- ¿hay algo más que necesites, Bill?- preguntó el doctor. Lo pensé por
un momento pero asentí.
- mi bolso... ¿dónde está mi bolso?
- se lo he dado a tu novia.
- quiero tenerlo conmigo, ¿puedo?
- claro que si, ahora voy a pedírselo.
- gracias.- sonreí.
- ahora está estable, puede dormir ahora.- dijo una enfermera, del otro
lado de la cortina, donde estaba mi compañero. Ella salió y me miro, después
sonrió y se detuvo frente a mí. -¿cómo te sientes?
- me siento bien, gracias.- sonreí y ella asintió sin quitar su sonrisa.
- ¿no quieres dormir? Es tarde, quizá mañana será cansado para ti.
- ahora dormiré, solo espero mi bolso…
- bien, yo tengo que irme. Adiós.
- adiós.- ella se fue por la puerta, la misma en la que entró el doctor
con mi bolso.
- mira lo que tengo.- sonreí ampliamente.
- ¡gracias!
- de que. Aquí te lo dejo, ¿sí?
- bien, gracias.- el solo sonrió y salió por la puerta.
[…]
¿Qué fue lo que salió mal
entre los dos?
Hoy me miraste con Anette. No era la forma que yo quería que ocurriera,
pero simplemente ocurrió. Tú estabas con una niña de nombre aún desconocido
para mí; nos miraste y pude ver como tus grandes ojos se llenaban de lágrimas.
Comenzaste a gritarme y antes de volver a subir a tu recamara me gritaste un
doloroso: “¡¿Qué hay de mi?!”.
Aceptémoslo, me sentí mal. Anette se largó de la casa y enfadado, corrí
hacia tu recamara para darte un merecido por ahuyentar a mi novia. Pero creo
que fue una mala idea, una muy mala idea, puesto que de nuevo me gritaste esas
palabras que podían romper el candado de mi orgullo y llenarme los ojos con
lágrimas, porque yo no sabía qué era lo que te pasaba, no sabía porque te
desagradaba tanto, y no solo eso…sino que tu también comenzabas a desagradarme
a mí de una forma inexplicable; no sabía si era por tu forma de vestir, de
maquillarte y de actuar, te hacías un gótico de mierda. No lo entendía, ¿Qué
había hecho mal? ¿Por qué te volvías una persona oscura?
Jörg, tu papá.
Cambios en tu forma de ser,
pensar y… ¿actuar?
Pudo ser el día más feliz de toda mi vida, ¿y sabes por qué? ¡Porque
Anette dio a luz a una hermosa bebé! ¡Es hermosa de verdad!
Pero tú no la quieres, tal parece que la odias. No quieres cargarla, no
quieres ni mirarla, pero tienes que cuidar a Anette mientras se recupera; fue
parto natural y Anette se siente muy mal. Y no pude creer lo que fuiste capaz
de hacer solo para deshacerte de tu nueva hermana… ¡la has querido ahogar con
su propia leche!
Me enfade tanto contigo, sentí de nuevo que eras el error más grande en
toda mi vida. No te creí nunca capaz de matar a un bebé, es decir, no matabas
ni siquiera a un pequeño roedor porque te causaba dolor ver a un animal
sufrir…y ahora querías matar a tu hermana, ¡no lo creía! Simplemente no podía
descifrar que fue el sentimiento que te orillo a ese límite tan delicado como
la vida de un pequeño bebé que no tenía si quiera un día de vida.
Comencé a temerle a la posible razón de que estabas siendo sometido por
un demonio, un demonio que te hacía comportarte como una bestia. Te aleje de
Arabelle, tu hermana, por unos días…hasta que viera cambios radicales.
Jörg, tu papá.
Me siento una basura.
Tal parecía que con esa niña te llevabas de lujo, parecía que empezaba a
enamorarte y sentí…algo…ese “algo” inexplicable ¿entiendes? Hoy, el día de tu
cumpleaños la muy terca te llevó un regalo, ¿sabes que fue lo que vi? ¡Te
estabas besando en los labios con ella! comencé a golpearte, porque ese “algo”
me decía que no era correcto dejar que mi pequeño hijo de solo quince
años…bueno…ahora dieciséis, se besara con una niña.
Eres muy pequeño, Bill, no deberías tener relaciones con mujeres tan
pequeño, ¡podría pasarte lo mismo que paso con tu madre y conmigo!, y no quería
eso para tu futuro, que no disfrutaras de tu vida por estar cuidando a dos
bebés. No lo quería.
¿Y sabes?...hoy me sentí la peor basura del mundo… al llegar a casa y
subir a tu habitación para entregarte un pequeño regalito por tu cumpleaños…
-porque, debo aceptar que lo olvide, olvide tu día y me sentí una mierda.- vi a
un hombre que te tenía en brazos. Me asuste demasiado, y sabes que soy tan
impulsivo con todo que, comencé a gritarle a ese hombre –encima estaba esa
niña…esa novia tuya.-
Tú me miraste, te veías tan pálido y enfermo. Hasta que me percate de
que tus manos y tu cuerpo estaban llenos de sangre; yo no lo podía creer, no
podía creer que era lo que te había hecho ese hombre. Me enfade contigo y con
él, pero ¿sabes que fue lo que me mostró?...me llevó al baño y ahí pude mirar
que ese hombre no te había hecho nada a ti…tú te lo hiciste a ti mismo. La pared
estaba tintada con tu sangre, con ella escribiste dos palabras: “Déjame solo.”
Sabía que ese mensaje no estaba dirigido a nadie más que a mí, porque
hace unas horas fui yo quien te golpeo y casi golpeaba a tu novia, fui yo quien
olvidó el día en que llegaste al mundo, el día en que por primera vez te vi. Y
en lugar de dar gracias porque después de fuertes y difíciles horas esperando a
que no murieras, estabas conmigo por dieciséis años…, te golpee y te desee la
muerte.
Sentí envidia hacia el padre de tu novia, porque él acepto sin dudar que
fueran novios, él te ayudaba, el vino hasta nuestra residencia solo para
ayudarte, él…él te quería y lo demostraba… jamás me sentí tan cobarde en toda
mi vida…jamás me sentí tan basura…y no te di tu regalo…porque tú mismo me
habías dicho que no necesitabas lo material para ser feliz… que solo
necesitabas mi cariño…y no te lo di…
Felicidades, Bill.
Jörg, tu papá.
Mi cuerpo temblequeó, mis ojos brillaron haciendo que mi mirada se viera
borrosa. Ahí había una cadenita con un dije del signo “infinito” en el cual
estaban grabadas unas palabras: “siempre es bueno creer en algo.”
Había sido una muy emotiva razón por la cual despertar con un nudo en el
estomago y no tener ánimos de hacer nada más que aguardar mirando a la nada,
esperando que hicieran lo que tenían que hacer con mi cuerpo, sin prestar a
tención a nada, solo pensando en el hermoso detalle que papá tuvo conmigo y no
se atrevió a hacerlo suceder. Guarde todo de nuevo en mi bolso y me recosté en
la camilla.
- ¿estás listo, Bill?- sonrió el doctor con una charola con comida en
ella.
- ¿listo? ¿Para qué?
- te haremos unos estudios hoy, pero primero tienes que desayunar, ¿sí?
- bien.- puso la charola sobre mí y comencé a comer rápidamente. - ¿(tu
nombre) ha comido ya?
- eso creo. Hace unos minutos salieron para ir a desayunar.
- ah…- sonreí.
Después de comer, el doctor salió por unos segundos y regreso con un pequeño carrito lleno de cosas que no
tenía idea de para que servían. Tomo mi temperatura y mi pulso, después sonrió
y asintió.
- tu cuerpo está listo para empezar, ¿tu lo estás?
- solo terminemos con esto rápido.- reí.
- muy bien, primero te sacaré un poco de sangre ¿sí?- asentí. Él colocó
un torniquete en mi brazo y lo apretó demasiado. - ¿muy apretado?- asentí, sintiendo
alguna clase de dolor.
- si…
- perfecto.-sonrió. Tomó un pequeño algodón con alcohol y lo pasó por
todo mi brazo con una delicadeza extrema. – La meteré ahora.- aviso con
amabilidad, yo asentí y pronto sentí un dolor inexplicable, pero el proceso duró
poco, la aguja salió de mi piel pronto y él coloco otro algodón en mi piel
limpiándola. Quitó el torniquete y sonrió. – listo, ¿dolió?
- si…- el rió.
- te acostumbrarás luego. Ahora, necesito meter un tubito como este-
señaló mi pecho. –En tu espina dorsal, ¿me dejas?- sentí un escalofrío
recorrerme y negué.
- no…así estoy bien…
- vamos, Bill, tengo que hacerlo, por favor.
- ¿va a dolerme?
- no sentirás mucho dolor, te dormiré un poco.
- bueno…está bien…
- gracias, ahora date la vuelta, con sumo cuidado.
- ¿cómo lo hago?- él sonrió.
- no te pongas nervioso, Bill. Déjame te ayudo.- tomo mi pecho y ayudo a
que me volteara, sosteniéndome en mi brazo derecho. – ya está. Ahora, esto va a
dolerte, pero dura muy poco, Bill.
- …bien…- sentí un piquete tan fuerte, como una mordida de un can con
afilados dientes. - ¡ahh!
- tranquilo, tranquilo, listo, ya está.- sentí comezón por todo mi
cuerpo, después algo de sueño, como si comenzara a desmayarme. Después unos
jaloneos dentro de mí.
[…]
- despertaste, Bill.- era (Tu nombre), sonriendo ampliamente.
- linda, ¿cómo estás?
- bien, ¿cómo estás tú?
- me siento bien, pero quiero volver a casa, ¿sabes?, no he podido
hablar con mi compañero, parece que se siente muy mal.- ella bajó la mirada. -
¿qué? ¿Qué pasa, linda?
- nada, no pasa nada, Bill.- sonrió. –espero que puedas hablar con tu
compañero, ¿sabes lo que tiene?
- no sé realmente que tiene, pero el doctor me dijo que era una
enfermedad crónica.
- esperemos que se recupere pronto, ¿no crees?
- sí, nunca le he escuchado hablar.
- Bill, hay noticias…- el doctor entro con unos papeles en sus manos y
me miro.
- ¿noticias? ¿Cuáles son?
- necesitarás un trasplante pronto.- comencé a espantarme.
- ¿q-qué tan pronto?
- si no lo tienes en dos semanas, tu corazón morirá. Tu tumor es
grandísimo, Bill, se está apoderando de tu corazón más rápido que la gripe.
Fueron solo esas palabras las que me hicieron perder toda fe, todo
aliento para seguir creyendo en la posibilidad de encontrar un órgano que me
hiciera vivir. Mire a (tu nombre), ella ya lloraba. Hacía apenas un día que nos
prometimos no llorar hasta que todo estuviera decidido…nunca pensé que se
decidiría tan pronto, en menos de veinticuatro horas…en menos de una noche. Pero
no lloré, no se la razón, pero seguramente no lo hice por la impresión que me
dio todo esto… mi vida se acabaría en menos de 14 días, sobre esta camilla,
sufriendo por los tratamientos, sufriendo por los desmayos, sin (tu nombre)…sin
Tom…
-
¿tendré…tendré que quedarme aquí hasta que muera?- sentí la mano de (tu nombre)
estrechar la mía en forma de apoyo o fuerza, pero ni siquiera su toque me hizo
sentir de alguna manera mejor.
-
tal vez lo encontremos, chico, no te agüites tan pronto.- sentí rabia, una
rabia tan grande.
-
¡me estás diciendo que moriré si no tengo un órgano nuevo! ¡¿Sabes de lo que
estamos hablando?! ¡De un puto corazón! ¡No lo encontraremos!- y las primeras
lágrimas se avecinaron en mis ojos.
Tii…tii….tii….ti…
-
¡Bill, respira! ¡Tranquilízate!
-
tengo que salir de este hospital…no quiero morir de esta forma…
-
¡Doctor, el paciente tuvo una recaída!- el doctor corrió hacia él, cerró las
cortinas y comenzó a gritar por el oxígeno.
-
¡coloque 5g de medicamento!
-
¡no aguantaría, doctor, llevémoslo a urgencias!
-
bien, preparen la camilla, ¡pronto!
-
¡listo, señor!- sacaron la camilla de ahí… no...¡NO!
-
¡papá!...- mis lagrimas cayeron como dos ríos…dos grandes y hondos ríos.
-¡PAPÁ!.... ¡PAPÁ!...
-
Bill, tranquilo, Billy, ven.- me dio un abrazo fuerte, yo no lo respondí…no
podía creerlo…mi papá… ¡era mi papá!
-
no… (Tu nombre)… ¡es mi papá! ¡¿Qué hace aquí!? ¡¿Qué hace en el hospital!?
-
cuando llegaste al hospital, tu papá tuvo una recaída, fue una baja de defensas
pronta.
-
¿está bien?... (Tu nombre) ¡¿Mi papá está bien!?
-
no lo sé…no sé, Bill…
-
no…ahh… quién… ahh…ahh…
-
Bill, ¡¿Qué tienes?!
-
me duele…ahh…- mis lágrimas de nostalgia se combinaron con las de dolor. Mi
corazón golpeaba fuertemente.
Tii……….
Tii...tiii…..tii…tii…………………tii
-
¿¡Bill?! ¡BILL!- vi sus lagrimas caer y sentí mi cabeza tocar la almohada.
By (Tu nombre)
-
¡Bill! Billy por favor…despierta, Billy….- salí de la habitación y busqué un
doctor cerca. - ¡por favor, Bill está mal! ¡Ayúdelo!- el doctor pronto corrió hacia
la habitación de Bill.
-
quédese ahí, no puede pasar.- asentí. Mis lágrimas se desbordaron…Bill ya no
aguantaría más.
-
(tu nombre), ¿le ha pasado algo a mi hermanito?- preguntó Tom, con una
preocupación que podía notar en sus palabras.
-
está mal… su corazón empezó a fallar de nuevo… si no encuentran un órgano pronto…Bill…Bill
morirá, Tom…- le di un abrazo sin saber si quiera si lo respondería, pero lo
hizo y escuché sus sollozos tan cerca de mi oído, tan distintos a los de Bill.
-
mi hermanito no puede morir… si es necesario yo le daré mi corazón…
-
no digas esas cosas, Tom.- dijo Simone.
-
¡mamá! ¡¿Es que acaso no te importa!? ¡Es tu hijo, tu hijo pequeño! ¡Es Bill!
-
¡si me importa, si me preocupa pero no dejaré que tú des tu corazón por él!-
Tom se soltó de mí y miro a Simone con indiferencia.
-
¡estoy hasta los huevos de ti y de tu maldita preferencia! ¡¿Dónde quedaron las
lindas historias con Bill?! ¡Te estás volviendo una extraña para mí! ¡No quiero
tu cariño si eso depende de quitárselo a Bill!
[…]
En
toda la noche no hubo noticias, más que regresaron a Jörg a la habitación. Toda
la noche doctores y enfermeras entraban a la habitación, pero no me dejaban
entrar a mí, hasta hoy, que después de que Billy desayunara podría entrar yo.
-
listo señorita, puedes pasar a mirarlo.
-
gracias.- sonreí y camine hacia la puerta. Pero esa persona que miraba no era
Bill, esa persona era…era alguien extraño. Se miraba más pálido de lo que
acostumbraba a ser, tenía unas ojeras tan grandes, sus pómulos resaltaban en
sus mejillas que solían ser tan gorditas y lindas. Sus labios estaban resecos y
su cabello estaba despeinado. – Bill… ¿Cómo te sientes?- me senté a su lado,
sobre la camilla.
-
…mal…- su nuez subió y bajó lentamente.
-
¿te duele algo, Billy?- negó. – estuviste llorando.
-
es…el medicamento… me duele mucho y… papá… lo escuché quejarse toda la noche…-
frunció el seño, estaba a nada de llorar.
-
tranquilo, Billy…los dos van a estar bien, ¿sí?- acaricié su mejilla. Él sonrió.
-
¿es tu trabajo?...- preguntó sin quitar esa curva en sus labios.
-
¿eh?
-
… ¿es…es tu trabajo hacerme sonreír…hasta en el peor…momento?- sonreí.
-
¿sabes?, te amo demasiado.
-
yo te adoro, eres mi princesita, la más bonita princesa que nunca vi.
-
cuando salgas de ese hospital, iremos a Disney de nuevo…y subiremos juntos a
los juegos que no pudiste la última vez y comeremos todas las porquerías que
queramos.
-
eso suena hermoso, ¡lo haremos!- sonrió, dejándome ver sus labios.
-
sí, lo haremos.
-
y… compraremos… un mono de felpa azul.
-
¿azul?- asintió.
-
si… un mono peludo…- rió, pero pronto comenzó a toser.
-
tranquilo, Billy…no te emociones tanto, lo compraremos, nadie te lo ganará,
solo tú.
-
bien, porque un mono azul…es lo que quiero…- sonreí y di un beso en sus labios,
sus labios que ya no tenían la temperatura que solían tener. - ¿quieres…quieres
tocar algo…asqueroso…?
-
sí, ¿Qué es?- tomo mi mano y la acerco a su pecho, se sentían bolitas, como
pequeñas montañas.
-
es mi…cof, cof…mi tumor…es asqueroso… ¿verdad?
-
si.- reí.
-
no puedo dejar…de tocarlo…- sonrió, cerrando sus ojitos tiernamente. - ¿qué
harás…ahora?
-
iremos a desayunar, Tom no tiene ganas de estar aquí, ayer peleo con tu mamá.
-
ah… no puedo evitar… querer comer…una rica pizza…- mis ojos se llenaron de
lágrimas. Comenzaba a comportarse como un necio crío.
-
Bill… no puedes comerla…
-
lo sé… pero… siempre me dan frutilla… la odio… pero la leche es rica…
-
solo espera, cuando te operen, después de unos días podrás comer mucha pizza y
gaseosas.
-
y Tom… Gustav y Georg… podremos hacer…canciones nuevas…- sus ojitos comenzaban
a cerrarse.
-
¿tienes sueño, Bill?- negó.
-
no,… pero mis ojos me pesan… ¿te importa si los cierro?...
-
claro que no, Billy.- los cerró y sonrió.
-
me aterra la oscuridad…
-
¿por qué?
-
siempre… he creído que…un monstruo me tomará…los pies…
-
no lo harán, no tienes por qué temer.- sonrió. La puerta se abrió y una enfermera
nos miro.
-
tengo que hacerle las pruebas diarias.- me dijo sonriendo, Bill tomo mi mano y
la apretó negando.
-
hoy no… aun me duele… las de ayer…
-
es por tu salud, ¿sí?- dijo ella. Bill negó.
-
ya no… por favor…
-
vamos, Billy, recuerda que al salir de aquí, tu y yo iremos a comprar nuestro
mono azul.- el sonrió y abrió sus ojitos con pesadez.
-
bueno… entonces si…
-
cierra tus ojitos y piensa en el mono, ¿cómo te gustaría llamarlo?- la enfermera
comenzó a sacar sangre se su brazo; Bill fruncía el ceño de dolor.
-
hum… Maki…
-
¿Maki?- apretó mi mano fuerte y asintió.
-
ahh… si… porque…me recuerda a… alguien… ¡ahh!
-
bien, entonces será Maki… ¿de qué tamaño será?- sacó una inyección y le llenó
de algún medicamento, después lo metió al pecho de Bill.
-
del tamaño de un perro… y tendrá…un ahh… un… ojo de botón…y el otro negro… ahh…
ya, por favor…ahh
-
tranquilo, casi terminamos.- dijo la enfermera. Él asintió.
-
¿y le compraremos una playera?- Bill asintió, frunciendo el ceño una vez más.
-
si… tendrá nuestros nombres… ¿y sabes?
-
¿qué?
-
será… ahh… el primer juguete de…nuestro bebé adoptado…- sonrió, pero su sonrisa
se transformó en una de dolor. No volví a hablar, mi mente se lleno con sus
palabras, con su dolor y su esperanza… Billy no podía morir, estaba segura de
que no lo haría, una persona como él no podría morir…
Mis
ojos se llenaron de lágrimas, la enfermera me miro con pena y asintió con una sonrisa
de aprobación.
-
es todo por ahora.- Bill sonrió con alivio.