By Tom
Su mano había perdido su temperatura normal. Me levanté de la cama y
prendí las luces, teniendo en mi mente ir por una cobija para que no pasaran
más frío, apenas era de madrugada y llovía demasiado, pero papá estaba
despierto, entonces me acerqué a él.
- oye…- un escalofrío recorrió toda mi espalda, con miedo. –no, papá…-
cubrí mis labios, estaba algo paralizado. -¡papá!- le tomé el brazo, moviéndolo
con fuerza, pero su expresión seguía siendo la misma. –no puede ser…
Mi cerebro se había bloqueado al igual que mis acciones, estaba
completamente bloqueado, sin saber cómo debería sentirme ante todo lo que
pasaba. Miré a mi hermano, descansando aún, abrazando el brazo de papá; le di
la vuelta a la cama y me acerqué a él, tomando su hombro y sacudiéndolo con una
fuerza mínima.
- Bill… ¡BILL!- su entrecejo se frunció y entreabrió sus ojos. –Por
favor, despierta, hermano…- abrió sus ojos por completo, quizá sin saber la
razón de mi desesperación.
- ¿qué pasa, Tom?- talló sus ojos. -¿te has dado cuenta de la hora que
es?- pues no, realmente no.
- ¡eso no importa, Bill!
- ¿qué pasa?
- papá…- cubrí mis labios una vez más, sin saber que decir sin que se me
salieran las lágrimas. Descubrió su cuerpo.
- ¿Qué pasa con…?- negó un par de veces, poniendo las manos en las
mejillas de papá. –...no…por favor… ¡no…NO!- golpeó las mejillas de papá. Me
acerqué a él y tomé sus manos.
- Bill…no…
- ¡LLAMA A UNA AMBULANCIA, TOM, CORRE!- puse mis manos sobre su pecho,
intentando sentir su corazón. -¡mierda, Tom, MIERDA!- salió de la habitación,
pero no le tomé más atención.
- vamos, por favor, hombre, que puedes seguir…- pegué mi oídos a su
pecho, pero el pulso era inexistente; empezaba a desesperarme por completo.
-¡por favor!- lo abracé con fuerza, creyendo estúpidamente que lograría darle
calor, aunque mi parte realista sabía que era una completa tontería. –ayúdame,
Dios, por favor, ¡ahora no, por favor, así no, Dios!
- ya he llamado a la ambulancia, Tom…no deben tardar…- lo miré, con mis
lágrimas escurriendo en mis mejillas, negando con lentitud, con mi corazón a
cien por el miedo y la decepción.
- no, Bill…
- ¡¿no qué, Tom?!- dijo alterado.
- él…se fue…- rodeo los ojos.
- no es cierto, pueden salvarlo aún, ¡¿Qué acaso quieres que se muera?!
- Bill…se fue…ya no…
- ¡mierda, Tom!, ¿podrías ser un poco más positivo?- se acercó a mí, sin
subir a la cama. - ¿quieres quitarte de ahí y dejarlo?- negué.
- …no…
- oh, deja de llorar, Tom, por favor, ¡aun no lo perdemos, deja de darte
por vencido tan pronto!- aferré a papá contra mi cuerpo a pesar del miedo que
me causaba tener a una persona fallecida en mis brazos. -¡déjalo en paz, Tom,
lo estás lastimando!
- …no voy a dejarlo, hermano…entiéndelo…
- mira, Tom…
Diinn doongg
Por fin un sonido lo hizo guardar silencio, miró hacia la ventana, haciendo
caso omiso al timbre; pero parecieron ser solos segundos, pues reaccionó
rápidamente.
- debe ser la ambulancia.- salió corriendo una vez más. Y ahí en la
puerta vi a (tu nombre), que cubría sus labios, sorprendida.
Quería fingir que yo era la única persona que veía a mi propio padre en
ese estado, pero no era así; su expresión me lo dejó más que claro. Papá estaba
completamente mal, no eran solo mis nervios…era real.
Los doctores llegaron, con una camilla arrastrando, y ahí, detrás de
ellos, en la oscuridad, vi a mi hermano, serio, con los ojos apagados y algo
indiferentes a la situación. Miró a (tu nombre) y sonrió, pero la mirada de
ella no fue exactamente una sonrisa, sino más bien confusión.
- necesitamos revisarlo.- dijo un doctor, el mismo que me sacó de mis
pensamientos. Aferré a mi papá con más fuerza y negué.
- no…déjenme solo con él, ¡váyanse!
- ¡Tom, suéltalo!- se acercó a mí, jalando mis brazos con fuerza, para
que le soltada.
- ¡Bill…déjame!
- por favor, joven, debemos hacerlo.
- ¡déjalo ya!
Lo solté.
Como un pájaro dejando el nido, me separé de él, sin un ala con la cual
volar lejos. Me sentía roto. Mis lágrimas cayeron con más desesperación. Los
doctores trataban de reanimarlo, Bill miraba todo con tanta calma, frente a mí,
impidiendo que me acercara a papá; (tu nombre) miraba desde la puerta, seria,
con miedo.
Dejaron su trabajo y miraron a Bill, se acercaron a él y uno de ellos
tomó su hombro con delicadeza, pero Bill se corrió con fuerza.
- ¿qué?, ¿¡por qué ya no hacen nada?!- gritó.
- es que…ya no hay nada que hacer, ha fallecido.
- pff, “ha fallecido, ha fallecido.” ¡Eso no es verdad!
- el señor ya está en estado rígor mortis.
- ¿¡y eso qué es!?
- ya no se puede hacer nada con él.
Se quedó en silencio, retrocediendo hasta chocar sus tobillos con mi
cuerpo; negó un par de veces y su respiración se tornó agitada; me echó una
mirada amenazante y después salió corriendo de la habitación. Mi corazón se
estremeció, y me acerqué a mi papá de nuevo y miré a los doctores.
- … ¿nada?...- sabía ya la respuesta, pero mi mente no se resignaba a
aceptar que mi papá se había ido de esa forma. (Tu nombre) se acercó a los
doctores y los invitó a salir de la casa; ellos se fueron con la camilla a
rastras sin decir una sola palabra. Yo volví al cuerpo inmóvil de mi papá,
abrazándolo con fuerza.
Cerré sus ojos con la palma de mi mano. Aun era tan irreal lo que nos
estaba pasando, aun no podía creerlo.
Ella se acercó a mí y dio caricias en mi mejilla, pero no me sentí ni
una pizca mejor con ello, estaba tratando de luchar y mostrar la fuerza de una
persona a la que no le importa nada…pero era mi papá….
[…]
Hoy vendrían Anette y Arabelle; mis nervios brincaban con fuerza, no
sabía cómo decirlo, encima Bill estaba encerrado en su recamara, sin dejar que
un alma entrara.
El timbre sonó…la hora había llegado…estaba aterrado.
Abrí la puerta, ella sonreía ampliamente, con una pequeña bolsa de
cartón en sus manos. Arabelle parecía estar adormilada, sus dos coletitas se
habían estropeado un poco; usaba un vestido blanco con unas mallas negras y
unos pequeños zapatitos blancos.
- hola, Tom, ¿cómo estás?- no contestaría lo que era bastante obvio en
este momento. Ella tomó mis mejillas y ladeo la cabeza. – llueve demasiado,
quizá has enfermado ¿te sientes enfermo?
- Anette, ha pasado algo…- tragué saliva debido al nudo que comenzaba a
formarse en mi garganta. Ella me miro confundida.
- ¿pasó algo con tu hermano?- negué. – dime qué pasa, Tom, me preocupas.
- pasa, por favor…- ella lo hizo mientras yo cerraba la puerta tras
nosotros. -¿quieres algo de tomar?- negó.
- no, quiero que me digas que pasa.- asentí.
- ¿Tom, dónde está mi hermanito?- preguntó Arabelle, sonriendo por
primera vez desde que llegó.
- él no puede verte ahorita.- ella frunció el entrecejo.
- ¿¡por qué no?!
- ven, Arabelle, ¿quieres jugar con los perritos?- dijo (tu nombre),
apretando su mano; Arabelle sonrió.
- ¡sí, quiero ver a los perritos, quiero ver a los perritos!- ella
asintió y la alejó de nosotros. Me acerqué al sofá, sentándome a su lado.
- Tom, ¿qué pasa?
- le encontraron células infectadas en los pulmones a papá…- ella cubrió
sus labios, mirándome con espanto.
- ¿é-él va a estar bien?- negué. - ¿q-qué?
- Anette… mi…papá murió en la madrugada…- su cara palideció, sus ojos se
humedecieron y comenzó a negar con lentitud.
- ¿cómo que Jörg murió?... ¡NO ES POSIBLE!
A pesar del dolor que sentía, le di un abrazo, intentando reconfortarla,
pero ella gritaba y sollozaba con fuerza, tanta que me hacía querer explotar en
llanto también.
- ¡mami, mami! ¿Por qué lloras, mami?
- ven, Arabelle, por favor.- Arabelle miró a (tu nombre) y apuntó hacia
Anette.
- mi mami llora, ¡¿Qué le hiciste, Tom!?
- Arabelle…vete de aquí, ve a jugar con los perritos…- dijo Anette, pero
ella negó y se acercó a nosotros.
- mami… dime por qué lloras, ¿te duele algo?- me levanté del sofá,
dejando de abrazarla. Caminé hacia Arabelle, pero ella retrocedió con miedo.
- (tu nombre)… ¿puedes quedarte con Anette?- ella asintió y sin más se
acercó a ella. –Ven, Arabelle…- le jalé de su brazo y la levanté con cuidado.
- ¿por qué llora mi mami?, ¿me llevas con Bill?
- no, Bill se siente mal…
- tú también lloras… ¿¡por qué todos lloran?!- Anette caminó hacia
nosotros y quitó a Arabelle de mis brazos. -¿a dónde vamos, mami?
- vamos a cambiarnos la ropa, ¿sí?- asintió y fueron a la habitación de
huéspedes.
- Tom…- la miré y asentí. –iré con Bill…
- es hora de irnos, ¿puedes decirle que se apresure?- asintió y subió
las escaleras al igual que yo. Entré a mi habitación, entre buscando en mis
cajones; mis lágrimas se salieron por mis ojos, estaba enojado, sentía
impotencia ante todo esto.
[…]
La misa se había terminado, todos nos pusimos de pie y aplaudimos por un
largo tiempo; ahí llevaban el ataúd, directo al auto.
- Bill…vamos, Billy…- me viré. (Tu nombre) tomaba a mi hermano de los
brazos, pero él se no se inmutaba, solo estaba de pie, mirándola a los ojos,
pero sin atender el llamado de su voz. -¿te sientes mal, Bill?- frunció el
entrecejo y camino, dejándola detrás. Me cerqué a (tu nombre) y tomé su mano.
–está mal…
- sí…
Al entrar al auto, mí mirada solo estaba sobre mi hermano, quien miraba
la ventana, dándonos la espalda a ambos; sus manos jugaban con sus gruesos
collares, mordiendo y lamiendo sus labios a cada segundo concluido. Al llegar,
él fue el primero en salir del auto; (Tu nombre) me miró con preocupación para
después los dos bajar tras él.
- ¡hermanito Bill!- gritó Arabelle. -¡hermanito!- corrió tras Bill,
jalando sus pantalones, pero Bill no se molestaba en mirarla, a pesar de que
ella le daba pequeños golpecitos. -¡Bill!
- ¡Arabelle, déjame solo!- gritó con enfado, caminando más rápido. Ella
se quedó de pie y bajó su mirada.
La tomé de la mano y nos sentamos, mirando todo con la mirada húmeda,
siendo consumidos por la lluvia y el frío que hacía. Arabelle me miró e hizo un
pequeño puchero.
- ¿Tom?- la miré. -¿por qué lloras, tienes miedo?- sonreí.
- algo…
- ¿es porque todos estamos de negro?... a mí también me da miedo ese
color…
- sí, creo que es por eso…
- ¿en dónde estamos, hermanito?, ¿por qué mi papi no quiso venir?- mis
lágrimas cayeron otra vez. -¿Tom?
- Arabelle…, princesa, te lo digo en casa, ¿sí?
- hum…bueno…- Se acabó…papá no estaba más…se había ido…
Me di la vuelta para buscar a mi hermano, él corría lejos.
- ¡Bill!- bajé a Arabelle de mis piernas. –Ve con tu mami, ¿sí?- ella
asintió.
Sus manos tomaron el barandal con fuerza, su respiración era agitada,
pero sus lágrimas estaban lejos de salir por sus ojos. Me acerqué a él, tomando
sus manos, quitándolas difícilmente de los barrotes.
- Bill
- ¡VETE DE AQUÍ, QUIERO ESTAR SOLO!
- no, no voy a dejarte…
- ¡vete, Tom…necesito estar solo…!
- te he dicho que no...- me dio la espalda, su espalda sufrió
convulsiones; se dejó caer de rodillas al suelo, apresando los barrotes una vez
más con sus delgadas manos. -¡no se tuvo que haber ido!, ¡ES UN IMBÉCIL!
- hermano…
- ¡no!- se viró. Su maquillaje se había estropeado, al igual que su
cabello. -¡es un idiota, un hijo de puta!- cubrió sus ojos con sus manos; me
acerqué y le di un abrazo, el cual el intentó deshacer, pero al final dejó que
lo abrazara y empezó a llorar. - ¡mi papá no!
- él tenía que irse, hermanito… ¿pero recuerdas lo que nos dijo?- empecé
a llorar yo también.
- ¡él miente, él no puede estar con nosotros! ¡Él no puede, es un espíritu,
Tom!
- no es cierto, Bill…él si lo hará…
- ¡lo decía para calmarnos, imbécil!
- ¡no es cierto!- lloré de impotencia, lloré por la pérdida de papá, por
las mentiras de mi hermano.
- ¡está muerto!... ¡mi papá se murió!...
- estaremos con él y él con nosotros…
- m-m-mi pap-pi…n-no va a v-v-v-olv-e-e-er…- lo miré preocupado, sus
dientes castañeaban con fuerza, su cuerpo temblaba. Quité mi chamarra y la puse
en su cuerpo. –e-e-n una semana e-es
n-n-navidad-d-d…- no quise prestarle atención a sus palabras que me bajaban los
ánimos hasta la mierda.
- volvamos a casa, Bill…- limpié mis lágrimas, nos levantamos del suelo
y caminamos hacia los demás.
[…]
Ahí estaba, en el balcón, temblando, pero a pesar de eso, ahí seguía. La
lluvia había parado ya. Salí con él y me senté a su lado, sin decir una sola
palabra, solo haciéndole compañía que quizá el mostraba innecesaria, pero
realmente le ayudaba. Sacó de sus bolcillos una cajita de tabaco junto a un
mechero; puso un cigarrillo en sus labios y prendió el mechero, pero la flama
se apago en menos de tres segundos, intentó una vez más, haciendo “casita” con
sus manos, y lo logró. Metió el mechero en su bolcillo y succiono con rapidez,
haciendo ruiditos con sus labios; sacó el humo de su boca, al mismo tiempo que
también soltaba vaho.
- odio que fumes…- confesé.
- tú también lo haces…- dijo sin mirarme.
- intento ya no hacerlo…- me miró, dando una calada larga y sosteniendo
el humo. Me mostró la cajita de tabaco, ofreciéndome; yo negué, apartando su
mano de mi cara. Él soltó el humo. -¿por qué te ocultas de la realidad?- volvió
a mirarme.
- no me oculto de nada.
- te guardas el dolor para ti mismo.- dio otra calada al cigarro y miró
hacia el cielo, cerrando sus ojos. –No quieres aceptar lo que te está pasando.-
soltó el humo.
- pero no hay nada que perder, ¿cierto?- lo miré confundido.
- no te entiendo.- se reacomodó en la silla y puso su mirada en la
calle.
- las personas se acostumbran al destino que ven escrito desde antes.-
dio una calada al cigarrillo.
- solo mira tú pasado, mira por todo lo que has pasado y dime:
¿realmente quieres eso para el resto de tus días?- se acercó a mí, estábamos tan
cerca que podía sentir su fría respiración; expulsó el humo en mi cara y volvió
a su lugar. Dejó caer el cigarrillo en el suelo y lo pisó sin mucha fuerza. Me percaté
del suelo, que estaba repleto de cigarrillos pisados.
- no es muy diferente al de ahora.- sacó otro cigarrillo y lo prendió, metiéndoselo
a la boca, dando una pequeña calada y soltando el humo después de unos
segundos.
- sí, sí es diferente, Bill; pero tú no quieres darte cuenta, prefieres
estar en tu mundo que se ha hecho una mierda.
- he pasado por cosas peores, sí, pero no puedo pasar nunca un día
feliz. Siempre estás tú ahí, opacándome hasta con tu mirada, siempre has sido
el más querido, papá me lo dijo muchas veces, y las palabras de mamá eran innecesarias.-
dejó caer algo de cenizas en el suelo.
- Bill…
- tranquilo, eso pasa desde que nací.- me quedé en silencio. Él apartó
su mirada de la mía, fumando como si esto fuera parte de la sobrevivencia.
Estuvimos en silencio, hasta él terminar el cigarrillo y volver sus
manos hacia la cajetilla; un poco enfadado le di una palmada en la mano, alejándolo
de ella, tomándola en mis manos y mirando dentro.
- Bill, aquí dentro quedan dos cigarrillos.- dije sorprendido.
- bien, déjame terminarlas.
- ¿todos te los has fumado hoy?
- no veo porqué te preocupas tanto.
- ¿por qué quieres terminar con tu vida de esta forma?- tiró el
cigarrillo al piso, sin pisarlo esta vez.
- no quiero terminar con ella…
- te has metido todo tipo de sustancias en el cuerpo, con tu propio consentimiento.
- oh, vamos, no me digas que tu no lo has hecho nunca.
- jamás me he drogado, y estoy intentando dejar el cigarrillo.
- pero también bebes.
- sin excederme, tu lo haces diario.
- no lo hago diario, puedo pasar un día sin hacerlo.
- oh, quisiera ver que lo intentases.
- deberías preocuparte más por ti que por mí.
- ¿sabes? Dios te está dando una advertencia con todo lo que te está
pasando. A veces debo agradecer que eres estéril.- me miró sorprendido. - ¿Para
qué quieres tener un hijo?, ¿para influenciarlo con las drogas, con el cigarro
y el alcohol?, ¿Para enseñarle que la vida es una mierda y siempre que suceda
una pérdida de algún familiar la mejor salida es fumando una cajetilla entera y
serle indiferente al mundo?
- deja de decir eso, Tom…
- Te quiero mucho, hermano, pero
me duele verte así, ¡porque tú sabes que tu vida se está yendo a la mierda!, me
duele darme cuenta de que esto te importa una mierda.
- ¡no me importa una mierda!
- ¿a caso has pensado en (tu nombre) estas últimas horas?, ella está
mal, ¿cómo quieres que se sienta si siempre que algo no te gusta te orillas a
estar solo?
- papá se fue, Tom…¿cómo quieres que yo me sienta?... me ha dicho que me
amaba, me dijo que me quería, ¡¿Cómo quieres que yo me sienta cuando estuvo
ausente siempre, y un día antes de morir me confesó que me quería!? ¡NO VOY A
PODER ESTAR CON ÉL, ÉL NO VA A DECÍRMELO DE NUEVO!- sus ojos se humedecieron.
Su mirada me hizo saber que era lo que realmente le pasaba; me di cuenta
de que él no quería llamar la atención, eso no era necesario para una persona
como Bill, él ya tenía la atención de los demás solamente con su forma de
pensar y de ser, él no necesitaba la compañía de ninguna de las personas que en
este momento habitábamos en esta residencia, él necesitaba a una sola persona:
A papá.
- ¿Es eso, Bill?- me miró confundido.
- ¿Qué?
- ¿Es a papá a quien necesitas para estar realmente feliz?- sus ojos
penetraron en los míos, gritando por un
consuelo, suplicando que fuera yo quien le diera confortamiento antes de ser él
quien lo pidiera. –Bill, él es nuestro angelito; que se vaya no significa que
no estará de nuevo con nosotros.
- Pasaremos la navidad sin él… la primera navidad en donde papá me daría
un abrazo y me desearía una linda navidad…comeríamos juntos…
- ¿Qué hacías en las navidades?- miró hacia el cielo, sacando vaho de
sus labios.
- Mis primos y primas me molestaban siempre; papá me obligaba a ser algo
así como su esclavo. A la hora de la cena me servía mi comida y me ocultaba en
mi habitación a escuchar desde arriba los odiosos villancicos que toda mi
familia cantaba con alegría…sin pensar en mí.
- ¿Siempre estabas en tu recamara?- negó.
- A la hora de esos estúpidos abrazos, corría a la habitación de papá y
subía a la azotea. Prefería congelarme los huesos con la nieve que estar con
ellos.
- Él nos mirará desde donde esté, nos dará nuestro abrazo a pesar de la distancia.
- Quiero ir a visitarlo mañana…
- Él se pondrá muy contento de verte.- frunció el entrecejo, parecía
tener ganas de echarse a llorar.
- ¿Arabelle lo sabe ya?- me encogí de hombros.
- No lo sé, supongo que Anette tendrá que platicar con ella.
- Anette… ¿cómo lo tomó?- negué, mordiendo mis labios.
- Está muy mal, ni siquiera le salieron demasiadas lágrimas, no podía
creerlo. (Tu nombre) le ha servido de apoyo, no para de platicarle y darle
apoyo; le ayuda con Arabelle también.
- Ella menos que nadie debería estar haciendo eso.
- Lo hace porque sabe que tú estás mal ahora.
- ¡OH, MIERDA!- se dio la vuelta y su risita aguda comenzó.
- ¡¿Te asusté, hermanito?!- la cara de Bill volvió a ser la misma de
antes, pero la levantó en sus brazos y la sentó en sus piernas. -¿Te asusté?
- sí, me has asustado.- Ella hizo aire con sus manos.
- ¡Fuchi! ¿Qué comiste? ¡Huele feo!- Bill sonrió.
- Estaba fumando.
- ¿Fumando?- asintió. –Mi mami dice que fumar es malo.
- Es verdad.
- ¿Y entonces por qué fumas?
- Intentaré ya no hacerlo, ¿sí?- Ella asintió.
- Hermanitos, dice mi mami que bajen a cenar.
- ¿A cenar?, ¿Qué hay para cenar?
- humm, no sé, la princesa de Bill y mami están cocinando.
- Esta bien, ahora bajamos; ve tú.- asintió y miró al cielo.
- ¡MIRA!- apuntó. -¿¡Esa cosa tan grande es una estrella?!- Bill se
carcajeó a lo bajo.
- Eso es la luna, Arabelle.- Ella sacó un grito ahogado.
- Mi papi una vez me contó un cuento de un niño que viajaba a la luna en
una estrella fugaz.
- ¿Enserio?- asintió.
- Le voy a decir que te lo cuente un día.- Bill bajó la mirada,
perdiendo toda concentración a su conversación.
- Arabelle, ¿por qué no bajas a la cocina con tu mami?- dije. Ella
asintió y bajó de las piernas de Bill, saliendo de la habitación. –Hermano, ¿te
encuentras bien?
- Sí… ¿Por qué no vamos a cenar?- asentí.
By Bill
- ¿Cómo estás ahora, Billy?- Sonreí a la fuerza.
- Estoy bien ahora…- besé sus labios. –Gracias por preocuparte…
- Como no voy a preocuparme por la persona que más amo.- sonrió. –Te he
preparado algo que va a gustarte mucho.
- ¿Enserio?- asintió.
- Siéntate que te lo traigo.
- Gracias.- Ella caminó a la cocina; después de unos minutos volvió con
dos platos, uno para Tom y uno para mí; eran waffles, se veían tan apetitosos. –Oh, linda, esto se ve delicioso.
- Mi angelito y el cuñado más tierno de todos se sienten mal ahora,
intentaré subirles el ánimo.
- (Tu nombre), no deberías romperte la espalda, no es necesario.- dijo
Tom.
- Sí, lo es. No me gusta verlos mal.- bajé la mirada, tratando de formar
una sonrisa.
- Siéntate a cenar, preciosa.- levanté la mirada; Anette cargaba a
Arabelle, sentándola en una silla.
- Sí, mami.
- Y tú, (tu nombre), siéntate también, ahora te traigo tu cena.
- No, señora, no es necesario, de verdad. Mejor siéntese usted, yo
traigo la cena.
- Vamos, por favor.- (Tu nombre) se sonrojó.
- Bien…
- Y puedes tutearme.- sonrió. Mamá no tardó en llegar con la cena de las
tres y sentarse junto a Arabelle.
- Oigan todos… ¿¡A donde se fue mi papi?!, no lo he visto.- dijo Arabelle,
tomando su vaso.
- Él ahora no está, preciosa…- dijo Anette.
- ¿Se fue a trabajar?
- Algo así…
- Arabelle, linda, ¿Te gustaría dormir conmigo esta noche? Oh, tengo
muchos cuentos de princesas que contarte.- Dijo Tom, sonriendo. Arabelle abrió
los labios, sonriendo con amplitud.
- ¡SÍ, SÍ!
- Bien, entonces comamos para que podamos irnos.
- ¡Esta bien!
[…]
- Billy, ¿sabes una cosa?- la miré. –Yo te admiraba demasiado.
- ¿Me admirabas?- asintió. – ¿Has dejado de hacerlo?- negó.
- Una de las cosas que más atrajeron de ti, fue el hecho de que todos
los sentimientos que sentías los demostrabas, los sacabas sin importarte lo que
los demás decían. Sé que eres un hombre fuerte, pero el hecho de ser fuerte no
significa ocultar lo que sientes.- bajé la mirada.
- Quiero cambiar…ya no ser ese Bill marica…
- Nunca fuiste “ese Bill marica”, siempre has sido el Bill fuerte que se
expresa aun que le cuesten los golpes y groserías.- sonreí. –Te amo por sobre
todas las cosas, y no quiero cambiarte, solo quiero que sepas que decir lo que
sientes no está de menos.
- Te amo, linda…gracias por estar conmigo siempre…
- Eso es un hecho, voy a estar siempre a tu lado. Ahora mejor durmamos
¿sí?
- Bien…- bese sus labios, un beso seco y corto. –descansa…
aaaaa que triste te juro que llore con este cap pobre Bill nunca puede ser feliz aaaa ame el cap sube otro xfa siiii
ResponderEliminarbye cuidate mucho besos :)