[…]
Desperté con un pequeño dolor en mi cabeza. Abrí mi cajón y tomé algunas
pastillas para el mismo dolor.
- hum, mierda…- susurré. Escuche un pequeño suspiro a mi lado, ese
suspiro que me hizo sonreír; acaricie su cabello y me levanté de la cama para
darme una ducha, pero antes, baje las escaleras y camine a la cocina en busca de algo que pudiera
desayunar. Ahí estaba Tom, sentado en el desayunador con un vaso de jugo frente
a él.
- buenos días.- dije sonriendo y encaminándome después al refrigerador.
- buenos días, Bill.- dijo él. Abrí el mismo y saqué un litro de leche;
abrí la alacena y tomé un vaso de vidrio.
- has despertado muy temprano.- vertí leche dentro de mi vaso y después
me senté frente a Tom.
- no podía dormir.- sonrió.
- ¿por qué, en quién pensabas?- dije sonriendo, en tono de burla. Él me
miro y bajo la mirada.
- …en ti…- mi sonrisa se fue.
- ¿en mí? Pero… ¿Por qué?- se levantó de la silla y comenzó a enjabonar
su vaso. Me levante también y le tome el hombro, haciendo que me mirara.
Suspire con un poco de incredulidad, pues conocía a mi hermano lo bastante como
para saber a que llegaría esto.
No quise pelear ni tampoco levantarle la voz, ¡pero es que siempre era
lo mismo! No iba a gritarle que hacía mal en preocuparse tanto por tan solo una
cosa, pero si quería aclarárselo y que me dejara hablar bien con él.
- ¿es por papá, cierto?- detuvo el agua cerrando la llave y me miro.
- Bill, no quiero que te alteres, tan solo…- negué serio, eso lo hizo
silenciarse por completo.
- Tom, te he dicho que iría con un psicólogo, te prometo que lo haré.-
asintió y su mirada cayó al suelo.
- Bill, estas sufriendo.- sonreí.
- no.- el me miro y asintió.
- lo estás. Papá es un mal hombre, es de las peores personas que han
pisado Alemania…y tú sigues a sus pies…limpiándoselos cada que se ensucian.-
suspiré.
- hermano…ahora me voy…conseguiré a alguien que me ayude... ¿está bien?-
me encamine a la puerta.
- ¡Bill!- gritó, haciendo que me detuviera. -¿no terminarás tu…?
- no.- dije, encaminándome a mí recamara. Tome alguna ropa y me di un
baño.
Coloqué una camiseta negra y sobre esta, una camisa color rojo
–dejándola abierta para que se mirara la que tenía por debajo-, use un pantalón
de mezclilla y una gorra tejida color gris. Me maquille muy poco y después salí
del baño.
Ahí estaba (tu nombre), con las piernas cruzadas sobre la cama, tomaba
su espalda con su brazo izquierdo, mientras su cara se transformaba de dolor.
Me acerque a ella y tome sus mejillas.
- ¿Qué le pasa a la mujer más fea?- ella sonrió ampliamente, dejándome
ver sus dientes.
- …silenció…tonto…- sonreí.
- ¿Qué te pasa, linda?
- me siento un poco mal.- acarició su espalda. Me puse tras ella y
comencé a darle un masaje.
- ¿dormiste mal entonces?- asintió.
- contigo moviéndote sobre la cama toda la noche, creo que sí.- saque
una carcajada.
- lo siento, ¿de verdad no te deje descansar?
- vamos, era una broma…ahh…- se quejó.
- lo siento.- sonreí. -¿tienes que ir a trabajar?
- sí, ¿Qué pasa con ello?
- es decir, ¿irás a trabajar sintiéndote así?
- es mi deber, Bill, no puedo faltar al trabajo.
- no pienso que sea tan malo, encima te sientes enferma, ¿Por qué no
llamas para pedir permiso?
- porque cuando me siente realmente mal no podré faltar.
- pero ahora no vivimos en “cuando te sientas realmente mal”, ahora te
sientes mal y no esperaremos a que te
sientas peor.
- eres un necio.
- y tu una masoquista.
- ¿masoquista?...ahh…
- lo siento.- dije, riéndome de nuevo. –sí, eres masoquista por querer
ir al trabajo sintiéndote así. Llama a tu jefe, el entenderá.
- no te preocupes, Bill, no me siento muy mal.
- me harás llamarle a tu jefe.- ella me miro.
- no lo harías.
- ohh, no sabes de lo que soy capaz.- reí.
- ya, está bien, pediré el permiso.- di un beso en su espalda y me
levanté de la cama.
- gracias.- sonreí. –ahora, es mejor que te recuestes y mires la TV por
horas, hasta que te sientas mejor. Ahora vengo.- acaricie su cabello y salí de
la habitación.
Baje a la planta baja y camine a la cocina. Tom ya no estaba ahí, seguro
había subido a su habitación. Comencé a preparar unos waffles y partí un poco de fruta. Tome un vaso y lo llené con jugo
de naranja. Saqué los waffles y les
coloqué un poco de azúcar en polvo. De la alacena tomé una tablita de madera y
regresé a la habitación, cargando todo con un poco de dificultad, ya que mis
brazos no eran los más fuertes. Camine hacia la cama, en donde (tu nombre) me
miraba negando lentamente.
- Bill…- coloqué la tablita con suma delicadeza en sus piernas y la mire
sonriendo ampliamente. –no era necesario, si puedo caminar.
- ¿desde cuándo una linda mujer rechaza un desayuno en la cama?-
despeiné su cabello.
- te amo, Bill.- me incliné y di un beso en su mejilla.
- yo te amo mucho más.- miré mi reloj y me percate de que había pasado
ya mucho tiempo desde que le dije a Tom que saldría en busca de un psicólogo.
–linda...me tengo que ir…lo siento…
- no te preocupes, Bill.- sonrió.
- recupérate, y no olvides llamar a tu jefe.
- no lo haré.- camine hacia la puerta y la mire por última vez.
- te amo.
- y yo.- sonrió tiernamente. Salí de casa y me adentre en mi auto, lo
encendí y me encamine en busca de una clínica que pudiera ayudarme.
Sabía que estaba mal lo que hacía con papá, pero algo me pasaba…algo
inexplicable. Quizá era mi corazón o mi razón, pero no estaba seguro de lo que
sentía por papá…había veces en las que me podía llegar a dar asco…pero había
otras en las que yo solo podía mirarlo con ojos de apoyo, quería apoyarlo
o….tal vez quería ser apoyado por él.
Ahí mire un pequeño edificio –mucho más pequeño que al que había ido en
Alemania- era color blanco y encima de la puerta se podía leer con letras de
metal doradas “Bushnell” y
debajo en letras más pequeñas “psychological
clinic”.
Detuve el auto y me baje del mismo. Camine con un
poco de nervios hacia adentro, sintiendo al entrar, un aire bastante fresco.
Ahí dentro había tres parejas de personas: una mujer con una pequeña joven, tal
vez de 13 o 14 años. Había también dos hombres sentados, platicaban sonrientes.
Y por último, era otra mujer, que ya se levantaba para marcharse de ahí con un
hombre, seguro su esposo.
Estos últimos pasaron a mi lado y con una amable
sonrisa dijeron:
- buenas tardes.
- buenas tardes.- repetí sonriendo. Me adentré ahí
y me acerque con una mujer de cabello largo y lacio; usaba una camisa blanca
con pequeñas franjas azul marino.
- muy buenas tardes, ¿en qué puedo ayudarle?
- bueno…yo…- dije un poco nervioso, pues no sabía
exactamente las palabras que debería usar. –Quiero…una cita…- ella sonrió y
asintió. Comenzó a buscar algo en su computadora que yacía frente a ella en un
pequeño escritorio de madera fina,
- ¿un sexo en particular?- pregunto con amabilidad.
Yo negué.
- no, el que usted quiera…- sonreí. Ella volvió a
asentir y después tomo un pequeño papel beige. Comenzó a escribir en él y
después me miró.
- bueno, si gustas pasar, está en el segundo piso,
en la habitación 16.- tendió el papelito hacia mí. –Este se lo muestras al
llegar, ¿está bien?- tome el papelito y le mire rápidamente.
- muchas gracias.- ella solo asintió. Me encamine
por las escaleras rápidamente y me encontré con un gran pasillo. El suelo era
de madera marrón rojizo. Camine mirando detenidamente las puertas, hasta que me
encontré frente a frente con la numero “16”. Ahí mismo había una pequeña placa
con el nombre “Jonathan Closson”.
Con mi mano temblando fuertemente, me decidí a que
era mejor terminar con esto pronto. Entonces con mis nudillos golpee la puerta
lentamente.
- ¡Pase, por favor!- se escuchó una fuerte y dura
voz dentro de la habitación. Eso me hizo estremecerme más, pues quizá sería una
persona muy dura que me haría llorar –de miedo o desesperación- antes de lo que
papá podía.
Abrí la puerta lentamente y ahí lo vi. Estaba tras
un escritorio grande y perfectamente ordenado, una computadora móvil yacía
encendida frente a él.
Hablando de él…realmente parecía un hombre de mala
cara; su cabello era café y un poco ondulado, usaba unos lentes grandes. Vestía
un pantalón de mezclilla y unos zapatos de vestir negros. Su camisa estaba
fajada perfectamente, mientras también usaba una corbata roja.
Él me miró y al tiro cerró el computador. Sin
sonreír se recargó en su grande y al parecer cómoda silla.
- ¿has traído el comprobante?- ¡¿comprobante?!...me
puse demasiado nervioso y seguro comenzaría a balbucear. –El pequeño papel que
te dieron antes de venir.- suspire lo completamente aliviado y asentí.
- si…lo tengo.
- ¿podrías prestármelo? Solo para asegurarme de
ello.- asentí y comencé a buscarlo dentro de mis pantaloncillos.
- ehh…lo tengo por aquí…- mierda…busque hasta el
fondo pero no lo encontré por ningún lado. –eh, seguro lo dejé afuera…quizá se
me cayó…iré a buscarlo.- camine hacia la puerta, el aclaro su voz, haciéndome
parar.
- joven.
- de verdad me lo dieron…pero quizá lo deje caer al
tocar.- defendí a mis absurdos pensamientos. El apuntó a saber dónde; yo ladee
la cabeza sin entender.
- ¿ya has mirado tu mano? Ahí está.- sentí un
escalofría combinado con vergüenza recorrer mi estomago y espalda. Sonreí…quizá
esa fue la sonrisa más nerviosa que nunca deje salir.
- lo siento…yo…
- no te excuses.- tendió su mano. Me acerqué a él y
tendí el papel; él lo selló y me lo devolvió. Se levantó y señaló unos sofás de
piel negra. –toma asiento, por favor.
- eh…si…- dije, nuevamente, con los nervios de
punta. Me senté y él me miró.
- veamos, ¿cuál es tu nombre?
- Bill.
- ¿Bill qué?- dijo serio.
- Kaulitz.- el asintió.
- ¿qué edad tienes?
- diecinueve.
- bien. Platícame de ti.- me puse aun más nervioso.
- eh, yo…yo… ¿Qué quiere que le platique?
- no me agrada que me llamen de usted.- sentí un
gran nudo en el estomago. -¿y a ti?
- ¿a mí qué?
- ¿te gusta que te llamen de usted?
- bueno…como sea.- el negó.
- te gusta o no. no hay un “como sea”.
- ehh…no…
- muy bien. Ahora, platícame de ti. ¿Por qué has
decidido venir aquí?
- ehh…creo que estoy loco…- el saco una pequeña
risa.
- ¿Por qué dices eso?
- eh…bueno, mi hermano me dijo que podría volverme
loco si no vengo a un lugar como estos.
- y tu hermano es un loco también ¿cierto?
- no. el no.
- bien. Él te dijo que podrías volverte un loco
pero, ¿Cuál es la razón de ello?
- hum…mi papá.
- tu papá.- repitió. -¿aun viven con él?
- ¡no!- dio un pequeño salto.
- vaya, sí que lo quieres.
- ¡ese es el problema!
- ¿cuál?
- no sé.
- oh, vamos.
- ¡no se!- grite. Pude sentir después algún tipo de
nervios o miedo.
- ya. Cuéntame de tu familia o entorno.
- familia no tengo…entorno…mi hermano y mi novia… ¡ah!
Mi pequeña hermanita y Anette…- el rió fuertemente.
- ¿no tienes familia? Sí, claro…entonces, ¿de dónde
naciste? ¿Acaso eres algún tipo de alienígena que se reproduce en el aire?
- bueno…no pero…”familia” es la que te apoya y te
quiere.
- buen punto.- dijo apuntándome con su bolígrafo. –entonces,
quieres decir que no tienes una familia que te quiere y apoya.
- no. solo mi hermano.
- ¿tu papá te apoya?
- si….pero me apoya contra la pared para ser él el
primero en todo.
- ¿Quién es Anette?
- hum…se podría decir que es…algo como mi madrastra
pero…yo la miro más como a una amiga.- sonreí.
- ah, ¿tus papás ya no están juntos?- negué. -¿hace
cuanto se separaron?
- ehh…cuando Tom y yo teníamos siete años.
- ¿Tom es tu hermano?- asentí. – ¿y tu “pequeña
hermanita”?
- ella tiene cuatro años.
- ya va. ¿Ella es tu hermana de sangre?
- suponiendo que lo digas de una forma, sí. Pero ella
es hija de Anette y de papá.
- ¿estás feliz con ella?
- no la miro mucho. Ella vive en Alemania con papá.
Pero si, yo la quiero mucho.
- ¿y Tom?
- bueno…al principio se podría decir que la odiaba
pero, con el tiempo fue teniéndole algún cariño.
- ¿Por qué decidieron irse con su papá?
- realmente no lo decidimos. He dicho que teníamos
siete años, aun decidían por nosotros.- suspire. –la realidad es que…papá me
llevo a mí y…mamá se quedó con Tom.
- ¿Cuál es la razón por la que tus papás se
separaron?
- no.
- ¿no qué?
- no hay razón.- mentí.
- mientes.
- no.
- mientes.
- ¡no es verdad!
- estas mintiendo.
- que no…
- lo preguntaré una vez más. ¿Cuál es la razón por
la que tus papás se separaron?
- no…no hay razón.- el negó, escribiendo algo sobre
una libreta y dejando que un suspiro saliera.
- eres difícil, eh.
- no hay razón.- repetí.
- ¿no te gustaba vivir con él, verdad?
- no.
- ¿por qué?
- me golpeaba y…y me maldecía.
- ah, claro…esa es la razón por la que tus papás se
separaron.- sonrió con suficiencia.
- ¡no es cierto!
- sí la es. Abuso intrafamiliar.
- ya…no es verdad…
- ¿Qué te decía tu papá? no espera…no me lo digas.
- no sabes que me dijo.- dije molesto.
- no, pero podemos jugar, ¿cierto?
- no.
- ¡deja de decir que no a todo!- mi corazón saltó
de miedo.
- si…
- eres hombre, te maquillas, eres tímido, inseguro,
torpe y mentiroso.
- ¿Qué?- dije con decepción. No venía a que me
ayudara y salir con él autoestima hasta la mierda.
- sí. Tu papá de regañaba porque te maquillabas
¿no?
- si…me decía que era un maldito marica y…y me
golpeaba por todo…
- ¿Por qué no denunciaste? ¿Por qué no se lo
dijiste a tu madre?
- porque…mi mamá vivía lejos…y papá me amenazó con
matarme si lo hacía.
- ¿tienes idea de lo que pasa con tu papá?- negué. –el
tenía miedo de que lo denunciaras. El te amenazaba para que no lo hicieras,
motivo de su miedo por ir a la cárcel.
- ahh…
- ¿tenías familiares cerca?
- no. tenía amigos…Gustav y Andy…
- ¿Andy?- ladeo la cabeza. -¿ese tono al decir su
nombre que significa?
- no hay ningún tono.
- ¿Quién es Andy?
- mi amigo.
- ya lo sé. Dime quien es, como se conocieron.
- nos conocimos cuando cursaba segundo año de
primaria. Nos hicimos amigos al tiro porque…porque me molestaban…
- ¿Quién te molestaba?
- unos más grandes que yo.
- ¿unos qué?
- unos compañeros.
- ¿Por qué te molestaban?
- no sé.
- ¿le decías a los maestros?
- no.
- ¿Por qué?
- me gustaba.
- ¿Qué te gustaba?- comenzaba a ponerme tenso
tantas preguntas.
- ser molestado.
- ¿Por qué?
- no sé.
- si lo sabes.
- me sentía alguien.
- ¿alguien?
- si…alguien importante.
- querías atención.
- algo así.
- ¿y tu hermano?
- huía.
- ¿Por qué? ¿No te ayudaba?
- hablaba conmigo…pero no le hacía caso.
- ¿Por qué?
- he dicho que me gustaba su atención.
- no era atención.
- ya lo sé.
- ¿entonces?
- entonces…ahí lo conocí. A él también lo
molestaron.
- ¿lo defendiste?
- no. él lo hizo conmigo.
- ¿Por qué no lo defendiste tu?
- creí que también le gustaría.
- ¿sabías que estaba mal ser molestado?
- no.
- ¿Por qué?
- creí que…que estábamos jugando.
- bien. En la secundaria supongo que todo cambio.
- si…
- ¿en qué sentido?
- ahora me golpeaban y…me maldecían…igual que papá…
- ¿eran ellos mismos?
- no…eran de mi mismo grado.
- ¿Por qué te molestaron?
- supongo que…que sabían que de pronto me empezaban
a lastimar sus comentarios.
- ¿Cuáles comentarios?
- “marica” “niñata”….”chupa pollas”
- ¿Por qué no le dijiste a alguien? A Andy.
- los maestros me maltrataban también…y Andy…Andy ya
lo sabía.
- ¿Por qué no te ayudo?
- si lo hacía, pero nunca paraban.
- ¿y Anette?
- la odiaba.
- ¿Por qué?
- papá nunca me platico sobre ella y…un día los encontré.
- ¿en dónde?
- en mi casa…con (tu nombre)
- ¿Quién es (tu nombre)?
- mi novia.
- ¿Cómo la conociste?
- en la escuela…gracias a Gustav.
- ¿ella te acepto?
- pues…supongo…antes me miraba feo.
- ¿Qué la hizo cambiar de opinión?
- hable con ella.
- ¿de qué?
- trate de saber porque me odiaba.
- ¿Cómo sabías que te odiaba?
- por su mirada.
- ¿te gusto desde que la miraste?
- no realmente…aprendí a quererla después de tiempo.
- ¿Qué pensaba tu papá de ella?
- la odiaba…más bien…odiaba verme feliz. Una vez
quiso golpearla.
- ¿Por qué?
- fue a visitarme…por el día de mi cumpleaños.
- ¿Qué le dijo tu papá?
- le gritaba…solo porque ella le recordó que ese día
era mi cumpleaños.
- ¿lo olvido?- asentí. -¿dejaste de verla?
- no, no lo haría.
- bien… ¿Cómo te sentiste al ver que tu padre
olvido tu día?
- mal…me corte el cuerpo y escribí con mi sangre.
- ¿Qué escribiste?
- déjame solo.
- ¿a quién se lo decías?
- a papá.
- ¿Por qué?
- siempre me comparaba con Tom.
- ¿Qué te decía?
- que si Tom hubiera sido el único hubiera sido
mejor.
- ¿te lastimaban mucho sus palabras?
- si…
- ¿llorabas?
- incontrolablemente.
- ¿Cuánto llorabas?
- cinco o…seis veces al día.
- ¿contando noches?
- no…las noches eran siempre…hasta que dormía…
- ¿Qué deseabas?
- ¿de qué?
- no lo sé.
- deseaba morir…todas las noches en mi mente lo
pedía…pero nunca sucedía.
- ¿estarías dispuesto a quitarte la vida por culpa
de sus palabras?
- si…
- ¿Por qué?
- porque…me lastimaba…
WOW!!!!! que fuerte platica tuvo BILL con el psicólogo pero ojala que eso sea bueno para el
ResponderEliminaresta genial tu fic sube pronto.
sabes, no habia visto este capitulo u.u mi blogger anda medio turro :(
ResponderEliminarme encantooo la platica con el psicologo jaja Bill estaba re nervioso
Siguela pronto amo tu fic