capitulo 90

Tuve que esperar dos semanas para poder realizar esto, sabía que era difícil que ella viajara tan seguida, pero el padrastro de Tom, Gordon, accedió casi al tiro. Hoy mamá y él vendrían, Mamá Anette y Arabelle también vendrían.

[…]

- ¿Cómo estás, Bill?- dijo ella, dando un beso en mi frente.

- ahora que estás aquí, mejor.- sonreí.

- quiero presentarte a alguien.- intenté mirar tras sus hombros, pero no logré mirar nada.

- ¿a quién?- ella tendió su mano y pude apreciar una mano más que apresaba la de mamá.

- a mi esposo, Gordon.- sonrió. –lo viste por primera vez en el hospital, quizá no te acuerdes mucho de él.- la realidad era que no, no me acordaba de él.

- te vez tan sano ahora, habría preferido conocerte de esta forma.- sonreí.

- a mi también.

- ¿dónde está mi gran Tom?

- está en su recamara, si quieres pasa.

- está bien, gracias, Bill.- tomé a mamá de su brazo e hice que camináramos a mi habitación; ella lo hizo sin siquiera decir una palabra.

Al llegar, dejé que ella entrara y cerré la puerta, echando el pestillo para prevenir interrupciones. Le señalé a mamá el sofá y ella al tiro se sentó en el, parecía aun no entender nada, pero no quise ayudar, ni siquiera sabía las palabras que debía usar hacia ella, no sabía si podía tutearla, o si aceptaba malas palabras. Había conocido a casi por completo en solo unos meses, y a mamá no podía conocerla a pesar de todos estos años.

Tomé asiento, limpie el sudor que comenzaba a formarse en mi frente con mis manos, y por último di un suspiro. Esperaba que dijera algo, que me hiciera cuestiones acerca del porqué era tan importante para mi hablarle. Pero si la confianza con papá era poca, con mamá parecía no existir.

- eh…

Mi primer intento: fallido.

- ¿cómo les fue en el viaje?

El segundo intento: fallido. Aunque quizá no del todo; había hecho una pregunta que se vería obligada a contestar.

- bien, gracias.- ella no podía ser más jala pollas.

- oh, ¿sabes qué?, vamos a hablar.

- ¿sobre qué?

- sobre por qué te soy tan indiferente.

- ¿de qué hablas, Bill?

- mamá, ¿por qué finges?

- yo no finjo.

- fingías que me querías antes, ¿qué fue lo que te pasó?

- ¿Quién ha dicho que no te quiero?

- mamá, he  visto como me miras, tan indiferente. Encima peleas con papá frente a mí con el maldito tema de: “El hijo que nadie quiere.”

- esa pelea la inició tu papá.

- ya lo sé, pero tu seguiste con la discusión. 

- pero eso no tiene nada que ver, Bill.

- sí, sí tiene. ¿Acaso no sabías que tú antes eras mi heroína?,  quería ser igual que tu al crecer, mamá; envidiaba a Tom por tenerte a su lado; quería estar contigo y no con papá.

- Bill, no digas esas cosas.- negué.

- mamá, escúchame, por favor…necesito que me escuches…- asintió. - ¿sabes que es vivir con el odio de las dos personas que te crearon?, ¿sabes que se siente ver que una persona igual a ti es la persona más querida por sus papás, y que a ti no te quieran?...

- por favor…

- no.- interrumpí. –no lo sabes, porque no tienes un hermano perfecto, un hermano que hace todo bien, que es apuesto, dedicado, listo, el pequeño hijo lindo, tierno…nunca te compararán con él, nunca te dirán que él es más que tú.

- nunca te hemos comparado con tu hermano, Bill. Me preocupaste cuando estabas en el hospital.

- ¿de verdad te preocupaste?, porque quizá hubiera sido mejor morirme para ti, ¿no?

- claro que no, Bill.

- Nunca sentí tu amor, mamá y no sabes cuánto me duele decirte esto.- ella me miro sería, nunca cambió su expresión. –eres mi mami, la persona que me defendía de papá, la persona que recogió los vidrios para que no me hiciera daño, la persona que me cuidó por nueve meses, la persona quien me cuidó cuando apenas supimos mi enfermedad, la persona que siempre nos leía cuentos de hadas antes de dormir, la mujer que curó mis heridas cuando me lastimé, la que limpiaba mis lágrimas cuando lloraba, quien me ayudó a ducharme cuando me sentía débil gracias a mi corazón, eres la persona que dio a luz a la persona más importante en mi vida diez minutos antes que yo. Eres mi reina, mamá, la reina que nunca dejó que su corona cayera…

Mis ojos brillaban, pero querían ser fuertes y no dejar que las lágrimas se resbalaran por mis mejillas. Me dolía hasta pensar que era yo quien iba a decirle estas palabras a mi mamá, pero tenía que hacerlo, no podía ocultarme más.

- eres mi mamá, de no ser por ti yo no estaría aquí.- sorbí mi nariz. –te amo, mami, te adoro; eres una mujer hermosa y con una personalidad preciosa… pero no siento tu amor…no siento que te intereso… adoro a Anette, ella de verdad me quiso a pesar de no ser su hijo, cuando me abraza siento amor, siento cariño. Tú nunca vas a dejar de ser mi mami, pero dicen que  “familia es la que te cría y quiere.”, y Anette lo hizo… lo hizo mejor que tú…

Mis ojos dejaron de luchar, dejaron que dos gotas cayeran y se detuvieran en mi barbilla; Ella me miró, su entrecejo le jugaba una mala pasada. Era muy tarde para arrepentirme de todo lo que le había dicho y en realidad no lo hacía, no me arrepentía; pero me partía el alma verla de esa forma.

- no puedo creer que me digas esto.

- mamá…- ella negó, y yo guardé silencio. Sus manos tomaron las mías, sus manos ya se miraban tan diferentes a la última vez que la vi.

- he hecho mal, soy una idiota…

- no lo eres.

- sí, Bill, he preferido a Tom, eso me hace ser tan mala madre…

- no eres mala madre.

- dejé que te quemaras para salvar a Tom del fuego. Y eso no está bien.

Sus lágrimas salieron por primera vez, nunca la había visto llorar así. Sus pulgares acariciaron mis dedos, sus ojos abrazaron los míos con tan solo una mirada.

- Bill, no puedo creer que a pesar de ser tan mala madre, tú me digas esas hermosas palabras. Estoy de acuerdo en tu decisión, estoy agradecida con Anette por quererte, por hacerte sentir querido mientras yo no te prestaba atención.

- te amo, mami…- me dio un abrazo fuerte, pasando su mano por mi espalda.

[…]

- eres mi ejemplo a seguir.

- ¿qué?- mi corazón sufrió de un temblequeo terriblemente emocionante.

- hermano, creo que jamás me habría armado de valor para hacer lo que tú hiciste.

- un día una persona me dijo, que para ser feliz tenía que lidiar con todos mis problemas.

- esa persona no te dijo que palabras utilizar, fuiste tú quien lo hizo.- sonreí apenado. – eres una persona realmente valiente.

- silencio, idiota, me pones sentimental.

- eres mi pequeño tonto, mi trabajo como hermano mayor es decirte la verdad.

- te tenía envidia, Tom, siempre vivías feliz, sin problemas.

- todos tenemos problemas, solo que los resolvemos de diferente forma.

- eres la persona más sabia que conozco.

- vamos, no juegues.

- en serio te lo digo, tus palabras me han ayudado a formar a la persona que quiero ser.- sus brazos rodearon mi cuerpo sin previo aviso.

- eres la molestia más grande de todas. Te quiero mucho, Bill.

- yo también.

- llevaré a mamá a comer, ¿quieres venir?

- no. estaré con mi princesa un tiempo.

- está bien.- se separó de mí. – nos vemos.

- adiós, cuídense.

- y ustedes.- camino fuera.

- te estás convirtiendo en otra persona, Billy.- la abracé por la espalda, recargando mi quijada en su hombro.

- ¿en serio?- asintió.

- una persona completamente distinta a la que eras antes. Mi príncipe Billy está dejando de serlo, ahora se convierte en una persona mucho mejor que un rey o un príncipe.

- te amo, linda. Mi vida habría sido una completa mierda si no te hubiera conocido.

- no digas eso.

- es la verdad, tu eres la persona que más amo en esta vida, eres la mujer más hermosa de esta mundo.

- tú eres el hombre más apuesto y tierno.

- nunca creí que alguien fuera a decirme eso.

- no somos ciegos, Bill. Creo que la mayoría de las personas lo piensa, pero soy la única con la suerte de poder tenerte conmigo.

Le di la vuelta y besé su frente, bajé mi cabeza y le di un beso en los labios, uno pequeño; después le di un abrazo que ella respondió con ternura. Su sonrisa iluminaba mis ojos, era sencillamente la más bonita de todas, con esos labios tan tiernos y suaves; no necesitaba nada más, ella era perfecta.

- ¿sabes cuánto te amo?

- yo te amo mucho más, Billy.

- no lo creo, a veces siento miedo.

- ¿miedo, de qué?

- no lo sé, siento que es inhumano amarte como lo hago.

- tanto que sientes que me haces daño, ¿no?- bajé la mirada.

- a veces lo siento… pero siempre me ayudas a ver la realidad.

- no deberías sentir eso. Si el amor fuera así, creo que yo sentiría que te asfixio, te amo demasiado.

- yo también te amo.

- no me gustaría saber cómo sería la vida sin ti.

- creo que aunque dejes de amarme, no lo sabrás, porque te seguiré a todos lados, esperando que regreses conmigo.- ella sonrió.

- nunca me iría de tu lado, aun que ya no me quisieras.

- eso no va a pasar nunca.

- tienes razón, vamos a morir juntos, nunca vamos a estar separados otra vez.

- sí, creo que no aguantaría quedarme viuda.

- yo tampoco.

- pero no pensemos en eso, aun nos queda mucho que vivir. Aun nos queda ver la boda de tu hermano.

- oh… ¡me encantaría verlo con alguien!

- a mí también.

- me ha dicho que no cree en el amor a primera vista.

- ¿te lo dijo?- asentí.

- sí, ahh, vaya, quisiera conocer a una novia de mi hermano.- mordí mis labios.

- me encantaría verte como el padrino de anillos.- besé su frente.

- ¿imaginas a Tom con un traje negro, mirando a su novia con amor, y después de que ella le ponga el anillo diga: “Acepto”?

- tienes bastante imaginación, Bill. Pareciera que estás viviendo el momento, solo mira tus ojos.- sonreí.

- creo que me pondría muy sentimental ver a mi hermano casarse. Me da miedo que se vaya de casa cuando lo haga.

- aun que se fuera, ustedes no perderían la fraternidad que tienen.

- eso espero…

- no lo harán, tonto.- besó mis labios.

- ¿recuerdas un día, hace años, que hablamos sobre las almas gemelas?

- como olvidarlo, me lo recordaste cuando te fuiste.- sonreí.

- ¿has cambiado de opinión, linda?

- ¿acerca de qué?

- ¿ahora ya crees en las almas gemelas?

- bueno, eso creo. ¿Tú aun sigues creyendo?- asentí.

- sí, ahora creo más que nunca… ¿sabes una cosa?

- ¿qué?

- creo que la encontré.- nuestros labios se unieron en un beso, mis manos recorrieron su cara con delicadeza, mientras ella acariciaba mi cuello.

Estoy aprendiendo, aun no soy un experto; sigo en el camino de los golpes contra muros, en el camino en el cual estoy armando una escalera de madera, por la cual podré subir cuando esté lista y ver ese arcoíris por primera vez. Este era un momento en el cual yo no iba a detenerme, seguiría construyendo aunque mis uñas se rompieran; no voy a detenerme, voy a seguir adelante, voy a terminar de construir esa escalera.

En libros había leído los finales felices de historias trágicas y tristes, pero mi vida no sería una de ellas, porque no le veía un final cercano, era lejano, quizá más lejano que la eternidad. Cortaré mis alas, porque no quiero volar de nuevo; no soy un ángel, aun no; y no tengo la capacidad de usar alas que no me quedan, todavía era joven para una alas tan prestigiosas, aun era una persona sin un camino descubierto y una vida concluida.

No sé cuando comenzó todo esto, pero me estaba dando cuenta de que la vida no era una mierda como lo creía antes; esta vez estaba dispuesto a abrir más allá de mis ojos y mi mente para llenarme con la belleza de la vida. Estoy aprendiendo a disfrutar de mi vida, estoy aprendiendo a esculpir a la persona que en realidad quiero ser: una persona orgullosa de sí misma. Y estaba cerca de lograrlo, estaba a solo unos grandes y quizá dolorosos pasos, lo haría poco a poco; finalmente siempre dicen que “poco es más” y después de todo valía la pena zarparme con muros y romperme los huesos.

La vida es rara, pero depende de nosotros el saber cómo queremos que sea la nuestra. El pasado puede doler, o quizá también el presente, pero, si pudieras cambiar tu pasado, ¿lo harías?, yo no, porque de no ser por ese doloroso pasado, no estaría de pie en donde estoy ahora.