo digo, ¿aceptarías?- se encogió de hombros.
- dímelo
antes.- suspiré.
- bien,
quiero que salgamos tu y yo, nadie más.
- ¿Qué
salgamos los dos juntos?- me miró incrédulo.
- sí,
¿aceptas?
- ¿Para
qué?
- por
favor, te lo diré en el camino, cuando salgamos, ¡por favor!
[…]
- bien,
ahora si dímelo.
-
¿decirte qué?- sonreí.
- ¡no
juegues!- me gritó, realmente alterado. Yo me asusté un poco, creí que ahí,
frente a todas las personas, me daría una buena paliza.
- ya va,
quiero hablar contigo.
-¿sobre
qué asunto?- su voz era tan clara y grave, como la de un buen noticiero, esas
personas que al parecer, en su voz no había algún error, más lo que decían era
una completa mierda amarillista.
- hum,
quiero hablar de ¿nosotros?- me confundí. Tal parecía que éramos alguna clase
de pareja la cual siempre se lo vive de los cabellos, como si viviéramos en el
mismo hogar siendo enemigos.
-
nosotros eh.
- sí,
nosotros como el intento fallido de familia.
- bien,
dilo.- las calles estaban vacías casi por completo, tan solo parecía que todas
las personas habían aguardado dentro de sus hogares, esperando que papá y yo
termináramos con esta “conversación” sin algún final predeterminado.
- verás,
hace unas horas he leído las cartas que hacías para mi.- me miro con atención,
como si aquello fuera algo lo bastante importante para poner sus ojos sobre mí.
–Dime, ¿en verdad te dolió que te haya dicho que te odiaba?- casi por
inconsciencia, papá bajo la mirada, pero al tiro la tenía puesta en mis ojos de
nuevo.
- claro
que lo ha hecho, niño, ¿Qué te crees?, ¿Qué no tengo sentimientos?- suspiró.
–me has dicho que me odiabas, el día en que intenté hacer algo para que te
sintieras mejor, ¿¡como mierda crees que un padre se sentiría?!
- bien
pero, intentabas hacer que me sintiera mejor a base de golpes e insultos.
Querías compensar todo lo que me has hecho con unas estúpidas pastillas para el
dolor de cabeza.
-
ah…apenas vas ahí…no, lo siento, me refería a otra pagina…- y las ansias por
regresar a casa y leer me llenaron la mente. Rasqué mi cuello como respuesta de
nervios, pero él me miro, haciendo que dejara todo movimiento en “pausa”. –ese
día te veías muy enfermo, puedo recordar como de pronto te desvanecías. Al
momento en que te saqué de la cama, tuve miedo…
- ¿miedo
a qué?- interrumpí.
- a
lastimarte.- confesó. –pude casi sentir y escuchar tus huesos crujir, pero no,
no me arrepiento.
- sí, ya
lo sé.- rodee los ojos. - ¿puedo preguntarte algo?- esta vez, fue él quien
rodeo sus ojos y dejo un suspiro salir por sus labios.
- si
venimos a conversar, es para que me digas lo que pasa. Odio que preguntes eso.
- bien,
bien…- rasqué mi cabello, en busca de la forma correcta la cual debía
decírselo. –eh, ¿tú buscas mi felicidad? Es decir, ¿te gusta verme feliz?
- ¿Qué
clase de pregunta es esa?
-
solo…solo responde.
- no.
- ¿no
qué?
- no me
importa si estás feliz, ¿entiendes?, es como si fueras un extraño. A las
personas no les importa una mierda ver a alguien que no conoce con una gran
sonrisa pintada en su cara. Es como si tú fueras uno de ellos.
De los
errores se aprende. Me dije una vez más. Porque en mi cara no hubo ninguna
expresión, mi corazón siguió durmiendo y mi cerebro procesaba la respuesta de
papá una y otra vez; tocó la puerta y me ha dicho que no me preocupara por lo
que él decía, que antes de ver por él, aprenda a ver por mí mismo y eso es lo
que hice.
Cuando la
vida te pone muros, irás a caer, pero no hay más fuerza que la de uno mismo
para levantarse de nuevo. Y eso fue lo que hice. Quite a ese muro, quite el
polvo de mi ropa y respire hondo, sonreí y asentí. Esta vez lo hice para
decirle a él lo que sentía por él, aun que…no sé si funcione pero, qué va, es
otro muro y ya está.
- papá,
cuando Anette dio a luz a Arabelle, te vi tan feliz, realmente feliz, como si
tu vida cambiara de un momento a otro, ¡de verdad feliz!- sonreí. –una clase de
sonrisa que solo serías tu quien pudiera borrarla.
- ¿Qué
hay con eso, niño?
- que estoy
en total desacuerdo contigo.- ladeo la cabeza.
- ¿Qué
quieres decir?
- que
bueno, los dos, tu y yo, somos un extraño para el contrario. Tú no quieres que
sea tu hijo, y yo nunca quise tener un papá como tú.- sonreí ampliamente,
dejando mostrar mis dientes. –pero nunca, de verdad nunca podré olvidar esa
sonrisa, ¡es que si te hubieras visto en ese momento! Me sentí triste, pero al
ver que tú eras feliz, que mostrabas esa sonrisa que nunca, desde que te
separaste de mamá mostraste, me hiciste sentir bien. Te digo que no estoy de
acuerdo contigo, porque yo, al ver a las personas felices…me siento realmente
feliz.
- somos
diferentes, ninguna persona piensa igual que tu. A mí no me pone bien ver a
personas extrañas felices, me pone feliz ver a las personas a las que quiero.
- ¿Cómo
Tom?
- exacto.
- estoy
feliz por él…aun que me cueste aceptarlo. Pero he aprendido que la vida nos
llevará por distintos caminos, no somos iguales y creo que eso está claro.
- sí, tu
un rockero y él un exitoso diseñador gráfico.
- si…
después de todo, el que tu y mamá nos hayan separado desde pequeños, hizo que
fuéramos como el agua y el aceite. Nunca nos tuvimos tanta confianza.
- lo sé,
a veces llorabas porque no querías que Tom nos visitara.- sonreí.
- ahora
mi hijito está feliz allá. Nunca creí tener un hijo tan exitoso en algo ¿sabes?
- oh,
pues no tienes nada que esperar. Arabelle tiene mucho talento en demasiadas
cosas. Con Arabelle lograrás lo que no lograste conmigo y lo que tampoco
viviste con Tom.
- ¿hablas
del orgullo?- asentí.
- sí. Sé
que estás orgulloso de Tom pero, nunca lo viviste en vivo, nunca lo viste
triunfar. Pero te aseguro que con Arabelle lo harás.
- cuando
tengas hijos con tu futura esposa, sentirás que es estar orgulloso de ellos.
- estoy
orgulloso de muchas personas en mi vida ahora. He conocido personas que de
verdad me han ayudado, entre ellas esta Anette.- me miro sorprendido.
-
¿Anette?- asentí.
- siempre
me apoyo, ¿no lo recuerdas?, vaya, y yo que antes quería asesinarla.- reí.
- cuando
comiste la comida de perros.- rió papá.
- sí, o
cuando me los encontré follando.- papá me miro serio. –es decir…cuando Anette
me dijo que tendría un nuevo hermano.
-
¿recuerdas la primera palabra de Arabelle?
- “Bill”-
sonreí ampliamente. Él asintió.
- sí,
ahí, en ese momento quise arrancarte el cuello.
- ¿por
celos?- asintió.
- siempre
te tuvo un gran cariño, nunca lo entendí. Aun me sigue hablando de ti, siempre
me recuerda cuando le enseñaste a tocar una octava en el teclado.
- yo le quiero
mucho, como si realmente fuera mi hermana de sangre.- él sonrió.
[…]
- ¿¡Y se
van a casar, Bill!?- preguntó Arabelle, brincando sobre la cama. (Tu nombre) me
miro riendo fuertemente. Yo le seguí.
- sí, nos
casaremos.
- ¡como
una princesa y un príncipe!, ¿Me vas a invitar, Bill?
- claro
que sí. ¿Te gustaría ser quien lleve la cola del vestido de (tu nombre)?
- ¡¿YO?!-
miré a (tu nombre). Ella asintió.
- sí, tu.
- ¡¿en
serio?! Nunca he ido a una boda, ¡YA QUIERO IR, BILL! ¿Cuándo será cuándo, cuándo,
cuándo?
- oh, no
será tan pronto, tontita, apenas tenemos 19, nos casaremos en unos años.- su
cara se puso tan sorprendida, como si le hubieran roto sus esperanzas.
-
¡¿AÑOS?!
- sí,
años.
- ¿pero
podemos comprar el vestido hoy? ¡Por favor!
- vamos,
Arabelle, tu hermanito quiere decir que nos casaremos en muy poco tiempo. Pero
aun no es momento de comprar un vestido, ¿y sabes por qué?- la mire, como su
voz podía calmar hasta a el can más violento.
- ¿por
qué?
- primero
tenemos que hacer las invitaciones.- sonrió con ternura. Arabelle ladeo la
cabeza y metió su índice a su boca.
- ¿Cuánto
tiempo tardan?
- algunos
años.
- ¡¿por
qué?!
- porque
invitaremos a un perro.- la miré confundido y comencé a reír. Ella golpeo mi
brazo. –un perro que habla, como los que tiene tu hermano.
- pero
solo usas una invitación ¡no tarda un año!
- sí
tarda años, porque ese perro viene desde el país de las maravillas.
- ¿de
verdad?- asintió. -¿y está muy lejos?
- si,
muuuy lejos, tarda unos años en llegar.
- ¡wow!-
abrió sus ojos ampliamente. - ¿pero porque no se besan como las princesas?
- ¿Cuáles
princesas?- pregunté yo.
- como
las películas, ¡cuando el príncipe salva a la princesa!
-
porque...
- ¡ya lo
sé! ¿Esperarán a casarse, verdad?- interrumpió.
-
¡exacto!- grite.
- ¿van a
tener hijitos?
-
Arabelle, ¿Qué te ha dado? No preguntes esas cosas.
- ¿Por
qué no?...yo quiero un bebé de ustedes.
- no
podemos, niña tonta.
- ¡no soy
tonta, tu eres tonto!- se enfadó de pronto.
- ¡¿yo
soy tonto!?
- ¡no, no
eres, Bill…no eres!
- ¿soy
tonto?- repetí. La tome de los brazos y comencé a darle cosquillas. Ella se
revolvía bajo de mí y gritaba a carcajadas.
- ¡nooo….no ereeess Bill….! ¡DEEJJAAAMEEE!
[…]
By (tu nombre)
Después de que Arabelle se fue, Bill se puso serio, como si hubiera
estado fingiendo con ella. Le tome por los hombros y coloqué mi cabeza en su
hombro, el echó un suspiro y tomo mi mano, acariciándola con delicadeza.
- ¿qué te paso de pronto, Billy?
- nada…
- vamos, dímelo.
- bueno es… (Tu nombre)…si nos casamos sería hermoso…
- lo sé.
- pero, algo hermoso de eso es…bueno tu sabes ¿no?...
- ¿lo que pasa después de la boda?- reí.
- si…
- ¿pero que hay con eso Bill? si es por eso, yo también soy virgen.-
sonrió tiernamente.
- bueno, yo no soy…- dejo salir una risita tan falsa y seca.
- ¿es por eso? ¿Por qué te violaron es que estas así?
- no del todo…no me siento fiel y…aun menos cuando lo hice dos
veces…casi tres…- acaricié su estomago.
- Bill, no me importa cuántas veces abusaron de ti y tampoco me importa
si eres virgen o no. eres virgen para mí, porque fue abuso y tú no estabas de
acuerdo con eso. Para mí eres el Bill blanco de siempre.- el sonrió, apenado.
Su tés se transformo a rojiza.
- gracias, linda…de verdad…
- no tienes que agradecer nada.
- pero sabes…hay algo más…algo que quizá no puedas perdonarme.
- ¿qué es?
- bueno yo…no puedo…
- ¿no puedes qué? ¿Decírmelo?
- no, no…me refiero a qué…gracias a mi corazón…no puedo…no puedo…
- vamos, Billy, ¿Qué pasa?
- no puedo excitarme ni…tampoco tener relaciones sexuales…me alteran la
respiración y…bueno…podría morir…- mis ojos se aguaron. – no llores, linda…si
es necesario para nuestra felicidad…encontraremos la forma de hacerlo sin…sin tanto
peligro…- negué.
- no…no, Bill…- no lloraba por ello, mis nervios al pensar en relaciones
sexuales se alteraban mucho más que las ganas de hacerlas. Lloraba por él,
porque creía que era algo tan importante para mí, que estuviera dispuesto a
ponerse en peligro para complacerme y eso no estaba bien, ni siquiera en la
mente más mala estaba permitido hacerlo.
- linda, te prometo que no lo haré tan cansado…quizá…no lo sé, tal vez
haya algo que el doctor pueda darnos para hacerlo ¿sí?...-limpió mis lagrimas.
- Bill, no digas que vas a morir, si es necesario, nos abstendremos de
ello. Si es por tu salud no me importa que lo hagamos o no. unas horas de
felicidad no suplen toda una vida feliz contigo.- esta vez fueron sus lagrimas
las que salieron, tomo mis manos fuertemente y se coloco frente a mí, su mirada
cayó hasta el suelo y sus lagrimas junto con ella.
- ¿y nuestros hijitos?, ¿no quieres tener hijo, linda?- reí.
- sí, sí quiero, Bill. Pero podemos adoptar un niño, ¿no te gustaría?-
volvió a limpiar mis lagrimas y me dio un abrazo.
- no hagas esto por mí, linda…haría lo que fuera para que estuvieses
feliz.
- no, Bill…tu no lo hagas por mí, sería yo quien daría lo que fuera
porque te curases…te amo…
- te adoro, hermosa, te adoro.- acaricie su cabello, su espalda daba
saltitos, estaba llorando tan fuerte. Él creía que esto era tan importante para
mí, pero la realidad es, que Bill y su salud eran mucho más importantes que el
sexo.
WOW!!!!!!! esa platika con su papa fue rara pero espero q le ayude a los 2
ResponderEliminary ps lo q platicaron Bill y (tn) estuvo genial me encanta como piensa (tn)!!!!!!!!!
sube pronto please!!!!!!!!!!!
mm que oindo capi tu fic es una de mis favoritaas pero me haaces sufrir T_T ajajaj saludos y cuidate
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