jueves, 12 de abril de 2012

capitulo 59


Estoy en mi cama, ¿la razón?: (tu nombre) me ha dicho que he tenido un desmayo. Bueno, ahora que lo pensaba, nunca me había puesto a pensar en la posible razón de no haber sido operado nunca, quizá papá nunca me llevó a operarme.

Me levante de la cama y camine hacia el cuarto de mi hermano, él estaba en su computador. Me acerqué a él con sigilo y le di un pequeño golpe; él como respuesta saltó y dio un pequeñísimo y agudo gritito.

- oh, Bill ¡me has matado del susto!- me miro serio, yo comencé a reír.

- lo siento.- se levantó de la silla y me miro.

- ¿no tenías que estar en cama?- me encogí de hombros.

- nadie me lo ha dicho.- el negó y saco una pequeña sonrisa.

- ¿necesitas algo?

- hum… de hecho si.- me miro, esperando que hablara. –eh, Tom… ¿sabes el número de papá?- su cara se transformó de pronto en la de alguien que sospechaba, alguien que no confiaba.

- ¿el numero de papá?- pregunto sin quitar su mirada de mis ojos. -¿para qué quieres el número de papá?

- quiero preguntarle una cosa, Tom…quiero saber cómo está mi hermana.

- ¿Por qué no le llamas a Anette? Nadie te podrá decir como esta tu hermana mejor que ella.

- nuestra hermana, Tom, ¡nuestra hermana!- dije molesto y salí de su recamara. Regresé a mi recamara y tome mi celular, llame a Anette, que me respondió hasta la tercera vez intentándolo.

- ¿hola?

- Anette, soy Bill.

- Oh, ¡hola, Bill! ¿Cómo estás?

- estoy bien, ¿como estas tu?

- estoy un poco cansada, ya sabes, tu papá necesita ser atendido.

- oh, ¿llame en un mal momento?

- no, no, nada de eso, siento no contestarte, mi teléfono lo tenía Arabelle y no logré escucharlo.

- está bien.- sonreí. –hum, llamo para saber cómo está papá.- mentí.

- ahora está bien, desde que supimos la noticia ha llevado esto muy a lo ligero, creo que eso lo hace ser más fuerte con esto.

- me alegro.- dije con seriedad. -¿podría escucharle?

- claro que sí, espérame un momento.- no contesté, en la otra línea se escuchaban algunos susurros y después escuché a papá aclarar su voz.

- hola.

- papá…soy Bill…

- ya lo sé, ¿Qué quieres?

- eh…- claro, esto no era raro en mí, siempre tenía que intimidarme, siempre tenía que ser un marica con él.

- ¿Qué quieres?- repitió.

- he leído lo que me has dado y…

- ¿lo has leído por completo?- interrumpió.

- no, no…pero…quiero preguntarte algo.

- dime.

- hum… escribiste que tenía una bolita en mi corazón.- se escucho un gran suspiro del otro lado de la línea.

- ¿Qué hay con eso?

- quiero preguntarte….papá, ¿me operaron?

- sí, te operaron.- sonreí ampliamente.

- ¡¿eso significa que ya no estoy mal?!- rió con cansancio. - ¿Qué? ¿Qué pasa?- me puse serio al instante.

- ¿en qué titulo vas, niño?- no comprendí hasta que me puse a pensarlo por unos segundos, después cerré los ojos dije:

- emm, cuando conocí a Andy…Andreas...

- vamos, niño, te faltan tres escritos y ahí está la respuesta.

- ¿puedes decírmela tu? ¡Por favor!

- no, no puedo. Me tengo que ir.

- papá…- había cortado. Aventé mi celular hacia la cama con fuerza y mi mirada, como por obligación, miro ese cajón. Por una parte, mi cerebro sufría por querer saber la respuesta, pero por la otra, mi corazón se negaba, pues si era una respuesta que mis oídos no quisieran escuchar, me devastaría demasiado.

Bien, tenía que tomar una decisión ahora, apuñale a mi corazón, quitándole los latidos y tome a mi cerebro, alentándolo para que fuera él quien me diera la respuesta. Mientras mi corazón pataleaba, pidiendo que no lo hiciera, mi cerebro me jalaba la mano, atrayéndome al buró. Decidí seguir al órgano que al parecer menos atención le ponía, no sabía si sus decisiones eran buenas, pero se supone que no deberíamos arrepentirnos de nada ¿cierto?

Tome un bolso y me acerqué al cajón, lo abrí y por primera vez pude experimentar el miedo hacia una simple caja de madera, la metí en el bolso y después cerré el cajón con brusquedad. Tome una sudadera delgada color café y la metí en el mismo bolso. Una vez más, fui a la recamara de Tom y lo mire, aun seguí hipnotizado en el computador, toqué la puerta con mis nudillos y él me miro.

- saldré unos minutos, ¿está bien?- ladeo la cabeza e hizo tronar sus pulgares.

- aun puedes tener las defensas bajas, ¿Por qué mejor no te quedas?

- Tom, saldré, no me pasará nada.- asintió.

- está bien, pero lleva un abrigo, dinero y tu celular.- sonreí.

- lo haré, adiós.- sin más, baje las escaleras y tome las llaves de casa. Camine al parque, al que habíamos ido (tu nombre) y yo la otra noche.

Al llegar ahí, busqué la sombra de un árbol y me dejé caer al suelo, pedí a mi cerebro que no me fallara, puesto que mi corazón ya había dejado de patalear, había muerto, cediendo a mi razón él privilegio de ser él quien me guiara en esto.

La caja estaba en mis muslos, esperando que algún ser humano la abriera y leyera su contenido. Me parecía algo extraño que solo dos seres humanos habíamos visto y leído el contenido, bueno, quizá tres, pues seguro mamá sabía que papá hacía esto. No quise esperar más tiempo pensando en cosas de verdad estúpidas, quise apresurarme, mi cerebro ya tenía arcadas de emoción y mi corazón despertaba de un sueño, pidiéndome saber también lo que decía, con la condición de no intervenir en nada de esto, pese a que él era la razón del porque estábamos aquí reunidos.

Días felices para ti, días de pena para mí.

Has estado mucho más feliz por ir a la escuela ahora, al parecer ese niño, Andreas, iba también en el autobús y tu ya no ibas llorando, regresabas a la escuela con una sonrisa y siempre echabas de menos a ese amigo tuyo. No dejaste de sufrir abuso, pero me decías que eran aventuras para ti y para Andreas, que también sufría lo mismo.

Nunca sonreíste desde que tu mamá y yo nos separamos, y verte feliz, tengo que ser sincero ¿no es cierto?, para eso estoy gastando mi tiempo en escribirte esto; verte feliz ha prendido una pequeña luz en mi interior, esa pequeña sonrisa con la que me mirabas a la hora de comer, mientras me platicabas todo lo que habías hecho con tu amigo, me hacía sonreír a mi también

Puede parecer extraño que después de ser días penosos para ti, ahora eres un niño feliz. Me has robado mi felicidad y yo…yo te he robado tu pena. Pues tus ojos brillando de felicidad, hacían que los míos brillaran gracias a las lágrimas que se acumulaban en ellos.

Te arropaste para dormir, pero tus “aventuras” aun no acababan, y mis ganas por escucharlas aun no morían tampoco. Te invité a dormir conmigo, pues los dos nos convertimos en amantes de tus historias; me miraste con sorpresa, pareciendo que lo que te había dicho era lo que jamás esperabas, pero que va, si yo tampoco creí que esas palabras habían salido de mí; aceptaste y te llevé de la mano a mi recamara, saltaste en la cama y me miraste, de nuevo, con esa sonrisa tan tierna, sonreí una vez más, seguro el día en que más había sonreído en tan poco tiempo; nos recostamos y me dijiste: “¿quieres que te cuente mis aventuras?”. Vaya que eras un niño hiperactivo, pero yo te seguí el juego, pues tus historias me recordaban a las mías con mis viejos amigos en la primaria.

Al cabo de terminar de contarme todo lo vivido con tu amigo, descansaste en un sueño tan pesado, sonreí al verte descansar y aun así, no quitar tu sonrisita de tus labios, tus ojos yacían cerrados, con esas grandes pestañas castaño claro, y ese pequeño lunar bajo tus labios. No podía llamarle al sueño, quería mirarte hasta que el sueño abriera la puerta sin avisar, acaricié tu cabello y pronto, las ganas por abrazarte me consumieron. No lo hice, pues no creía que fuera necesario, solo me quede recostado, mirando de nuevo a ese muñeco, a mi muñeco de felpa, a mi hijo…mi hijo Bill.

Jörg, tu papá.

Enfermedades que pueden apoderarse de la felicidad de un niño.

Fui a recogerte a la escuela, estabas sentado con un niño rubio y su madre, grite tu nombre un par de veces y me miraste, alzando tu mano y dándome un saludo, recogiste tu mochila y miraste a ese niño a tu lado. Los tres se acercaron a mí, su madre me dio un saludo y después nos sentamos a platicar; me pidió el permiso para que pudieras asistir a la fiesta de cumpleaños de Andreas, y ahí me di cuenta que él era el culpable de tu sonrisa, el culpable de tus aventuras.

Te di el permiso sin pensarlo más de una vez, si verte feliz hacía que me prendiera en fuegos artificiales lo aceptaría. Fuimos a casa y te mandé a darte un baño, lo hiciste sin renegar y mientras lo hacías, busque entre tus cajones alguna ropa un poco formal para la fiesta a la que te invitaron. Tu madre tenía un muy buen gusto para la ropa tuya y de Tom y no se me hizo difícil encontrarla.

Abrí el baño y ahí estabas tú, lavándote él cabello, te di a escoger dos de los conjuntos que traía en mis manos, tu escogiste él segundo: las bermudas color mostaza y la playera azul marino.

Te llevé a la casa de tu amigo, su madre me pidió quedarme y acepte sin más, pues supongo que tendría que llevarme bien con la madre del mejor amigo de mi hijo. Ella me platico que Andreas era feliz desde que encontró a Bill y no pude sentirme más orgulloso y feliz por ti; concordé con ella, pues habías sido feliz desde que estabas con él.

Ella, su esposo y yo platicamos sin intervenciones por largas horas, hasta que un par de niños –entre ellos Andreas.- llegaron hacia mí y jalaron mi camisa, Andreas lloraba fuertemente, hasta que pregunté qué era lo que le pasaba, que un pequeño de siete u ocho años llorara así, no era algo muy común. Me dijo entre sollozos que te habías quedado dormido en él columpio y que caíste de él, vomitando sangre.

Corrí hacia dónde estabas, siguiendo a Andreas, sus padres me seguían a mí por la espalda. Ahí te miré con restos de sangre en tus labios y en tu pequeña playera, mi corazón se acelero y te cargué en mis brazos, con mi camisa quite la sangre en tus labios y te llevé dentro de la casa. Su madre preocupada permaneció en silencio, algo impactada por lo que veía, pero yo estaba acostumbrado. Busque en tus bolsillos de tu pantalón las pastillas que siempre tenías que llevar; él padre de Andreas me dio un vaso con agua.

Despertaste por fin, abriendo esos ojos castaños, respiraste agitado y sin más te pase él vaso, esparciendo la pastilla en él, haciendo que tomaras la medicina pronto, deberías estar acostumbrado a ella, pero al parecer aun no lo estabas, tus muecas causaron un poco de alivio en mi, pues habías recobrado tus cinco sentidos.

Jörg, tu papá.

Este era el tercer escrito y mis lagrimas ya habían brotado, esta era la respuesta a lo que necesitaba y no podía seguir, limpie mis lagrimas pero era inútil, aun salían y no encontraba la verdadera razón de esto, pero al igual, era inútil preguntármela, era inútil saberla.

Ahí adentro habían dos fotografías, de esas que tomaban en las fiestas infantiles, esas que como marco tenían caricaturas, personajes de Disney regularmente. En la primera, Andy y yo abrazados por los hombros, él sonreía ampliamente al igual que yo, más yo entrecerraba los ojos y se podían ver mis pequeños dientes. En la segunda solo estaba yo, jugando con una pelota de plástico, parecía haber sido pillado por el fotógrafo en un mal momento, pues apenas volteaba pero no sonreía.

Me sorprendí al ver lo pequeño y feliz que era Andy en esos días y ahora, se había convertido más bien en lo contrario. Deje las fotos con cuidado y cambié la hoja.

Conseguí el dinero…conseguí la desilusión.

A primera hora del día te levanté de la cama y te traje a mi recamara. Con una gran sonrisa y un alivio que se reflejaba en mi cara, te mostré él dinero de tu operación, sonreíste, más seguro no lograbas entender la causa de esto. Puedo recordar nuestras palabras:

- ¿qué es eso, papi?- dijiste, apuntando él dinero.

- Bill, con esto vas a dejar de desmayarte.- sonreíste con tanta sorpresa.

- ¡¿en serio?!- asentí. Tú me disto un fuerte abrazo. –Gracias, papi.- seguro no entendías lo que significaba no tener desmayos de nuevo, era una cirugía peligrosa para un niño como tú, pero los dos confiábamos en que esto era lo correcto.

Sabía que tu aun no estabas al tanto de lo que te pasaba y no entendías porque te desmayabas, pero era algo que seguro te jodía siempre y hoy acabaríamos con ellos. Entramos en el hospital, una enfermera nos esperaba, tomo tu mano y te llevó hacia el quirófano, yo me quedaría a verte, ver como sanabas era algo que me gustaría ver.

[…]

La operación termino y con un poco de nauseas fui al baño y limpie mi cara. Al regresar un doctor me pidió hablar conmigo:

- que, ¿ha sanado?- pregunte, contento de verdad. El doctor negó y bajo la mirada. -¿Cómo que no?

- mire, encontramos el tumor y se podría decir que desapareció, pero hay un problema, y es que ese pequeño tumor habita en la membrana.

- y que, ¿no pueden sacarlo? ¿No pueden quitárselo?

- puesto a que su corazón aun no ha crecido a su tamaño autentico, no podríamos sacarlo, pues ocasionaría problemas en el funcionamiento de su corazón.

- ¿mi hijo puede morir?- negó.

- hemos dejado el tumor, por decir, en un coma, solo sería que estuviera viniendo cada cuatro meses hasta cumplir los dieciséis o  diecisiete.

- ¿seguirá teniendo desmayos frecuentes?- asintió.

- me temo que sí…

Estaba devastado, nos iríamos de ahí con tu enfermedad y con una horrible cicatriz en tu pecho, ¿Qué podía ser peor?  Gaste el dinero, te abrieron el cuerpo ¿y con que salíamos? Con la noticia de que no podíamos hacer nada por ti.

Jörg, tu papá.

Había una pequeña foto de mi cuerpo con esa gran cicatriz, aun con las puntadas color azul cielo. Desabotoné mi camisa y mire mi pecho, en donde ahora se podía ver unos pequeños circulitos, pero solo eso, era una cicatriz por desaparecer.

No me sentí mal y tampoco me enfade con él, había hecho algo por salvarme, había gastado su dinero por mí, me dijo cosas que no se pudieron cumplir, pero no fue gracias a él, fue gracias a mi corazón, él que ahora pataleaba en forma de llanto, el cual golpeaba a mi pecho, queriendo salir libre de dentro de mí.

Mis sentimientos, los hijos de mi corazón, quisieron salvar a su madre, a su creador, revolviéndose todos en mí, pero dos de ellos eran los que podían llegar a la meta con tan solo caminar un par de veces, desataron a mi corazón, haciendo un volcán de sentimientos, mientras mi cerebro esta vez era el apresado, apresado por el coraje y por la desesperación, y mi corazón siendo bienvenido cálidamente por la tristeza y la esperanza.

Me sentía triste, porque aun seguía enfermo, papá a los diez años dejo de mirarme como a “su muñeco de felpa” y me miraba como a su muñeco de trapos sucios y rotos, con el que limpiaba sus lágrimas, descargaba su coraje y cocía su corazón. Pero la esperanza me recorrió el cuerpo, porque sabía que papá había intentado curarme, porque se había interesado en mis aventuras con Andy y me había invitado a dormir en su recamara. Y me di cuenta que tenía que tirar a la basura a mi corazón y a mi cerebro y empezar a pensar las cosas por mí mismo, ser yo el dueño de mi cuerpo y de mis propios sentimientos.

Dicen que las cicatrices son el recuerdo de diversión y el recuerdo de los peores momentos, y bien mi cicatriz podría mostrar ambas, pero yo me guiaba en diversión, no exactamente que me divirtiera tener una enfermedad en mi ahora fuerte corazón, era el de felicidad, porque en ella se podía ver el esfuerzo, la dedicación y el amor que papá alguna vez me tubo.
Limpie mis lágrimas y arreglé mi maquillaje, guarde la cajita en mi bolso y me levante del pasto. Coloqué mi sudadera para caminar a casa devuelta.

[…]

- ¿cómo te fue, Bill?- preguntó (Tu nombre), con una hermosa sonrisa.

- me fue perfecto, gracias.- ella sonrió y pronto un delicioso olor entro en mi nariz.

- vaya, ¿estás cocinando?- se que fui un estúpido al preguntar eso, pues llevaba un delantal negro en su cintura. Caminamos a la cocina.

- sí, ¿tienes hambre?- tome mi estomago y lo acaricie con ansia.

- me muero de hambre, ¿Qué estás haciendo?- ella sonrió y fue al refrigerador.

- puedes verlo por ti mismo, pero ten cuidado, él aceite está caliente y puede saltar.- sonreí al saber que se preocupaba, camine hacia la estufa y destape los sartenes y la gran olla.

- oh, ¿todo esto lo has hecho tu, linda?- ella saco una pequeña risita. –vaya, papá nunca cocinó tanto, ¡ni siquiera por Anette!

- pues, espero que te guste.- la mire sorprendido.

- ¡eso no solo me va a gustar! Vaya, ¿necitas ayuda con algo?- asintió.

- ¿puedes llevar los platos?, Andy vendrá.- mi corazón estalló por la noticia.

- no me jodas, ¿¡Andy, Andreas?!- ella asintió con una sonrisa. Tome los platos y vasos y los acomode en la mesa. - ¿cómo has conseguido que Andy quisiera venir? Ahora es una persona seria y… bueno, tú sabes.

- desde que te fuiste de la casa, Andy venía todos los días, para saber noticias sobre ti, lloraba y estaba muy preocupado, creo que se dio cuenta de que no debió ser así antes.

- oh, qué lindo…- sonreí, pensando en él. – (Tu nombre), ¿qué pensarías si alguien a quien quieres tiene una enfermedad cardiaca?- me miro con sorpresa y enfado.

- ¿de qué hablas, Bill? nadie a quien quiero tiene esas cosas, ¿Por qué lo dices?

- por nada…yo solo…solo pregunté.

- desde la otra noche en el parque haces preguntas tontas, Bill, ¿estás seguro que no pasa nada?

- no pasa nada, en serio, no te enojes.

- no me enoje.

- lo hiciste.

- ¡no lo hice!- di cosquillas en su estomago. -¡Bill, dejameee!

- ya, ya.- le abracé por la espalda y me acerqué a su oído y susurré: -¿sabías que Tom creía que habíamos tenido relaciones ya?- ella acarició mis manos.

- ¿en serio?- dijo, susurrando igualmente.

- sí, es un loco, creo que el ya tuvo su…bueno, tu sabes…

- ¿su qué?

- tú sabes…su primera vez…- reí. Ella también lo hizo.

- vaya…yo creí que…

- huy, cuanto amor por aquí, y la comida quemándose por mientras.- dijo Tom tras de nosotros. Nos separamos y (tu nombre) miro la comida.

- ¿sabías que va a venir Andy?- el asintió.

- sí, lo sé.- sonrió.

- y… ¿también sabías que papá creía que mamá tenía un buen gusto por la ropa que nos ponía?- Tom río fuertemente, tomando su estomago.

- ¿Cómo sabes eso?, ¿de verdad lo creía?...pobre loco…- los dos nos carcajeamos. El timbre sonó, y Tom dejando de reír fue hacia la puerta.

- linda, ¿necesitas algo más?- ella negó.

- no, gracias, ¿Por qué no vamos a cambiarnos antes de que Andy nos mire así?

- buena idea.- subimos a nuestra recamara y cerramos la puerta. Quité mi playera y seguí a (tu nombre), que tan pronto ya había cambiado su blusa por una rosada holgada con algunos volados. –que linda eres.

- ¿por qué?- me acerque a su oído.

- porque me haces feliz, no imaginas cuanto.- ella sonrió y dio un beso en mis labios, acarició mi espalda desnuda mientras nuestros labios se mantenían en tiernos y lentos movimientos, de pronto, ella acarició mi pecho y detuvo sus caricias, yo acaricie su cabellos y después de solo unos segundos ella se separo de mi. Sonreí, pero ella ladeo la cabeza. -¿pasa algo, linda?- asintió.

- ¿Qué te paso aquí?- son su índice repaso la casi invisible cicatriz, mi cuerpo comenzó a temblar.

- eh… ¿en dónde?

- aquí Bill.- volvió a tocar. Fingiendo, toqué esa cicatriz.

- hum, no lo sé…tuvo que haberme pasado hace años.- sonreí.

- es una gran cicatriz, no puedes olvidar eso.

- emm… (Tu nombre)…hablamos de esto luego, ¿sí?

- está bien, Bill.- sonrió tiernamente. Di un beso en su frente y acaricié su cuello con delicadeza. –te amo, Bill.

- te adoro.- sonreí. Coloqué una playera blanca y encima un pequeño chaleco negro con franjas grises. Después bajamos.

- ¡ANDY!- grite sonriendo.

- ¡Bill, ¿Cómo has estado?!

- bien, ¿Cómo has estado tu?

- muy bien, gracias.- había vuelto a cambiar, su cabello estaba un poco despeinado y en él había rayos rojizos, su ropa se ajustaba más a su edad y usaba un guante de piel. Su sonrisa iluminaba la casa y sus ojos también…me alegraba decir que Andy…mi mejor amigo…había vuelto.


3 comentarios:

  1. WOW!!!!!!! esta genial el cap me encanto!!!!!
    q bueno q el viejo Andy ya esta de vuelta pero creo q Bill tiene q decir lo de su problema en el corazon

    sube pronot plisssssss =)

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  2. TT_TT ocea que Bill aun tiene ese
    pequeño tubmoristo que lo puede matar!?
    Pero porque el papa de Bill se enojo con
    el en cierta forma desquito su frustacion
    asia Bill, ya que el no podia hacer nada T_T
    Dios disuela protno y que pasara?
    quieor que Bill se salve y porque no queria
    decirle anda a TN de su cicatris sigeula
    amoooo demasiado tu fic
    cuidate tkm :D

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  3. u.u bill tiene un pequeño tumor :c , espero que no le pase nada , Awww , se puso tan cariñoso con (tu nombre)c: , Y Andreas volvió *-* , chido !
    sube pronto , amo como escribes , ame el capitulo <3 ..

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