viernes, 22 de junio de 2012

capitulo 94


15° bajo cero. Mi cuerpo buscaba el calor dentro una manta azul, sentado en la silla columpio de madera. Cinco cigarrillos, tal vez seis; todos dentro del cenicero, apagados; todos terminados en un transcurso menor a una hora. La neblina no me permite ver más allá de los autos que pasan frente a la reja del jardín. Buscando una respuesta a todas las preguntas que se hacían en mi cabeza con cada calada, pero eran deshechas al dejar salir el humo por mi nariz.

- Me dijiste que ya no vas a fumar.- me di la vuelta y ahí la vi; aun en pijamas, cruzada de brazos, poniendo morritos. Yo solo sonreí.

- Ven aquí.- se acercó a paso rápido; la levanté y senté a mi lado, cobijándola con la manta. -¿Tienes frío?- asintió. Di otra calada al cigarrillo y solté el humo con rapidez.

- ¿Esa cosa está caliente?- la miré confundido.

- ¿Qué cosa?

- Esa cosita blanca que se prende cuando te la pones en la boca.- reí. Le mostré el cigarrillo.

- Sí está un poco caliente.- sacó un grito ahogado.

- ¿¡Te estás metiendo algo quemado a la boca?! ¡Hermanito, vas a quemarte y se va a quemar tu lengua y tu garganta!

- Tienes razón, mejor lo tiro, ¿no?- asintió. Di la última calada y lo dejé caer en el piso para pisarlo después y soltar el humo.

- ¿Sabe rico, Bill?

- No.

- ¿entonces por qué te lo comes?

- No lo sé.- Ella sonrió.

- ¡Hermanito, ya va a ser navidad!- Gritó con felicidad. -¡Y va a venir papá Noel!

- Lo sé, dime si no es emocionante.- sonreí.

- Sí es- río. -¿Vamos a estar juntos en Navidad?

- Eso espero, ¿quieres estar conmigo?

- ¡Sí, y con Tom y tu princesa!

- Está bien, entonces debemos convencer a nuestra mami.- Ella asintió.

- Y a mi papi.- cubrió sus labios. -¿Mi papi ya volvió del trabajo, Bill? quiero contarle las historias que mi hermanito Tom me contó ayer.

- No, Arabelle, aun no vuelve...

- oh... ¿cuándo vendrá?

- No lo sé, pequeña…

- Hum…- recargó su cabeza en mi brazo, abrazándome con fuerza. –No te enojes conmigo…- la miré confundido.

- ¿Enojarme?, pero si yo no estoy enojado.

- Ayer me gritaste.

- Estaba triste…

- ¿Ya no?- acaricié su cabello, tratando de secar las lágrimas que se estaban acercando a mis pestañas sin mi permiso.

- Un poco…- Ella sonrió y me miró, separándose se mí.

- Mi papi siempre me dice que cuando estás triste, solo tienes que buscar el tesoro y lo que hay adentro del cofre es lo que necesito pasa estar feliz otra vez.

- Papá es muy sabio, ¿no?- asintió.

Mis sentimientos se hacían pedazos al mirarla, tan inocente, tan ilusionada con lo que estaba por venir; Esperaba a papá, creyendo y hasta jurando que vendría. Pero no era así. Quité la manta de mi cuerpo y la puse solo en el de ella; la levanté en mis brazos y entramos en la casa; los perros se paraban en dos patas sobre mi cuerpo, tratando de jalar la manta.

- ¡Hermanito, van a tirarnos!- decía riendo con fuerza.

- Hey, peludos, ¡largo de aquí!- reí.

- Ven Arabelle, tienes que darte un baño.- Dijo mamá Anette, quitándola de mis brazos. –Gracias, príncipe.- mi cerebro no supo que cara poner ante sus palabras.

- Príncipe…- sonreí.

- Billy, tengo algo que decirte.

- Dímelo.- nos sentamos en la sala ahora adornada con foquitos navideños y un gran y hermoso pino junto a la chimenea que yacía prendida frente a nosotros.

- Mamá llamó; me preguntó con quien pasaría la navidad.- La sonrisa que aun guardaba se desapareció; la miré con seriedad, esperando que no dijera lo que iba a decir.

- ¿No me dejó pasar la navidad contigo?- sonrió mientras negaba. Mi corazón dio un suspiro de alivio.

- La pasaríamos juntos aunque ellos no quisieran.- sonreí. –Pasa que estaré con mi familia, tal vez no pueda estar con la tuya mucho tiempo. ¿Está bien?

- Pero eso no deberías preocuparte, claro que sí.- me dio un abrazo fuerte, el cual no contesté por un largo momento, pero después lo hice, sintiendo mis lágrimas acercarse; era un puto sensible.

- Te amo, Billy.

- Te amo más…

[…]

Loítsche, Alemania;  7:39 PM; 21° bajo cero. En media hora vendrían todos. Ya era navidad; el día de la familia unida; en mi caso, el día de la familia rota. La noche se repartiría en dos: Primero en mi casa, después en la de Tom. Y solamente si el padre de (Tu nombre) dejaba que fuéramos con ella, también en su casa.

Usé una playera de manga larga negra con muchos estoperoles circulares en la parte superior, un pantalón negro ajustado y unos botines negros realmente lindos. No usé muchos accesorios; tan solo una pulsera negra, gruesa de cuero; un pequeño anillo de cuero negro en el meñique y el collar que papá me había dado. El cabello me lo alisé, usé un poco de laca en la parte superior.

- ¡Bill, Tom te llama!- entró corriendo a la habitación. -¿qué haces?

- Me estoy maquillando.- se quedó de pie, mirándome. Usé un lápiz negro, tan solo me delinearía un poco y usaría una sombra negra.

- ¿Duele?- sonreí sin contestar hasta que terminé con el maquillaje y me puse loción.

- No, no duele- pasó su mirada por todo mi cuerpo, seria. -¿Cómo me veo?- sonrió.

- ¿Te digo un secreto?

- Claro.

- Ven, agáchate.- me puse en cuclillas y la miré. –Te ves más guapo que Tom, pero no le digas.- me carcajee a lo bajo.

- ¿Te parece?

- Sí. Mi papi me dijo una mentira. Si un niño se pinta no se convierte en una niña; tú no pareces niña, te ves guapo.- Una sonrisa se formó en mis labios, una gran sonrisa; la primera gran sonrisa que había mostrado desde hace una semana. Ella también sonrió. –Y hueles rico.

- Tú también, pareces una princesa.

- ¿¡Enserio?! ¿¡Tan bonita como tu princesa?!

- Puedes apostarlo.- me dio un abrazo. La levanté en los míos y nos dirigimos a la cocina, en donde estaba Tom. -¿Necesitabas algo, Tom?- acomodaba sus trenzas frente al reflejo de la ventanilla que daba al viejo jardín cuando me miró y sonrió, asintiendo.

- Necesito que me digas si me ha quedado bien esto.- asentí, caminando hacia él; tomé un tenedor y me metí algo de comida a la boca; sentí mi cuerpo temblar con algo de nostalgia.

- ¿qué, qué pasa, hermano?

- Es… ¿mamá te enseño a hacerlo?- asintió.

- Es el espagueti que mamá preparaba…

- En navidad cuando vivíamos juntos…- interrumpí; él volvió a asentir. –Es delicioso, Tom.

- Oh, pues gracias.

El timbre sonó un par de veces; mamá Anette bajó las escaleras con rapidez, abriendo la puerta; ese sonido me llenó los oídos de placer; ese sonido de la reja la cual era un poco difícil abrir por lo vieja y oxidada que estuvo siempre y nunca renovó papá. Todos entraron, riendo tan fuerte que más bien parecían gritos.

- Bill, Arabelle y yo tenemos que irnos.

- ¡No, mami, no!- Anette la tomó en sus brazos. La realidad era que la familia de Anette y la de papá no se llevaron nunca muy bien; ella le era indiferente a los demás por el hecho de tener una hija con papá.

- Arabelle, tenemos que irnos, ¿no quieres ver al abuelo?

- si quiero, ¡pero quiero estar con mis hermanitos!

- Lo siento, preciosa, pero hoy no podemos.

- ¡Nunca estamos juntitos en navidad!- mi corazón sufrió una pequeña convulsión.

- ¿Hacemos un trato?- Ella la miro, poniendo toda su atención. –Vamos un momento con el abuelo, y después regresamos ¿sí?

- ¡ESTÁ BIEN!- sonrió.

- Bueno, despídete de tus hermanitos.- Anette se acercó a mí con Arabelle, quien me dio un tierno besito en la mejilla, y después hizo lo mismo con Tom. –Adiós, nos vemos en unas horas.

- Adiós, mamá.

- Adiós, Anette.- Ellas salieron por la puerta. El tío Felleman se acercó a nosotros.

- ¡El gran Thomas, hace años que no te miraba!- Tom sonrió.

- ¿Cómo estás?

- Muy bien, gracias a Dios, ¿y tú?, ¿qué ha sido de tu vida?- me alejé de ellos; en donde estaban mis primos, quienes no se molestaron en saludarme, solo en recorrer mi cuerpo como si fuera el raro de la familia.

[…]

By Tom

Vaya, no recordaba lo divertidos que podían ser en la familia de papá; una hora pasaba como apenas como unos minutos. Ahora íbamos a comer; Todos le gritaron a Bill.

- ¡Bill, es hora de comer! ¿¡Qué nos vas a dar?!- mi hermano caminó a la cocina.

- Ahora regreso, iré a ayudarle.- me hubiera levantado si el primo Roger no me hubiera jalado para sentarme de nuevo.

- ¡Oh, vamos, Tom!, Es la tradición, el tío Jörg lo inventó: Bill trae la comida.

- Hum, eso no pasará, es mi hermano.

- ¡CORRE, GATITO, TRAENOS LA COMIDA QUE TENEMOS HAMBRE!- dijo una vez más el tío Fellerman.

- ¿Gatito?- Roger me miró.

- Es su apodo, así lo bautizó el tío Fellerman, porque él es…oh, pues el nombre lo dice, ¡la gata de la navidad!- fruncí el entrecejo, enfadado. -¿Qué? Vamos, Tom, deberías tener sentido del humor.- negué. Bill llegó con seis platos en sus manos, repartiéndolos entre toda la familia y después, fue a la cocina por más. Regresó con seis más y los repartió hasta llegar  a mí y poner uno en mis manos.

- Gracias, hermanito.- La familia entera me miró con sorpresa; seguramente no tenían ni la mitad de educación que un perro. Caminó hacia el tío y la tía Fellerman; Prisilla le puso el pié, haciendo que los platos cayeran al suelo, y la comida cayera en el pantalón “de marca” del tío. Bill cubrió sus labios, con cara de espanto, y sacó un grito ahogado cuando el tío se puso de pié, tomándolo por el cuello.

- ¡¿Sabes cuánto me ha costado este pantalón?! ¡Ten más cuidado, gata!, ¡ni siquiera para eso sirves, hijo de puta!- levantó su puño y le dio un golpe en sus mejillas.

- L-lo siento…- dijo acariciando su propia mejilla. La sangre me hirvió; me levanté del sofá y me puse detrás de Bill, tomándole los hombros con delicadeza; aunque él saltó con miedo cuando lo hice.

- ¡NO VUELVAS A TOCAR A MI HERMANO!- él me miró, sorprendido.

- ¿qué?

- ¡dije que no vuelvas a tocarlo otra vez!, ¡no vuelvan a decirle gata, NINGUNO DE USTEDES!

- Oh, vamos, ten un poquito de humor, no le estamos lastimando.

- ¡¿Eso es lo que creen?! Bien, entonces alguno de ustedes tráigale comida a Bill; vamos, ¿Quién quiere ser la gata de Bill? ¡Quizá para él es mejor llamarles perras! ¿No quieren? Oh, por favor, es solo para que él ría un rato, ¡¿no quieren que Bill se ría?! Pero si es navidad, ¡tengan un poco de humor!- Bill bajó la mirada.

- Cálmate, Tom, mejor siéntate y cena.- dijo la tía, la más joven de ellas.

- Ahora lo hago.- jalé un poco a mi hermano; él me miró. Caminé y fui por una silla del comedor, arrastrándola a la sala, en donde estábamos todos; tomé la mano de mi hermano. –Siéntate, Bill.- él volvió a bajar la mirada, sentándose en la silla, con delicadeza. –Bien, ahora ríanse de mí, ¿saben? Yo voy a ser la gata de mi hermano.- caminé a la cocina y tomé un plato, poniendo la comida de Bill; después regresé y la tendí frente a él, quien tomó el plato y lo puso en la mesa.

- Gracias, Tom.- me dio un abrazo, el mismo que yo respondí con fuerza. –Iré a comer arriba, ¿sí?- lo miré, un poco angustiado.

- Bien, yo voy a subir contigo.- él sonrió.

[…]

- Adoro este lugar, ¿has visto todas esas estrellas?- Bill me miró.

- Sí, las he visto…- contestó en un hilo de voz.

- ¿No tienes hambre, Bill?- levantó su mirada al cielo y negó.

- No…- sacó de sus bolsillos una caja de tabaco, sacando un cigarrillo y prendiéndolo rápidamente con un mechero; lo metió en sus labios y empezó a dar caladas. Negué para mí mismo y lo saqué de sus labios. –vamos, Tom…

- No. Recuerda que fumar no es la solución cuando te sientes así.- bajó la mirada.

- ¿Podemos ir con la familia de mamá ahora?

- ¿Tan pronto?- asintió.

- Es la hora de los villancicos, ¿no los escuchas?- sonreí.

- Bien, vámonos.

Bajamos de la azotea. Al llegar a la planta baja, ellos pararon la música y se pusieron serios de pronto; pero eso no me detuvo, la sangre me hervía cuando los miraba. Tomé el brazo de Bill y salimos de ahí para tomar un taxi que nos llevara a Hamburgo.

[…]

- ¡Mis hijos! ¿Cómo están?, ¿por qué llegaron tan pronto?

- Pasaron cosas.- dije, aun un poco enojado.

- Oh, ¿y ya han cenado?

- No.- sonreí.

- Pues que bueno, estábamos a punto de hacerlo, pasen.- y eso hicimos. Ahora ya no cabíamos en el comedor, estábamos en la sala, junto a los tíos Becker y la abuela. Mamá nos trajo la comida y después se fue.

- Thomas, cariño, ¿Quién es ella?- ¡La puta madre! Es que ni siquiera parecía mujer, ¡no comprendía cómo era que Bill siempre era su punto a molestar!

- Abuela, es hombre, ¡y es su nieto, es Bill!- cubrió sus labios.

- ¿El pequeño Bill?- asentí. -¿oh, pero que te has hecho, Bill?, ¿Eres homosexual?- dijo sonriente, con comprensión. Algo bueno de la familia de mamá, era que sabían aceptar las diferentes creencias y gustos de los demás.

- N-no…- Bill bajó la mirada.

- Abuela, solo le gusta maquillarse, es todo.

- Está bien. Lo siento mucho, cariño.- Bill asintió.

Después de eso el silencio abundó en la sala; Bill dejó su plato sin una miga de comida en la mesa y después, se acercó a mí, quizá intentando decirme algo, pero no lo lograba. Lo miré a los ojos, invitándolo con una sonrisa a que dijera lo que tenía que decir.

- Creo que hice mal en maquillarme…- susurró en mi oído. Yo sonreí.

- Claro que no, hermano, para mi tú te ves muy guapo, de verdad guapo.- Sonrió con vergüenza; después dejó caer su cabeza en mi hombro, sin dejar de sonreír. Sacó un pequeño suspiro y acarició mi muslo con sus largos y delgados deditos.

- Mi linda me habló en mi casa, cuando estaba en la cocina.- tomé un sorbo de soda.

- ¿Qué te dijo?

- Que no podría vernos hoy, porque saldrían.

- Bueno, pero la verás mañana, ¿no?-  asintió. De pronto se quedó dormido; cabeceaba un poco y sacaba algunos quejidos agudos. Le sacudí con delicadeza y se despertó. –Bill, ven acuéstate aquí.

- ¿…enserio…?- pregunto adormilado. Yo solo lo jale con delicadeza hasta tocar su cabeza con mis piernas y sacar un suspiro; empecé a acariciar su cabello para que se durmiera con tranquilidad.

Ahí estaba toda la familia, sonriendo y gritando; nunca llegué a pensar que Bill pasaba así. Los pequeños primos jugaban riendo, todos cantaban las canciones de un CD que cambiaban cada año en la navidad; no eran villancicos, eran canciones normales, sin nada que ver con la navidad. Y yo estaba aquí, alejado de todos en la sala, con mi hermano en mis piernas, durmiendo; pero era extraño que no me importase ser algo así como excluido; me sentía bien, estaba con Bill. Él era mi hermanito, el mejor hermano de todos en la tierra.

Nuestra primera navidad juntos. Porque a pesar de vivir juntos estos últimos años en Los Ángeles, siempre habíamos estado separados en la navidad; pues mamá era un poco sentimental y no le habría gustado que no estuviera con ella en este día.

Tras una hora completa transcurrida, Bill comenzó a moverse y quejarse con gravedad, intentando a acomodarse bruscamente en mis piernas; pero no pudo hacerlo, entonces se sentó y dio un estirón a su espalda.

- Al fin despiertas, dormilón. Mamá pretendía que te quedases a dormir aquí, no quería despertarte.- él sonrió, tallando sus ojos.

- Lo siento- lamió sus labios. – ¿Te he entumido las piernas?- negué.

- Eres tan livianito, ni siquiera me las has adormecido.- sonrío. –Bill, creo que es hora de volver, Arabelle lo quería pasar contigo.

- Y también contigo.- sonreí; la realidad era que Arabelle cada día iba tomando un puesto más alto en mi corazón. Empezaba a quererla demasiado. –Bien, entonces vamos. – nos levantamos del sofá y caminamos hacia mamá, en donde ahora solo estaba ella y los tíos Becker

- Mamá, ya nos tenemos que ir.- ella se levantó de la silla y dio un beso en nuestras mejillas.

- Gracias por venir, hijos.- Nos despedimos de los tíos, ellos nos dieron un abrazo.

- Nos dio mucho gusto volver a verte después de tantos años, Bill.

- A mi también.- sonrió. Caminamos a la puerta y mamá nos detuvo, nos dio un fuerte abrazo.

- Que sigan teniendo una feliz navidad, hijos. Y de verdad siento mucho lo de su padre; no fui al velorio porque el dinero para viajar no me lo permitía.- Bill bajó la mirada y salió de la casa, caminando hasta la esquina de la calle.

- Él está muy mal por eso aun.

- Lo siento.

- No hay cuidado.- sonreí. –Te quiero, mamá.

- Yo te amo, Tom, adiós.

- Adiós.- camine, dándole la espalda.

- ¡Vayan con cuidado en el camino!

- ¡No hay cuidado, pediremos un transporte!

- ¡Los quiero!

- ¡Nosotros también!- ella cerró la puerta y yo me acerqué a Bill. – ¿tienes frío?

- Que pregunta es esa, hermano, está nevando.- sonrió.

- Tienes razón.- me carcajee.

[…]

La casa estaba vacía, Arabelle y Anette aun no llegaban; por eso decidimos ir a dormir para despertar temprano. Bill y yo dormiríamos en la habitación que solía ser suya y ahora era de Arabelle; ellas dormirían en la habitación de papá y Anette.

- Vaya…es tan distinta ahora… ¿verdad?- paso sus dedos por los burós que aun seguían siendo los mismos.

- Muy distinta.- Entró al baño; yo lo seguí, sabía para que entraba ahí. En ese mismo lugar tan solo se apreciaba un poco de decoloración.

- Nunca lo quito por completo…

- Conoces a papá, nunca le gusta terminar las cosas que empieza.

- Le gustaba…

- Oh, Bill, deja de pensar en eso.

- lo siento.- sonrió. –Mejor dormimos.

- Bien.- dejamos las maletas en el suelo y sacamos nuestros pijamas.

El sueño no nos llegaba, estábamos sentados en la cama, con las luces apagadas, tan solo con la hermosa luz de la luna entrando por la ventana, cubriéndonos a ambos. Miré a Bill con algo de culpa, con ese pequeño nudo que empezaba a tomar lugar en mi garganta. Acaricié su rodilla y él me miró con una sonrisa que a pesar de no estar en sus labios la estaba en sus ojos.

- Siento que nuestra primera navidad juntos no la hayas podido disfrutar, Bill.- su mirara penetró la mía, sus ojos se llenaron de lágrimas en tan poco tiempo, pero una sonrisa que me dejaba admirar sus blancos dientes me hizo sonreír a mi también; negó un par de veces.

- ¿Pero qué estás diciendo, tonto?, ¿qué no la disfruté?, Tom, fue la mejor navidad de toda mi vida.

- ¿Enserio?- asintió.

- Me di cuenta de que tengo al hermano más lindo y valiente de todos.- me dio un abrazo con una fuerza que nunca presencié en él. –Gracias por defenderme, Tom, te quiero mucho.

- Yo te quiero aun más.



¡¡HOLA!! bueno...tengo una noticia:
Quizá no pueda subir en todo el fin de semana. Pasa que voy a ir a visitar a mi mami :3
tal vez ella pueda prestarme una computadora y lo subo, pero no aseguro nada. Regresaré el Lunes.
QUE TENGAN UN LINDO FIN DE SEMANA. se les quiere c:

1 comentario:

  1. wow sabes esa navidad con Bill y Tom me recordo mucho a las navidades que yo vivo solo que sin un poco de peleas, claro divididas pero gow ms la parte de los primeor y las canciones del CD que no tiene que ver con nadiad ais son mis navidades, awwwwwwwwww por eso amo tu fic, te digo algo este capitulose me hiso muy muy entetenido, siguela ame este capitulo peor no me gusto cuando ese "tio" le pego a Bill, cuidate tkm siguela amo tu fic

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