capitulo 86

Antes de postear el capítulo, hago un paréntesis para agradecerles desde el fondo de mi alma por sus hermosos comentarios en el capítulo anterior. Me subieron el ánimo hasta la cima del universo, me encantó saber que lo que hago no piensan todos que es una mierda, al igual que lo piensa mi papá... PERO VOLVIENDO A MIS AGRADECIMIENTOS... vaya, de verdad, no se como agradecerles, me hicieron completamente feliz. si les soy sincera, he llorado con cada uno de los capítulos...encima de ser sentimental, sus palabras me llenaron el corazón de felicidad, no les estoy mintiendo, ¡muchísimas gracias, gracias, gracias! las quiero demasiado, en serio que sí...les tengo un cariño más grande del que le tengo a mi puta familia, ¡muchísimas gracias a todas!

PD: para aquellas dos aliens que dijeron que mi fic les inspiró a escribir o seguir sus fics, quiero decirles que me halagaron demasiado, me hicieron sentirme...que se yo, tan agradecida por tenerlas como hermanas en la tierra, nunca nadie me había dicho cosas tan lindas. Y que sepan que yo amo tus fics (Andrea) y que hoy mismo leeré la tuya (Alien tokita), seguro es una pasada.

By (tu nombre)

Ya son dos semanas más sin Bill. Aunque la parte nostálgica haya pasado ya, aun lo extraño; he intentado lo que Tom me dijo, pero es que todo me sabe a la tristeza que siento. No puedo dormir sin extrañar sus lindos suspiros o despertarme sin mirarlo dormir aún.  Después de que me han corrido de mi trabajo, he estado buscando trabajos nuevos, pero ninguno se interesa en mí…vaya, esto será difícil.

Escribía sobre una libreta; una persona me había enseñado que escribir era algo que realmente te relajaba y te hacía viajar hacia otras dimensiones. Y ahí sentí la presencia y el sonido de sus pasos.

- (tu nombre)- dijo, sentándose junto a mí. Yo no quité la mirada de la libreta.

No le respondí, tan solo seguía escribiendo, sin prestarle atención; pero mis ganas por mirarle a los ojos hacían que mis pensamientos no se coordinaran más. Bajé la pluma, pero a pesar de ello, no lo miré.

- me preguntaba donde podías estar, y me acordé de este lugar.- con mi mirada le di la vuelta al mismos lugar, desde la laguna hasta donde los árboles me impedían la vista. Y asentí.

La brisa se sentía en mi cara, la calma de ese lugar también. Y me hacía tomar la inspiración del momento que estábamos pasando, en silenció, pero no le dejé a mis manos seguir rayando con la tina esa hoja blanca; sabía que Tom hablaría de nuevo.

Sus manos tomaron el pasto, estrujándolo con delicadeza y zafándolo del suelo, lo aventó con fuerza frente a él. Parecía de alguna forma nervioso, como si quisiera decir algo; pero no le insistí. Lo miré por el rabillo del ojo, él guiaba sus ojos hasta esa libreta. Quizá él no contaba con mi astucia; la cerré con delicadeza y por primera vez en ese momento me decidí en mirarle sus ojos, los cuales también me miraban a mí con un brillo hermoso.

- Ya lo sé, “es privado”.- dijo sin sonreír, solo con seriedad. – me voy, solo quería asegurarme de no haber llegado a casa sola con papá.

Sus palabras venían de sus cuerdas con tanta calma, pero sin ninguna gracia; yo solo ladee la cabeza, sin entender demasiado a que se había querido referir con las últimas palabras. Él negó, esta vez con una pequeñísima sonrisa en sus labios.

- si estás sola con papá, seguramente te dará los consejos de siempre, acerca de mi hermano y esas cosas.- asentí, queriendo dar a entender que había comprendido. Él arrugó el entrecejo, lamiendo su perforación en el labio. -¿qué te pasa? Estás muy silenciada hoy.

- estoy bien, no me pasa nada.- desdoblé mis piernas, sintiendo el frío pasto en ellas.

- No sé que hacía mi hermano para ponerte feliz siempre.- suspiró, dando palmaditas en sus muslos.

- yo tampoco…

El silencio verbal se reprodujo, éramos solo los dos con la naturaleza, la cual de alguna forma ya no tenía la misma belleza que antes. Pero no me detuve a pensar el por qué de ello, estaba más metida en mi mundo fantasioso, en el cual no había nada más que felicidad, la misma felicidad que no había sentido desde hace dos meses y dos semanas.

- hum- suspiró. –Te entiendo.- volví a mirarlo. Por un pequeño momento creí que todo lo que pensaba lo mencionaba en voz alta, pero eso era inútil.

- ¿eh?- emití con voz baja.

- yo también lo extraño demasiado.- ahora lo entendía todo. Entendía que no me funcionaba el intentar ser fuerte, de alguna forma todos se daban cuenta y eso no me parecía muy agradable.

- bueno, yo no lo extraño tanto.

- No mientas, lo sé por lo que estás escribiendo.

- no escribo nada.

- bien, quizá no vi lo que decía, pero leí como comenzaba.

- no es cierto.

- sí. “Bill”

- no decía eso.

- oh, vamos, acepta que lo adoras.

- él es feliz con alguien más, no me necesitaba a mí para sonreír.

- él no quiere a alguien más, (tu nombre), ¡él te quiere a ti!

- Tom, no quiero hablar.

- no seas tan masoquista.- oficialmente comenzaban a enfadarme sus palabras. Tal vez era que yo estaba muy sentimental estos días y cualquier comentario tonto me lo tomaba a pecho, pero realmente me molestaba que se lo tomara como un juego.

- ¡no soy masoquista!

- hey, tranquila, no vine aquí para hacerte enojar.

- no, tal vez viniste a molestarme.

- lo siento, (Tu nombre), no quise hacerte sentir mal.

- ¿sabes?, creo que es mejor regresar a casa.

By Bill

- hum, tengo mucha hambre…

- tengo en la alacena algo que puedes comer. Ayer compré los víveres.- sonreí. Ella asintió y camino hacia la cocina.

- ¿qué es lo que puedo tomar, Kaulitz?

- puedes tomar lo que quieras.

- ¿en serio?

- sí. ¿Necesitas ayuda?

- bien, no me vendría mal.- sonrió. Me acerqué a la cocina con ella. - ¿sabes cocinar algo?

- bueno, mi hermano me enseñó a hacer pasta, creo que es lo único que sé hacer.

- ¿sabes hacer pasta?- sonrió.

- así es.

- vaya, no es por molestarte pero… ¿podríamos hacer?- acomodó su largo y lindo cabello con sus manos. Yo solo asentí por verla feliz, me gustaba ver feliz a los demás.

Comencé a cocinar, ella solo me miraba con una sonrisa. Podría sentirme un poco incomodo, pero después de este tiempo empezaba a sentir cómoda su compañía. Había noches las cuales ella se quedaba durmiendo conmigo, y no me parecía mal, salvo en la parte que mi amigo peludo no podía dormir conmigo.

Me estaba dando una oportunidad que la vida no me cedió, y no sabía si era correcto tomarla o dejarla ir por una alcantarilla. Era que no me sentí auténticamente feliz por mis actos, pero las personas que creía querer y que me querían habían encontrado una nueva diversión, alguien que los hiciera feliz. Y no me dejaría mentirme a mí mismo…estaba feliz por ellos.

- Aliss, ¿podrías llevar los trastos a la mesa?

- claro.- los entre buscó y camino hacia la mesa. Al terminar de hacer la pasta, con unos guantes de cocina los llevé a la mesa y empecé a servir en su plato.

Riiingg…Riiingg…

- oh, Aly, ¿me esperas un minuto?- asintió. Me retiré hacia la sala y apreté el botón verde, pero era demasiado tarde. Dejé mi móvil caer en el sillón y regresé con ella.

- ¿quién era?

- no lo sé, no alcancé a aceptar la llamada.

- ahh…- dijo limpiando sus labios con una toalla de papel. Mi móvil volvió a emitir ese sonido, está vez lo tomé rápidamente y atendí a la llamada.

- ¿hola?

- Bill…

Mis músculos se tensaron, pero ninguna lágrima quiso caer. Los recuerdos ya los tenía enterrados en algún jardín sin algún significado… o al menos era lo que yo quería creer. Mirada estaba sobre Aly, Mientras los segundos pasaban y nuestras respiraciones se alteraban por la falta de palabras en ambos, pero mi habla estaba bloqueada, fue una llamada inesperada y seguramente innecesaria, ¿para qué me hablaría?, ¿para decirme que folló con mi hermano?, ¿para decirme que sus espermas si viven?, quizá también para decirme que seré el tío de un bebé que tuvo que ser mío y no de mi hermano.

Era por eso que no hablaba, si ella me llamó a mí, ella era quien tenía las palabras en la boca y en la mente, ella tenía algo que decirme y yo no hablaría hasta escucharla hablar primero.

- ¿por qué lloras?, ¿te sientes mal?- escuché la voz de mi hermano al otro lado de la línea. Mi piel se erizó, y Aly me miraba con confusión, pero lo que ella no sabía era que sus voces me ponían nervioso y algo un poco nostálgico.

- ¿(tu nombre)?- bien, no tenía mucha fuerza de voluntad. Sea lo que fuera que estaba pasando en Los Ángeles, (tu nombre) era una parte de mi familia, una importante después de todo, y me sentía un poco mal dejándola hablando sola…aun la extrañaba. - ¿Có…?- había cortado, antes de poder pedir aun que fuera solo una disculpa a larga distancia.

Una vez más tenía la soga al cuello, esperaba que esto me hiciera fuerte, pero tal parece que lo que menos tengo es fuerza. Una vez más estaba parado entre el fuego y agua; moriría de una u otra forma y tenía que ser yo quien escogiera a cuál de los dos saltar: El fuego me quemaría, me derretiría en menos de lo que pensaba y el agua me ahogaría, sintiendo faltante la respiración.

- ¿Kaulitz, te sientes bien?- negué más por obligación que por lo que sentía realmente.

- ¿sabes?, creo que me gustaría estar solo.- dije, levantándome de la silla. Ella me imitó y se acercó a mí con confusión.

- ¿qué tienes, Bill?, parece que hablaste con un fantasma.

- No me pasa nada, Aliss, de verdad. Solo quiero estar solo.- tomé mis sienes con las yemas de mis dedos. Un dolor se avecinaba en mi cabeza.

- ¿Estás seguro de que no necesitas compañía?

- estoy completamente seguro.- fingí una desagradable sonrisa.

- está bien, kaulitz. No dudes en llamarme a mí o a Patrick si necesitas compañía.

- gracias.- miré sus lindos y grandes ojos azulados y después esa linda sonrisa; le di un beso en la mejilla y después ella se fue.

Suspiré de alivio cuando la puerta se cerró, pero por dentro mi cuerpo ardía con furia, con desesperación. Tanto tiempo solo para escuchar mi nombre en su voz, ¡eso no basta!, ¡necesitaba más, MUCHO MÁS! No quería solo escucharle decir una palabra, sabía que ella necesitaba decirme algo más, tal vez pasaba algo y yo no lo sabía.

Su naricita fría toco mi cara, mientras su cola bailaba con felicidad. Sonreí, él siempre estaba en los peores momentos. Su lengua tocó mi cara, mientras ronroneaba con gravedad; le di un fuerte abrazo, él se quedó quieto,  dejando que le hiciera lo que quisiera.

- te quiero tanto, Scotty. ¿Sabes? Hoy quiero dormir contigo, los dos juntos.- sonreí.

Me metí en la cama sin molestarme en colocarme un pijama, solo me saqué los zapatos con fuerza.  Mi perro subió a la cama conmigo, echándose a los pies de la cama.

[…]

- eres un puto orgulloso, Kaulitz.

- ¿orgulloso?- la miré.

- así es, hermano, un orgulloso de mierda.- dijo Patrick, sonriendo.

- no soy orgulloso, ¿por qué dicen eso?

- creo que había una persona…- dijo ella.

- sí, una persona llamada… hum, ¿cómo era?

- ¡(Tu nombre)!

- oh, (tu nombre)…- dije serio. Patrick  golpeo mi brazo.

- Bill, has estado aquí por diez meses, ¿no crees que el orgullo debe parar?

- si he estado aquí por diez meses no es por orgullo, es porque yo quiero.

- ¿quieres dejar a tu novia?

- ella ya tiene a alguien más que la quiere…

- ¿cómo sabes eso?

- me lo dijeron dos personas…

- vamos, ¿y vas a creerles?- dijo ella, tomando mi mano con delicadeza. –no quiero entrometerme en su relación, pero vamos, por favor piensa, ¡ella te ama!

- no lo creo…

- ¡tú tienes cerebro de nuez, niño!- bajé la mirada con vergüenza.

- si tú la amas, no entiendo porque la dejas ir de esa forma.

- si vuelvo ahora, podré parecer un cobarde.

- ¿crees que si ella te ama le parecerás un cobarde?, cobarde eres si te quedas.

- Patrick…creo que no ayudas demasiado…- dije serio.

- eso no me importa. Realmente eres un cobarde por irte cuando ella te necesitaba y sobre todo, tú necesitabas de su apoyo.

- me di cuenta de que le hacía daño con todos mis problemas.

- ¿ella te lo dijo?

- …no…

- ¡No des por hecho algo que no tienes asegurado, Bill!

El filo de las cuchillas rompiendo las cadenas, el fuerte empujón en mi espalda. Era como si fuera un lobo antes preso, pero ahora dado en libertad por su grave inutilidad en la sociedad. Lo regresaron al bosque, de donde no provenía, pero en donde sobrevivía y sobrevaloraba los comentarios ajenos; de ese lugar en donde la vida le enseñó más que en la jaula en donde se encontraba atado, creyendo que lo correcto era defenderse con dientes y garras.

Yo era un cachorro que fue despojado de sus largas garras, y esas garras las usaban para causarme el mismo temor que tendría un pequeño niño al ser raptado de los brazos de sus padres. No sabía defenderme, nunca fui un cachorro educado, enseñado a atacar a las presas para comer. Estoy hecho de dolor, del único dolor con el que puedo sobrevivir; y eso es lo que hago o al menos intento hacer aquí…sobrevivir…

Necesitaba el apoyo de mi compañero, pero lo había dejado en la madriguera, creyendo que lo protegía de mi enfermedad mental. Y estaba equivocado; no lo protegía, lo lastimaba, lo estaba ofreciendo a los ojos malignos que intentaron un día despojarnos a ambos de una vida normal y feliz. Ambos éramos lobos, pero él era uno adiestrado, yo en cambio, uno rebelde, uno que creía poder llegar a ser la autoridad, pero no podía ni siquiera calmar su hambre voraz.

Me enseñé yo solo a lijar mis garras y mis colmillos, había estado al borde de la muerte, fui atacado por animales mayores que yo, fui mordido en mi sensibilidad. Pero mi dueño me enseñó a que las personas hechas de miedo, rencor, enfado, sentimientos ocultos y lágrimas, estaban llenos de fuerza física. Solo me faltaba recobrarla, está, era un cachorro nuevo, aun que muy desarrollado de mente, mucho más que los otros, y por eso mismo tenía ventaja. Por el haber vivido muchas cosas en tan solo mi niñez pasada, ahora era un cachorro fuerte, sano y sobre todo, un cachorro valiente.

Ya no quería ser la persona por la cual todos se reían de él, todos le apedreaban por la espalda, le apuñalaban por el frente y le disparaban por el lado. Ahora quería ser la persona que siempre desee ser. No soy lo que quería de mí hace muchos años, soy totalmente diferente, pero quería volver a nacer, volver a crear mi vida por tercera vez, siempre dicen “la tercera es la vencida”. Y esta era mi tercera oportunidad, de cambiar mi vida antes de que fuera demasiado tarde y me arrepienta en mi propio velorio de haber podido hacer lo que en realidad quería.

No volvía a mi vida pasada, volvía a mis raíces, las cuales me hicieron llegar hasta donde estoy ahora. Tal vez no de la forma esperada, pero finalmente estoy aquí de nuevo, luchando por conseguir lo que siempre quise y no busqué por miedo. Ahora estaba aquí, de pie frente a lo que antes fue mi madriguera, en donde me sentí cálido y feliz y me fui…por orgullo, por miedo y por el sentimiento de insatisfacción que sentía en ella; sin dame cuenta que mi madriguera era siempre la misma, el que había cambiado era yo, no nadie de mi familia…solo yo.

Estaba de nuevo aquí, escribiendo en una hoja blanca con tinta azul. Mirando el lindo paisaje que por mucho tiempo no vi; sintiendo la cálida brisa que por tanto tiempo no sentía; escuchando en mi interior a mi corazón palpitando por el gracioso sentimiento de miedo, angustia, felicidad, tristeza y alegría…así era yo, un completo iluso que creí que los brazos de mi familia estarían abiertos para cuando yo quisiera. Y sabía que no era así…”las personas se cansan de esperar”… pero yo me cansé de ser siempre el mismo, con los mismos sentimientos siempre, con la misma nostalgia de no ser la persona que soñaba ser, estaba herido, cansado, fastidiado, adolorido y triste, pero nada de eso me impediría cambiar. Pero de pronto vi su imagen acercarse con lentitud, reduciendo la velocidad de sus pasos; me levanté del pasto y me escondí, mirando con atención a lo que no debería, pero aun así lo hacía.

Se sentó en el pasto y al igual que yo escribía, mirando el paisaje que aun no moría, al menos para mí. Dejó salir un suspiro, y decidido a quedar opacado por llegar de esa forma, camine lentamente hacia su dirección y la mire, pero ella no le prestaba atención a mi presencia. Suspire sin hacer mucho ruido y me senté en el pasto, sin mirarla, sin prestarle atención a su linda mirada y las lindas palabras que pude apreciar en su libreta cuando estaba de pie.

- hum…- suspiré, cansado por el largo camino.

- hum…- lo hizo ella también y yo sonreí. La miré por el rabillo de mis ojos, ella me miraba y me decidí a hacerlo yo también. Su cara brillaba, sus labios estaban completamente abiertos, su mirada solo estaba penetrando mis ojos. –Bill…