lunes, 18 de junio de 2012

capitulo 92


By Bill

Los fuertes rayos del sol penetraron en mis párpados aun cerrados; me levanté de la cama y me apresuré en cerrar las cortinas. Estaba decidido en volver a la cama, pero su risa en la recamara de Tom hizo que mi curiosidad le ganara al sueño. Me di un baño rápido después de vestirme, cepillé mi cabello y caminé hacia allí, procurando no hacer mucho ruido.

La recamara de Tom estaba perfectamente ordenada, la cama estaba hecha y su pijama estaba doblada a los pies de la cama; desprendía un olor lindo, pero a pesar de sentir su olor tan cerca de mí, su presencia no la veía y tampoco la sentía. Hasta escuchar sus risas y pequeños gritos. Me percate de que estaban en el balcón y me apresuré hasta el mismo. Ella se sentaba en sus pantorrillas, mirando a Tom con ternura y quizá algo de amor; él cerraba sus ojos, disfrutando de los rayos del sol. Los dejé solos, no me moleste en darle los buenos días. Bajé las escaleras y caminé hacia la cocina.

- por favor, Dios mío.- detuve mi paso y retrocedí con sigilo, intentando no hacer ruido alguno. Llegué a la puerta y pegué mi oído a la misma. –tan solo unos meses más, ¡tengo que decírselo a mis hijos, no puedo dejarlos solos!...por favor, señor, dame fuerzas para sobrevivir unos meses más…

Cubrí mis labios sintiendo mi respiración agitarse, mi entrecejo se arrugó y mis ojos empezaron a querer demostrar lo que sentían, pero no lo haría. Toqué a la puerta con mis nudillos, pero la puerta no se abrió muy rápido, y él ni siquiera gritó que la abriría. Hice un segundo intento y esta vez abrió rápidamente.

- hola.- sonreí.

- ¿cuánto tiempo llevas ahí afuera, niño?

- acabo de venir.- mentí. -¿por qué?- el suspiró.

- solo preguntaba.- bajó la mirada por unos segundos. -¿Qué necesitas?

- hablar contigo… ¿puedo?

 - sí puedes, entra.- sonrió; yo asentí y entré, cerrando la puerta y caminando hasta la cama. -¿de qué quieres hablarme?

- de (Tu nombre)…necesito tu opinión acerca de algo…

- bien, dímelo.

- no puede embarazarse por mi culpa…y yo pensé en una inseminación artificial con la ayuda de Tom… ¿qué piensas?

- ¿ella está de acuerdo con eso?

- no lo sé, ella me ha dicho que no…pero en el hospital ella me dijo que quería un bebé…

- ¿y tu hermano?

- él me dijo que estaba loco, que ese bebé sería como de ambos…

- debes hablarlo con los dos, quizá lleguen a un acuerdo en el que los tres estén bien.

-  pero ¿y tú?, ¿Qué piensas de esto?

- me gustaría verte con un hijo, quisiera tener un nieto ¿sabes?- sonrió. –pero no me importa si ese hijo es tuyo realmente o si ese hijo lo creaste tu con (tu nombre).

- papá, ¿crees en Dios?- su cara se espantó, quizá fue gracias a mi repentino cambio de tema.

- ¿qué?

- ¿crees en Dios, papá?- repetí, aunque sabía que él había escuchado, no era necesario repetirlo por segunda vez.

- ¿a qué viene tu pregunta, Bill?, creí que hablábamos acerca de tu bebé.

- ¿quieres contestarme?

- no, no quiero. Ahora no.

- bien...- se levantó de la cama y sin alguna expresión en su cara, caminó hacia la puerta y salió de ahí. Yo le seguí.

- Papá, Bill, ¡el desayuno está listo!- dijo Tom, tocando la puerta con sus nudillos.

- ¡ya vamos!- gritó mi papá. Nos levantamos de la cama y caminamos a la puerta sin decir una sola palabra o mirarnos por algunos segundos.

- ¡Billy!- sonreí ampliamente.

- ¿cómo estás, linda?- besé sus labios con lentitud, después la miré a los ojos.

- estoy bien, gracias. ¿Cómo dormiste?

- oh, muy bien.- ella sonrió.

[…]

- ¿qué es lo que tiene el hombre más hermoso?- subió su cabeza en mi pecho.

- nada, ¿por qué preguntas eso?

- no has dicho nada acerca del atardecer, ¿te sientes enfermito?- sonreí.

- no, me siento confundido.

- ¿hay algo en lo que pueda ayudarte?

- no, que estés conmigo ya me sube el ánimo.- pasé mis dedos por su cabello, su suave y lindo cabello.

- pero a veces sacar lo que sientes es mejor, Billy.

- bueno…me siento confundido porque una persona se da por vencida.

- ¿por qué se da por vencida?, ¿tiene problemas?

- tal vez, no lo sé.- suspiré. –quiere dejar de ver la belleza.

- ¿cuál belleza?

- toda, la de la vida.- sonreí. –pero ya no quiero pensar en eso, ¿sabes?

- me alegra.

- te amo, linda…- acaricié su espalda por debajo de su blusa.

- yo también te amo.- se puso sobre mí, con sus piernas abiertas, dejándome en medio de ellas. Se acercó a mis labios, ya podía sentir su respiración en mi cara. Y sonreía ante eso, me sentía bien.

Levanté mi cabeza, intentando tocar mis labios con los suyos, cerrando mis ojos pare sentir más sus labios presionándose con los míos. Abrí mis labios y los suyos también lo hicieron; nos besamos, un beso como el de aquella noche, en donde mi lengua tocaba la suya con lentitud y algo de nervios. Tome su nuca, intentando que se acercara más a mí; y mis manos tocaron su sostén por cuarta vez, y también por cuarta vez mis muñecas temblequearon, imaginándome dentro de una situación algo tenebrosa. Pero lo hice…lo desabroché.

- ¿estás seguro, Bill?- la cabeza no me daba vueltas, estaba en un momento en donde solo uno de mis cinco sentidos razonaba.

- s-sí…- ella sonrió y quitó su blusa, dejándome su estomago en mi vista; el mismo que acaricié con mis manos temblantes y un poco deseosas de la situación.

Estábamos semidesnudos, usando tan solo la prensa que nos cubría la intimidad. Ella sacó con rapidez la suya y yo guíe mis manos a la mía, pero ella besó mis labios y después bajó hasta mi estómago, dando pequeños besos en el. Sus manos acariciaron mi vientre bajo y tomaron el resorte de mis bóxers, los cuales bajó con lentitud hasta sacármelos por completo. Su cara estaba tan cerca de ahí, demasiado cerca que temí que pasara algo de lo que aun no me preparaba. Mis piernas empezaron a temblar con fuerza, moviéndonos a ambos.

No lo hagas…no lo hagas…

Acarició mis piernas, intentando que dejara ese movimiento, pero me era imposible, no me imaginaba a mi mismo en la misma situación de hace siete años; no lo disfrutaría, lloraría. Pero no lo hizo, volvió a subir y besó mi cuello con ternura, acariciando mi cabello.

- te…amo…- intenté decir con toda sinceridad, aunque mis suspiros gracias a lo que hacía me traicionaron un poco. Cambiamos de posición, esta vez era yo quien estaba sobre ella. Y entré, con cuidado.

- humm…Billy- se quejó. Acaricié su cabello lentamente, quedándome dentro de ella, hasta que se acostumbrara a mí.

- …lo siento…- ella negó y respiró hondo un par de veces, frunciendo el entrecejo gracias a mi presencia dentro de ella. Me quedé mirándola con paciencia, no sabía si moverme para que se acostumbrara más pronto, estaba un poco bloqueado.- ¿q-qué hago?- me atreví a preguntar, sin vergüenza…por alguna razón esta vez ya no la sentía demasiado.

- puedes hacerlo…ahora…

- bien…- puse mis manos en sus costados, apretando las sabanas con nervios. Comencé con movimientos lentos que se aceleraron con los minutos transcurridos.

[…]

 Hacía un día bastante frío. Entré al baño y me di una ducha caliente, no me había percatado de la hora en que Tom y papá habían llegado de los estudios con el doctor. Era un nuevo día, un día el cual por alguna razón había empezado con el pie izquierdo sin darme cuenta.

- Bill, necesito hablar contigo.- cubrí mi cuerpo a lo rápido con la toalla.

- ¿¡que no sabes tocar, imbécil?!

- ya va, lo siento, te espero en el auto, apresúrate.

- está bien, ahora sal de aquí.- asintió y cerró la puerta. Me coloqué la ropa con rapidez y tomé una goma para mi cabello, haciendo una coleta rápidamente.

Salí del baño y caminé hacia (Tu nombre), puse otra cobija en su cuerpo y besé su frente antes de bajar como un loco por las escaleras, sin prevenirme de caerme. El claxon del auto sonó un par de veces, ¡lo que le faltaba era paciencia! Entré al auto y cerré la puerta.

- no me tardé demasiado.- rodeo los ojos y se echó de reversa para salir de casa. Sus palabras me hicieron falta en el camino hacia un destino desconocido para mí. Lo miraba de reojo, pero su cara se veía apagada. -¿a qué hora regresaron ayer?

- tarde.- fue su única respuesta, tan seco y roto.

- ¿qué tan tarde?- insistí.

- mucho, ustedes ya dormían.

- hacía frío, ¿llevaron algo con que cubrirse?

- no hizo falta.- me cansé de una conversación que no avanzaba hacia donde yo quería. Me mantuve en silencio, mirando la ventana y los autos que pasaban a nuestro lado. El auto avanzó con rapidez, tanta que me hizo tambalearme hacia enfrente y sacar un grito ahogado.

- ¡mierda, Tom! ¡¿Estás loco?!- no me miro ni se molesto en cerciorarse de que estuviera bien. -¡¿quieres matarme?!- esta vez me miro, pero con seriedad, con cara de “cállate de una puta vez.” Parecía no venir de humor agradable, bueno y eso era completamente obvio.

Aparcó el auto y sacó las llaves, guardándolas en su bolsillo derecho, abrió la puerta y salió para después cerrarla con un portazo. Millones de preguntas pasaron por mi cabeza antes de percatarme de que él llevaba un camino ahora unos cuantos metros lejos del auto, sin mí. Pero no me dejaría solo. Salí del auto y corrí tras él, jalándole del brazo con fuerza, haciendo que me miraras.

- querías hablar conmigo, no dejarme en el auto como un perro, ¿Qué es lo que te pasa?- quitó sus lentes de sol y los puso en su cabeza, una vez más, sin mirarme o contestarme.

Entró a una cafetería y por primera vez se detuvo para mirarme, invitándome a entrar; pero yo negué. Tal vez fue una mala idea. Me jaló el brazo y me obligó a entrar en ella, pero no le renegué y mucho menos me quejé.

- ¿qué va a llevar?- miré a esa mujer, sonriendo tiernamente ante la mirada apagada de mi hermano. Caminé unos pasos lejos de él, pero me detuvo una vez más, yo lo miré con un poco de miedo y más que eso confusión.

- solo estaré aquí mirando, no voy a irme.- asintió y me dejó libre. Miré todo ese puesto de pastelillos que se veían terriblemente apetitosos, haciendo de mi boca un lago de saliva.

- vámonos de aquí, Bill.- lo miré. Cargaba una bolsa y una charola de cartón en sus manos con dos vasos con café; sonreí y corrí con pequeños saltos hacia él.

- ¿entonces sí hablas?- volvió a guardar silencio, mirándome con seriedad pura.

Lo seguí hasta que se sentó en una banca, en una plaza en donde lo que abundaba era la neblina del puto frío que me congelaba hasta los huevos. Él me miro, sacando de la bolsa una cajita de madera, abriéndola son mostrar alguna expresión.  Ahí dentro habían dos de esos pastelillos que hace unos minutos me parecían exquisitos.

- tu comportamiento me pone nervioso, Tom, ¿quieres decirme que pasa?

- quiero que esto te lo tomes con calma, Bill, y quiero que me dejes hablar sin interrupción.

- oficialmente me pusiste nervioso, ¡apresúrate!

- si guardas silenció podré hacerlo.- asentí con la cabeza, bajando la mirada con vergüenza. -Él no quiere decírtelo frente a frente, pero la realidad es esta.- lo miré, no sabía quién era “él”. –recogimos los estudios ayer y tiene una célula infectada en su pulmón izquierdo.

- ¿papá?- asintió, jugueteando con la etiqueta de su vaso con café.

- papá me dijo que te dijera que él se da por vencido, ya no quiere seguir luchando por su vida.- a pesar del frío que me consumía la sangre, el sudor empezó a bajar por mi frente, encerrándome en una burbuja donde solo yo compartía sentimientos con mi “yo interior.”

Los únicos ahí éramos mi gemelo y yo; él mirándome a los ojos y yo mirando por sobre sus hombros sin mirar realmente lo que estaba tras él. Solo pensaba en algunas de la razones por la cuales mi vida tenía que atravesar por momentos de este tipo, por momentos en los cuales tenía que poner a prueba mi fuerza y no llorar aunque eso me costaran heridas graves en mi mente.

Ni  siquiera yo podía medir mis reacciones ni mi fuerza en momentos como este. Me levanté de ahí, tirando el café que estaba en mis manos en mi ropa, quemándome el estomago y las piernas, mi piel hervía con fuerza, pero ni siquiera la consistencia de esa bebida me dejó gritar o tener alguna reacción sobre mis sentimientos.

- ¡Bill, que te estás quemando, hermano!- su grito me devolvió a la realidad. Él sacaba una servilleta e intentaba limpiar el líquido ardiendo de mi cuerpo.

- ¿¡por qué, tom!?- mis lágrimas no salían, más las de él querían hacerlo.

- él hablará con nosotros después.

- ¡NO!, ¡ÉL ME DIJO QUE….!- bien, mi fuerza no era la tal para no llorar…era débil, y más en los brazos de la persona que intentaba sostenerme.

- ya lo sé, ya lo sé. Tranquilo, hermano.

- ¡LLEVAME A CASA AHORA, TOM!

- te he sacado de ella para que te despejes.

- ¡quiero volver, Tom, quiero volver!

- bien, bien, vamos.

[…]

- ¡papá!

- vamos, Bill, ahora él está mal.

- ¡tiene que escucharme, tiene…!- mi respiración se me cortó, ese puto nudo de nuevo.

- tranquilízate, hermano, no le grites, por favor.

- ¡el tiene que darme una explicación!

- bien, vamos.- abrí la puerta de su habitación, en donde él estaba recostado.

- ¡papá!

- ¿cómo están?

- ¡mal, papá, estamos mal!

- ¿necesitas que hablemos?

- hablaremos los tres juntos.- gritó mi hermano.

- ¡no, Tom, vete!

- Bill, deja que tu hermano se quede.

- ¡Bien!- cerré la puerta.

- ¿quieres sentarte a mi lado? Creo que esto me importa.

- está bien.

Ahí estábamos, sentados en una habitación solos, sin tener contacto visual o verbal. Solos. Escuchando el ruido del aire chocar con la ventana, escuchando nuestros corazones latir de una forma increíble, de una forma que nunca había sentido. Nos conectamos. Éramos familia, él era mi papá y yo su hijo, y él era mi hermano, igualmente su hijo…aunque no lo quisiéramos así era y así sería siempre. Acaricié mi garganta, tratando de hacer calor para que el nudo se deshiciera.

- ¿v…?- él me miró, arrugando las cejas, sin entender. Pero es que en realidad yo no entendía tampoco lo que pasaba; me sentía como un niño, un niño quien ve como todo lo que quería se le iba de las manos sin poder hacer nada para defenderlo. Era solo un niño en el cuerpo de un joven adulto, eso era yo, y no tenía la madurez para sobrepasar esto. -¿vas…a morirte, papá?
Su mirada no cambió, su expresión tampoco, ni siquiera la de sus ojos; él solo me miraba serio, sin parpadear o respirar hondo. Una sonrisa salió de sus labios y sus manos acariciaron mis muslos con algo parecido al cariño, pero no lo era completamente, había indiferencia en su tacto.

- ¿por qué dices eso?, Bill, si es por lo de ayer, te dije que dejaras de preocuparte.

- no, no es por eso…

- ¿entonces?

- Le pides a Dios que te dé más meses… y Tom me lo dijo…

- ¿estuviste escuchándome?- dijo con algún sentimiento encontrado; no era enojo, pero tampoco era tristeza.

- sí.- no bajé la mirada, pero mi cuerpo temblaba al no saber cuál sería su reacción ante esto.

- todos vamos a morir algún día.

- ya lo sé… ¿pero morirás pronto?...

- sí.

- ¿por qué?- a pesar de que ya lo sabía, mi intento por fingir ser desconocido a la situación podía ser efectivo.

- encontraron una célula infectada en mis pulmones. Me voy.- sonrió.

- ¿cuándo lo supiste?

- ayer.

- ¿no hay nada que se pueda hacer?- mi corazón pedía a gritos un consuelo, pero encontrarlo en su mirada era imposible, parecía aceptarlo tan bien.

- se requieren procedimientos dolorosos.

- ¡¿más dolorosos que potar sangre?!

- tal vez.

- ¿y no los vas a hacer?- negó. -¡¿por qué no!?

- es mi castigo, Bill.- y parecía que lo aceptaba como si morir fuera un premio. –encima no hay dinero, no hay fuerzas ni fe para hacerlo…ni siquiera las ganas…

- ¡yo sí tengo ganas de que vivas!

- hey, hey, tranquilo.

- ¿por qué te rindes?... ¡tú me dijiste que no lo hiciera!

- porque tú tienes mucho que vivir.

- ¡tú también! ¿Qué pasa con Arabelle y mamá?

- tengo dos maravillosos hombres que pueden cuidar de ellas.

- no, papá, ¡por favor!

- mi historia aquí se acabó. Bill, entiéndeme, les he hecho mucho mal en toda su vida, es tiempo de que me demuestren que no dependen de los comentarios de los demás.

- ¿cuánto te queda?

- es indefinido mi tiempo.

- ¿cómo te sientes?

- oh, no querrías escucharlo.

- ¿cómo puedes esconderlo?

- trato de pensar que lo que tengo no es más que un catarro.

- ¡somos tus hijos, papá! ¡No nos dejes!

- así son las cosas, niño.

- ¡dile algo, Tom!, ¡¿por qué no haces nada?!- se quedó mirándome, serio de nuevo.

- papá ya es un hombre, Bill, él  tiene sus decisiones y no podemos hacer nada.

- ¡SI PODEMOS, PORQUE ÉL ME HIZO REFLEXIONAR A MI PARA NO DEJAR LA PARTIDA!

- estoy bien, Bill, estoy perfecto.

- ¡no, no estás! ¡Te estás muriendo y te importa un huevo!

- no es verdad.

- ¡si, si es!

- vengan aquí.- Tom se apresuró a sentarse junto a papá, siendo rodeado por su brazo. –ven, Bill.

- ¡no, no voy a ir!

- por favor, hijo, ven aquí.

- ¡NO ME HABLES, NO VOY A IR!

- por favor.

- ¡NO HASTA QUE ME DIGAS QUE SEGUIRÁS LUCHANDO, DIMELO, HIJO DE PUTA!- tal vez me había cabreado demasiado, pero lo que acababa de decirle era solo la mínima parte de lo que sentía ahora.

- ven, por favor, tengo que decirte un secreto.

- ¿un secreto?- lo miré con miedo.

- sí, ven aquí, por favor.- a paso lento y corto, me acerqué a él, arrastrándome por la cama hasta estar junto a ellos. Papá me rodeo igualmente beso mi cabeza.

- ¿qué secreto?

- tal vez no me voy a ir al cielo por todo el mal que he hecho en vida. Pero quiero que los dos sepan que voy a cuidarlos desde donde esté.

- papá, deja de decir eso.- dijo Tom.

- es la verdad. Ustedes dos fueron mi razón para no rendirme cuando todo salió mal, su madre también lo fue. Quiero que sepan que a pesar de todos los malentendidos que tuvimos la mayor parte del tiempo, yo los amo, a mis dos gemelitos hermosos.

- cállate, papá…- susurré.

- los amo, ya me hacía falta tenerlos tan cerca como cuando eran unos pequeños.- su voz se entrecortó. –quiero que cuiden a Arabelle, y tu Bill, quiero que cuides a tu segunda madre y a tu bella esposa también; que no abandones la guerra, porque tú eres tan fuerte. Siento no haber querido pasar la vida a tu lado, siento haberte golpeado y hacerte llorar. Te amo, Bill.

- te amo, papá…- aun así mis lágrimas no salían.

- y Tom, no tuve la suerte de verte nunca con una mujer, pero quiero decirte que te apoyaré siempre con tus decisiones, eso está claro. Cuida a tu madre y a tu padrastro, ellos te quieren demasiado. Nunca dejes de luchar por tus sueños. Te amo, Tom.

- yo también, papá…

- sé que ambos pudieron sentirse realmente reemplazados por Arabelle, pero eso no fue así, los tres son mis razones para sonreír. Me duele dejar a mi bebé tan pequeña, tiene cuatro años…- sus lágrimas esta vez cayeron. –pero no me da miedo irme, ella tiene a los hermanos más valientes, apuestos y fuertes. Ella no sufrirá, quizá tampoco me extrañe. Estoy decepcionado de mí, pero estoy tan orgulloso de ustedes dos, porque a pesar de mi distancia en sus vidas los dos supieron salir adelanto. Mi pequeño más lastimado que mi gran Tom, pero no por eso menos querido. Los adoro hijos, mi vida habría sido una completa mierda sin ustedes a mi lado.

- no quiero que te vayas, papi…- sollocé.

- siempre voy a estar con ustedes, quiero que se lo digan también a Arabelle.

- ¿nos cuidarás desde donde estés?- preguntó mi hermano.

- estaré protegiéndolos de cara tropiezo, estaré siempre a menos de un paso de ustedes.

- ¿y me visitarás cuando me gradué de la escuela musical?- volvió a decir Tom.

- ahí estaré, sentado en la primera fila, aplaudiendo y gritando tu nombre.- sonrió. –y cuando Arabelle salga de la preparatoria, estaremos los tres juntos, ¿verdad?

- sí, no olvidaré comprar tu boleto.- sus voces se escuchaban lejanas ahora. Mis lágrimas humedecían mi vista.

- ¿te has dormido ya, Bill?- preguntó papá.

- no…

- háblame, quiero escuchar sus voces antes de dormir.

- ¿qué te digo?

- lo que quieras.

- a pesar de las discusiones, de los golpes, las heridas y tu presencia lejana en mi vida… a pesar de ser el hombre al cual yo tenía miedo, al cual prefería verlo dormir que estar con él durante el día… a pesar de no expresar nada juntos ni vivir felices…. Te amo papá… mi vida sin ti no es la misma, y me siento un imbécil por no pasar el tiempo contigo…

- gracias, Bill… te amo…

- eres un cabezota, un hijo de puta sin corazón…pero eres la persona que me enseño a ser fuerte… la persona que me enseñó que la vida no es fácil.- él rió.

- eres el hijo más difícil, pero tú me enseñaste a mí que las personas siempre te serán indiferentes, pero aun así debes amarlas. Y tú Tom, me enseñaste que a pesar de la distancia, una persona puede amar a otra, a pesar de no mirarla siempre.

- te amo, papá…- dijo él.

- los amo, a los dos.

Acarició mi cabello, él estaba en medio de nosotros. Dio un beso en mi cabello, y sentí como nuestros cuerpo se hacían flácidos, con el sueño apoderándose de nuestros cuerpos, pero por alguna razón el sueño ya no me llegaba. Estaba feliz…realmente feliz por las palabras que papá nos había dicho a ambos….estaba completamente feliz, lleno de alegría, tanta que podría saltar de felicidad…

Por primera vez había cumplido mi sueño, mi deseo de no poder conciliar el sueño gracias a la felicidad…y lo había hecho en un momento horrible, pero después se le quitó lo horrible para convertirse en la realidad. Papá si me quería…papá me amaba después de todo…


2 comentarios:

  1. TT.TT que mal q Jorg se tenga q morir!! PEro por lo menos quedo bien claro q amaba a sus hijos!! :D y bill se siente mejor!! Me gusto q ya TN y Bill puedan tener una vida de pareja activa!!! es lo mas sano!! :D y bueno siempre sigue la idea del bebe!!!! me encanta!!! ya siento que la historia esta tomando rumbo otra vez!!!!

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  2. Wooooowww...... por poco y lloro DD:
    te quedo genial el cap. la historia es genial siguela
    es de las mejores que e leidoo :DDD

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