jueves, 29 de marzo de 2012

capitulo 52


[…]

Desperté con un pequeño dolor en mi cabeza. Abrí mi cajón y tomé algunas pastillas para el mismo dolor.

- hum, mierda…- susurré. Escuche un pequeño suspiro a mi lado, ese suspiro que me hizo sonreír; acaricie su cabello y me levanté de la cama para darme una ducha, pero antes, baje las escaleras y camine a la cocina en busca de algo que pudiera desayunar. Ahí estaba Tom, sentado en el desayunador con un vaso de jugo frente a él.

- buenos días.- dije sonriendo y encaminándome después al refrigerador.

- buenos días, Bill.- dijo él. Abrí el mismo y saqué un litro de leche; abrí la alacena y tomé un vaso de vidrio.

- has despertado muy temprano.- vertí leche dentro de mi vaso y después me senté frente a Tom.

- no podía dormir.- sonrió.

- ¿por qué, en quién pensabas?- dije sonriendo, en tono de burla. Él me miro y bajo la mirada.

- …en ti…- mi sonrisa se fue.

- ¿en mí? Pero… ¿Por qué?- se levantó de la silla y comenzó a enjabonar su vaso. Me levante también y le tome el hombro, haciendo que me mirara. Suspire con un poco de incredulidad, pues conocía a mi hermano lo bastante como para saber a que llegaría esto.

No quise pelear ni tampoco levantarle la voz, ¡pero es que siempre era lo mismo! No iba a gritarle que hacía mal en preocuparse tanto por tan solo una cosa, pero si quería aclarárselo y que me dejara hablar bien con él.

- ¿es por papá, cierto?- detuvo el agua cerrando la llave y me miro.

- Bill, no quiero que te alteres, tan solo…- negué serio, eso lo hizo silenciarse por completo.

- Tom, te he dicho que iría con un psicólogo, te prometo que lo haré.- asintió y su mirada cayó al suelo.

- Bill, estas sufriendo.- sonreí.

- no.- el me miro y asintió.

- lo estás. Papá es un mal hombre, es de las peores personas que han pisado Alemania…y tú sigues a sus pies…limpiándoselos cada que se ensucian.- suspiré.

- hermano…ahora me voy…conseguiré a alguien que me ayude... ¿está bien?- me encamine a la puerta.

- ¡Bill!- gritó, haciendo que me detuviera. -¿no terminarás tu…?

- no.- dije, encaminándome a mí recamara. Tome alguna ropa y me di un baño.

Coloqué una camiseta negra y sobre esta, una camisa color rojo –dejándola abierta para que se mirara la que tenía por debajo-, use un pantalón de mezclilla y una gorra tejida color gris. Me maquille muy poco y después salí del baño.

Ahí estaba (tu nombre), con las piernas cruzadas sobre la cama, tomaba su espalda con su brazo izquierdo, mientras su cara se transformaba de dolor. Me acerque a ella y tome sus mejillas.

- ¿Qué le pasa a la mujer más fea?- ella sonrió ampliamente, dejándome ver sus dientes.

- …silenció…tonto…- sonreí.

- ¿Qué te pasa, linda?

- me siento un poco mal.- acarició su espalda. Me puse tras ella y comencé a darle un masaje.

- ¿dormiste mal entonces?- asintió.

- contigo moviéndote sobre la cama toda la noche, creo que sí.- saque una carcajada.

- lo siento, ¿de verdad no te deje descansar?

- vamos, era una broma…ahh…- se quejó.

- lo siento.- sonreí. -¿tienes que ir a trabajar?

- sí, ¿Qué pasa con ello?

- es decir, ¿irás a trabajar sintiéndote así?

- es mi deber, Bill, no puedo faltar al trabajo.

- no pienso que sea tan malo, encima te sientes enferma, ¿Por qué no llamas para pedir permiso?

- porque cuando me siente realmente mal no podré faltar.

- pero ahora no vivimos en “cuando te sientas realmente mal”, ahora te sientes mal  y no esperaremos a que te sientas peor.

- eres un necio.

- y tu una masoquista.

- ¿masoquista?...ahh…

- lo siento.- dije, riéndome de nuevo. –sí, eres masoquista por querer ir al trabajo sintiéndote así. Llama a tu jefe, el entenderá.

- no te preocupes, Bill, no me siento muy mal.

- me harás llamarle a tu jefe.- ella me miro.

- no lo harías.

- ohh, no sabes de lo que soy capaz.- reí.

- ya, está bien, pediré el permiso.- di un beso en su espalda y me levanté de la cama.

- gracias.- sonreí. –ahora, es mejor que te recuestes y mires la TV por horas, hasta que te sientas mejor. Ahora vengo.- acaricie su cabello y salí de la habitación.

Baje a la planta baja y camine a la cocina. Tom ya no estaba ahí, seguro había subido a su habitación. Comencé a preparar unos waffles y partí un poco de fruta. Tome un vaso y lo llené con jugo de naranja. Saqué los waffles y les coloqué un poco de azúcar en polvo. De la alacena tomé una tablita de madera y regresé a la habitación, cargando todo con un poco de dificultad, ya que mis brazos no eran los más fuertes. Camine hacia la cama, en donde (tu nombre) me miraba negando lentamente.

- Bill…- coloqué la tablita con suma delicadeza en sus piernas y la mire sonriendo ampliamente. –no era necesario, si puedo caminar.

- ¿desde cuándo una linda mujer rechaza un desayuno en la cama?- despeiné su cabello.

- te amo, Bill.- me incliné y di un beso en su mejilla.

- yo te amo mucho más.- miré mi reloj y me percate de que había pasado ya mucho tiempo desde que le dije a Tom que saldría en busca de un psicólogo. –linda...me tengo que ir…lo siento…

- no te preocupes, Bill.- sonrió.

- recupérate, y no olvides llamar a tu jefe.

- no lo haré.- camine hacia la puerta y la mire por última vez.

- te amo.

- y yo.- sonrió tiernamente. Salí de casa y me adentre en mi auto, lo encendí y me encamine en busca de una clínica que pudiera ayudarme.

Sabía que estaba mal lo que hacía con papá, pero algo me pasaba…algo inexplicable. Quizá era mi corazón o mi razón, pero no estaba seguro de lo que sentía por papá…había veces en las que me podía llegar a dar asco…pero había otras en las que yo solo podía mirarlo con ojos de apoyo, quería apoyarlo o….tal vez quería ser apoyado por él.

Ahí mire un pequeño edificio –mucho más pequeño que al que había ido en Alemania- era color blanco y encima de la puerta se podía leer con letras de metal doradas “Bushnell” y debajo en letras más pequeñas “psychological clinic”.

Detuve el auto y me baje del mismo. Camine con un poco de nervios hacia adentro, sintiendo al entrar, un aire bastante fresco. Ahí dentro había tres parejas de personas: una mujer con una pequeña joven, tal vez de 13 o 14 años. Había también dos hombres sentados, platicaban sonrientes. Y por último, era otra mujer, que ya se levantaba para marcharse de ahí con un hombre, seguro su esposo.

Estos últimos pasaron a mi lado y con una amable sonrisa dijeron:

- buenas tardes.

- buenas tardes.- repetí sonriendo. Me adentré ahí y me acerque con una mujer de cabello largo y lacio; usaba una camisa blanca con pequeñas franjas azul marino.

- muy buenas tardes, ¿en qué puedo ayudarle?

- bueno…yo…- dije un poco nervioso, pues no sabía exactamente las palabras que debería usar. –Quiero…una cita…- ella sonrió y asintió. Comenzó a buscar algo en su computadora que yacía frente a ella en un pequeño escritorio de madera fina,

- ¿un sexo en particular?- pregunto con amabilidad. Yo negué.

- no, el que usted quiera…- sonreí. Ella volvió a asentir y después tomo un pequeño papel beige. Comenzó a escribir en él y después me miró.

- bueno, si gustas pasar, está en el segundo piso, en la habitación 16.- tendió el papelito hacia mí. –Este se lo muestras al llegar, ¿está bien?- tome el papelito y le mire rápidamente.

- muchas gracias.- ella solo asintió. Me encamine por las escaleras rápidamente y me encontré con un gran pasillo. El suelo era de madera marrón rojizo. Camine mirando detenidamente las puertas, hasta que me encontré frente a frente con la numero “16”. Ahí mismo había una pequeña placa con el nombre “Jonathan Closson”.

Con mi mano temblando fuertemente, me decidí a que era mejor terminar con esto pronto. Entonces con mis nudillos golpee la puerta lentamente.

- ¡Pase, por favor!- se escuchó una fuerte y dura voz dentro de la habitación. Eso me hizo estremecerme más, pues quizá sería una persona muy dura que me haría llorar –de miedo o desesperación- antes de lo que papá podía.

Abrí la puerta lentamente y ahí lo vi. Estaba tras un escritorio grande y perfectamente ordenado, una computadora móvil yacía encendida frente a él.

Hablando de él…realmente parecía un hombre de mala cara; su cabello era café y un poco ondulado, usaba unos lentes grandes. Vestía un pantalón de mezclilla y unos zapatos de vestir negros. Su camisa estaba fajada perfectamente, mientras también usaba una corbata roja.

Él me miró y al tiro cerró el computador. Sin sonreír se recargó en su grande y al parecer cómoda silla.

- ¿has traído el comprobante?- ¡¿comprobante?!...me puse demasiado nervioso y seguro comenzaría a balbucear. –El pequeño papel que te dieron antes de venir.- suspire lo completamente aliviado y asentí.

- si…lo tengo.

- ¿podrías prestármelo? Solo para asegurarme de ello.- asentí y comencé a buscarlo dentro de mis pantaloncillos.

- ehh…lo tengo por aquí…- mierda…busque hasta el fondo pero no lo encontré por ningún lado. –eh, seguro lo dejé afuera…quizá se me cayó…iré a buscarlo.- camine hacia la puerta, el aclaro su voz, haciéndome parar.

- joven.

- de verdad me lo dieron…pero quizá lo deje caer al tocar.- defendí a mis absurdos pensamientos. El apuntó a saber dónde; yo ladee la cabeza sin entender.

- ¿ya has mirado tu mano? Ahí está.- sentí un escalofría combinado con vergüenza recorrer mi estomago y espalda. Sonreí…quizá esa fue la sonrisa más nerviosa que nunca deje salir.

- lo siento…yo…

- no te excuses.- tendió su mano. Me acerqué a él y tendí el papel; él lo selló y me lo devolvió. Se levantó y señaló unos sofás de piel negra. –toma asiento, por favor.

- eh…si…- dije, nuevamente, con los nervios de punta. Me senté y él me miró.

- veamos, ¿cuál es tu nombre?

- Bill.

- ¿Bill qué?- dijo serio.

- Kaulitz.- el asintió.

- ¿qué edad tienes?

- diecinueve.

- bien. Platícame de ti.- me puse aun más nervioso.

- eh, yo…yo… ¿Qué quiere que le platique?

- no me agrada que me llamen de usted.- sentí un gran nudo en el estomago. -¿y a ti?

- ¿a mí qué?

- ¿te gusta que te llamen de usted?

- bueno…como sea.- el negó.

- te gusta o no. no hay un “como sea”.

- ehh…no…

- muy bien. Ahora, platícame de ti. ¿Por qué has decidido venir aquí?

- ehh…creo que estoy loco…- el saco una pequeña risa.

- ¿Por qué dices eso?

- eh…bueno, mi hermano me dijo que podría volverme loco si no vengo a un lugar como estos.

- y tu hermano es un loco también ¿cierto?

- no. el no.

- bien. Él te dijo que podrías volverte un loco pero, ¿Cuál es la razón de ello?

- hum…mi papá.

- tu papá.- repitió. -¿aun viven con él?

- ¡no!- dio un pequeño salto.

- vaya, sí que lo quieres.

- ¡ese es el problema!

- ¿cuál?

- no sé.

- oh, vamos.

- ¡no se!- grite. Pude sentir después algún tipo de nervios o miedo.

- ya. Cuéntame de tu familia o entorno.

- familia no tengo…entorno…mi hermano y mi novia… ¡ah! Mi pequeña hermanita y Anette…- el rió fuertemente.

- ¿no tienes familia? Sí, claro…entonces, ¿de dónde naciste? ¿Acaso eres algún tipo de alienígena que se reproduce en el aire?

- bueno…no pero…”familia” es la que te apoya y te quiere.

- buen punto.- dijo apuntándome con su bolígrafo. –entonces, quieres decir que no tienes una familia que te quiere y apoya.

- no. solo mi hermano.

- ¿tu papá te apoya?

- si….pero me apoya contra la pared para ser él el primero en todo.

- ¿Quién es Anette?

- hum…se podría decir que es…algo como mi madrastra pero…yo la miro más como a una amiga.- sonreí.

- ah, ¿tus papás ya no están juntos?- negué. -¿hace cuanto se separaron?

- ehh…cuando Tom y yo teníamos siete años.

- ¿Tom es tu hermano?- asentí. – ¿y tu “pequeña hermanita”?

- ella tiene cuatro años.

- ya va. ¿Ella es tu hermana de sangre?

- suponiendo que lo digas de una forma, sí. Pero ella es hija de Anette y de papá.

- ¿estás feliz con ella?

- no la miro mucho. Ella vive en Alemania con papá. Pero si, yo la quiero mucho.

- ¿y Tom?

- bueno…al principio se podría decir que la odiaba pero, con el tiempo fue teniéndole algún cariño.

- ¿Por qué decidieron irse con su papá?

- realmente no lo decidimos. He dicho que teníamos siete años, aun decidían por nosotros.- suspire. –la realidad es que…papá me llevo a mí y…mamá se quedó con Tom.

- ¿Cuál es la razón por la que tus papás se separaron?

- no.

- ¿no qué?

- no hay razón.- mentí.

- mientes.

- no.

- mientes.

- ¡no es verdad!

- estas mintiendo.

- que no…

- lo preguntaré una vez más. ¿Cuál es la razón por la que tus papás se separaron?

- no…no hay razón.- el negó, escribiendo algo sobre una libreta y dejando que un suspiro saliera.

- eres difícil, eh.

- no hay razón.- repetí.

- ¿no te gustaba vivir con él, verdad?

- no.

- ¿por qué?

- me golpeaba y…y me maldecía.

- ah, claro…esa es la razón por la que tus papás se separaron.- sonrió con suficiencia.

- ¡no es cierto!

- sí la es. Abuso intrafamiliar.

- ya…no es verdad…

- ¿Qué te decía tu papá? no espera…no me lo digas.

- no sabes que me dijo.- dije molesto.

- no, pero podemos jugar, ¿cierto?

- no.

- ¡deja de decir que no a todo!- mi corazón saltó de miedo.

- si…

- eres hombre, te maquillas, eres tímido, inseguro, torpe y mentiroso.

- ¿Qué?- dije con decepción. No venía a que me ayudara y salir con él autoestima hasta la mierda.

- sí. Tu papá de regañaba porque te maquillabas ¿no?

- si…me decía que era un maldito marica y…y me golpeaba por todo…

- ¿Por qué no denunciaste? ¿Por qué no se lo dijiste a tu madre?

- porque…mi mamá vivía lejos…y papá me amenazó con matarme si lo hacía.

- ¿tienes idea de lo que pasa con tu papá?- negué. –el tenía miedo de que lo denunciaras. El te amenazaba para que no lo hicieras, motivo de su miedo por ir a la cárcel.

- ahh…

- ¿tenías familiares cerca?

- no. tenía amigos…Gustav y Andy…

- ¿Andy?- ladeo la cabeza. -¿ese tono al decir su nombre que significa?

- no hay ningún tono.

- ¿Quién es Andy?

- mi amigo.

- ya lo sé. Dime quien es, como se conocieron.

- nos conocimos cuando cursaba segundo año de primaria. Nos hicimos amigos al tiro porque…porque me molestaban…

- ¿Quién te molestaba?

- unos más grandes que yo.

- ¿unos qué?

- unos compañeros.

- ¿Por qué te molestaban?

- no sé.

- ¿le decías a los maestros?

- no.

- ¿Por qué?

- me gustaba.

- ¿Qué te gustaba?- comenzaba a ponerme tenso tantas preguntas.

- ser molestado.

- ¿Por qué?

- no sé.

- si lo sabes.

- me sentía alguien.

- ¿alguien?

- si…alguien importante.

- querías atención.

- algo así.

- ¿y tu hermano?

- huía.

- ¿Por qué? ¿No te ayudaba?

- hablaba conmigo…pero no le hacía caso.

- ¿Por qué?

- he dicho que me gustaba su atención.

- no era atención.

- ya lo sé.

- ¿entonces?

- entonces…ahí lo conocí. A él también lo molestaron.

- ¿lo defendiste?

- no. él lo hizo conmigo.

- ¿Por qué no lo defendiste tu?

- creí que también le gustaría.

- ¿sabías que estaba mal ser molestado?

- no.

- ¿Por qué?

- creí que…que estábamos jugando.

- bien. En la secundaria supongo que todo cambio.

- si…

- ¿en qué sentido?

- ahora me golpeaban y…me maldecían…igual que papá…

- ¿eran ellos mismos?

- no…eran de mi mismo grado.

- ¿Por qué te molestaron?

- supongo que…que sabían que de pronto me empezaban a lastimar sus comentarios.

- ¿Cuáles comentarios?

- “marica” “niñata”….”chupa pollas”

- ¿Por qué no le dijiste a alguien? A Andy.

- los maestros me maltrataban también…y Andy…Andy ya lo sabía.

- ¿Por qué no te ayudo?

- si lo hacía, pero nunca paraban.

- ¿y Anette?

- la odiaba.

- ¿Por qué?

- papá nunca me platico sobre ella y…un día los encontré.

- ¿en dónde?

- en mi casa…con (tu nombre)

- ¿Quién es (tu nombre)?

- mi novia.

- ¿Cómo la conociste?

- en la escuela…gracias a Gustav.

- ¿ella te acepto?

- pues…supongo…antes me miraba feo.

- ¿Qué la hizo cambiar de opinión?

- hable con ella.

- ¿de qué?

- trate de saber porque me odiaba.

- ¿Cómo sabías que te odiaba?

- por su mirada.

- ¿te gusto desde que la miraste?

- no realmente…aprendí a quererla después de tiempo.

- ¿Qué pensaba tu papá de ella?

- la odiaba…más bien…odiaba verme feliz. Una vez quiso golpearla.

- ¿Por qué?

- fue a visitarme…por el día de mi cumpleaños.

- ¿Qué le dijo tu papá?

- le gritaba…solo porque ella le recordó que ese día era mi cumpleaños.

- ¿lo olvido?- asentí. -¿dejaste de verla?

- no, no lo haría.

- bien… ¿Cómo te sentiste al ver que tu padre olvido tu día?

- mal…me corte el cuerpo y escribí con mi sangre.

- ¿Qué escribiste?

- déjame solo.

- ¿a quién se lo decías?

- a papá.

- ¿Por qué?

- siempre me comparaba con Tom.

- ¿Qué te decía?

- que si Tom hubiera sido el único hubiera sido mejor.

- ¿te lastimaban mucho sus palabras?

- si…

- ¿llorabas?

- incontrolablemente.

- ¿Cuánto llorabas?

- cinco o…seis veces al día.

- ¿contando noches?

- no…las noches eran siempre…hasta que dormía…

- ¿Qué deseabas?

- ¿de qué?

- no lo sé.

- deseaba morir…todas las noches en mi mente lo pedía…pero nunca sucedía.

- ¿estarías dispuesto a quitarte la vida por culpa de sus palabras?

- si…

- ¿Por qué?

- porque…me lastimaba…



2 comentarios:

  1. WOW!!!!! que fuerte platica tuvo BILL con el psicólogo pero ojala que eso sea bueno para el

    esta genial tu fic sube pronto.

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  2. sabes, no habia visto este capitulo u.u mi blogger anda medio turro :(
    me encantooo la platica con el psicologo jaja Bill estaba re nervioso
    Siguela pronto amo tu fic

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