lunes, 30 de abril de 2012

capitulo 68


- ¿hay algo más que necesites, Bill?- preguntó el doctor. Lo pensé por un momento pero asentí.

- mi bolso... ¿dónde está mi bolso?

- se lo he dado a tu novia.

- quiero tenerlo conmigo, ¿puedo?

- claro que si, ahora voy a pedírselo.

- gracias.- sonreí.

- ahora está estable, puede dormir ahora.- dijo una enfermera, del otro lado de la cortina, donde estaba mi compañero. Ella salió y me miro, después sonrió y se detuvo frente a mí. -¿cómo te sientes?

- me siento bien, gracias.- sonreí y ella asintió sin quitar su sonrisa.

- ¿no quieres dormir? Es tarde, quizá mañana será cansado para ti.

- ahora dormiré, solo espero mi bolso…

- bien, yo tengo que irme. Adiós.

- adiós.- ella se fue por la puerta, la misma en la que entró el doctor con mi bolso.

- mira lo que tengo.- sonreí ampliamente.

- ¡gracias!

- de que. Aquí te lo dejo, ¿sí?

- bien, gracias.- el solo sonrió y salió por la puerta.

[…]

¿Qué fue lo que salió mal entre los dos?

Hoy me miraste con Anette. No era la forma que yo quería que ocurriera, pero simplemente ocurrió. Tú estabas con una niña de nombre aún desconocido para mí; nos miraste y pude ver como tus grandes ojos se llenaban de lágrimas. Comenzaste a gritarme y antes de volver a subir a tu recamara me gritaste un doloroso: “¡¿Qué hay de mi?!”.

Aceptémoslo, me sentí mal. Anette se largó de la casa y enfadado, corrí hacia tu recamara para darte un merecido por ahuyentar a mi novia. Pero creo que fue una mala idea, una muy mala idea, puesto que de nuevo me gritaste esas palabras que podían romper el candado de mi orgullo y llenarme los ojos con lágrimas, porque yo no sabía qué era lo que te pasaba, no sabía porque te desagradaba tanto, y no solo eso…sino que tu también comenzabas a desagradarme a mí de una forma inexplicable; no sabía si era por tu forma de vestir, de maquillarte y de actuar, te hacías un gótico de mierda. No lo entendía, ¿Qué había hecho mal? ¿Por qué te volvías una persona oscura?

Jörg, tu papá.

Cambios en tu forma de ser, pensar y… ¿actuar?

Pudo ser el día más feliz de toda mi vida, ¿y sabes por qué? ¡Porque Anette dio a luz a una hermosa bebé! ¡Es hermosa de verdad!

Pero tú no la quieres, tal parece que la odias. No quieres cargarla, no quieres ni mirarla, pero tienes que cuidar a Anette mientras se recupera; fue parto natural y Anette se siente muy mal. Y no pude creer lo que fuiste capaz de hacer solo para deshacerte de tu nueva hermana… ¡la has querido ahogar con su propia leche!

Me enfade tanto contigo, sentí de nuevo que eras el error más grande en toda mi vida. No te creí nunca capaz de matar a un bebé, es decir, no matabas ni siquiera a un pequeño roedor porque te causaba dolor ver a un animal sufrir…y ahora querías matar a tu hermana, ¡no lo creía! Simplemente no podía descifrar que fue el sentimiento que te orillo a ese límite tan delicado como la vida de un pequeño bebé que no tenía si quiera un día de vida.

Comencé a temerle a la posible razón de que estabas siendo sometido por un demonio, un demonio que te hacía comportarte como una bestia. Te aleje de Arabelle, tu hermana, por unos días…hasta que viera cambios radicales.

Jörg, tu papá.

Me siento una basura.

Tal parecía que con esa niña te llevabas de lujo, parecía que empezaba a enamorarte y sentí…algo…ese “algo” inexplicable ¿entiendes? Hoy, el día de tu cumpleaños la muy terca te llevó un regalo, ¿sabes que fue lo que vi? ¡Te estabas besando en los labios con ella! comencé a golpearte, porque ese “algo” me decía que no era correcto dejar que mi pequeño hijo de solo quince años…bueno…ahora dieciséis, se besara con una niña.

Eres muy pequeño, Bill, no deberías tener relaciones con mujeres tan pequeño, ¡podría pasarte lo mismo que paso con tu madre y conmigo!, y no quería eso para tu futuro, que no disfrutaras de tu vida por estar cuidando a dos bebés. No lo quería.

¿Y sabes?...hoy me sentí la peor basura del mundo… al llegar a casa y subir a tu habitación para entregarte un pequeño regalito por tu cumpleaños… -porque, debo aceptar que lo olvide, olvide tu día y me sentí una mierda.- vi a un hombre que te tenía en brazos. Me asuste demasiado, y sabes que soy tan impulsivo con todo que, comencé a gritarle a ese hombre –encima estaba esa niña…esa novia tuya.-

Tú me miraste, te veías tan pálido y enfermo. Hasta que me percate de que tus manos y tu cuerpo estaban llenos de sangre; yo no lo podía creer, no podía creer que era lo que te había hecho ese hombre. Me enfade contigo y con él, pero ¿sabes que fue lo que me mostró?...me llevó al baño y ahí pude mirar que ese hombre no te había hecho nada a ti…tú te lo hiciste a ti mismo. La pared estaba tintada con tu sangre, con ella escribiste dos palabras: “Déjame solo.”

Sabía que ese mensaje no estaba dirigido a nadie más que a mí, porque hace unas horas fui yo quien te golpeo y casi golpeaba a tu novia, fui yo quien olvidó el día en que llegaste al mundo, el día en que por primera vez te vi. Y en lugar de dar gracias porque después de fuertes y difíciles horas esperando a que no murieras, estabas conmigo por dieciséis años…, te golpee y te desee la muerte.

Sentí envidia hacia el padre de tu novia, porque él acepto sin dudar que fueran novios, él te ayudaba, el vino hasta nuestra residencia solo para ayudarte, él…él te quería y lo demostraba… jamás me sentí tan cobarde en toda mi vida…jamás me sentí tan basura…y no te di tu regalo…porque tú mismo me habías dicho que no necesitabas lo material para ser feliz… que solo necesitabas mi cariño…y no te lo di…

Felicidades, Bill.

Jörg, tu papá.

Mi cuerpo temblequeó, mis ojos brillaron haciendo que mi mirada se viera borrosa. Ahí había una cadenita con un dije del signo “infinito” en el cual estaban grabadas unas palabras: “siempre es bueno creer en algo.”

Había sido una muy emotiva razón por la cual despertar con un nudo en el estomago y no tener ánimos de hacer nada más que aguardar mirando a la nada, esperando que hicieran lo que tenían que hacer con mi cuerpo, sin prestar a tención a nada, solo pensando en el hermoso detalle que papá tuvo conmigo y no se atrevió a hacerlo suceder. Guarde todo de nuevo en mi bolso y me recosté en la camilla.

- ¿estás listo, Bill?- sonrió el doctor con una charola con comida en ella.

- ¿listo? ¿Para qué?

- te haremos unos estudios hoy, pero primero tienes que desayunar, ¿sí?

- bien.- puso la charola sobre mí y comencé a comer rápidamente. - ¿(tu nombre) ha comido ya?

- eso creo. Hace unos minutos salieron para ir a desayunar.

- ah…- sonreí.

Después de comer, el doctor salió por unos segundos y regreso con  un pequeño carrito lleno de cosas que no tenía idea de para que servían. Tomo mi temperatura y mi pulso, después sonrió y asintió.

- tu cuerpo está listo para empezar, ¿tu lo estás?

- solo terminemos con esto rápido.- reí.

- muy bien, primero te sacaré un poco de sangre ¿sí?- asentí. Él colocó un torniquete en mi brazo y lo apretó demasiado. - ¿muy apretado?- asentí, sintiendo alguna clase de dolor.

- si…

- perfecto.-sonrió. Tomó un pequeño algodón con alcohol y lo pasó por todo mi brazo con una delicadeza extrema. – La meteré ahora.- aviso con amabilidad, yo asentí y pronto sentí un dolor inexplicable, pero el proceso duró poco, la aguja salió de mi piel pronto y él coloco otro algodón en mi piel limpiándola. Quitó el torniquete y sonrió. – listo, ¿dolió?

- si…- el rió.

- te acostumbrarás luego. Ahora, necesito meter un tubito como este- señaló mi pecho. –En tu espina dorsal, ¿me dejas?- sentí un escalofrío recorrerme y negué.

- no…así estoy bien…

- vamos, Bill, tengo que hacerlo, por favor.

- ¿va a dolerme?

- no sentirás mucho dolor, te dormiré un poco.

- bueno…está bien…

- gracias, ahora date la vuelta, con sumo cuidado.

- ¿cómo lo hago?- él sonrió.

- no te pongas nervioso, Bill. Déjame te ayudo.- tomo mi pecho y ayudo a que me volteara, sosteniéndome en mi brazo derecho. – ya está. Ahora, esto va a dolerte, pero dura muy poco, Bill.

- …bien…- sentí un piquete tan fuerte, como una mordida de un can con afilados dientes. - ¡ahh!

- tranquilo, tranquilo, listo, ya está.- sentí comezón por todo mi cuerpo, después algo de sueño, como si comenzara a desmayarme. Después unos jaloneos dentro de mí.

[…]

- despertaste, Bill.- era (Tu nombre), sonriendo ampliamente.

- linda, ¿cómo estás?

- bien, ¿cómo estás tú?

- me siento bien, pero quiero volver a casa, ¿sabes?, no he podido hablar con mi compañero, parece que se siente muy mal.- ella bajó la mirada. - ¿qué? ¿Qué pasa, linda?

- nada, no pasa nada, Bill.- sonrió. –espero que puedas hablar con tu compañero, ¿sabes lo que tiene?

- no sé realmente que tiene, pero el doctor me dijo que era una enfermedad crónica.

- esperemos que se recupere pronto, ¿no crees?

- sí, nunca le he escuchado hablar.

- Bill, hay noticias…- el doctor entro con unos papeles en sus manos y me miro.

- ¿noticias? ¿Cuáles son?

- necesitarás un trasplante pronto.- comencé a espantarme.

- ¿q-qué tan pronto?

- si no lo tienes en dos semanas, tu corazón morirá. Tu tumor es grandísimo, Bill, se está apoderando de tu corazón más rápido que la gripe.

Fueron solo esas palabras las que me hicieron perder toda fe, todo aliento para seguir creyendo en la posibilidad de encontrar un órgano que me hiciera vivir. Mire a (tu nombre), ella ya lloraba. Hacía apenas un día que nos prometimos no llorar hasta que todo estuviera decidido…nunca pensé que se decidiría tan pronto, en menos de veinticuatro horas…en menos de una noche. Pero no lloré, no se la razón, pero seguramente no lo hice por la impresión que me dio todo esto… mi vida se acabaría en menos de 14 días, sobre esta camilla, sufriendo por los tratamientos, sufriendo por los desmayos, sin (tu nombre)…sin Tom…

- ¿tendré…tendré que quedarme aquí hasta que muera?- sentí la mano de (tu nombre) estrechar la mía en forma de apoyo o fuerza, pero ni siquiera su toque me hizo sentir de alguna manera mejor.

- tal vez lo encontremos, chico, no te agüites tan pronto.- sentí rabia, una rabia tan grande.

- ¡me estás diciendo que moriré si no tengo un órgano nuevo! ¡¿Sabes de lo que estamos hablando?! ¡De un puto corazón! ¡No lo encontraremos!- y las primeras lágrimas se avecinaron en mis ojos.

Tii…tii….tii….ti…

- ¡Bill, respira! ¡Tranquilízate!

- tengo que salir de este hospital…no quiero morir de esta forma…

- ¡Doctor, el paciente tuvo una recaída!- el doctor corrió hacia él, cerró las cortinas y comenzó a gritar por el oxígeno.

- ¡coloque 5g de medicamento!

- ¡no aguantaría, doctor, llevémoslo a urgencias!

- bien, preparen la camilla, ¡pronto!

- ¡listo, señor!- sacaron la camilla de ahí… no...¡NO!

- ¡papá!...- mis lagrimas cayeron como dos ríos…dos grandes y hondos ríos. -¡PAPÁ!.... ¡PAPÁ!...

- Bill, tranquilo, Billy, ven.- me dio un abrazo fuerte, yo no lo respondí…no podía creerlo…mi papá… ¡era mi papá!

- no… (Tu nombre)… ¡es mi papá! ¡¿Qué hace aquí!? ¡¿Qué hace en el hospital!?

- cuando llegaste al hospital, tu papá tuvo una recaída, fue una baja de defensas pronta.

- ¿está bien?... (Tu nombre) ¡¿Mi papá está bien!?

- no lo sé…no sé, Bill…

- no…ahh… quién… ahh…ahh…

- Bill, ¡¿Qué tienes?!

- me duele…ahh…- mis lágrimas de nostalgia se combinaron con las de dolor. Mi corazón golpeaba fuertemente.

Tii………. Tii...tiii…..tii…tii…………………tii

- ¿¡Bill?! ¡BILL!- vi sus lagrimas caer y sentí mi cabeza tocar la almohada.

By (Tu nombre)

- ¡Bill! Billy por favor…despierta, Billy….- salí de la habitación y busqué un doctor cerca. - ¡por favor, Bill está mal! ¡Ayúdelo!- el doctor pronto corrió hacia la habitación de Bill.

- quédese ahí, no puede pasar.- asentí. Mis lágrimas se desbordaron…Bill ya no aguantaría más.

- (tu nombre), ¿le ha pasado algo a mi hermanito?- preguntó Tom, con una preocupación que podía notar en sus palabras.

- está mal… su corazón empezó a fallar de nuevo… si no encuentran un órgano pronto…Bill…Bill morirá, Tom…- le di un abrazo sin saber si quiera si lo respondería, pero lo hizo y escuché sus sollozos tan cerca de mi oído, tan distintos a los de Bill.

- mi hermanito no puede morir… si es necesario yo le daré mi corazón…

- no digas esas cosas, Tom.- dijo Simone.

- ¡mamá! ¡¿Es que acaso no te importa!? ¡Es tu hijo, tu hijo pequeño! ¡Es Bill!

- ¡si me importa, si me preocupa pero no dejaré que tú des tu corazón por él!- Tom se soltó de mí y miro a Simone con indiferencia.

- ¡estoy hasta los huevos de ti y de tu maldita preferencia! ¡¿Dónde quedaron las lindas historias con Bill?! ¡Te estás volviendo una extraña para mí! ¡No quiero tu cariño si eso depende de quitárselo a Bill!

[…]

En toda la noche no hubo noticias, más que regresaron a Jörg a la habitación. Toda la noche doctores y enfermeras entraban a la habitación, pero no me dejaban entrar a mí, hasta hoy, que después de que Billy desayunara podría entrar yo.

- listo señorita, puedes pasar a mirarlo.

- gracias.- sonreí y camine hacia la puerta. Pero esa persona que miraba no era Bill, esa persona era…era alguien extraño. Se miraba más pálido de lo que acostumbraba a ser, tenía unas ojeras tan grandes, sus pómulos resaltaban en sus mejillas que solían ser tan gorditas y lindas. Sus labios estaban resecos y su cabello estaba despeinado. – Bill… ¿Cómo te sientes?- me senté a su lado, sobre la camilla.

- …mal…- su nuez subió y bajó lentamente.

- ¿te duele algo, Billy?- negó. – estuviste llorando.

- es…el medicamento… me duele mucho y… papá… lo escuché quejarse toda la noche…- frunció el seño, estaba a nada de llorar.

- tranquilo, Billy…los dos van a estar bien, ¿sí?- acaricié su mejilla. Él sonrió.

- ¿es tu trabajo?...- preguntó sin quitar esa curva en sus labios.

- ¿eh?

- … ¿es…es tu trabajo hacerme sonreír…hasta en el peor…momento?- sonreí.

- ¿sabes?, te amo demasiado.

- yo te adoro, eres mi princesita, la más bonita princesa que nunca vi.

- cuando salgas de ese hospital, iremos a Disney de nuevo…y subiremos juntos a los juegos que no pudiste la última vez y comeremos todas las porquerías que queramos.

- eso suena hermoso, ¡lo haremos!- sonrió, dejándome ver sus labios.

- sí, lo haremos.

- y… compraremos… un mono de felpa azul.

- ¿azul?- asintió.

- si… un mono peludo…- rió, pero pronto comenzó a toser.

- tranquilo, Billy…no te emociones tanto, lo compraremos, nadie te lo ganará, solo tú.

- bien, porque un mono azul…es lo que quiero…- sonreí y di un beso en sus labios, sus labios que ya no tenían la temperatura que solían tener. - ¿quieres…quieres tocar algo…asqueroso…?

- sí, ¿Qué es?- tomo mi mano y la acerco a su pecho, se sentían bolitas, como pequeñas montañas.

- es mi…cof, cof…mi tumor…es asqueroso… ¿verdad?

- si.- reí.

- no puedo dejar…de tocarlo…- sonrió, cerrando sus ojitos tiernamente. - ¿qué harás…ahora?

- iremos a desayunar, Tom no tiene ganas de estar aquí, ayer peleo con tu mamá.

- ah… no puedo evitar… querer comer…una rica pizza…- mis ojos se llenaron de lágrimas. Comenzaba a comportarse como un necio crío.

- Bill… no puedes comerla…

- lo sé… pero… siempre me dan frutilla… la odio… pero la leche es rica…

- solo espera, cuando te operen, después de unos días podrás comer mucha pizza y gaseosas.

- y Tom… Gustav y Georg… podremos hacer…canciones nuevas…- sus ojitos comenzaban a cerrarse.

- ¿tienes sueño, Bill?- negó.

- no,… pero mis ojos me pesan… ¿te importa si los cierro?...

- claro que no, Billy.- los cerró y sonrió.

- me aterra la oscuridad…

- ¿por qué?

- siempre… he creído que…un monstruo me tomará…los pies…

- no lo harán, no tienes por qué temer.- sonrió. La puerta se abrió y una enfermera nos miro.

- tengo que hacerle las pruebas diarias.- me dijo sonriendo, Bill tomo mi mano y la apretó negando.

- hoy no… aun me duele… las de ayer…

- es por tu salud, ¿sí?- dijo ella. Bill negó.

- ya no… por favor…

- vamos, Billy, recuerda que al salir de aquí, tu y yo iremos a comprar nuestro mono azul.- el sonrió y abrió sus ojitos con pesadez.

- bueno… entonces si…

- cierra tus ojitos y piensa en el mono, ¿cómo te gustaría llamarlo?- la enfermera comenzó a sacar sangre se su brazo; Bill fruncía el ceño de dolor.

- hum… Maki…

- ¿Maki?- apretó mi mano fuerte y asintió.

- ahh… si… porque…me recuerda a… alguien… ¡ahh!

- bien, entonces será Maki… ¿de qué tamaño será?- sacó una inyección y le llenó de algún medicamento, después lo metió al pecho de Bill.

- del tamaño de un perro… y tendrá…un ahh… un… ojo de botón…y el otro negro… ahh… ya, por favor…ahh

- tranquilo, casi terminamos.- dijo la enfermera. Él asintió.

- ¿y le compraremos una playera?- Bill asintió, frunciendo el ceño una vez más.

- si… tendrá nuestros nombres… ¿y sabes?

- ¿qué?

- será… ahh… el primer juguete de…nuestro bebé adoptado…- sonrió, pero su sonrisa se transformó en una de dolor. No volví a hablar, mi mente se lleno con sus palabras, con su dolor y su esperanza… Billy no podía morir, estaba segura de que no lo haría, una persona como él no podría morir…

Mis ojos se llenaron de lágrimas, la enfermera me miro con pena y asintió con una sonrisa de aprobación.

- es todo por ahora.- Bill sonrió con alivio.